Federico Bal y la crisis: "Yo no gano millonadas, me cuesta llegar a fin de mes y no puedo irme de vacaciones"

"Hoy en día para decirle algo lindo a una mujer en la calle tenés que tener cuidado” dice el actor que no quiere renunciar a la posibilidad de decir piropos. Además en esta charla a solas con Teleshow confiesa el miedo a ponerle título a la relación que hoy comparte, recuerda la rebeldía adolescente y se queja por la crisis económica

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"Siento un poco de angustia pero de relax también, porque le pudimos dar su último deseo. Mi viejo no quería irse de este mundo sin trabajar con su ex mujer y con su hijo, y se lo pudimos conceder", dice Federico Bal a días de que su padre, Santiago, se retire de la obra Nuevamente juntos en particular, y del espectáculo en general, porque su cuerpo "no da más".

"Lo voy a mandar a escribir obras, sketchs, cosas que me queden cuando él no esté", adelanta el actor y director, quien ya planifica cómo será la adaptación de la obra que contará con el ingreso de una figura femenina y una masculina, en la gira por el Interior del país que comenzará en dos semanas.

Federico Bal en escena junto
Federico Bal en escena junto a sus padres, Carmen Barbieri y Santiago Bal

Mientras espera el estreno de dos películas a lo largo de lo que resta del año, el hijo de Carmen Barbieri ensaya su nuevo desembarco en la pista de ShowMatch (este años será el Súper Bailando) y hace malabares para coordinar el tiempo con la obra que dirige y protagoniza, y para la que tuvo que adaptar los libros de su padre al humor de esta época.

—¿Te costó decirle a tu papá : "Esto no va"?

—Sí, claro, porque podía llegar a sentirlo como una falta de respeto. Pero le iba a doler más si las críticas eran negativas. Cuando en los primeros días que la crítica vino y nos acompañó, los titulares fueron: "La revista en tiempos de Ni Una Menos", "La revista en tiempos de feminismo". Eso fue lo que yo quería darle a mis viejos, justamente.

—¿Era para ellos, o vos también querías que haya un reconocimiento de tu mirada frente al feminismo?

—Y… es un poco y un poco. Había un género que dar vuelta, que este último tiempo se ocuparon de destruir porque tal vez las chicas que se subían al escenario querían ser más conocidas por algún escandalete que por tener talento.

—Y tu propio aprendizaje, ¿dónde estuvo?

—Mi aprendizaje estuvo en abrir los ojos a la hora de entender que el humor tiene que pasar por otro lado. Vivimos una corriente súper extrema también, tiene que nivelarse. La mujer siempre tiene que ser escuchada, siempre tuvo que ser escuchada y nunca lo fue; hubo tiempos donde realmente había mucho oído sordo a la hora de denunciar. Hoy es excelente, y es extremo también. Hoy en día, para decirle algo lindo a una mujer en la calle tenés que tener cuidado porque tal vez se te pueden ofender, pueden sentir que las ponés en un lugar menor. Esta es la década del feminismo, y la década del despertar para el hombre también, y entender que no está bueno todo el tiempo hablar y cosificar a una mujer… El chiste fácil se tiene que acabar.

—¿En este aprendizaje reconocés actitudes tuyas o cosas que no volverías a hacer?

—Totalmente. Completamente. Poder tener a mi viejo y decirle: "Esto no", para mí es algo que estoy modificando en la revista, un género que era machista por excelencia. Después, hay cosas que no voy a cambiar nunca, y las voy a seguir haciendo.

Federico Bal junto a Marcelo
Federico Bal junto a Marcelo Tinelli y Lourdes Sanchez, su compañera en Showmatch

—¿Sos de decir piropos por la calle?

—Sí, claro, cómo no. Hoy no lo hago mucho por esto que te digo. Y no estamos hablando de guarangadas, estamos hablando de algo lindo tal vez.

—¿Tu piropo preferido?

