Marcelo Tinelli a fondo: el debut y los 30 años de "ShowMatch", su vocación política, Macri, Cristina y su mirada sobre la crisis

Su lugar en la televisión, su aprendizaje en relación a la igualdad de género, las cosas que no volvería a hacer al aire, el secreto de su éxito. La pelea con Pergolini, la visita de Scioli en aquel cierre de campaña y un llamado a un frente de consenso para las elecciones, del que no descarta ser el candidato

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Marcelo Tinelli, a horas de
Marcelo Tinelli, a horas de debutar con una nueva temporada de “ShowMatch”, que marcarán los 30 años del programa en la televisión (Foto: Jorge Luengo)

Año 1984. Marcelo Tinelli arma TM Producciones con su socio, Felipe Mcgough. Se instalan en la calle Aráoz 2241. Su primer cliente será una conocida marca de alfajores. Al poco tiempo, se suma Fabián Scoltore, de cadete. Mientras lleva a cabo una carrera de periodista deportivo, trata de hacer sobrevivir a la empresa. En el año 1989 habla con su primo Luciano (hoy conocido como El Tirri), que vivía en Los Ángeles. Marcelo piensa en dejar el país y probar suerte afuera. Trabaja en Badía y Compañía los sábados, y hace el segmento deportivo en Telenoche. No está convencido de su futuro. Y de pronto, pasan 30 años.

Últimos días de abril del año 2019. Marcelo Tinelli está sentado en el lobby del Hotel Legado Mítico. Tiene remera negra de manga larga y pantalón del mismo color. Frente a él, una taza de café con leche vacía. Saluda con sencillez, conversa. Por delante, tendremos una entrevista de una hora y media en la que hablaremos de televisión y de política. En los diarios, las noticias de una nueva subida del dólar copan todos los espacios. "No sé qué vamos a hacer", dice el conductor, que está a punto de arrancar con ShowMatch luego de 30 años de programa. Valga el spoiler por esta vez: finalmente en 1989 no se fue del país a probar suerte con el Tirri. En cambio, recibió un llamado de Gustavo Yankelevich.

—Vamos entonces al año 1990, febrero. Te proponen hacerte cargo de VideoMatch pocos días antes de que arranque…

—Dos días antes del comienzo del programa me lo dicen. Me habla (Ernesto) Cherquis Bialo, con el que ya habíamos hecho algunos relatos deportivos en Canal 13 y me dice que me quería ver Gustavo Yankelevich y que me esperan después del noticiero. Les dije a Mónica y César que me llamaban de un nuevo canal, que aparentemente había un programa para mí. Me parecía raro que hicieran un programa para mí. "Que tengas suerte", me dijo Mónica, no me olvido de esas palabras. Terminó el noticiero a las nueve y me fui a Telefe, a Pavón 2444, a verlo a Gustavo. Y me dijo "Tengo una muy linda noticia para darte: quiero que conduzcas un programa acá en este canal". "¿Conducir yo?", le digo. No me daba para conducir, yo tenía 29 años. "¿Y de qué es el programa?" "Es un programa de deportes". Y ya me gustó. "Bueno, está bien", le digo, "dejame que me vaya a despedir por lo menos de la gente de Canal 13".

—¿Ya sabías por dónde iba la cosa? Porque uno te entrevista ahora y es con el diario del lunes, ¿pero sabías ya que tu camino iba por la conducción o por la tele?

—No, absolutamente no. No tenía claro nada. Además creo que mi vida se construye en base a los grandes fracasos. No quiero decir que soy el Steve Jobs de la tele, pero en base a los momentos más difíciles surgen los grandes momentos. O de los grandes fracasos, o de los momentos más difíciles, es de donde surgen las mejores cosas en mi vida. Siempre pasó así. Entonces lejos estaba de pensar yo cuando venía a Buenos Aires en un auto saliendo a las 12 de la noche con mi papá con una enfermedad, con una cirrosis avanzada, que en Buenos Aires podía encontrar mi destino profesional o el éxito profesional, cuando yo en ese momento en lo único que pensaba era en que mi papá se estaba muriendo. Entonces ya de por sí… Por eso te digo, de algo muy trágico sale algo muy importante. Por ahí me hubiera quedado en Bolívar y hubiera sido empleado, trabajando allá. No sé, andá a saber qué hubiera sido. Entonces yo no tenía claro eso. Lo que sí tenía claro era que a mí me gustaba el periodismo. Eso sí me gustaba porque mi papá era periodista y mi abuelo era dueño de un diario, dueño de El Mensajero de Bolívar. Entonces yo me crié un poco con ese olor a la tinta del diario, me crié acompañándolo a mi viejo, me crié acompañándolo a mi abuelo, en las horas de cierre… Siendo muy chiquitito, te estoy hablando a los ocho o nueve años. Todo eso lo mamé.

