"Tuvimos que hacer un gran trabajo antes de filmar. 4×4 es de esas películas que cuando llegás al rodaje, tiene que estar todo perfectamente diseñado y calculado", afirma el director Mariano Cohn, que disfruta del éxito del filme recientemente estrenado. "El resultado está a la vista: es una película que está muy por arriba de mi umbral técnico y artístico porque se hace en equipo".
En 4×4, Peter Lanzani sostiene toda la película abre un debate sobre victimas, victimarios y justicia por mano propia. "Un tema que muchos, de tan naturalizado que lo tenemos, capaz no prestamos atención. Y está a flor de piel todos los días, en la calle cuando uno camina, cuando ves televisión, cuando leés los diarios", dice Cohn, satisfecho con el análisis que propone, abordando distintas miradas.
"No recuerdo una película en el cine argentino que haya debatido o reflexionado acerca del problema de la violencia, la hostilidad, el miedo, la inseguridad y la justicia por mano propia. Intentamos tener la mayor cantidad de puntos de vista posibles: el punto de vista del ladrón que queda encerrado dentro de la camioneta, el médico o el profesional justiciero que está harto. La policía que intenta mediar y solucionar el problema…", explica en referencia a los papeles intepretados magistralmente por Lanzani, Dady Brieva y Luis Brandoni.
"El personaje de Peter es un mega protagónico", destaca el cineasta, que con Ciro buscó componer un rol que no responda al estereotipo de "pibe chorro", explotado en el cine o la televisión. "Es un chico que habla normal. ¿Por qué tiene que hablar mal? ¿O por qué no puede tener una filosofía del delito?, más allá que sea políticamente correcto o incorrecto", argumenta Cohn,y confiesa que de tanto trabajarlo juntos el guión del protagonista se convirtió en un "papiro egipcio" lleno de anotaciones.
—¿Guardás algo de esos materiales, guiones, utilería de cada película? ¿O cuando se estrena, soltás todo?
—Tenemos algunos guiones ahí que guardamos. Tengo el de El ciudadano ilustre. Tengo un cuadrito de ese concurso, esa bienal de arte que hay en el pueblo. En 4×4 me quedé con la llave cruz con la que golpea el vidrio. Tengo un niño muy chiquito que se llama Vicente (cuatro años) que está todo el día golpeando con eso al vidrio. Solemos repartir algunas cosas que quedan.
—En el equipo juntaste a dos actores que públicamente manifiestan muy claramente ideologías opuestas: Dady por un lado y Brandoni por el otro. ¿Hubo una intención con eso, o eran los actores que querías para esos personajes?
—Tanto Peter como Beto Brandoni y Dady Brieva eran los mejores actores posibles para esos personajes. El guión los esperó a todos: hasta que no estuvieron confirmados los tres no comenzamos el proceso de reescritura. Eran los mejores actores posibles para esos papeles. Pero la película sí tiene un momento donde necesita tomar aire, sobre el final, y ahí invitamos a este gran duelo actoral con los dos personajes más adultos, Beto Brandoni y Dady Brieva, que a mí gusto tienen un duelo dialéctico muy bueno. Esa era la búsqueda: dos personajes muy diferentes, aprovechar esa capacidad, esa potencia que los dos ya tienen en la vida para exponerla en la película.
—Vos, en tu vida, ¿de quién te sentís más cerca: del personaje de Peter o de Dady?
—Depende, va cambiando mi estado de ánimo a medida que la veo, y mi posición también. Eso también sucede con el espectador.
—Te tocó vivir, contar y ponerle el cuerpo a todo lo que pasó con tu hermano, que fue tremendo: murió en un hospital por presunta mala praxis. Con eso, ¿en algún momento tuviste ganas de hacer algo por mano propia?
—Está bien la pregunta. Siempre me limité y confié en los canales civiles del reclamo. Lo vengo haciendo así hasta ahora, lleve el tiempo que lleve. Así me lleve toda la vida creo que en algún momento va a llegar esa justicia que estoy pidiendo, y que también servirá como antecedente para que eso no se vuelva a repetir. y para que estos casos se esclarezcan.
—¿En qué instancia está?
—Está en etapa de instrucción. Mi hermano era diabético, entró al Hospital Melchor Posse de San Isidro, por una baja de azúcar, no lo atendieron, lo abandonaron, y cuando se dan cuenta de que mi hermano se está muriendo, le cometen unas prácticas médicas terribles que lo mutilan, lo fracturan todo, y termina con su muerte. A raíz de eso, hay una denuncia penal…
—Ustedes terminan de entender que esto sucedió porque piden el traslado al Hospital Italiano.
—Sí, y los médicos del Italiano hacen una denuncia penal. Ahí empieza todo un derrotero judicial, y yo me empiezo a enterar qué fue lo que pasó.
—Vos te enterás de la muerte cerebral de tu hermano recién en el Hospital Italiano.
—Exacto. Y a partir de ahí empieza toda una reconstrucción con peritos, pruebas. Una junta médica del Cuerpo Médico de la Corte Suprema, que son más de 20 especialistas que estudiaron el caso de mi hermano por la relevancia que tenía, confirmó todo lo que venía denunciando. Hay 10 médicos imputados. Estoy esperando que se eleve a juicio oral, se van a cumplir cuatro años.
—¿Los médicos que lo atendieron o la dirección del hospital también?
—Los médicos que participaron de la atención de mi hermano durante esos casi dos días que estuvo en el Hospital de San Isidro.
—Hay que decir también que desapareció el libro de guardia.