—(Risas) Soy muy de: "Te dejo mi teléfono. Mirá, me encantaste. Te vi caminar por ahí, sos divina". No pedir el teléfono, me parece un poco invasivo; entonces, yo te dejo el mío. Lo hice alguna vez.

—¿Cómo resultó?

—Muy bien. Una vez había una chica comiendo, me encantó, me acerqué y le dije: "Mirá, te estoy viendo de allá, no te quiero molestar. Te dejo mi teléfono". "Pero vos sos…". "Sí, soy yo. Pero te dejo el teléfono y me voy. Si querés un día…". Y me llamó.

—¿Cuánto tiempo después te llamó?

—Me llamó al mes y yo estaba en pareja. Se tomó un tiempo. Estaba empezando a salir con una chica. Después, al tiempo yo le escribí y nos vimos. Estábamos los dos solteros.

—¿Valió la pena la espera?

—Sí, siempre, obvio. Pero al mismo tiempo, como te digo: hay cosas que voy a seguir haciendo. Hace poco me subí en un avión y quería ayudar a una mujer de unos 30 años, quería ayudarla con su valija porque le costaba; me la sacó de las manos y me dijo, enojada: "Yo puedo". Hay cosas que no pueden morir.

—¿Sentís que estamos en un extremo?

—Claro. No es algo que yo sienta, es lo que se vive. Hay como una fiebre que me parece increíble que suceda en este momento, pero hay límites. Y hay cosas que no quiero cambiar porque es mi esencia, es lo que mi viejo me enseñó.

—¿Y en qué momento le decís a tu mamá: "No te aguanto más"?

—No se lo digo mucho. Tuve un momento más de pibe que chocábamos un montón. Hoy entendí su personalidad, su forma de ser: es una mujer muy hombre. Es muy de llevar las llaves de la casa, de ponerse al hombro a la familia y salir a trabajar y buscar el mango. Es súper admirable.

—Si le pregunto a Carmen cuál fue tu momento de mayor rebeldía, ¿qué me va a decir?

Una vez me enojé y me fui a vivir a la casa de un amigo. Estaba en el secundario. Chocaba mucho con mi vieja. "No me rompas los huevos", le dije, y se enojó, discutimos. No hablamos por un tiempo. Viví cuatro días en la la casa de mi amigo.

Federico y Santiago Bal cumplieron
Federico y Santiago Bal cumplieron el sueño de trabajar juntos

—¿En tu casa se charlaba de todo?

—Se hablaba de todo. Yo tenía 10 años cuando me enseñaron cómo ponerme un preservativo. Papá, con un palo de escoba; fue un poco extraño y extremo también.

—Cuando lo tuviste que usar al preservativo, ¿era como dijo papá con la escoba?

—Sí, llevé la escoba y le puse el preservativo (risas). Lo supe hacer, claramente.

—¿Cómo fue el vínculo con el alcohol y las drogas?

—A los 15, 16 me habré agarrado mi primera borrachera. Mis viejos trabajaban mucho en el Interior con las giras y yo, de chico, estaba muy solo: tenía jueves, viernes, sábado y domingo la casa sola. Invitaba a mis amigos, a mis amigas, comprábamos un poco de alcohol y sí, me habré mamado como cualquier adolescente a esa edad.

—¿Sentís que estuviste en riesgo en algún momento?

—No, nunca. Cuando mis viejos se enteraron que fumé marihuana, yo me senté y lo hablamos: "Creemos que estás fumando marihuana. Estamos muy preocupados. Queremos tener una consulta con (el doctor) Eduardo Kalina". Lo fuimos a ver. Fue de esas charlas épicas que te quedan marcadas por el resto de tu vida. Mis viejos preocupados, porque yo de vez en cuando fumaba marihuana…

—Ellos te dijeron: "Creemos que estás fumando marihuana", y vos les dijiste que sí.

