El backstage de "¿Quién quiere ser millonario?"
Todo empezó a los 11 años, cuando participó de un programa de radio por primera vez. Supo que eso era lo suyo y lo confirmó cuando conoció el estudio de MuchMusic. Hace ya tiempo Santiago del Moro demostró que no estaba equivocado. Comenzó su carrera desde muy abajo, presentando videos musicales en televisión y, tras su paso por Infama, estuvo una década a cargo de la conducción de Intratables, el ciclo de América que se convirtió en el programa político por excelencia de la televisión argentina, y se consagró como el número uno de la radio con El club del Moro, por La 100.
Le gustan los desafíos. Por eso, esta noche a las 21.15 debutará con ¿Quién quiere ser millonario?, un formato exitoso a nivel mundial que se emitirá en el prime time de un canal líder, como es Telefe. "Cuando nos sentamos a pensar cuál sería mi proyecto para este año con la gente del canal, llegamos a la conclusión de que este formato iba a ser el mejor. Y pasó algo genial, porque en la reunión yo dije que quería hacer este programa y ellos habían pensado lo mismo para mí. De hecho, sacaron una carpeta que tenían desde hacía un tiempo con los derechos comprados y tenía mis iniciales", explica el conductor en una charla exclusiva con Teleshow.
—¿Y por qué habías pensado en este formato?
—¿Sabés qué no sé por qué? ¿Viste cuando estás hablando en una reunión y decís "quiero hacer esto", pero nunca antes lo habías pensado? Encima, el proyecto tenía mi nombre. Yo creo que tuvo mucho que ver la película, que es un clásico. Pero la verdad es que tenía ganas de hacer un programa de formato. Estuve toda la vida haciendo ciclos a los que el formato se lo íbamos encontrando con el tiempo, en base a lo que íbamos ideando con la producción.
—Porque tanto "Infama" como "Intratables" fueron mutando en base a la realidad…
—Sí. Pero, finalmente, con mi ritmo y con mi impronta, todo lo que hacía terminaba transformándose en algo similar a muchas cosas pero parecido a nada. En este caso, el formato viene de afuera y está totalmente armado. Y yo lo que tengo que hacer es regirme bajo esa estructura. Pero, de todas formas, mi desafío va a ser ponerle mi estilo propio.
—¿Y vas a tener libertad como para poder marcar tu impronta?
—Sí, claro. Porque lo lindo que tiene el programa, más allá de ser un clásico ciclo de preguntas y respuestas en el que hay millones de pesos en juego todas las semanas, es que yo tengo que lograr que sea una cosa cercana a la gente. Y la verdad es que, por momentos, se genera un clima súper intimista con los participantes.
—¿Ahí aplicás lo que aprendiste en los ciclos anteriores?
—Todas son horas de vuelo. Yo empecé haciendo programas de música en MuchMusic, después pasé a un programa de espectáculos sin tener nada que ver con eso, más tarde hice un ciclo de política y actualidad y, ahora, empiezo un formato de juegos que es uno de los más famosos del mundo. Pero la verdad que yo me he preparado toda la vida para ser conductor de radio y televisión. Obviamente, de cada trabajo uno va a aprendiendo de lo que pasa en el aire y de sus compañeros de laburo. Pero ¿Quien quiere…? tiene una calidez y un tiempo que a mí me divierte transitar. Porque, aparte, estoy completamente solo en un estudio gigante, en el que es como si yo invitara a la gente a jugar a mi casa. Y, a medida que voy haciendo preguntas, voy descubriendo las historias de vida de cada uno de los participantes. Y hay algunos que necesitan la plata para cuestiones realmente sentidas…
—¿Por ejemplo?
—Hay quienes no sueñan con irse a Disney, comprarse un auto o agrandar la casa. El otro día, me tocó estar con un chico que necesitaba la plata para reencontrarse con sus hermanos, a los que hace veinte años que no ve. Detrás de cada persona hay una historia y a mí me interesa conocerla, más allá del interés de cada uno de ganar el dinero que está en juego. Y ese es mi desafío.
—¿Y qué te pasa hoy cuando ves "Intratables"?
—¿Cómo te explico? Hay gente que piensa que me fui en medio de un quilombo con América y no es así. Hay mucha gente que quiero en ese programa. ¿Qué puedo decir? Yo nunca comulgué con la política ni con nada de ese mundo. Siempre fui un conductor de televisión haciendo un programa, en ese caso, Intratables. Y fue eso lo que me permitió estar al frente de un ciclo que invitaba a gente que pensaba diferente todos los días y que transitaba por muchísimas pasiones. Porque por ahí han estado casi todos. Y yo lo pude hacer con total libertad, justamente, porque siempre me sentí como sapo de otro pozo. Pero ya pasó un año desde que yo le plantee al canal que quería hacer otra cosa.
—Pero pasaste a una faceta completamente diferente justo en un año electoral…
—En un momento se pensó en la posibilidad que continuara todo este año con Intratables mientras hacía algo diferente en otro lado. Pero después, con la gente del canal que se portó de diez conmigo, entendimos que lo mejor era terminar el ciclo para empezar con otro. Yo podría volver mañana a hacer un programa de actualidad o de espectáculos, como fue Infama. Porque no me fui mal de ninguna parte. Y los que me conocen saben que me muevo en base a lo que estoy sintiendo. Por eso, cuando siento que una etapa está terminada, me corro del lugar de comodidad para buscar nuevos horizontes profesionales. ¿Viste que yo gané el Konex en noviembre de 2017?
—Sí, claro.
—Bueno, yo nunca me imaginé con semejante premio. Había ganado el Martín Fierro, el Tato…Pero, con ese reconocimiento, sentí que el recorrido ya estaba hecho, que ese programa me había dado todo. Y lo podría haber seguido haciendo toda la vida. Pero la mía fue una decisión que tiene que ver con lo personal.
—¿Qué pasa con la competencia? Porque te vas a enfrentar en el mismo horario…
—Sí, pero cada programa tiene su público y sus temas. Aparte, los horarios no dependen de nosotros y siempre pueden cambiar. Yo soy un trabajador del medio y me adapto a las decisiones del gerente de programación, que es quien se encarga de eso. Y no me voy a colgar en internas que no me pertenecen.
—Seguis, por supuesto, con "El club del Moro", tu programa de radio en La 100…
—¡Y no puedo más! Somos número uno desde hace mucho tiempo y tenemos un grupo espectacular, con el que nos divertimos un montón. Pero eso implica levantarme a las cinco de la mañana todos los días y hablar cuatro horas sin parar.
—¿Tu familia puso una foto en casa para recordarte?
—No, porque fuera de los programas yo siempre estoy en casa. Yo voy a muy pocos eventos y llevo una vida muy familiar y tranquila. Esto es lo que me ha hecho controlar mucho mi salud mental. Porque para mí es importante lograr que el ruido del medio no modifique mi esencia.
—¿Qué no te contamine?
—Claro. Yo trabajo mucho para eso. Porque veo gente a la que, pasado un tiempo, ya no la reconocés. Este es un medio que te aliena, prácticamente. Y yo me cuido de que eso no me pase.
—En ese sentido, cumplen un rol fundamental tu mujer, María, y tus hijas, Catalina y Amanda.
—Totalmente. En la pareja, tiramos los dos para el mismo lado. Y las nenas también. Somos una familia en la que todos vamos para adelante. Ellas tienen que entender mis horarios, porque quizá tengo un trabajo fuera de lo común en relación a otros padres. Pero no hay reproches en ese sentido, porque saben que todo lo que hago, lo hago por ellas.
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