Grace Cosceri, dueña de una voz única, es una artista respetada y querida en el ambiente. Supo trabajar con Luis Alberto Spinetta y también con otros músicos que dejaron su huella, como Luca Prodan, Rickie Lee Jones, Marcela Morelo, Nito Mestre y los Illya Kuryaki, entre otros.
Este domingo y el próximo se va a presentar en el marco del ciclo que ella misma denominó "Los antidomingos". En diálogo con Infobae, contó en qué consisten esos shows, cómo se prepara para los conciertos y recordó al inolvidable "Flaco".
-¿Cómo surgió la idea de "Los antidomingos"? ¿Dónde te estás presentando? ¿Cómo te preparás para estos shows?
-Tengo mi lugar para cantar y expresarme libremente, que es Virasoro Bar porque reúne todas las condiciones que me agradan. Queda en Palermo, es muy accesible para todos y es un lugar muy chiquito. Lo cual, cuando se llena, parece River (risas). O sea, que yo me siento una gran estrella dentro de una caja de bombones. Y eso me parece divertido.
Mi eslogan, lo que hago, se llama jazz fantasy. Entonces, cuanto más acogedor es el lugar, más se nota esa fantasía porque tengo a la gente muy cerca. Yo vengo de la época del underground, donde estar muy cerca de la gente era lo normal porque las presentaciones se hacían en espacios muy comunitarios y también en casas que se abrían para que uno se pueda expresar artísticamente, ya sea en la música como en otras artes. O sea, que para mí es normal estar muy cerca de la gente porque es un ejercicio que ya tengo incorporado de toda la vida. Esa cercanía hace que le puedas como cantar a cada uno. Decirlo así suena medio cliché pero después lo sentís y el otro también lo siente.
"Los antidomingos" surgieron porque un día me dijeron que pruebe un domingo porque tienen libre la noche en ese lugar. Fui un domingo, funcionó muy bien y sentí que era como mi día para hacer el show. Un día dije: "Esto es un antidomingo". Porque la gente viene, come rico, toma algo, la pasa bien y disfruta un show. Surgió así y funcionó perfecto. Entonces, para no saturar, una vez cada dos o tres meses aparezco y vuelvo a hacer dos fechas porque, al ser tan chiquito el lugar, queda gente afuera y tiene la posibilidad de volver.
-Con tantos años de experiencia, ¿seguís sintiendo ese cosquilleo, esos nervios antes de salir o ya lo tomás de otra manera?
-Yo no duermo la noche anterior (risas). No puedo dormir o me duermo a cualquier hora, la más inadecuada, como dos horas antes de que vengan a maquillarme o peinarme. Empiezo a tener síntomas y digo: "Ay, Dios, ¿para qué me dediqué a esto? ¿Quién me mandó?".
(Nica's Dream – Grace Cosceri)
-Lo que me han dicho otros artistas es que todo se va cuando arranca el primer tema. ¿Te pasa eso?
-Sí, una vez que ya estás arriba del escenario desaparece todo. Mirá, para sacar un poco el tema de lo que es mi enfermedad crónica, que es esta artritis incurable porque hasta ahora no se ha descubierto una cura. Ahora no porque hace muchos años que no tengo dolor físico pero cuando yo tenía mucho sufrimiento, llegaba a cualquier escenario que te puedas imaginar colmada de analgésicos y te digo que se apagaban las luces, se prendía el reflector del escenario y… ¡Magia!
Nunca en la vida sentí ni un dolor de cabeza. Es más, podía movilizarme en el escenario, no tenía límites físicos. Se expandía tanto el alma, la conciencia, no sé que es… No es algo que maneje uno: surge que te ponés bien. Y era terminar de tocar, agarrarme de quien sea y que me lleve a casa para acostarme lo antes posible. Pero en ese momento era mágico. Y ahora pasa que los nervios se van. Agarro el micrófono y estoy en mi mundo y se rompe todo ese hielo y todo malestar.
-¿Con qué músicos vas a estar?
-Este año empecé a cantar con un pianista que admiro un montón y que aparte, de verdad, es muy groso: se llama Abel Rogantini. Y pasó algo fortuito el show pasado. Siempre que vamos a probar sonido hay una batería armada en el escenario y hay un muchacho que toca ahí, que trabaja en el lugar. Y entonces como que la escena siempre era la misma: "Hola Grace, dame un minuto que ya te saco la batería". Y yo le respondía: "Sí, no te preocupes. Sacala tranquilo que mientras tanto hacemos tal cosa". Otro domingo la misma historia. Bueno, viene Nico Cota a tocar en una presentación. Tocamos con él pero al otro domingo no pudo asistir.
Entonces, cuando llegamos con Abel estaba la misma batería ahí puesta y le digo a Emiliano que venga, que necesitaba que me ayude con algo. Le pregunto si tenía unos palos y le cuento que había un tema, con el que abríamos, que no podía faltar. Y él pregunta qué tenía que hacer y le explicamos. Emiliano se sube a la batería y empieza a tocar de una manera tan magistral que le dije en la prueba de sonido: "Te quedás. Ya sos mi baterista". Se llama Emiliano Colla. Fue tan natural que no ensayamos nada y al final tocó medio show. Terminamos y le dije que venga a tocar con nosotros porque yo me sentí feliz. Y ahora vamos a estar los tres.