Marcelo Tinelli recordó sus comienzos,
Marcelo Tinelli recordó sus comienzos, habló de la nueva temporada de “ShowMatch” y se referío a su posible participación en la política de la Argentina (Foto: Jorge Luengo)

—Después del primero año de VideoMatch surgió Ritmo de la Noche, fue tal el furor que recorrieron todo el país en un avión Hércules…

—Sí, alquilábamos un Hércules para las giras. Bueno, esto que vamos a hacer ahora de ir Santiago del Estero primero y a varias provincias después, buscando genios argentinos por todo el país, a mí me lleva un poco atrás, a esas giras de Ritmo de la noche, porque vamos 126 personas. No vamos en un Hércules ahora.

—Al año que empieza Ritmo comienza también Mario Pergolini con Hacelo por mí

—Dijimos con Yankelevich de parar en el verano así descansaba y armamos un Videomatch hecho por mujeres que se llamó Arriba las gomas, porque nosotros eramos los gomas. Lo condujo Adriana Salgueiro con todo un equipo de mujeres. Y ese verano Mario sale con La TV Ataca. Yo estaba descansando en Punta del Este y acá nos mataban en rating. Y en ese momento también sale Hacelo por mí. (Alejandro) Romay fue muy inteligente, buscó los dos espacios que yo había dejado libres. Y yo lo miraba todo el tiempo desde Punta del Este y me armé para volver en marzo…

—¿Te armaste para salir a dar batalla?

—Sí, sí, totalmente. Porque estábamos solos antes y de repente sale una competencia en el mismo horario y con un formato, te diría no sé si similar, pero afín.

—Hace poco Mario contó que en realidad él te ponía como enemigo porque trataba de robarte un poco de tu éxito

—Sí, lo escuché. Y está bien. Yo tengo la mejor con él. La vida además nos ha puesto en lugares de padres de colegio porque Tomás y Francisco tienen la misma edad, entonces sucedió que los chicos van al mismo baile y yo entregárselo a Mario o cosas así. Tenemos una relación. Hicimos como socios un programa que se llamó El bar. Nunca tuve mala onda con él, más allá de todas las cosas que decía. Me parecían hasta graciosas. En algún lugar entendí el juego de él siempre, más allá de que me pueda haber molestado alguna cosa que decía. No lo tomaba personal porque entendía lo que estaba buscando.

—No solo cambió el vínculo entre ustedes sino también la forma en que entendían la realidad y el humo, ¿no? Ya no es el mismo mundo el de hoy que el de los 90

—Sí, totalmente. Creo que hay una evolución muy grande como seres humanos. Siempre está bueno analizar las cosas dentro de un contexto, porque si las analizás fuera del contexto no entenderías nada de la historia tampoco. Hay cosas que yo puedo decir: ¿te avergüenzan? ¿te abochornan? Si las miro hoy, no me gustan y me parece que no las haría. Podría ponerle un montón de calificativos a esas cosas viéndolas hoy, pero no solamente a mi programa. Se las pondría a un montón de programas de la televisión y a un montón de cosas que se han hecho, que tienen que ver con otros momentos de los medios de comunicación. Y esas mismas cosas se aplicarían a muchos comunicadores importantes también, que han sido íconos y que se van a escribir en las páginas de gloria de la televisión.

