"Estoy copado, me lo tomé en serio. Me fue picando el bichito hasta que el año pasado empecé a estudiar. Lo disfruto muchísimo", dice Gabriel Schultz (52), que incursionó en la actuación de la mano de Daniel Burman y hoy forma parte de la serie -por ahora, en pleno rodaje- sobre la vida de Diego Maradona. Allí interpretará a Yayo Trotta, uno de los primeros en advertir el enorme talento de El 10.
"Trabajo desde los 17 años y nunca tuve menos de dos trabajos", cuenta el periodista, que como actor encuentra, además de placer, la posibilidad de ampliar su horizonte laboral. "No estoy acostumbrado a tener un solo trabajo: siento que me sobra el tiempo, que tengo mucho para dar, y que si no empiezo a abrir otras puertas, no voy a poder conseguir otra posibilidad de trabajo. En este momento, en el cual el periodismo está cerrando puertas y no abriéndolas, empecé a tratar yo de abrirme otras".
Para eso Schultz se está preparando de la mano del actor y profesor Manuel Vicente: "En personajes donde hace falta estudiar no está bueno caer como un paracaidista, sobre todo por respeto a quienes lo hicieron. Cuando me pongo a laburar con alguien que es un actor o una actriz reconocida me da vergüenza no estar a la altura. Por eso trato de tomármelo en serio", explica el compañero de Andy Kusnetzoff en Perros de la Calle.
—Es muy interesante esa responsabilidad y humildad, porque ya teniendo un nombre reconocido en el medio no levantás en el teléfono y le pedís trabajo a los amigos, o a los que pasan como invitados por Perros…
—No, eso me da mucha vergüenza. Ha venido gente a la radio a la que podría decirle: "Mirá, estoy actuando; si tenés un lugarcito, meteme…". No lo hago. De hecho me está dando vergüenza decirlo ahora porque parece que lo estoy haciendo como para conseguir algo después y no es la idea… Si sale, mejor (risas).
—¿Cómo llegaste a la serie de Maradona?
—Entré por casting. Cuando me enteré que estaban los castings, me ocupé de que me llamaran. Hice mi prueba y ahí quedé. Pasaron dos meses, yo pensé que ya no había entrado.
—¿Cómo se vive a esta altura de la vida y de la carrera el creer que uno no entró? Es medio fea la situación del casting: se juega una cosa del rechazo que deber ser dolorosa.
—Sí, es horrible. Pero igual es el único casting que hice hasta ahora. Y entré. O sea, la situación del rechazo no la viví.
—¿Viene otra serie después de la de Maradona? ¿Hay algo con Sebsatián Wainraich dando vueltas?
—Hice algo con Seba, sí. Pero de eso no puedo contar ni siquiera dónde se va a dar. El otro día subí una foto y me dijeron: "No digas ni dónde se va a dar ni cómo se llama la serie ni nada".
—En tu caso, ¿el actor le va ganando en placer al periodista, o el periodista sigue estando?
—No, el periodista sigue estando en el sentido que es lo que soy de toda la vida, desde el quinto grado, cuando empecé a escribir el diario de la primaria, hasta ahora que es de lo que vivo. Siempre soñé con vivir de los medios. De hecho, soñaba con mucho menos de lo que conseguí.
—Si el año próximo viene Pol-Ka, Underground o la productora que sea y te proponen hacer una tira, ¿sos capaz de dar un paso al costado en la radio?
—Sería una decisión que no me gustaría tener que tomar. Hoy te diría que no, que no quiero dejar la radio. Pero si viene algo que me entusiasme tanto como para hacerlo… Igual, creo que no existe algo que me entusiasme tanto.
—¿Vas contentos todas las mañanas a la radio?
—Algunos días más y otros menos. pero sí, sí. No solo estoy haciendo radio, que es lo que me gusta, sino que además estoy en un programa que tiene éxito, y eso también está bueno: saber que lo que uno hace no cae en saco roto sino que hay gente escuchando del otro lado. Una vez, en una radio de la Costa donde fui a trabajar un verano, di mi teléfono al aire para ver si alguien llamaba… y no me llamó nadie. Pensé que era un problema de las líneas de la Costa, y no: nadie estaba escuchando. Eso es frustrante. Y que hoy no me esté pasando, está buenísimo.
—En estas últimas semanas se habló mucho de la interna de CQC. ¿Cómo es el vínculo de ustedes, del equipo de Perros, más allá del laboral? ¿Hay una amistad o son grandes compañeros de trabajo?
