Mientras en el escenario 1 los británicos de Bring Me The Horizon recibían a su gente (mucha) con dos hombres armados sobre el escenario, la boca cubierta -sólo los ojos a la vista- al grito de un mantra que lejos de ser sagrado fue bestial, en el Alternative estaban pasando otra película. El combo alternativo nü metal rompió toda armonía posible ¡bien por ellos! Pero de lejos, Rosalía la reconstruyó.
La cantante sedujo desde el comienzo, al ritmo de castañuelas en loop, españolísima y del mundo. Vestida con una chaqueta torera color amarillo, como la ropa de la mitad de los adolescentes que la miraban desde abajo del escenario y taconeando en zapatillas de goma, Rosalía brilló desde que pisó el escenario.
El cuerpo de baile con el que abrió el show no se quedó para siempre. Ella sola se bancó a la prole enardecida. Los festivales son lo suyo, de acá se va para el Lolla de Chile, luego al Coachella de California y más tarde al Primavera Sound, en su ciudad natal.
"Gracias por tanto cariño", dijo, y presentó El Mal querer, su último disco. También hubo otras palabras que quedaron sepultadas por el griterío general. Es que si Rosalía baila, la gente grita, si Rosalía canta, la gente grita y si Rosalía habla, también.
A veces, incluso, lloran, como cuando canta a capella Catalina y dice: "Ponme la mano aquí que la tienes fría. Mira que me fui a morir". Por el caminito que empezó a trazar Bebe hace unos años con su "Malo", la cantante de Barcelona sembró y no para de cosechar.
En Spotify de España su nuevo álbum llegó a superar los dos millones de reproducciones en menos de 24 horas, su tema "Pienso en tu mirá" llegó a superar el millón de views en solo un día en YouTube y el mismísimo Pedro Almodóvar la eligió para participar en Dolor y Gloria, su última película, protagonizada por Antonio Banderas y Penélope Cruz. Es que a Rosalía no hay quien no la quiera.
Llegando al final y con las bailarinas a pleno, suena el reggaetón Con altura, nuevo single de Rosalía con J. Balvin. Ya habían hecho algo juntos, era "Brillo", uno de sus hits previos a "El mal querer".
Con 25 años, Rosalía se ha convertido en un fenómeno que responde a un producto genuino y cautivante. Las bailarinas vuelven a salir, Rosalía se convierte en gitana, suenan palmas y el escenario alternativo se convierte de pronto en un tablado.
Aunque estemos en un hipódromo y no en un patio de Sevilla, aunque las bailarinas no parezcan flamencas y Rosalía sea una perfecta catalana. Rosalía demostró que (como la revista) en épocas de crisis, Barcelona puede seguir siendo una solución europea a los problemas de los argentinos.
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