—Alberto Olmedo, Guillermo Francella…

—Tenés 200 para nombrar. Monólogos de Tato por ejemplo. Digo, tipos más progres… pero pasa eso. Creo que nosotros vivimos una evolución como sociedad. Me parece que es lo que yo dije el año pasado: hay cosas que no haríamos. Hay un aprendizaje muy grande que nos ha dado la sociedad, sobre todo en este último tiempo. La necesidad de una igualdad real entre el hombre y la mujer, y un posicionamiento y un empoderamiento femenino muy grande, que estaba postergado hace muchísimos años. No desde la televisión, sino desde la vida misma, desde el lugar del rol de la mujer en la sociedad. Entonces, en el marco de todo eso, respecto al corte de polleras por ejemplo, que fue muy criticado, yo digo: "No lo haría". ¿Me gusta? No, no me gusta. Lo miro y no me gusta, pero lo miro hoy. En su momento esa pollera se la cortaba a mi mujer. La que estaba ahí era mi mujer y todos nos reíamos de eso. Yo no veía a nadie que me dijera nada. Y así con diferentes programas, entonces me parece que uno tiene que acompañar este cambio.

El año pasado agradeciste al colectivo de actrices, ¿por qué?

—Porque nos mostró algo que nosotros no conocíamos. Y uno aprende a partir de ahí. Yo siento que por más edad que tenga y por más experiencia que tenga, uno siempre está en constante aprendizaje. Si aprendo de mi hijo Lorenzo, que tiene cinco años, imaginate si no voy a aprender de otras cosas.

—Pienso en tus hijos Francisco o en Juana, que nacieron en otro mundo, y probablemente no les divertirían las cámaras ocultas…

—Totalmente. Por ahí te ponés a pensar en el humor que uno hacía. Por ahí te ponés a pensar en algunas cosas de humor, que si vos que si las pensás hoy no las haría porque siento que estás cerca del bullying.

—Hoy particularmente no podés amenazar a un argentino con que le vas a romper el auto porque le agarra un infarto

—Exactamente. O vas a un lugar y te meten un tiro por la violencia… Antes abrías la puerta de tu casa como si nada. Entonces hay un montón de cosas que no se pueden hacer hoy. En ese contexto estaban bien. ¿Hoy? Y… yo no las haría. Yo no sé si iría al exterior a reírme de alguien que habla en otro idioma, más allá de que pueda hacer algunos chistes. Hay que tener cuidado con otras cosas también, que me parece que forman parte de una nueva sociedad, no solo argentina. En general, es un cambio mundial que hay, de mayor respeto, otra tolerancia, de la diversidad, de la diversidad de género también. Entonces uno tiene que acompañar eso, desde el convencimiento absoluto. Y uno aprende de sus hijos también.

Marcelo Tinelli en sus tres
Marcelo Tinelli en sus tres etapas, en Telefe, Canal 9 y El Trece

—Hay muchas teorías que dicen que explotaste como animador en Bailando, otros que dicen que explotaste en Ritmo de la noche… ¿Vos dónde sentís que encontraste tu mejor versión? ¿Cuándo te volviste el protagonista absoluto del show?

—Yo tengo una visión diferente de qué es ser protagonista, o de dónde está el protagonismo de las personas que conducen un programa. Para mí, para ser más protagonista uno, siempre tienen que ser más protagonistas los otros. Uno tiene que ser un segundo. Es una manera que yo tengo de conducción. Darle el lugar al otro y ponerlo bien arriba hasta quedar uno en un segundo lugar, en un lugar relegado. Eso hace que uno tenga un lugar más importante. No que si vos haces un chiste, yo voy a hacer el chiste después y voy a cerrar y tengo que nombrarme más… No. Siempre ensalsar al otro, poner arriba al otro. Me parece que todo lo que sea bueno en el otro hace que yo parezca prescindible, pero es importante que esté.

—Cuando se te iban los humoristas, ¿te dolía? Pienso en Leo Rosenwasser, Diego Pérez, Bobby Goma… Los que decidieron probar suerte en otro lado

—Me dolía. Totalmente. Leo, Eduardo Husni. No les guardo ningún rencor, al contrario, pero bueno, en su momento me dolió. Ellos decían: "Nosotros vamos a poder". No digo que no puedan, pero creo que hay una cosa que también tiene el programa, que tiene que ver con la forma en que yo lo conduzco, que es que parece muy fácil. Me parece que ahí está uno de los secretos del éxito.