—No, yo creo que hay una amistad. Parto de la base de que todos nos conocemos mucho y nos contamos todo. Esa es la base de una amistad: no tener secretos con la persona con la cual estás. Y tenemos mucha vida extra laboral juntos. Los considero amigos, y sé que seguramente si algún día Perros terminara, yo seguiría viéndome con ellos. En general sigo manteniendo el vínculo con quienes trabajé: con Pablo Rago hablo casi todas las semanas, con (José María) Listorti, con el que trabajé seis meses en TVR, sigo hablando, y nos vemos cuando podemos.
—A Matías Martin te lo cruzás en la radio.
—A Matías lo sigo viendo en la radio.
—¿Cómo quedó el vínculo?
—Muy bien.
—Hablamos mucho en los últimos meses de la salida de Cabito de Basta de todo, pero vos arrancaste en Metro con Matías Martin. ¿La relación quedó bien?
—Sí. A pesar de que en su momento la decisión la tomó Matías (al igual que Cabito, Schultz también debió dejar el programa), te diría que fue casi consensuada. Yo no me animaba a tener la determinación de lo que pasaba; en ese sentido Matías fue más previsor que yo en ver que algo se estaba desgastando y poder tomar una decisión. De todas maneras siento que tranquilamente podríamos volver a trabajar juntos, algún día. No sé si él siente lo mismo. Pero yo sí siento eso y no tengo rencores, todo lo contrario.
—¿Cómo te impactó la salida de Cabito?
—Me dolió la forma en la cual se desarrolló todo. Pero bueno, yo no estaba ya en el grupo y no puedo opinar de lo que pasaba ahí adentro. A pesar de que los veía todos los días, no es lo mismo verse que estar. Me dio tristeza la forma en la que terminó todo que podría haber sido mucho menos traumática para ellos.
—¿Lo llamaste, volviste a hablar con Cabito?
—Sí, un par de veces sí.
—¿Extrañas la conducción en televisión?
—Muchísimo.
—¿Y por qué crees que no sucedió en el último tiempo?
—Trato de no pensar que es una cuestión ideológica. A pesar de que la televisión me demuestra que no hay mucha gente que piense distinto al Gobierno en televisión abierta. En general, hoy los conductores están bastante alineados. Igual, quiero creer que no es una cuestión ideológica sino que quizás sea una cuestión profesional, y yo hoy no encajo en esta televisión. Puede pasar. A veces uno trata de pensar que la culpa la tienen los otros, pero quizás no haya un interés en verme a mí hoy como conductor televisivo. De hecho hasta los 40 años no conduje nada en televisión. Podría pasar que tampoco alguien hoy pretenda que yo lo haga. Lo acepto. Pero lo extraño.
—En algún momento eso debe haber dolido.
—Todos los días.
—¿Sí?
—Sí. Porque me gustaba hacerlo. Y realmente lo disfrutaba. Y a pesar de eso, también sabía que en algún momento se iba a cortar. En general soy bastante pesimista, todo el tiempo pienso que se va a cortar. Cuando se corta, igual duele.
—Una vez, como invitado de Andy en PH, dijiste: "A veces siento que lo mejor ya pasó".
—Sí.
—"Espero llegar a ver a mis hijos triunfar, de mí ya no espero nada más". Estabas muy abajo…
—Puede ser. Me agarran etapas así, de tristeza laboral, profesional. Pero también es cierto que uno tiene picos en la vida y es probable que lo mejor de mi vida ya haya pasado. Prefiero pensar eso a estar todo el tiempo esperanzado en algo que no va a ocurrir. Si uno está todo el tiempo con esperanza, la esperanza es algo que no va a ocurrir pero la esperanza es lo que te hace pensar que sí. Yo prefiero no tener esa esperanza de decir: "No, no, todavía lo mejor no me pasó".
—A la vez te pusiste a estudiar actuación. Entiendo que por un lado está el pesimismo, pero también el Gabriel que dice: : "A mí me gusta tener dos trabajos, y me lo voy a empezar a generar".
—Sí, pero te diría que casi por una cuestión de supervivencia. Sabiendo cómo está la cosa uno busca otras puertas para tocar cuando ya tocaste todas las que podés, y cuando otras te las cerraste solo porque a veces no hiciste todo bien. Qué sé yo, capaz que algunas cosas malas habré hecho…
—¿A quién tenés que pedirle perdón?
—No, perdón a nadie. Pero yo sé que, por ejemplo, hoy a Indalo no puedo tocarle la puerta. De hecho me ofrecieron conducir este nuevo Sobredosis de TV que empezó y la existencia del juicio hizo que no lo pueda hacer.
—¿Hubo una propuesta pero había que renunciar al juicio?
—Exacto. En un momento me lo sugirieron. Me entusiasmó la posibilidad de volver a hacer algo así. Pero bueno, no quería renunciar a mis derechos para hacerlo.
