Jackita, y su encuentro con Teleshow
Una década atrás, levantó la bandera del empoderamiento femenino en uno de los ámbitos más machistas que se conocen: la cumbia. Claro que nada fue por generación espontánea. A Jackita le llevó años que sus canciones sean tenidas en cuenta. Y cuando logró ser escuchada, pudo acercar un mensaje superador. Porque haciendo a un lado las típicas letras de las mujeres que sufren luego de haber sigo engañadas por su novio, esta cantante y compositora criada en el barrio de San Cristóbal levantó en sus letras la bandera del feminismo. No por casualidad su primer disco, de 2010, se llama Las pibas tomamos el control.
Pero en ese mientras tanto de un camino al éxito repleto de sinsabores -donde debió sortear situaciones cuanto menos incómodas-, era Jacqueline Acosta Lera, una estudiante universitaria proveniente de una familia de trabajadores, que tenía su banda de música con sus amigos de siempre. Aquí, su historia.
—¿Es difícil ser mujer en la movida tropical?
—Sí. Hace 10 años que tuve la oportunidad de entrar y de tener un nombre, de ser Jackita. Pero hay atrás otros ocho años de remarla, cuando tenía mi grupo de barrio con mi hermano Marito, y siempre lo elegían a él y no a mí. Las mujeres no iban en la movida tropical, nadie quería apostar, pero mi hermano me hacia el aguante: "Vamos juntos…".
—¿Y no te desmotivaba?
—Sí. Tenía momentos donde lloraba mucho. Me he sentido muy ninguneada por ser mujer. Hasta que un día se dio la oportunidad, me la dio Adrián Pierre, quien confió en mí y dijo: "Che, acá hace falta una chica que haga este género". Tuve una propuesta para hacer un estilo como Karina (La Princesita), y no era lo que quería; si bien me encanta el santafesino, pero yo quería hacer lo que hice: cantar el género de los varones, que es hacer cumbia base pero con letras para nosotras. Basta, no cantemos más: "Menea las mujeres hasta abajo". No, chicas, ¿qué están cantando? Escuchaba eso y decía: "¿Cómo puede ser que canten con tanta pasión eso?". Está re bueno porque las sigo bailando, no te voy a mentir, pero sentía que faltaba una voz para nosotras. Y entonces nos encontramos con Adrián. A él también le decían: "Che, ¿vas a probar con una mina?".
—¿Qué más notas en esas letras?
—Que somos unas atorrantas, y eso. Entonces, yo quería traer una propuesta divertida, sin lastimar a nadie tampoco, sin tirarme contra los hombres. De hecho, a los pibes les encantó. Y hace 10 años me decían: "Por tu culpa ahora mi mujer se va a bailar y me deja a los chicos en casa". Y está genial, por eso lo que tiene que ser. Pero hace 10 años no se hablaba de nosotras como se habla hoy, gracias a Dios. Y gracias a que se está abriendo toda la sociedad.
El video de "Fue un error amarte", de Jackita (Youtube)
—¿Qué hacías antes de cantar?
—Iba a la facultad: estudiaba licenciatura en turismo. Cursé tres años, pero mi sueño era cantar. Y yo me había enamorado de la cumbia, quería cantar cumbia. Mi papá me decía: "¿Vos estás segura?". Claro, imaginate, mi papá me bancaba la facultad, todo. Pero me re apoyó. Y siempre mi mamá me dijo que si yo creía en mí, lo iba a lograr, que no bajara los brazos. Le hice caso, y fue así.
—¿Y un día dejaste la facultad y empezaste a tocar?
—Fue lo mejor que hice. Me encantaba ir (a la universidad), pero no era mi sueño, era como el plan B de mi vida. Como la venía remando desde hacía ocho años. tenía que hacer algo con mi vida, porque eso no salía.
—En esos ocho años sin suerte, ¿qué te motivaba a levantarte cada mañana?
—Yo soñaba: me veía en Pasión de Sábado, me imaginaba cantando. Aparte tenía mi grupito del barrio y me movía yo, era una especie de mánager: conseguía shows por nada, ni siquiera por el pancho y la Coca, íbamos caminando por la calle con los instrumentos por la calle, bien de abajo. Y yo sabía que lo iba a lograr. Pero después, me sorprendió que pasaran cosas que jamás me imaginé, inmensas: recorrer todo el país, ir a otros países, viajar a México, a lugares que no había pensado cuando me lo imaginé…
—¿Te sentiste en algún momento?
—Sí, me ha pasado de llevar un material y que venga un productor y me diga: "A ver…", mirándome la cola, como diciendo "Ah, sí, sí, sí…". ¡¿Qué tiene que ver?! Y te hablo de hace muchos años, cuando yo estaba buscando esta posibilidad. Y quedarme callada, y sentirme mal, realmente mal…
—¿Te pedían cosas a cambio por tus canciones?