-Siguiendo con el show, leí por ahí que vas a cantar algunas canciones de Luis Alberto Spinetta.
-Es así. Yo nunca me prendo en los homenajes que se le hacen a Luis. En algunos pruebo y después desisto. En otros no me convocan. Y en otros veo cómo es la movida y trato de no estar. Motivos tengo miles pero no viene al caso porque son músicos que respeto mucho y a la mayoría los quiero mucho también. Es un tema muy personal que me afecta.
Entonces, mis homenajes tienen que ver con tener siempre un segmento de mis shows, cante lo que cante, que va a estar dedicado a él. A veces es solo un tema y a veces son cuatro. No me banco cantar más de cuatro temas de él porque enseguida me van a dar ganas de llorar. Está muy fresco todo. No es una cosa que quedó en la lejanía.
Para mí es como abrir un libro y leer sus poemas con melodía. Entonces, ese es el sentido que yo le quiero dar. No ser más Spinetta que Spinetta. Es abrir el libro y con una humildad sincera leerles la poesía pero cantándoselas. Y eso es lo que me gusta hacer en los shows.
-Hablando de Spinetta, hace poco se editó un libro (Luisito, de Jorge Kasparian) en el que el autor entrevista a 30 personas del círculo cercano de Luis y una de esas 30 personas sos vos. Hablando con Jorge, cuando se refirió tu persona, dijo que sin tu trabajo "El Flaco" no hubiera podido hacer las cinco horas que hizo en Vélez en el show con Las Bandas Eternas. Cuando escuchás eso, ¿qué te genera?
-A mí me pasa lo siguiente. A veces el otro dice algo que imagina que sucedió y, por otro lado, también está lo que yo realmente viví con Luis, que tal vez desembocó, en parte, en un pequeño aporte que pude haber hecho para que él pudiera rendir esas cinco horas.
¿A qué me refiero con esto? A que no puedo adjudicarme la potestad de que él no hubiese podido hacerlo. Lo que digo es que, tal vez, una vez que él haya entrenado bastante conmigo, se tomó el trabajo en su computadora de tener algo que él llamaba su glosario y, en ese glosario, tenía todas las ejercitaciones. Entonces, en algunas oportunidades yo iba y le hacía un coaching porque era parte de nuestra comunicación y también él se ocupó de hacer muchas cosas por separado: desde yoga hasta meditación.Y yo creo que, como parte de esa red, estoy ahí.
Pero no creo que haya sido solo porque yo le aporté sino que lo que sí le doy valor es que Jorge Kasparian resalta que yo hice algo tan profundo con Luis. Le agradezco que él me haya dado esa entidad porque en parte fue así pero yo no puedo decirte que fui responsable de que saliera todo bien porque él es un artista que no fue la primera vez en su vida que cantó en un lugar grande y durante tantas horas.
-Creo que Jorge lo dice por el momento de la carrera de Luis, que ya era sobre el final…
-Sí, seguramente es por eso. Pero igual te repito que no creo que haya podido hacerlo sólo por mi trabajo o gracias al trabajo conmigo. Fui parte de una red de cosas. Luis trabajó mucho solo también.
-Lo que decís te pinta como persona. Es un gesto de humildad importante porque otro en tu lugar diría que Luis aprendió a cantar con vos más o menos…
-Claro. Y hubiese hecho un instituto que se llame "Luis Alberto Spinetta". Tengo notas guardadas de revistas en las que Luis dice: "Estoy estudiando con Grace y me hace hacer unas colimbas tremendas". Esa palabra utiliza y yo puedo sacarle una foto a la revista y ponerla en las historias de Instagram y no lo hago porque, sabés qué pasa, la gente hoy dice: "Si no fuera por él, ella no tendría de qué agarrarse".
-Pero lo tuyo con "El Flaco" pasa por otro lado evidentemente. Por un cariño que va más allá de cualquier exposición que se pueda hacer.
-Pero la gente se reúne para boicotear también eh. Mirá que título te estoy dando (risas). La gente se reúne para boicotear. Y lo que pasa es que, de verdad, lo que yo viví con él no me lo puede quitar nadie. No hay manera. Me lo llevo yo a la parte que me toque del cielo. Ya está conmigo.
-Y lo extrañás mucho, ¿no?
-Sí. Lo que más me hace extrañar a Luis es cuando, por ejemplo, yo te miro a los ojos y veo tu sensibilidad al pensar en él. También veo la sensibilidad en la mirada de un alumno, en la de Jorge (Kasparian), en la del Mono (Fontana)…
Entonces, esas miradas -anónimas o no- que me llegan cuando hablamos de Luis, me hace extrañarlo más porque nadie puede no mirar así cuando habla de Luis.
*Grace Cosceri se presenta este domingo y el próximo (5 y 12 de mayo respectivamente) a las 21:30 en Virasoro Bar (Guatemala 4328, CABA).
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