El Lollapalooza Argentina 2019 dijo adiós con la rima filosa de Kendrick Lamar y la sutileza de Lenny Kravitz

El broche de esta edición del festival fue con dos artistas referentes en los estilos que dominaron la grilla

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Por Leo Ros

Lenny Kravitz no había terminado de despedirse cuando en el Stage 1 Kendrick Lamar decidió arrancar, puntual, su set en el final del Lollapalooza Argentina 2019.

Ese hecho, lejos de significar un conflicto, puso de manifiesto lo divididas estaban las aguas en el cierre de esta edición del festival itinerante más grande del mundo.

Por un lado quedó la calidez interpretativa del dream team de músicos que acompañan a Kravitz, presenciada por un público más bien adulto, y por el otro Lamar con su rapeo directo, una batería, un DJ y la masa sub 18 que lo esperaba exultante.

Lenny Kravitz(Chule Valerga)
Lenny Kravitz(Chule Valerga)

Los tantos estaban aclarados desde el vamos y por eso no hubo corridas de un escenario al otro. El rapero estadounidense arrancó su set con la pura dinamita de "DNA" y "Element".

"Estoy deseando morir por esta mierda, he llorado por esta mierda, podría tomar una vida por esta mierda / Cerraría la Biblia y daría ojo por ojo, por esta mierda (…) / Me han dado una paliza delante de mi mamá, la cuenta de la cárcel de mi padre acumula muchos ceros / Puta, todas mis abuelas están muertas, ¿quién va a rezar por mí?", es lo que escupe en esa canción, en la
que alude a su propia biografía, a esa infancia y adolescencia tan difíciles en el conflictivo Compton.

Lamar sabe que su pasado no quedó muy atrás y que no dejó ser como cualquier chico negro de su barrio que a cada paso escapa de la muerte. De hecho, ya a mitad de show, sucede algo inesperado. Lamar sale tras bambalinas y vuelve caminando nervioso al escenario.

Se lo ve dudar, pero lo primero que hace es pedir que el público encienda las luces de sus celulares. El silencio es sepulcral, solo interrumpido por el dance de Dimitri Vegas & Like Mike que, desde el Perry's Stage, invade la escena. Entonces Lamar anuncia que se acaba de enterar del asesinato
de Nipsey Hussle, muerto en un tiroteo dentro de la tienda de la que era dueño en Los Ángeles.

Si bien eran de la misma ciudad aunque de barrios y bandas distintas, eran amigos, y Lamar colaboró con él en "Dedication", incluido en su disco debut Victory Lap. Kendrick está conmocionado, se agacha y lleva sus manos a la cara. Cuando se reincorpora es para dedicarle "LOVE" porque, finalmente, el show debe continuar.

El rapero siguió adelante, tratando de mantenerse enfocado en un set que tuvo mucho de DAMN, el álbum con el que se terminó de ganar su lugar en la escena y más allá.

Es que gracias a ese trabajo Lamar se alzó el año pasado con un Pulitzer en la categoría música, un galardón que históricamente cayó en manos de álbumes de jazz o música clásica, géneros alejados del estilo popular.

Kendrick Lamar (EFE/Alberto Valdés)
Kendrick Lamar (EFE/Alberto Valdés)

Con hidalguía, Kendrick finalizó su show en el tiempo estipulado y se fue triste del escenario. Su debut en Argentina tuvo un sabor agridulce para él.
A Lamar lo precedió la presencia mística de Lenny Kravitz.

Como un pastor moderno, con rastas, piercings, camisa y pantalón de jean, el nacido en Nueva York inició su set con tres hitazos: "Fly Away", "Dig in" y "American Woman", ese cover de The Guess Who que, a esta
altura de la circunstancias, ya es suyo.

Tanto que al final improvisó una base reggae para unirlo a "Get up Stand Up", el himno de Bob Marley & the Wailers. La invocación no es casual, en esta etapa de su vida Lenny se toma su tiempo para pensar y replantearse el mundo en el que vivimos.

Y lo demuestra con el saludo al público presente: "Estamos muy agradecidos de estar aquí en Argentina, este es uno de mis lugares preferidos del mundo, queremos celebrar la vida y Raise Vibration. Y hacer nuestra conexión, como siempre lo hacemos. Quiero estar del lado
correcto de la historia y espero que lo hagamos juntos".

Sin más palabras, es el turno de "It's Enough", una canción de su nuevo disco, el undécimo de su prolífica carrera. Allí reflexiona sobre la corrupción, el sistema político y la destrucción que rodea a un planeta en el que Lenny pone a África en el centro.

Kravitz no está solo, la banda es un verdadero dream team que rodea su filosofía con sutilezas musicales. Allí están Gail Ann Dorsey, la ex bajista de David Bowie, el guitarrista Craig Ross, inseparable compañero en el
estudio y los escenarios, el Fender Rhodes de George Laks, la batería de Franklin Vanderbilt Jr. y los bronces del experimentado Harold Todd en saxo, junto a Ludovic Louis (trompeta) y Michael Sherman (saxo barítono).

"Todos los días es una oportunidad, un día para amar, para perdonar. La bendición es levantarse cada mañana y por eso agradezco. Gracias por la oportunidad de tocar música, sin ustedes no podríamos estar acá", predica antes de una maratónica seguidilla de clásicos.

"It Aint Over", "Til It's Over", "Can't Get You Off My Mind", "Believe", "I Belong to You", "Always on the Run" y "Where Are We Runnin?" resultaron estocadas con las que tradujo en música su filosofía de vida. Para el final buscó más conexión con su público.

"Necesito sentirlos más", anunció antes de bajar del escenario para acercarse a la valla en "Let Love Rule" y abrazar a una nena que estaba en los hombros de un adulto responsable.

El riff imparable del esperado "Are You Gonna Go My Way" fue el bis final. Lenny, en los albores de sus 55 años, es un nuevo hombre. Hay que creerle.

Más temprano, bajo un sol infernal, dos bandas le pusieron más rock a la tarde. Los británicos Snow Patrol aportaron sus canciones y el carisma de Gary Lightbody, su traumado cantante.

Drogas, alcohol y un proceso de desintoxicación que puso al grupo en un parate de siete años, pero que tras el corte volvió más fuerte que antes y con Wildness, su nuevo disco bajo el brazo.

En poco menos de una hora demostraron porque son más que la canción que los hizo famosos por ser la banda sonora de la serie Grey's Anatomy. Igualmente "Chasing Cars" tuvo su lugar de privilegio en la lista y fue, obviamente, la más celebrada de su set.

Inmediatamente después, en el escenario de enfrente, los veinteañeros Greta Van Fleet trajeron de vuelta el espíritu de Led Zeppelin, con su rock de guitarras y la estridencia vocal de su cantante Josh Kiszka.

Greta Van Fleet (Adrián Escandar)
Greta Van Fleet (Adrián Escandar)

¿Son solo una copia moderna de la banda de Jimmy Page y Robert
Plant? Puede ser, pero sus canciones, como "Flower Power" y "When the Curtain Falls" generan una repercusión increíble en su público.

Ellos y ellas, una generación que no pudo ver en vivo a esa camada de bandas que sentaron las bases del rock como lo conocemos, agradece
la recreación y se adueña de ella como si no hubiese un pasado. ¿Quiénes somos para juzgarlos?

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