Laura Cibilla era la mesera más simpática de la disco La Diosa, de la que Diego Maradona era habitué. Corría el año 2000 y el ex jugador, que todavía estaba legalmente casado con Claudia Villafañe, había comenzado su tratamiento de rehabilitación en Cuba. Sin embargo, incapaz de dejar pasar a una mujer bonita sin intentar conquistarla, de alguna manera se las ingenió como para comenzar con ella una relación paralela que se extendió por casi tres años.
Lo cierto es que, en ese período en el que Diego mezclaba sus amoríos cubanos con su pasión por "La Turca", como llamaban cariñosamente a Cibilla, la joven quedó embarazada. Pero, previamente, Laura había viajado por unos meses a España por un proyecto laboral. Y algunos piensan que el fin de la relación, poco tiempo después de su regreso a la Argentina, tuvo que ver con los celos que le había generado a Maradona la idea de que ella pudiera haber estado con alguien más en ese período.
Para probar su relación con Diego, Cibilla mostró en la televisión española varias fotos de la pareja. Algunas, incluso, en la que se la veía al lado de Maradona en un yate, luciendo una gestación avanzada. Sin embargo, a la hora de querer demostrar que el bebé que llevaba en su vientre era fruto de su noviazgo con el Diez, a la Turca no le fue tan bien.
El hijo de Cibilla nació a fines del 2003. Pero, como entonces Maradona se encontraba atravesando uno de los peores momentos de su vida, no sólo por sus adicciones sino también por el juicio de divorcio que le había presentado Claudia y su distanciamiento de su mánager y amigo, Guillermo Cópolla, Laura recién decidió iniciarle una demanda por filiación y alimentos en abril de 2008.
Por entonces, aunque la Justicia ya lo había obligado a darle su apellido y manutención a Diego Junior, hijo de Cristiana Sinagra nacido en 1985, y a Jana, hija de Valeria Sabalain nacida en 1996, Maradona seguía sosteniendo que sus únicas hijas eran y serían las que había tenido con Villafañe: Dalma y Gianinna. "Un hijo es el fruto de una relación consentida por una pareja. Y yo tengo sólo dos hijas", decía.
Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido con sus otros descendientes extra matrimoniales, tras la demanda de Cibillia Diego accedió a hacerse un análisis de ADN. ¿Cómo? Sí: para sorpresa de su entorno de entonces, que sabía que un resultado positivo iba a ser letal para la estructura que hasta entonces había armado Maradona en su cabeza, el ex futbolista decidió someterse al estudio.
¿El resultado? Contrariamente a lo que todos suponían, el análisis dio negativo y el hijo de Cibillia resultó no ser fruto de su relación con Diego. La mujer, con el tiempo, se radicó en España, dónde agrandó su familia. Supuestamente Maradona nunca más supo de ella.
Pero, a partir de este caso, muchos comenzaron a dudar de la veracidad de las otras demandas realizadas contra Diego, entre las que se incluía la de Santiago, hijo de Natalia Gorat nacido en 2001, cuya madre falleció de cáncer a los 23 años y cuyos abuelos decidieron dejar el pedido de filliación en stand by.
Sin embargo, fue el mismo Maradona quién, años más tarde, aceptaría públicamente a los hijos que la Justicia ya le había obligado a reconocer. Y el que, ahora, estaría dispuesto a colaborar con todas las demandas de filliación que se presenten en su camino, empezando por los tres o cuatro cubanos que reclaman su apellido en la isla.
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