—Hoy no te encuentro tan bajoneado como estabas en ese momento del "no puedo esperar nada más".
—Es probable. Esto de haber empezado actuación me dio como una especie de renovación interna en el sentido de: "Bueno, algo más hay". Y también en la radio la pasamos bien.
—Si estás de acuerdo, hacemos un mini ping pong con algunos personajes. ¡Algo que nunca se ha hecho!
—Nunca (risas).
—Andy Kusnetzoff.
—Una persona que me abrió los brazos en un muy mal momento y todavía hoy sigue enseñándome sobre todo.
—Fue un mal momento la salida de Basta de todo.
—Sí, no fue una decisión mía. Y además, a pesar de que hoy no tengo rencor, en ese momento fue muy triste para mí. Era un programa que yo había empezado con Matías codo a codo, y de repente ver que se va es como un hijo que te dice: "No te quiero más". No sé cómo será eso pero casi.
—¿Macelo Tinelli?
—Una de las personas más talentosas de la Argentina.
—¿Lo ves en política?
—Sí, lo veo.
—¿Lo votás?
—Según a qué partido se incorpore. No lo descarto. A veces cometo el error de pensar demasiado a quién voto, como si esto fuera importante. Entonces me fijo quién lo rodea, qué cosas está haciendo por fuera de lo que es la campaña.
—¿La querés a Cristina Kirchner de candidata?
—Sí, la quiero. En un momento pensé que lo mejor que le podía pasar al país era que ella no fuera candidata para que el actual Gobierno tuviera que empezar a gobernar. Porque todo está basado en el odio a Cristina.
—En "el temor a…".
—No, no, en el odio más que el temor. Es como Hamlet, ¿no? Cuando se muere el tío se da cuenta de que vivió toda su vida odiando algo que ya está, se murió. Esto es parecido. Si Cristina no es candidata., ¿qué te vende este Gobierno?
—¿Hoy preferís que no sea candidata?
—Hoy ya creo que sí (la prefiero como candidata). Sobre todo porque no veo nadie que pueda dar algo más que ella, en el sentido político.
—¿Mirtha Legrand?
—No me gusta.
—¿Te hizo algo? ¿Pasó algo?
—No. De hecho, a mí nunca me invitó a su programa, pero no es por eso que no me gusta. No, considero que siempre que ella estuvo contenta (con un gobierno), al país le fue mal. Aparte, es una ideología que ella puede transmitir e imponer. No convence a nadie.
—Mirtha, de hecho, dice que ha hecho muchísimo para que este Gobierno ganara las elecciones.
—Históricamente, cada vez que ella estuvo feliz con los gobiernos que había en la Argentina, a la Argentina le fue mal.
—¿Susana Giménez?
—Y… casi te diría lo mismo que dije recién de Mirtha.
—¿El papa Francisco?
—El papa Francisco es alguien que por suerte pudimos conocer con Perros, y yo, que no soy católico, en un momento los envidié a los católicos por tenerlo. Porque está bueno que un tipo así sea un líder espiritual, un tipo que piensa lo que piensa.
—¿Mario Pergolini?
—En su momento admiré, hasta que lo conocí.
—¿Te defraudo?
—Absolutamente.
—¿Por lo que vos conociste o por las cosas que Andy haya vivido?
—No, no, en carne propia. De hecho, no tenía tanta relación como la que tengo hoy con Andy. La viví en carne propia.
—¿Trabajaron juntos?
—No. Trabajamos en la misma radio, hasta ahí todo bien. El problema surgió a partir de una situación TVR en el 13, con CQC en el canal: ahí empezaron los resquemores. Después el se va a Telefe y ahí empieza una especie de batalla contra (Diego) Gvirtz y me metió a mí en la misma bolsa. Sinceramente me defraudó cómo se manejó conmigo porque me insultó pública y privadamente. Privadamente me insultó; públicamente, habló pestes de mí.
—¿Y si te lo cruzas hoy?
—No sé, no sé… Tampoco me importa, eh.
—¿Mauricio Macri?
—Hizo todo bien para lo que él quería. Cumplió con lo que se esperaba de él, quienes lo esperaban y quienes sabían lo que iba a hacer. Creo que si alguien dice que lo engañó, se está mintiendo a sí mismo.
—¿Gabriel Schultz?
—Laburante de toda la vida, desde los 17 hasta hoy. Siempre tuve que trabajar.
—Si hablamos en cinco años y salió todo genial, ¿cómo te voy a encontrar?
—Me vas a encontrar igual que ahora pero con cinco años más. Es decir, hasta ahora salió todo genial.
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