—La idea de que cualquiera lo podría hacer

—Que parezca fácil hace que el que te vea muchas veces no es que te subestime pero dice "Ja, qué bien, lo hacés y es tan fácil". Falta que te diga: "Y todavía te pagan". Y lejos de ofenderme, a mí es una de las cosas que me pone muy bien porque esa es la cercanía. Y cuando vos tenés cercanía con el otro no sos un ente ajeno a su vida. Entonces estás en la casa con él. No está un tipo laburando sino uno que está sentado en la mesa. Y de hecho a mí me lo dice la gente. Me lo decían más antes cuando la tele formaba parte de esa mesa, esa escenografía donde estaban todos mirando la tele. Yo era uno más sentado en la mesa, ¿entendés? Y tiene que ver con esa simpleza.

—La impresión de que sos un amigo más de la banda también

—Un día estaba comiendo una hamburguesa con Francisco, cuando era chiquito, y viene un flaco y me golpea de atrás y me saluda. Entonces yo lo saludo y me quedó parado. Hola, Hola… Francisco me miraba como diciendo: "Papá, ¿lo conocés?". Entonces le digo: "¿cómo andás?". "Bien". A la tercera vez que el tipo no dice nada, le pregunto: "Perdón, ¿te conozco?". Y me dice: "¡Sí! Si te veo todas las noches…". ¿Entendés? Si te veo yo todas las noches. Ergo, yo lo tengo que ver a él. ¿Entendés cómo funciona el esquema de la tele? Nos estamos viendo, no vos me ves a mí. Vos sabes quién soy yo, yo tendría que saber cómo es la familia de todos. Eso es una gran parte del éxito, de la continuidad, de atravesar tanto tiempo la vida familiar de un montón de gente. La vida mía, mi hija mayor tiene 30 años, atraviesa mi vida y la vida de las personas. Y eso forma parte del éxito.

Marcelo Tinelli en uno de
Marcelo Tinelli en uno de los comienzos de “ShowMatch”

—Voy con la contracara. ¿Por qué creés que siempre ha habido tanta resistencia de parte de cierto sector de la sociedad que podríamos llamar intelectuales? Podríamos poner a Pergolini de ese lado…

—Me parece que todas las manifestaciones populares en ciertos sectores de la sociedad están mal vistas o están más cuestionadas, y es lógico. Un programa de entretenimiento parece ser un género menor porque lo único que hace es entretenerte. Vos no vas a buscar una reflexión o el mensaje que te va a dejar después el programa. Por algo es entretenimiento. Para mí, lejos de ser un género menor, es un género muy importante. Y es lo más difícil. Para la gran masa el programa siempre ha sido muy querido, muy respetado. Y siempre hemos tenido un sector más intelectual que por ahí te dice "andá a agarrar un libro", "dejá de mirar esto", "ponete a ver un programa que te haga pensar". Qué sé yo, está bien. Después está el prejuicio, el que dice si es tan masivo no lo veo, justamente por eso. Y después, hay un montón de gente que dice que no lo ve y lo ve, porque los argentinos hemos sido muchas veces como el tero: gritamos en un lado, pero el huevo lo ponemos en otro. Entonces decimos que hacemos una cosa, pero en realidad nadie la hizo. Nadie votó a tal y sin embargo ganó tal. Nadie hace tal cosa y sin embargo esas cosas pasan. Entonces cuando a mí me hablan de las encuestas… Una cosa es lo que dicen las encuestas, otra cosa es la realidad. A mí me ha pasado yendo a una comida donde yo no conocía a nadie y faltaba que alguno me preguntara: "Che, ¿vos a qué te dedicás?".

—Hablando de encuestas… Hay gente que no tolera que lo midan porque no tolera encontrarse con un porcentaje de rechazo. ¿Cómo te llevás con eso?

—A ver, yo te voy a responder con una anécdota de (Guillermo) Francella que me contó cuando hacía De carne somos, uno de sus mayores éxitos. Me dijo que él iba al teatro a hacer la obra del programa y era un éxito absoluto en la calle Corrientes, toda la gente se le tiraba encima. Llenaba todos los días. Y una vez estaba saliendo y entre toda la gente escuchó a uno de atrás que le dijo "Dejate de joder, Francella, con esta berretada. Vos tenés que hacer otra cosa de más nivel". Entre todos los: "Guille, ídolo", escuchó eso porque uno siempre escucha más a uno que le grita algo malo que a todos los que te dicen algo bueno. Entonces se quedó pensando y al otro año se fue a hacer algo como si te dijera al San Martín.

