En la noche del lunes el Centro Cultural Kirchner fue el escenario elegido para la cena de honor que Mauricio Macri y Juliana Awada ofrecieron a los reyes de España. El protocolo establecía que, al día siguiente, fueran el rey Felipe VI y la reina Letizia quienes brindaran una recepción de honor para el Presidente y la primera dama. Así, el Four Seasons se vistió de gala para recibir a los mandatarios y a los 400 invitados, entre los cuales se encontraban varias figuras del espectáculo.
Asistieron Mirtha Legrand (ya había participado del evento en el CCK), quien finalmente pudo conocer a Letizia. También su hija, Marcela Tinayre. Además de Valeria Mazza, quien fue con su marido, Alejandro Gravier. Y no faltaron Ricardo Darín, una verdadera estrella del cine ibérico, Andrés Calamaro, quien durante muchos años residió en España, y Joaquín Sabina, de visita en nuestro país. Todos estaban citados antes de las 18:30, minutos antes de que los reyes hicieran su ingreso. Y Susana Giménez llegó en tiempo y forma, acompañada por su hija, Mercedes Sarrabayrouse.
La diva lució un vestido a la rodilla de mangas largas, escote bote y con un aplique de flores bordadas, cartera Chanel y estiletos Tom Ford; todo en negro. Completó su look con una esclava de rubíes y brillante. ¿El atuendo de Mecha? Un vestido en negro a la rodilla, off shoulder con mangas acampanadas y sandalias con plataforma.
Y así, súper elegante, arribaron a la puerta, donde personal de seguridad (tanto argentino como español) custodiaba el ingreso como parte del importante operativo que requiere una visita real. Por caso, había detector de metales, y efectivos de la Policía Federal.
Entonces sucedió algo por demás curioso: Susana no fue reconocida. Acompañada por su hija, Mercedes Sarrabayrouse, la conductora se enredó en la confusión del momento. "¿Me tengo que acreditar?", dijo al entregar su DNI, como había sido requerimiento expreso de la organización, aunque resultara una excepción: al resto de los invitados les alcanzó con pronunciar el nombre. Con ella, en cambio, corroboraron en la lista; y en la G de Giménez estaba su nombre, claro.
Pero lejos de ofuscarse y sin evidenciar divismo alguno (nunca se enojará por una circunstancia así), Susana devolvió una sonrisa por cada pedido de la seguridad. Y hasta aceptó de manera jocosa que le revisaran la cartera, como hicieron con Mecha.
Después sí, ya superado el inesperado infortunio, la abuela de Lucía Celasco disfrutó del cóctel exclusivo (realmente para unos pocos) dispuesto en los salones del Four Seasons, donde disfrutó de un exquisito menú, conformado por vinos tintos, rodajas de jamón ibérico, quesos y bandejeos de mariscos, la comida típica española. Porque para Susana, el mal trago ya había pasado.
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