—"Sí, papá, sí. A veces fumo marihuana", les dije con 17 años. Mi vieja: "¡No, por Dios, qué hicimos mal!". Me abrazaban. "No hicieron nada mal, tengo un futuro, tengo ganas de estudiar, no estoy robando en la calle, no estoy vendiendo droga, tengo un montón de amigos, tengo una novia y es divina". "¿Ella fuma?". "No". "¿Ella te metió a vos en las drogas?". "Nadie me metió en las drogas".

—Buscaban en el contexto.

—"¿Y la salud?". "Y la salud… si quieren me hago un análisis de lo que ustedes quieran". Querían hacer un análisis de contraste para ver cómo estaban mis neuronas a los 17 años. Había fumado tres veces en mi vida, imaginate.

—¿Nunca fue una adicción?

—Era consumo social de chico. Hoy en día es casi esporádico, en mi vida corriente no ocupa un lugar. No soy consumidor frecuente. En ese momento era el despertar, y conocerlo. Mi vieja me preguntaba: "¿Qué hicimos mal que estás fumando". "No, ¿qué hicimos bien? Porque te estoy contando".

—¿Probaste más cosas después, además de marihuana?

—Alguna que otra cosa.

—Nunca se volvió un conflicto.

—Nunca. Y nunca se volvió algo de mi agrado para consumirlo frecuente.

Federico Bal a solas con
Federico Bal a solas con Teleshow

—¿Estás noviando?

—Estoy no poniéndole el título, pero estoy pasándola bien.

—Yo soy periodista, necesito titular. ¿Estás pasándola bien frecuentemente con la misma persona?

—Sí, ese es un buen título. Pero tratamos de no ponerle un nombre porque yo estoy un poco con miedo, frikeado de todas las veces que expuse demasiado, y me arrepentí.

—Te referís a Bianca Iovenitti en cuanto a tu relación actual, pero en algún momento te adjudicaron algo con Sol Pérez.

—No. La adoro, somos compañeros. La conozco hace dos años, trabajamos juntos hace mucho tiempo y es una mina divina. Con Bianca nos llevamos muy bien, nos divertimos, venimos hace un tiempo viéndonos, pero yo quedé tocadito después de tanta exposición. Me hago totalmente responsable; no estoy culpando a la prensa ni a nadie. Esto de subir la fotito en la cama, de contestarte en Twitter, abrís un juego y un mundo para que la prensa opine cada vez más de tu relación y de tus parejas.

“Nuevamente juntos” comienza una gira
“Nuevamente juntos” comienza una gira por la Argentina; en la foto, Fede compartiendo escenario con Mica Viciconte y Sol Pérez

—¿Es una relación exclusiva o es una relación abierta?

—No lo hablamos. No hay que hablar esas cosas me parece. Hoy tengo como un pensamiento con la fidelidad; uno tiene que ser fiel a uno mismo y en realidad es para qué mentirle al otro. Pueden haber relaciones donde cada persona puede estar con otras personas y poder juntos construir un hogar y tener un romance hermoso. El cuerpo a veces pide cosas que uno no puede manejar con la cabeza. Hay atracciones que no podemos manejar.

—No estarías negado si viene Bianca, o quien fuera, y te propone tener una pareja abierta.

—No estaría negado para nada. Hoy, por los tiempos que vivimos, por los trabajos que por lo menos tenemos ella y yo, no podemos casarnos con la sensación de "Voy a estar con vos toda mi vida, o por lo menos un año entero, sin estar con otra persona". Hoy no sé si puedo entenderlo.

—¿Cuánto te buscan en las redes sociales?

—Nada. Cuando era más pibe era mucho más el mensaje, el flirteo, la cosita. Te llegaban mensajes que decían: "Hola, soy tal, conseguí tu teléfono". No me pasa tanto, y agradezco porque soy medio anti a esas cosas: yo necesito ver a la personas. Sí me ha pasado un par de veces que me manden un mensaje y después concretar y vernos, pero soy más de yo activar eso. Y eso tal vez sea medio machista.

—Eso quedó.