—A hacer Shakespeare por ejemplo…

—Claro, algo así. Y fue el fracaso más grande de su vida. Entonces, no le podés agradar a todos, eso está claro y tenés que saber convivir con eso. Leer los números es muy importante también pero hay que saber leerlos. Con respecto a las encuestas, cuando hacés algo público ya estás juzgado por la gente. Tiene que ver con que la política en la Argentina es mancha venenosa. Si estamos cuestionando, según quién lo diga, 40, 50, 60, 70, 80 años de política… evidentemente, el que se acerca a la política está tocado, ya está. Si vos estás desde un lugar de la sociedad civil vas a ser mucho mejor visto que en el momento que pases a este lado. Eso hay que saberlo. Tampoco uno se puede poner mal por eso si es que tiene una vocación de servicio, si tenés ganas de devolverle a la gente algo de lo que te dio. En el caso mio me gusta ayudar a los que menos tienen y comprometerme con ellos, y me encanta esta vida de servicio. El dar es lo más lindo que uno tiene. Dar su tiempo, su esfuerzo, su trabajo, sus ganas para ayudar a otros que tienen menos o para cambiarle la vida a la gente para bien. Me parece que está bueno, pero eso se logra desde otro lugar. Yo puedo hacer algunas cosas desde donde estoy pero tengo mi trabajo y no me puedo ocupar. Para mí la política o trabajar en un cargo tiene que ver con algo full time. Entonces en el mientras tanto no puedo tocar un poquito, no. Ahí te tenés que dedicar y te tenés que dedicar de lleno. Y el riesgo que uno corre es perder el cariño de muchos, sí.

—¿Estarías dispuesto?

—Si vas a hacer algo, uno tiene que correr riesgos. Yo estaba dispuesto a irme de El Trece y por ahí si me hubiera quedado ahí hubiera estado más cómodo. Hay un riesgo que en algún momento lo tenés que tomar, pero no pensando en uno… Seguramente algunas personas lo primero que van a decir es: "ah, es un oportunista". Pero de las personas esas uno no puede hacerse cargo. Es un pensamiento que por ahí habla más de esa persona que de mí. Yo jamás lo haría desde un lugar de oportunista. ¿Oportunista de qué? Si yo no lo necesito. Al contrario, yo estoy muy bien. Pero sí me parece que si este país continúa como está alguien tiene que generar un proyecto diferente de unidad nacional. Alguien tiene que generar un proyecto que trascienda la grieta en la que estamos metidos todos.

—¿Una alternativa al margen de Macri y de Cristina decís?

—Acá nos metieron en una pelea donde hay dos en el ring, una grieta en el medio y estamos todos cayendo en esa grieta. Me parece que si nosotros no armamos algo… Los argentinos somos nosotros. Sino vamos a seguir hablando de un país como si no fuera nuestro. Somos nosotros los que tenemos los problemas. Entonces si nosotros no resolvemos nuestros propios problemas, no nos comprometemos realmente, va a ser difícil. Me parece que esto se logra a través de un proyecto a 30, 40 años, pero un proyecto donde se sienten las bases de 15, 20 prioridades importantes y donde digamos "Bueno, éstas las vamos a cumplir esté quien esté: vos, yo, María, pirulo, el que esté". En algún momento hay que arrancar, y por ahí no lo voy a ver o no lo va a ver ni el nieto de Lorenzo, pero en algún momento tenés que ir a ese lugar, en algún momento tenés que arrancar. Sino son todos números: 27 de pobreza, 32 de pobreza. ¿Sabés cuánta gente hay excluida? Que te digan 32, 27, 40… Es una locura la pobreza en este país, es una locura, y la tomamos como un número. La pobreza no es un número. Pobre es el que tiene que ir a una cola en un hospital con una urgencia y esperar seis horas. Y eso no está en ningún índice.

—¿Es un cuestionamiento a este gobierno?

—No, esto ya viene hace muchos años. Entonces me parece que si no hay un proyecto de unidad en serio, donde dejamos las armas todos y nos ponemos la sociedad civil, los políticos, los empresarios, los sindicalistas, a construir un país en serio, donde nos sentemos en un proyecto de unidad y con un para qué… Porque si realmente vos te vas a sentar a una mesa solamente para conservar tus beneficios personales y los de tu propia industria… Este es el problema de los argentinos: nos sentamos a la mesa para construir en base a "no, primero lo mío no toques. Pará. Vamos a construir, pero lo mío…" No. Pará, flaco. Todos tenemos que poner un poquito.