—No me pasó, nunca me lo dijeron. Pero también porque yo soy muy cortante: te das cuenta que conmigo no vas a avanzar. Y quizás también por eso es que no me daban la posibilidad. Está mal, no tiene por qué ser así, pero sí me he enterado que decían: "Bueno, yo a esta la voy a grabar, pero primero…". Me enteré que lo dijeron, pero no a mí. Si me lo decían, ¡sabés qué…!
—¿Te pidieron cambiar el look?
—Sí, cuando me estaba probando para entrar a la movida tropical sí. Me decían: "Che, te tendrías que vestir más sensual". Y yo no soy sensual. Es más, también quise mostrar eso: yo salí como una piba del barrio, con las babuchas. ¿Te acordás el jean que se usaba? Gorrita. Mi mensaje era que también se puede llegar sin mostrar la cola. Este mensaje también es raro, como que una tiene que mostrar de más. Pero sin hacerlo, en estos 10 años trabajé todos los fines de semana. Solo corté fue cuando tuve el accidente; tuve un accidente muy grave.
—¿Cómo fue? Porque mucha gente no lo sabe.
—Fue hace dos años. Estábamos en el norte, a las corridas entre baile y baile. Íbamos por el quinto show de la noche y el empresario que me había llevado estaba manejando. Yo iba en su auto con mi mánager, un músico y una chica que me acompañaba. La camioneta con la combi venia atrás con los chicos (por los músicos). Entonces me dice: "¿Qué hora es?". "Las cinco menos diez". Creo que a las cinco cerraba el baile. Estábamos a diez kilómetros. "Listo", dijo. Y pisó (el acelerador). Había bastante neblina. Y así como pisó, seguimos de largo en una curva. Aparte, a una altura… Imaginate, zona de montañas.
—Ay, no…
—Y empezamos a caer en cámara lenta. Lento, lento, como en las películas. Se puso todo en silencio total. Y decía: "¿Qué, nosotros vamos a chocar?". Viste que vos te creés inmortal, que no te va pasar. "¿En serio estamos cayendo?". No sé cuánto habrá durado, una eternidad. Y de golpe sentí una paz muy grande y una voz que me decía: "Quedate tranquila, ya pasa, tranquila, relájate". Yo creo que es el ángel de la guarda. "Tranquila, tranquila…". Y después cayó el auto y me empecé a golpear la cabeza, y me golpeaba hacia adelante, hacia los costados… Ay, me pone mal, Y sentí que me iba. "¿Y será que ya se termina?", tenía todos esos pensamientos mientras iba golpeándome la cabeza. "Se ve que me voy al Cielo, si Dios quiere, ojalá". Y me sentí mal, como que me dejé ir. "Bueno, ya está". Y en un momento paró y todo quedó en silencio. Abrí la boca, me cayó cualquier cantidad de sangre, mucho…
El relato de Jackita sobre su accidente
—¿Estabas atrapada?
—No teníamos los cinturones puestos. Si hubiésemos tenido los cinturones puestos quizás no me hubiera hecho lo que te voy a contar… Estábamos los 3 pegados atrás, le digo: "Quedate tranquilo, me lastimé la boca, estoy sangrando mucho pero estoy bien". Pero en ese momento vos no sabés si estás bien, estás en shock. Hice así, abrí la puerta del auto y salimos.
—Toda ensangrentada…
—Toda ensangrentada salí y me senté en la ruta. Y ahí me empezó a temblar todo el cuerpo, y empecé a llorar, y yo no me di cuenta de que tenía colgando la boca, el labio, literalmente: colgando. Entonces le pedí a alguien que por favor me llevara al hospital. Vino un hombre muy amable y me llevó al hospital de ahí, de Yrigoyen (Salta). Pero no había nadie en el hospital, había un solo enfermero. Me atendió, hizo lo que pudo.
—Y el labio, colgando.
—Colgando. Literal. Tremendo. Y no había nadie, una pesadilla.
—¿Cómo saliste de ahí?
—Me llevaron en ambulancia al hospital de Orán, donde me hicieron una cirugía en la boca. "Bueno, ¿será que me podés pegar con la Gotita? Y yo después me atiendo en Buenos Aires", les dije a los médicos, y todos se mataron de risa. "Si tenés colgando el labio, te despegaste el labio del maxilar", me explicaron. Tenía el labio así, para todos lados, y me hicieron 40 puntos en la boca, todo por dentro. Y fue con tanto amor… Es algo que quiero remarcar: fueron a buscar el mejor hilo que tenían con un cariño… En la esquina del hospital había una pantalla gigante que decía que yo iba a tocar esa noche. "¿Vos sos Jackita?". Sí, así de fuerte.
—¿Te quedaron secuelas?
—Psicológicas, hasta el día del hoy.
—¿Por ejemplo?
—Dejé de trabajar tres meses, en un grupo que labura todos los fines de semana. Además, no podía ni comer, tuve que comer todo papilla, un desastre. Fueron tres meses de estar en cama, llena de golpes por todos lados. Y decir: "¿Y ahora qué hago?". A los tres meses retomé la carrera, aunque con mucha tranquilidad. Pero era subir a una camioneta y transpirar. Todavía me pasa: voy en el auto, llego a la esquina y me agarra…