—Ese es el otro tema por el que estoy peleando y también hay una denuncia. Esta vez la hice yo y es por la desaparición del libro de guardia, de documentación muy importante que sirve para justamente aclarar y testificar qué es lo que pasó ahí, en ese hospital. Los directivos del hospital, el secretario de Salud del Municipio y el Intendente (Gustavo Posse) hasta el momento lo único que hicieron fue encubrir y dedicarse a embarrar la cancha y hacer desaparecer documentación. Hay dos canales por los que estoy reclamando: uno es que estos médicos obviamente no atiendan más, no sigan haciendo cagadas, sean apartados del ejercicio de la medicina y vayan presos como corresponde, y otra es que el poder político del Municipio de San Isidro también pague las consecuencias de lo que sucedió, por el encubrimiento y por todo este entorpecimiento y desaparición de pruebas que están haciendo.
—¿Cuál es tu teoría?
—Estoy seguro de que mi hermano murió antes de que lo atiendan cuando estuvo dos horas o dos horas y media esperando en una guardia en una camilla, diciendo que era diabético, contestando las 15 preguntas de 15, o sea que estaba lúcido. No lo atendieron. Cuando se dieron cuenta que estaba muriéndose o estaba muerto ahí comienza este derrotero que ya estaba todo jugado. No había nada que hacerle porque ni siquiera estaba entubado, no le habían pasado suero, no lo habían hidratado, nada. Y a partir de ahí, esto es una suposición, para mí lo fracturan y lo quiebran en mil pedazos para hacernos creer que fue un accidente de tránsito, cosa que está totalmente descartada en la causa por la fiscal y por todos los testigos.
—El juicio es penal.
—El juicio es únicamente penal. No estoy haciendo ningún juicio civil, no quiero ningún resarcimiento de un Estado pobre. Estoy haciéndome cargo yo de los gastos que ocasiona el juicio penal. Lo único que busco es que los que cometieron semejante hecho tan aberrante tengan su castigo.
—Te preguntaba al principio por la justicia por mano propia. Cuando llegue el juicio y te cruces con estos médicos, ¿qué imaginás?
—Simplemente mirarlos a la cara y entender por qué le hicieron eso a mi hermano, por qué no lo atendieron siendo médicos y cómo llegaron a cometer semejante acto de brutalidad. Voy a pedir justicia.
—¿Los médicos nunca se comunicaron con vos?
—No, no.
—¿Nunca te pidieron disculpas, nunca nadie intentó explicarte lo que pasó?
—No, nada. Ni el Municipio explicó nada, ni el hospital me explicó nada.
—A raíz de esto te llegan un motón de casos de situaciones similares.
—Sí. Es terrible. La posibilidad de que te suceda algo así es muy grande en cualquier hospital.
—Incluso en los privados.
—Seguro. Hay una situación de desprotección y áreas sensibles que son las guardias: donde tendría que haber médicos más experimentados y algún tipo de protocolo, a veces son zonas liberadas; no hay médicos o no hay jefes de guardia, o los médicos que están son residentes, o no están formados, o están empezando a formarse.
—¿Qué hacés con esos casos de gente que te consulta o que te cuenta lo que le pasa? Porque vos contaste tu pelea y tu historia, y de repente te transformás en referente de algo que no venías manejando.
—Contesto absolutamente todos los mensajes. Ayudo y colaboro con lo que puedo, con mi experiencia, o recomendando abogados o maneras de solucionarlo. Recopilando todo lo que sucede en ese hospital, que es muy grave: hay más de 30 casos tan graves como el de mi hermano en este poco tiempo, y todos los días recibo nuevas denuncias.
—Tu denuncia está esperando que se eleve a juicio oral; otra gran deuda que tenemos en la Argentina tiene que ver con la velocidad de los juicios.
—Sí, tiene que ver con una construcción que hemos hecho entre todos, con esto que estamos contando. Uno tiene naturalizado que puede ir a una guardia de un hospital y que te puede pasar cualquier cosa. No tendría que ser así. Lo mismo con el tema que toca la película.
—Volviendo a la justicia por mano propia, no sé si viste hace poco el linchamiento de un hombre. Un menor fue abusado, el barrio entendió que había sido abusado por una persona y matan al padre de esa persona. Después el menor no reconoció a quien suponía que fue el agresor. Todo un delirio, un niño ultrajado, esa situación donde la gente en masa se transforma, siente que la policía no la cuida, que con la Justicia finalmente nada va a suceder y un hombre brutalmente asesinado… Es muy tremendo.
—Eso también está retratado en la película, no voy a contar el contenido, pero creo que a veces la realidad supera a la ficción como en este caso. Y sí, un vecino enardecido puede ser mucho más peligroso que un ladrón armado en muchos casos. De eso también habla la película: de esa hostilidad, de este momento que se está viviendo. La película es como una fotografía de la situación actual y así va a ser leída seguramente con el tiempo. Desde ese lugar es donde uno quiere, como director, llamar a la reflexión y que el tema se discuta, se debata. Obviamente, más allá de que la visión de la película es muy cruda y muy dura, con algún grado de optimismo para poder salir de esta situación.
—¿Cómo está hoy la situación para hacer cine en la Argentina?
—Todavía no se han estrenado las grandes películas que hay argentinas para este año. Sí respecto del año pasado te puedo contar que hubo tres películas muy grandes, y que la audiencia de películas argentinas fue el 14% del total de películas que se vieron en el cine. Eso me parece algo muy bueno. Sí entiendo que en la Argentina se le pide mucho a una película, quizás más que en cualquier otro país: que haga taquilla, que sea de calidad y que tenga prestigio, que festivalee.
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