El encuentro entre Mauricio Macri
El encuentro entre Mauricio Macri y Marcelo Tinelli publicado en Snapchat

Según Pablo Semmartin (guionista histórico de VideoMatch y de ShowMatch), en este momento te debés estar debatiendo entre lo que te conviene a vos (que analizando políticamente sería ir en las próxima elecciones), y lo que necesita el país, que es un cambio inmediato

—Sí, bueno, ese es mi debate. Está bien lo que dice Pablo porque es verdad. ¿Me conviene a mí? Yo tengo un contrato con El Trece hasta fin de año y sigue un año más, está el programa, y por ahí no es lo más conveniente ingresar en la política, más allá de que yo me he preparado mucho en los últimos dos años y me he capacitado en un montón de cosas que desconocía. He trabajado con politólogos, gente de acción social, con economistas, con un montón de colaboradores. Por ahí me conviene en la próxima elección, pensar a futuro. Para mí yo soy un pendejo todavía, más allá de la edad, me siento joven. Pero también veo una situación del país y me pregunto: "¿Nadie va a hacer nada? ¿Hasta dónde va a llegar esto? ¿Hasta que explote todo completo? ¿Hay que dejarlo explotar todo?" Y a su vez digo: "¿soy yo la persona? ¿soy yo el tipo que puede colaborar en algo? ¿en unir gente?" Bueno, intento unir gente porque, como te digo, no es que sienta que tengo que ser yo, no. Lo que creo es que se puede hacer algo de unidad que trascienda la grieta, que pueda salir de esta grieta enferma donde con fines electorales nos hunden a todos.

—Causó mucho revuelo la frase que dijiste, que Macri y Cristina son dos caras de una misma moneda y tienen picado el boleto

—No es una cuestión personal ni contra uno ni contra otro. Por ahí, como no han viajado en tren, como yo sí he viajado en tren muchas veces, no se entendió. Yo creo que para adelante tienen que reformularse claramente qué quieren hacer porque yo creo que sí tienen picado el boleto porque los niveles de rechazo son muy grandes y creo que quien puede votar a cada proyecto lo vota por el espanto que le genera el otro. A eso me refería yo.

—Antes decías que el motivo por el cual creés que creciste tanto como animador es que buscás siempre estar en un segundo lugar para dejar que el otro brille. ¿Puede pensarse eso en términos electorales, por ejemplo, con Lavagna? ¿Un segundo lugar, vicepresidente, para que brille él?

—Hablar de cargos me parece una indecencia, me parece amoral en este momento. Y no lo digo como frase hecha. En un momento donde la gente se está cagando de hambre y la está pasando muy mal y no llegamos ni a articular 60 precios cuidados, 60 precios seleccionados, no llegamos ni a ordenarlos. Y donde el dólar sigue subiendo, y donde el riesgo país sigue subiendo, donde te dicen los bancos de afuera que ya no inviertas en los bonos argentinos y donde tenés una restricción del Fondo Monetario que no te permite moverte a nivel fiscal, y donde tenés los mercados que te marcan la política monetaria y tampoco te permiten moverte, donde tenés aumento de tarifas salvajes, donde tenés una inflación altísima, donde tenés tasas de interés en descubierto de los bancos de 80, 70 por ciento, donde la gente no puede dejar de pagar un puto peso en la tarjeta de crédito porque sino es imposible. Entonces, ves todo eso y decís: yo trato de buscar gente que pueda acercarse a un frente de unidad. Para mí hay muchas personas dentro de todos los sectores políticos que sirven. Y no excluyo a ningún sector con esto que te voy a decir. Donde Lavagna puede ser una persona importante en este armado. Después el lugar que le toque a cada uno, no sé. Donde pueda haber dentro de una alternativa federal personas importantes, donde hay personas importantes dentro de Cambiemos, donde hay personas importantes dentro del kirchnerismo también, y dentro del socialismo. Pero bueno, lo que te voy a decir parece una utopía porque parecería difícil que todos se pongan de acuerdo, porque se priorizan las personas o las elecciones personales o los fines electorales, más allá de un gran acuerdo. Y este país necesita un gran acuerdo nacional para sentar las bases de lo que queremos para los próximos cuarenta años. Y que gobierne quien gobierne, esas bases van a ser respetadas.

