Por Susana Ceballos
Es temprano, la terraza y los pasillos del Aeropuerto de Ezeiza se ven colmadas de gente. Una llovizna persistente, que no empapa pero molesta no es motivo suficiente para que niños y adultos abandonen sus lugares. En el horizonte, un avión de Pan American World Airways, la aerolínea internacional más importante de los Estados Unidos, prepara su aterrizaje. Alguien grita "Es ese, es ese, ahí viene". Los chicos corren y sus padres corren tras ellos. La mayoría luce antifaz, sombrero y capa negra. Casi todos llevan una espada en la mano. Vestidos como El Zorro esperan al popular personaje que todos los días los atrapa en la pantalla de Canal 13. Pero esta vez, la expectativa es mayor. Porque el héroe no viene solo sino que lo acompaña el Sargento García, su gracioso y torpe perseguidor que nunca consigue atraparlo.
Cuando el avión aterriza, apenas los actores se asoman por la puerta para descender por la escalerilla, los chicos comienzan a gritar exaltados y los padres se emocionan. A algunos metros de ellos se ve a Guy Wiliams, aunque no está caracterizado, las mujeres descubren al apuesto don Diego de la Vega y los niños a el Zorro. Detrás desciende Henry Calvin. El actor luce visiblemente demacrado, mucho más flaco, con 80 kilos menos; solo se lo distingue porque conserva la misma sonrisa y mirada bonachona del Sargento García.
Cuando abandonan la zona de desembarque, niños y grandes se abalanzan sobre los actores. En épocas sin celulares y con cámaras de rollo, nadie quiere una foto, pero todos pugnan por conseguir un autógrafo. Gritos, apretujones y un operativo policial acompaña la salida. Por fin, logran subir a los autos que los llevarán al hotel céntrico donde se alojan.
En el camino, Henry Calvin mira por la ventanilla y no puede creer lo que ve. Decenas de familias los siguen en sus autos y al costado del camino más de tres mil personas se agolpan para saludarlos. Su compañero le había anticipado el fervor que la serie generaba en el sur del continente, pero nunca pensó que el fanatismo fuera tanto. Lo volvió a comprobar cuando esa tarde salió a dar un paseo y vio que kioscos y jugueterías estaban inundados de muñequitos con la figura del Zorro y en segundo lugar, la suya. Ni el caballo Tornado ni el fiel Bernardo provocaban en los niños un amor tan grande como su torpe personaje. Los empleados del hotel le contaban que hijos y sobrinos se peleaban por ser el Sargento García, el malo más bueno y querible de todos los tiempos.
Recorriendo Buenos Aires, Henry Calvin sonríe preguntándose cómo terminó en este rincón del mundo un chico que nació en Texas. Quizá porque la Argentina, como él, nació un 25 de mayo. También se pregunta qué quedó de ese chico cuyo verdadero nombre era Wimberly Calvin Goodman. Un niño que no soñaba ser actor sino cantante y que siguiendo su deseo se anotó en el coro de la iglesia bautista. Su hermosa voz de barítono pronto se destacó del resto y al poco tiempo ya era un reconocido solista.
Cuando terminó de estudiar, sus dotes vocales le abrieron las puertas de Broadway donde participó en distintas obras musicales y de teatro. Fue en esa época que cambió su nombre al de Henry Calvin.
(Video: El Sargento García cantando en "El Zorro" / Youtube)
(Video: El Sargento García cantando en "El Zorro" / Youtube)
Su carrera empezaba a despegar al mismo tiempo que la Segunda Guerra Mundial comenzaba a devorar más vidas y fue reclutado como soldado. Logró regresar sano y salvo para seguir actuando aunque en proyectos intrascendentes.
Su gran oportunidad le llegó cuando le ofrecieron encarnar al Sargento García en El Zorro. Aunque era una de las contrafiguras del protagonista logró imponerse como uno de los personajes principales. Es que resultaba imposible no simpatizar y encariñarse con ese sargento torpe, absolutamente excedido de peso pero de gran corazón que trataba de obedecer a sus comandantes y al que indefectiblemente siempre siempre su prisionero se le escapaba. García ocupaba el rol de esos perdedores crónicos pero simpáticos y queribles que todos conocemos o en el que todos nos reconocemos. Porque si el Zorro fue creado para ser admirado, el Sargento García fue pensado para ser querido. Quizá porque la mayoría de los mortales soñamos ser valientes, atléticos y hábiles como el Zorro pero casi todos los días nos sentimos torpes como García, con muchas más ganas de disfrutar una buena comida y un buen trago con amigos, que andar obedeciendo las insólitas órdenes de insólitos comandantes.
Lo cierto es que ese querible Sargento le brindó a Calvin una popularidad que ni sus creadores sospechaban. La serie contó con dos temporadas de 39 capítulos de 30 minutos cada una, que se emitieron entre 1957 y 1959. En 1960, se realizó una tercera temporada en realidad, cuatro especiales de una hora de duración cada uno. Aunque breve, El Zorro se metió para siempre en el corazón de grandes y chicos. Tanto en los Estados Unidos como en la Argentina, donde se encontraba un niño seguramente también había un grafiti con una Z.
Aunque hacía más de una década que la serie había dejado de grabarse, en nuestro país se emitía de lunes a viernes de 19 a 19.30 por Canal 13. Su éxito era tal que el productor Carlos Montero con la gestión del periodista Leo Gleizer logró la visita de Guy a la Argentina. Idolatrado por los chicos, mimado por todos, el actor que no había protagonizado hasta ese momento otro suceso, al despedirse prometió volver. Y lo hizo meses después, pero secundado por Henry Calvin.
Williams y Calvin o El Zorro y el Sargento García comenzaron a recorrer distintos programas. Participaron en un sketch de Porcelandia, "El Zorro con s", en otro con el Capitán Piluso, fueron entrevistados por Victor Sueiro en
Teleshow el programa más visto del momento y almorzaron con Mirtha Legrand. Cada vez que aparecían en pantalla los ratings estallaban, llegaron a medir 40 puntos. También ocuparon la tapa de la revista Canal TV donde les hicieron una extensa nota.
Además de sus compromisos con la televisión realizaron varias actividades solidarias, entre ellas visitar a chicos enfermos. También se les acalambraron las manos de firmar cientos de autógrafos a chicos que habían hecho hasta tres cuadras de cola para conseguir la firma de sus ídolos.
Entre tantas actividades a todos sorprendía la delgadez de Calvin. El actor lucía 80 kilos menos que los 152 que llevaba con tanta gracia en la pantalla. Incluso se llegó a rumorear que, para no desilusionar a su público, los productores le pidieron que se colocara goma espuma para simular el abultado vientre del Sargento, algo a lo que el actor se negó. Aseguraba que había perdido peso sin hacer dieta pero que no estaba preocupado ya que le gustaba mucho su nuevo físico.
Cuando la visita terminó, como Williams él también prometió volver, pero no pudo cumplir su promesa. Lo que solo parecía un descenso drástico de peso en realidad era el síntoma de una enfermedad atroz: cáncer de garganta. Sin un diagnóstico correcto ni realizado a tiempo, la enfermedad fue rápida y letal. Apenas dos años después de su visita, el actor murió en su casa de Dallas.
Desde entonces su recuerdo permanece en el corazón de todos los amantes de la serie, esos que soñaban con ser valientes como el Zorro, pero contar con un amigo bonachón y torpe como el Sargento García, porque aunque nunca te atrapaba siempre siempre te hacía reír.
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