—Eso quedó. Me ha pasado que me escriban y también celebrarlo, ¿no? Porque digo: "Hey, ¿viste? Raro". Hace poco me regalaron unas flores.

—¿Cómo fue?

—Hace un par de meses, un poco más. Salí con una chica y me trajo un ramo de flores. Y fue rarísimo porque no sabía dónde ponerlo… Tal vez es el machismo que nos queda. Fue un gran gesto. Lo agradecí y me quedó grabado, me fui con las flores, terminé de tomar el café y pensé: "¿Y ahora qué hago con esto?". Llegué y las puse en un vaso. No sé, ¿se ponen un vaso? Fue genial.

—¿Volviste a salir, o fue un montón que te regale flores y te asustó?

—Fue un montón, pero no me asustó. Divina. Estuve un tiempo.

—¿Sos romántico?

—Sí, súper.

—Vos mandás flores.

—No soy tan de las flores. Soy más de hacer algo que le guste a ella: una cena o algo, velitas y como cocinar algo rico.

Federico Bal (Foto revista Gente)
Federico Bal (Foto revista Gente)

—¿Por qué volvés a ShowMatch, si en algún momento dijiste que era una etapa cerrada?

—Nunca la di por cerrada completamente. Siempre sentí que el programa me dio muchísimo, me convirtió realmente en una figura pública. Me puso en el primer plano, y a Marcelo lo siento como un padre artístico.

—¿La propuesta económica importa a la hora de decir que sí?

—Sí. Estamos viviendo en la Argentina. ¿Cómo no va a importar?

ShowMatch fue un programa que, además de darte todo eso, fue muy importante en un momento para tu familia.

—Mi vieja fue la primera ganadora del Bailando. Eso le dio un despertar de su profesión. Y sí, pudimos terminar de pagar una casa que compramos. Marcelo le dio mucho a mi familia. El año que gané fue muy emotivo, fue uno de los momentos más lindos de mi vida ver que mi vieja me entregaba la copa como primera ganadora, 10 años después. Y dármela fue una explosión porque lo que te genera ganar ese programa es algo impensado. La gente te quiere y te odia, es la nueva novela del prime time de El Trece.

Fede Bal y Laurita Fernández
Fede Bal y Laurita Fernández cuando fueron campeones del “Bailando”

—¿Justo con Lourdes Sánchez tenías que bailar?

—Sí, justo Lourdes.

—¿No es para molestar?

—No vamos a hablar de mi ex (por Laurita Fernández, enfrentada desde hace años con Lourdes). No vamos a mandar ningún mensaje subliminal.

—¿No le preguntaste a Laurita si le molestaba?

—¿Por qué debería de hacerlo? Terminamos bien, pero no para tanto. Ella no me pregunta sus propuestas laborales y yo tampoco a ella. No tenemos más diálogo. Cada uno siguió su vida y terminamos en buenos términos aunque el periodismo y la gente piense que las fechas se superpusieron. Ya estaba terminada la relación y está todo bien, somos dos personas que se pueden encontrar en un ámbito laboral o en un ámbito de calle.

—¿Trabajarías con ella?

—Depende la propuesta, depende el momento, depende la situación. ¿Por qué no?

—¿Querés ganar de nuevo el Bailando?

—Claro. Todo lo que juego, todo lo que compito, es para ganar. Si me quedo en el camino, me quedo en el camino.

En familia presentando el espectáculo
En familia presentando el espectáculo “Nuevamente juntos” (Verónica Guerman/Teleshow)

—Año de elecciones. ¿Cómo lo ves?

—Veo que debería haber más propuestas firmes. Siento que nadie se quiere ocupar del país. Es un país que está en crisis y la estamos viviendo todos. En la puerta de mi casa tengo durmiendo a un tipo que me parte el alma, ahora viene el frío y no sé cómo ayudarlo, realmente, porque me gustaría bajarle algo pero que duerma en un lugar que tenga cuatro paredes, no en la calle. Ese barrio hace cinco años no era así. Estamos hablando de Cabildo y Juramento, siempre viví por ahí. Los negocios cierran para no abrir, no es que viene un negocio atrás.

