"Devolveme a las nenas", se escucha una y otra vez a Fabián Cubero como quien repite un mantra sanador. La destinataria de su reclamo es su ex mujer, Nicole Neumann, y las nenas son un poco las rehenes, como sucede en tantísimas separaciones, en medio del conflicto de los padres.
Quienes conformaron una pareja casi ideal a la vista de todos durante años, esos que se habían flechado en el vestuario de un club de fútbol, que habían protagonizado una relación caliente y pasional, vieron apagar el fuego de aquellos albores del comienzo en medio de la abulia de las postales de Familia Ingalls que -como muchas- se desintegró con el tiempo.
Ahora ambos exponen un combate en los medios, bastante triste por cierto, pero que no escapa al drama de muchos separados, en medio de situaciones más ligadas al despecho y a los celos que a la objetividad de los acontecimientos.
Sabido es que en el pasado Nicole dejó al futbolista de Vélez, ya en medio de rumores de infidelidad de parte de ella: él le habría descubierto mails adúlteros que apresuraron el desenlace, y con el tiempo llegó la revancha de su parte hacia la modelo.
Mientras Nicole oscila entre fotos hot con galanes cholulos con pinta de "banana", su ex, tras levantar el perfil público y hacerse adicto a las cámaras, se puso de novio con una de las chicas del momento, Micaela Viciconte, quien a su vez encontró en esta nueva pareja el ascenso mediático que esperaba para ser tapa de revista.
¿Y el amor? Convengamos que debe existir, seguramente, pero no sería tal sin todos los elementos que a esta gente le potencian el plan de pareja: ir a eventos, dar notas a los programas de chimentos, contestarse en los medios, subir una frase a las redes que les levanten los programas y los portales de Internet. O sea, el combo no es el bajo perfil sino hacer todo para el afuera. Pura cáscara. Pocas nueces.
Resulta que esta vez Nicole se llevó a sus hijas de viaje varios días, las hizo faltar al colegio y no las dejó ir al teatro a ver el estreno de la madrastra, en este caso Viciconte, quien trasmutó a vedette de teatro de revista de la noche a la mañana y quería tenerlas allí, en las primeras filas, aplaudiendo a rabiar al lado del papá, embobado con ella.
Pero la modelo es más mala que las arañas y no les regaló la foto en el banner del estreno. Luego vino la discusión porque el futbolista inició una demanda familiar por no haber sido avisado del viaje.
Nicole afirma que sí y que, cansada de tanta ingratitud, lo demanda y le reclama de todo: cuotas de medicina prepaga impagas, atrasos varios y actitudes espantosas.
Según ella, cuando no está jugando al fútbol, Cubero es el mejor de los padres, pero que cuando está concentrado en pre temporada o antes de los partidos importantes, no pasa la pelota a sus hijas.
La que se hace un festín -aparte de los abogados que les sacan fortunas por estas cuestiones de estado- es Viciconte, quien soñaba con esta fama súbita mas que nada en este mundo, y que cuando salía con un muchacho deportista llamado Pitu Velázquez no veía tan cerca la cima, aburrida en un dos ambientes y jugando en Combate.
Un buen día la chica descubrió que tenía que tomar un par de decisiones para apurar los trámites: dejó al novio deportista, analizó el panorama de solteros codiciados o divorciados del medio y ahí vio pasar muy cansino al pobre Poroto, que estaba en plena desolación abandonado por Nicole, y se abalanzó rumbo al destino que la llevó justo ahí donde quería estar. ¿Y el amor? Sí, si, no insistan… Ya dijimos que hay amor, pero a su modo.
Mientras tanto, la blonda Nicole va por la vida siempre con ese aire superador y solo se permite llorar en su casa viendo Netflix y comiendo chocolate. Quiso formalizar con un tal Matías Tasín, pero el muchacho tenía más ganas de viajar a Miami con amigos, pasear en yates y cultivar la soltería.
Para estos depredadores del machismo burgués -los "Politos Pieres" del jet set- conquistar a las chicas de moda se presenta como un desafío que les permite cholulearse un rato y chapear con los amigos hasta que consiguen la preciada presa, y después se aburren como niños ricos con juguete nuevo, y salen a buscar otro. Un espanto, pero sucede.
Aunque la misteriosa Neumann, mientras pelea con Cubero en Tribunales, no pierde el tiempo. Calla mucho más que lo que dice, baja línea a algún mediático para que cuente sus desventuras con la versión que le conviene, y sottovoce alimenta la pasión con una relación que tendría tanto tiempo como el que lleva separada del padre de las hijas, con la que ha vivido sus altibajos, acercamientos y distanciamientos, pero que -dicen los que están cerca suyo- es la que verdaderamente le quita el sueño.
Claro que, mientras el señor siga siendo casado y con un nombre tan ligado a la vida pública de este país, será imposible blanquear. Todo llega.
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