Una de las bodas más esperadas del año llegó: Jorge Rial y Romina Pereiro se casaron, tras casi dos años de noviazgo, con una ceremonia y una fiesta íntima, para unos 90 invitados, que se acercaron a El Abierto, un lugar de eventos ubicado en la avenida Triunvirato al 6000 (Villa Urquiza). El sitio fue elegido por la pareja junto a Claudia Villafañe, que se encargó con su empresa Plan V de toda la organización
Los invitados fueron especialmente elegidos por la pareja, sólo 90 personas formaron parte de ese grupo selecto en el cual había pocos famosos: Marcelo Polino, Valeria Archimó y su marido Guillermo Marín, Paz Cornú, responsable del vestido de la novia, el nutricionista Sergio Verón, la doctora Mariana Gallego y su marido el doctor Mauricio D'Alessandro, los abogados Rafael Cuneo Libarona y Bernardo Beccar Varela, la gerente de Programación de América, Liliana Parodi, Pía Shaw y parte del equipo de Intrusos con Marcela Tauro, Daniel Ambrosino, Guido Zaffora, Débora D'Amato, Damián Rojo y Adrián Pallares, así como los productores generales del ciclo, Ana Laura Guevara y Julián León. Ausentes con aviso: Pamela David y su marido Daniel Vila, por estar de viaje.
La ceremonia arrancó a las 18:30 horas cuando estaba atardeciendo, siendo ese un detalle que habían pedido los novios y fue por demás romántico ver como se escondía el sol, mientras comenzaba la boda. En el jardín del lugar se montó una carpa y allí estaban la jueza que ofició el matrimonio y Jorge vestido con un traje negro impecable. Rial fue quien recibió a todos los invitados a medida que iban llegando. Romina ingresó con su vestido blanco, una creación de Paz Cornú, escoltada por sus dos hijas, Violeta y Emma, y caminó hacia el lugar donde la esperaba su futuro marido.
La jueza de paz tuvo palabras muy cálidas sobre la pareja y habló de la familia ensamblada que habían construido juntos. Sergio Verón y Tatiana, los testigos de la boda por parte de Romina realizaron un breve discurso en el cual le desearon buenos augurios. En tanto, los testigos por lado de Jorge Rial fueron Beto y su hija Rocío. El amigo de toda la vida del periodista reveló que lo conoció cuando sus hijas eran chicas y también les deseo lo mejor, mientras que la hija menor del conductor del ciclo de América prefirió no hablar, pero entonó las estrofas del clásico que inmortalizó Elvis Presley, Can't help falling in love, con una voz cálida que arrancó lágrimas en la pareja de novios y de muchos presentes.
Otro momento destacado de la celebración fue cuando Jorge cargó en brazos a su nieto Francesco, que simbólicamente llevaba los anillos y dijo unas palabras para Romina mientras le colocaba el anillo. La joven nutricionista hizo lo mismo. Todo esto transcurría ante la atenta mirada de Morena quien más allá de la emoción del momento, estaba atenta a su hijo, por si el bebé necesitaba algo.
Al terminar la ceremonia, todos los amigos y familiares saludaron a los novios en el parque y allí comenzó la fiesta. Había unos livings armados en el parque y a pesar que empezaba a refrescar, la ambientación invitaba a quedarse sentados disfrutando de los últimos rayos de sol. Los invitados se ubicaron en distintos sectores y empezaron a degustar el primer bandejeo de la fiesta. Un gran acierto de la organización fue que nadie tuviera celular, con lo cual, nadie se distrajo sacando fotos y leyendo mensajes y todos disfrutaron de la celebración. Los teléfonos quedaron a resguardo en una carpa cerca del salón principal y si los invitados querían podían ir hasta allí y chequear los mensajes o hacer llamadas y luego devolver los aparatos.
Antes de pasar al comedor en donde estaban las mesas para la cena, se hizo el tradicional vals de los novios, y los primeros en sacar a la pareja de recién casados a bailar fueron el periodista Marcelo Polino, Sergio Verón- intimo amigo de Romina y cómplice de los primeros tiempos del romance – y Rocío, la hija menor de Jorge.
El menú, toda una creación del chef Pablo Massey, que estaba en el lugar supervisando hasta el último detalle, estaba compuesto por: tapeo informal y una isla de fuegos con variedad de carnes al asador. La cena elegida por los novios fue una burrata con cherrys quemados, baby leef, aceite verde, polvo de olivas negras y bruschetta de focaccia; como plato principal Bife de Chorizo Angosto con papas en dos cocciones, alioli y chimichurri de hierbas. El cierre fue un volcán de chocolate, helado de crema y almendras caramelizadas.
Luego de la cena se largó el baile. Romina y Jorge fueron los encargados de encender la pista. Los más divertidos fueron los panelistas de Intrusos, que bailaban y vivaban a los novios todo el tiempo. Pero lo real fue que todos los presentes dejaron sus mesas y fueron a bailar al ritmo de la música internacional de la década del 70 y 80 y de algunos clásicos del rock. Promediando la noche la pareja se puso una campera de cuero con el símbolo de la lengua de los Rolling Stones en su espalda.
En el último tramo de la fiesta, Romina y Jorge se cambiaron la ropa y dejaron el traje y el vestido de lado y se vistieron de manera informal, para poder bailar de manera más cómoda. Pasada la medianoche se cortó una torta de bodas, toda de chocolate y en su interior estaba repleta de huevos de pascuas. El baile siguió hasta más de las 2 de la mañana, con más música y cotillón que se repartió entre los invitados. La fiesta fue cálida y muy relajada, los presentes disfrutaron del lugar y de como estaba planteada la celebración, que a pesar de ser un gran festejo, tuvo el encanto de lo sencillo sin dejar de lado el glamour y el buen gusto.
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