—Para vos, ¿en estos últimos años fue para peor?

—Para todos. Nadie puede decirte que mejoró.

—¿Por qué decís que entre los políticos falta compromiso y ganas de involucrarse?

—No hay un candidato sólido.

—De repente aparece un Marcelo Tinelli, con quien trabajaste, que pareciera tener ganas de involucrarse, aunque no termina de confirmarlo. ¿Te gustaría que se meta en política o le decís: "Quedate acá, en ShowMatch, que estás fantástico"?

—Por empezar, está fantástico en ShowMatch porque es un gran conductor y empresario. Para poder decirte que lo votaría, tendría que ver su proyecto. Uno no puede votar a una persona a la que solamente conoce como conductor, como empresario; tiene que conocer un proyecto y una idea y una visión de la economía, de la pobreza, de la salud, de la educación. Yo no puedo decirte hoy que votaría a Marcelo porque él tampoco se ocupó de mostrarnos lo que quiere hacer con el país.

—¿Alguna vez te ofrecieron vincularte a la política, de algún modo?

—Me han ofrecido hacer acciones con políticos y me he negado. No por no quedarme pegado a un partido ni a una ideología, solamente porque me parece que el artista no tiene que… Tiene que opinar, sí, claro, pero tiene que ser una personas que le puedás gustar a los oficialistas y a los opositores, porque lo que estás haciendo es, si querés llamarlo arte, entretenimiento o como quieras, pero me parece que no es tu lugar. Es el lugar del ciudadano hablar de lo que te estoy hablando: de la falta de guita, de la pobreza que hay en mi barrio, de lo que yo veo en los precios cuando compro en el chino de la vuelta. ¡No puede ser! Fui al chino el otro día a comprar una crema de enjuague, compré tres aguas y gasté 500 pesos. La gente tal vez del otro lado dice: "Ah, está en la tele, gana millonadas". Y yo no gano millonadas. Realmente muchas veces me cuesta llegar a fin de mes. Y le pasa a la gente del otro lado.

—Vos también sufrís la situación económica, más allá de la fama.

—Yo también tengo deudas. Estoy pagando un auto que compré hace dos años, me cuesta. Y agradezco haber cerrado el plan cuando el dólar estaba a menos porque me fijaron la tasa. Tengo problemas reales. Llamo al administrador cuando digo: "¿8 lucas de expensas? No sé qué, el gas, para… ¡¿qué?!". No se puede creer. No entiendo. Hago las cuentas y no me puedo dar un lujo. No me voy de vacaciones.

—Tener trabajo de lo que a uno le gusta es una fortuna…

—Tengo que acostarme y agradecer al universo todas las noches, lo tengo clarísimo.

—Y así y todo, hoy no te podés ir de vacaciones.

—Hoy no puedo. Por empezar, porque tengo deudas que pagar y no puedo darme el lujo de viajar y gastar lo que tengo que gastar. Ya está, olvidate, es algo que no puedo ni verlo con el dólar a 44, como estamos viviendo. Este tipo de cosas me parece que son una locura. Tampoco tengo tiempo, pero si lo tuviese agarro el auto y me voy a Pinamar; hoy, no me puedo ir del país.

—¿De verdad llamás al administrador cuando hay un gasto que no entendés en las expensas?

—100%. Llamo al mozo cuando hay algo que no entendí en la cuenta. Y no es de rata, es por cuidar, porque si no, realmente no me alcanza. Hago teatro, hago tele, hago cine, tengo proyectos para hacer, dirigir otra obra de teatro, y así y todo trato de acotarme y no comprarme ni darme los gustitos, que tal vez son ir a comer rico en algún lugar. Porque después, cuando llega la cuenta: "Pero pará, ¡dale! Sí, comí, pero no tomé alcohol, comí un bife de lomo y papa fritas, me estás robando…".

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