Alex Caniggia se presenta en el reality de Chile
Este fin de semana Alexander Caniggia debutó en un reality por la televisión chilena en el que, a poco de intentar sobrevivir en una zona a la intemperie, se descompensó y cayó pesadamente, haciendo perder a su equipo una prueba vital. El excéntrico personaje gana millas de popularidad frente a su hermana Charlotte -inicialmente más expuesta en televisión-, y aparece como el verdadero sucesor de su madre, Mariana Nannis.
El joven de 26 años, uno de los hijos del ex futbolista Claudio Paul Caniggia, resulta mucho más parecido a su mamá que su hermana melliza. Aunque ambos, Alex y Charlotte, por lo general van en combo, y llegaron a protagonizar el reality Caniggia libre -se está emitiendo la segunda temporada-, el también cantante tiene los tics más notorios de Nannis, sobre todo en su actitud de desprecio, discriminación y destrato a quienes considera "inferiores".
Mariana irrumpió en la televisión de los años 90 como la primera botinera vip, siendo la esposa de uno de los jugadores más talentosos de la Selección Argentina, y mostrándose intrépida, extravagante y con una lengua viperina. Consideraba públicamente "putas" a todas las mujeres que se le acercaran a su marido, quien -según ella- preferiría "comer caviar y no mortadela".
Bañándose en tinas llenas de champagne, fue un personaje que en perspectiva pareció llamativo en su época, y que hoy resulta a todas luces condenable. Con los años su fama fue mermando a la par del crecimiento de sus hijos, quienes en 2012 llegaron a la Argentina desde Marbella para participar de una edición del Bailando por un sueño.
Charlotte se transformó en una de las figuras del programa de Marcelo Tinelli: en aquella noche en que el animador la subió un colectivo y la llevó a comer pizza, el rating trepó a los 32 puntos. Después se sumó Alexander, ante el fenómeno que la llegada de los hijos de Nannis y Caniggia lograba en televisión.
Luego los chicos hicieron una temporada trunca en Carlos Paz, optaron por no regresar a Europa, y pasaron años hasta que recuperaron un lugar en la televisión con el reality que la empresa Viacom -dueña de Telefe- produce para MTV y el canal líder de la pantalla chica. El contrato con la compañía incluyó el reality chileno Resistiré del que ahora participa Alexander, y donde deja ver esa personalidad que tanto hace recordar a su madre: déspota, maltratador por momentos, y dueño de esa manera de ser que le es funcional a un programa hasta que deja de serlo, por el simple motivo de que ese tipo de personajes terminan siendo una bomba de tiempo difíciles de controlar.
Una cosa es la vida de Alexander en las redes sociales, donde despotrica, denigra e insulta a medio mundo. Para él, todos son "barats", son "villa". En estos tiempos de violencia virtual, donde una gran cantidad de personas -amparadas en la impunidad que les otorga el anonimato- se despachan contra todo, Caniggia hijo redobla la apuesta y se termina creyendo el personaje.
Cholulo de sí mismo, discrimina más que cualquiera y se transforma en un freak que puede resultar atractivo pero jamás genera empatía con nadie, como sucedía con su madre. Nannis podría ser muy excéntrica pero no lograba identificación alguna con nadie, mucho menos con sus congéneres. Décadas después su hijo repite la fórmula, potenciado por el impacto de las redes y la multiplicidad de plataformas por las que llega al gran público.
Ya no es Nannis en el programa de Chiche Gelblung, sino Alexander desparramando incultura a cuatro manos. La tele lo compra como producto que claramente representa a un sector de la sociedad, más como fenómeno por sus formas que por su contenido. Puede creerse que no hay más Alexander Caniggia en el mundo que él, pero basta recordar un caso cercano como el de Rodrigo Eguillor, de breve y triste fama mediática, hoy detenido por acusaciones de acoso y abuso, para comprender que puede haber miles como él. En sus maneras y sus dichos de banana cholulo y superado, Eguillor hacía recordar a Caniggia, o viceversa.
La televisión ama a estos personajes que son pan para hoy y hambre para mañana. En el caso de Alexander, no imaginamos ni vemos un talento que pueda sostenerlo y mucho menos perpetuarlo en el inconsciente colectivo. Como su madre -hijo dilecto al fin-, parece condenado al ostracismo farandulero tras un cuarto de hora en el que llamó un poco la atención por sus defectos más que por sus virtudes. Personajes que la televisión descarta tan rápido como encuentra uno peor que él.
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