"La comida es muy jodida, tenes adicción a la bebida, dejás el alcohol, tenés adicción al cigarrillo, lo dejás, las drogas, el sexo… el sexo es más complicado, pero con la comida, ¿cómo hacés? Hay que comer, es fundamental. Yo considero que es la adicción más jodida, pero ya la voy a vencer", había dicho hace dos años Christophe Krywonis a Teleshow. Hace un mes se animó al cambió, pasó por el quirófano y ya bajó 24 kilos.
"Mi médico me dijo, 'tu tema se llama 30 kilos' y se adelgaza y estamos contentos y después vuelvo a subir entonces dije 'no, vamos con la operacion'", contó el cocinero a Teleshow sobre su decisión.
El 12 de febrero el ex jurado de MasterChef se puso una banda gástrica, que consiste en achicar el estómago y ahora ya va por la quinta semana de los dos meses de recuperación. Los resultados son asombrosos y no solo están a la vista de todos, sino que Christophe también los siente.
"Después de la operación me sentí bárbaro, primero estaba mareado. Ese día no fue el mejor, pero al siguiente ya estaba bien. Ahora hay que cuidarse, es un proceso. La primera semana fue de dieta líquida, la segunda de licuados, la tercera de papillas, la cuarta de comida picada fina como carne blanca o pescado y ahora estoy en la etapa en la que puedo comer más cosas. Antes eran 20 minutos para comer 50 gramos", contó.
¿Cómo maneja la tentación?
Justo entes de hablar con Teleshow, había salido a almorzar con su hija: "Se pidió el menú del día, se reía porque antes ni loco compartía el plato, yo comí un pedacito de su bondiola y dos cucharadas de puré de batata al ras. Después un yogur y a la tarde un huevo revuelto".
La dieta que tiene que seguir es bastante variada, incluso hasta puede comer pastas, pero sí o sí debe limitar la cantidad: "Tampoco puedo comer harinas todo el tiempo, tiene que ver con las calorías".
"Me encanta todo y me parece rica la comida, pero no como tanto como antes, mas allá de las ganas de probar todo, no puedo, mi cuerpo no puede. Tengo un estómago diminuto y no me entra, por más que quiera no puedo", agregó.
A pesar de que le gusta comer, sabe que tiene que cuidarse: "Si hay reunión con amigos, vamos y yo como mi sopa, no me tengo que esconder, porque sino es imposible. Podemos juntarnos a comer y hablar y pasarla bomba. No hay que hacer un mundo de algo que no es, una cosa es tener un tema de salud grave y otra cosa es tener que cuidarse, yo necesito que mi cuerpo se reencuentre".
Cualquiera prensaría que para un chef hacer dieta es como estar en la boca del lobo, pero él ahora es consciente de que para cocinar algo, "hay que probar, no comer", por eso lejos de alejarse de la gastronomía que es también como una terapia para él, continúa preparando platos y haciendo panes para su familia y amigos, además, tiene el proyecto de abrir una rotisería.
"Yo me veo gordo, no flaco. Para mí estoy gordo, me falta bajar mucho", sorprendió Christophe a la vez que reconoce que lo que más modificó no fue su cuerpo, sino su cabeza: "Lo que más cambió fue el ánimo. Es diferente, estoy mucho más sereno, me focalizo mejor, mis hijas me dicen 'papá sos diferente', me sigo preocupando por muchas cosas pero de una manera distinta, mas relajada, es lo primero que noté".
El deporte y la actividad física son el complemento ideal a la dieta y a la operación. Esta semana comenzó a caminar nuevamente, recorrió cuatro kilómetros, además, le gusta nadar y andar en bicicleta y seguramente en las próximas semanas empiece a hacer pilates.
Un susto y una preparación
El quiebre para el cambio fue el año pasado, cuando sufrió un pico de diabetes: "Tuve que tomar decisiones que estaban dando vuelta, tenía vértigos posicionales, una vida agitada por el trabajo y no descansaba. Tenía sobrepeso, bajaba y volvía a trabajar como loco y dije 'hay que parar la maquina'".
Durante ese tiempo pensó mucho en sus hijas y en sus nietos: "Ellos son una buena motivación para estar bien. Hace años que pienso en ellos, en verlos crecer… tengo que cuidarme por ellos y por mí".
Claro que para operarse no es algo que se pueda hacer de un día para el otro y para entrar al quirófano el 12 de febrero, tuvo que prepararse: "Previamente bajé nueve kilos, vine super preparado. Es algo que tiene que pasar por la cabeza mas que nada. La dieta previa me hizo llegar bien para estar en óptimas condiciones".
Con veinticuatro kilos menos, aún le quedan trece para los cien (el peso que tenía hace más de veinte años cuando nació su hija mayor) y cree que seguramente baje más: "Esto es como un renacimiento y mi cuerpo está agradecido porque lo siente, estoy muy bien y contento y mi ánimo mejoró, eso es lo fundamental".
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