Marcelo Tinelli habló sobre las
Marcelo Tinelli habló sobre las dificultades de la Argentina (Foto: Jorge Luengo)

—¿Qué solución ves?

—Los argentinos tenemos que ser generosos. Generosos en los consensos, en la unidad, desde todos lados. Y quienes más poder tienen, más generosos tienen que ser. Generoso significa dar el lugar, realmente dar el lugar. Y esto es lo que yo creo que le está faltando hoy a la Argentina.

—¿Esta lógica de hacer brillar a otro puede llegar a aplicar?

—Por supuesto. Lo que yo te digo aplica para cualquiera. Si todos tuvieran esa generosidad, se podría hacer un país mucho mejor.

—Hablemos de aquel cierre de campaña de Scioli en el 2015. Hay quien cree que Scioli con su equipo estuvieron vivos y cayeron de prepo en el estudio y los tuviste que dejar entrar, que no fue planeado 

—No fue tan así. Primero porque el que lo pide es un amigo mío, que es Lautaro Mauro, que trabajaba con Daniel. Me pidió que por favor fuera Daniel aunque sea unos minutos. Y fue así. La verdad es que no iba a ir ninguno. De hecho yo, por más críticas que pueda hacerle, tengo una buena relación con Macri. Esto es lo que yo siento. Las relaciones son de a dos así que habría que preguntarle a él y por ahí no es tan así. Pero en ese momento yo me acuerdo que hasta Macri me había pedido dos camisas que le trajera de Londres cuando yo estaba volviendo y se las traje ese fin de semana.

—¿Te mangueó dos camisas?

—Yo justo estaba en Londres y me pidió dos camisas y le dije que sí y se las traje ese lunes. Y ese jueves vino Daniel al programa. Pude no haber estado bien en no avisarle. La verdad es que fue el pedido de un amigo y ni sabía si iba a venir y después decían "viene, viene, viene". Y pasó siete minutos. No creo que haya sido tan tremendo el enojo la verdad. Macri me dice que no se enojó, que fue más el equipo, y yo le creo.

—¿Te pago las camisas?

—No, fueron un regalo.

El lunes a las 22:30
El lunes a las 22:30 debutará la nueva temporada de “ShowMatch”, el “Súper Bailando” comenzará el martes (Foto: Jorge Luengo)

—Volvamos a la tele antes de terminar: ¿qué sería el éxito para este año de ShowMatch?

—Me parece que nosotros lo que le vamos a dar a la gente es un gran show, que en la tele hoy no… Yo ayer miraba cómo estaban armando todo y realmente es una escenografía imponente. Por ahí para la situación económica, para cómo está el país y todo, decís "Uy, nos fuimos de escala con todo esto que hicimos". Pero bueno, ese show está bueno poder dárselo a la gente, poder dárnoslo a nosotros mismos como un regalo, como si fuera un cumpleaños nuestro, decir "Me regalé la fiesta. Me la regalo yo y se la regalé a la gente". Va a ser una gran fiesta donde están todos invitados y ojala le guste a la gente. Lo que más me importa a mí es que le guste a la gente y eso va a quedar claro en el número. Yo siempre digo, no soy hipócrita y a mí me importa mucho el rating porque de eso vivimos. Entonces no estoy de acuerdo con eso de "no, yo trabajo y no me importa el rating. Voy, hago una obra de teatro, no me importa si la sala está vacía". No, la verdad que me parece de una hipocresía muy grande porque si pasan dos días y no metés un espectador, le diría "Flaco, sos un fenómeno, hacés un gran monólogo, pero retirate". Yo siento que ojalá que la gente nos pueda acompañar también, eso va a hablar un poco de que le ha gustado el programa, ni más ni menos que eso.

—¿Será una temporada larga o no se sabe todavía?

—Va desde abril hasta diciembre.

—¿Puede ser tu último programa por un tiempo? Por esto de que la función pública es un trabajo full time…

—Tengo un año más de contrato el año que viene, pero bueno, siempre cada año es charlable. Veremos cómo se va dando todo. Yo dejo abiertas todas las puertas.

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