Es conocida por ser la ex líder de La Oreja de Van Gogh, la mítica banda española que dejó canciones inéditas. Los primeros acercamientos a la música los hizo de pequeña, en su casa junto a sus amigas, quienes le pedían que cantara para ellas. Igualmente, Amaia Montero siempre fue muy tímida, y por eso pedía que apagaran la luz para lograr entonar una canción.
Terminando la adolescencia comenzó a estudiar Ciencias Químicas, a Pablo Benegas, uno de los integrantes de La Oreja…. Ahí, su vida cambió para siempre. Y ahora, con 42 años cumplidos en agosto, sigue transitando a paso firme su carrera como solista. Nacidos para creer es su cuarto álbum de estudio, escrito junto al poeta Benjamín Prado. El álbum cuenta 10 temas que van contando la propia historia de Amaia.
—¿De qué habla Nacidos para creer?
—Los discos son como fotografías. Es decir, uno cuando se para, llega a casa, suelta las maletas después de una gira, empieza a pensar en qué ha cambiado, de qué quiere hablar. Es como un trabajo interno muy fuerte. Y el disco que me tocó justo en esta época de los 40, con la crisis que yo he pasado. Hay gente que no, pero yo sí la he pasado. Y lo digo: la pasé.
—¿En qué la notaste?
—A mí me afectó, pero también es muy positivo porque una vez que la pasas te das cuenta de que es una edad en la que uno todavía es joven, pero sabe mucho más. Tú con 30 te crees que sabes, y no tienes ni idea porque luego la vida te va enseñando. Pero el disco no va por eso, sino que el disco es un striptease emocional. Yo siempre escribo contando vivencias propias y siempre me desnudo. Eso no quiere decir que a uno no le de pudor desnudar y sacar todos sus sentimientos, pero creo que con la música hay que ser honesto.
—¿Qué tenías ganas de transmitir con este disco?
—Es un disco muy reflexivo. Hay canciones que hablan de amor, también de desamor, porque el amor está en todos lados. Pero habla mucho también del amor a uno mismo. Por ejemplo, hay una canción, "Ave Fénix", que habla de cuando uno se rompe. Y está bien, pero que hay que volver a resurgir.
—¿Eso te pasó muchas veces?
—Sí, a mí sí. Me he re roto alguna vez, claro, sí. Porque ante todo los artistas somos personas. Yo me fiasco mucho para todo el mundo. "Nacidos para creer" es una canción, es un ajuste de cuentas en dos direcciones: todos aquellos que hablan por hablar, que inventan, que chismorrean, que no tienen vida, que además son cobardes tremendamente porque se esconden, que no tienen… Yo creo que su vida es esa: hablar de otros.
—Sobre todo con las redes sociales ¿no?
—Sí, las redes sociales. Y también hay cierto periodismo que ahora se está uniendo a eso. Porque está todo cambiando mucho, ¿no? Entonces están aquellas personas que ni en el fondo ni en la superficie merecen la pena, pero que van a hacer daño y es tristísimo, y muchas veces mienten y quieren destrozar a uno… Pero esto le puede pasar a cualquier persona. De repente te puede pasar a ti de con tu vecino de no sé qué o no sé cuánto, o con alguien de tu trabajo o con cualquiera.
—¿Cómo manejás la mirada ajena?
—Es difícil, no es fácil. Me encantaría decir: "Bueno, no me importa". Tuve un 2018 especialmente difícil, y hay un momento en el que cualquier tontería es noticia, cualquier cosa, o sea, cosas inventadas que no te puedes creer. Y ha sido un año realmente duro. Por el 19 estoy tan contenta y renovada, bastante Ave Fénix. Cuando ya te han dado por tantos lados, ya no te duele tanto. Entonces la conclusión que saco de 2018 es esa: no te digo que todavía, y depende con qué cosas, por supuesto, pero me quedo inmune.
—¿Y a quién llamas, con quién te desahogas?
—Con mis amigos y con mi familia, con la gente que me conoce. Me desahogo con los que van a poner la mano en el fuego por mí.
—¿Y con el tiempo te diste cuenta que esas personas son muchas?
—Cuando pasan estas cosas, te das cuenta cuenta de muchas cosas: de quién estaba a tu lado por equis motivo, de quién estaba a tu lado por tal, de los que están, de los que siempre van a estar… Hay una parte que dice: "Los míos nunca bajan los brazos, los míos saltan cuando yo salto, los míos van a estar a mi lado igual si me dan un 3, que si escondo un as", ¿no?, porque en el póquer el 3 es la peor carta, y el as es el as. Entonces, hay gente que cuando te toca el 3, desaparece. Así te llevas muchas decepciones, pero también te llevas muchas alegrías. Y yo me quiero quedar con la parte de las alegrías.
—¿Y cuáles son algunos mitos que se dicen sobre vos?
—La gran mayoría. Solo el 10% es verdad. Y si no hay noticias, las inventan.
—¿Te juzgaron mucho por no haber sido madre?
—No, a mí por eso no me han juzgado. Solo eso faltaba… Me han juzgado por todo, pero no por el hecho de no ser mamá. Además, quiero serlo, pero no he encontrado el momento hasta ahora.
—¿Es difícil encontrar una pareja?
—Es difícil encontrar una pareja hoy en día, directamente. Y sí es verdad que yo siempre estoy viajando, de un lado para el otro. Si tuviera pareja, tampoco me gusta estar todo el rato pegado a mi pareja. Si de repente me voy de gira tengo mi equipo, estoy trabajando, es como si yo me fuera, haga lo que haga, y él a su trabajo, ¿entiendes? Esto es mi trabajo, es mi vida y eso no me gusta… No creo que me gustaría alguien que esté todo el rato porque yo tengo mi vida., Digamos que soy independiente.
—Y tenés que estar cuidándote que no se te acerque por quién sos. Eso es algo difícil.
—Sí, eso ocurre. Pero en eso he tenido suerte: las personas con las que he estado han sido absolutamente leales, y con muchos ex seguimos siendo grandes amigos.
—¿Qué es lo que más te gusta de vos?
—Siempre me dicen la frase esa de "ponte un notable de vez en cuando", porque me doy mucha caña, soy muy exigente conmigo. Pero bueno, el seguir. La fuerza. Y el carácter fuerte, para bien y para mal. Y los valores que me inculcaron. Y después de 20 años, casi 22 años de carrera, seguir aquí.
—¿Y cada vez tenés la vara más alta, cada vez que asumís un nuevo proyecto, una nueva canción?
— Sí, porque hay que evolucionar, porque no puedes hacer siempre lo mismo. Porque cuando te enfrentas a un nuevo disco tienes que mostrar cosas nuevas, tienes que mostrar esa evolución. En ese sentido, con Nacidos para creer me siento muy contenta y orgullosa porque sí que hay una evolución muy grande si lo comparas de mi primer disco. Pero claro, tenía 30 años y hablaba de cosas de los 30 años. Ahora hablo de cosas de 40 años. Y ahí sí hay una evolución. Me siento orgullosa de eso.
—¿Qué cambiarías de tu vida?
—Hay una canción en el disco que se llama "Me equivoqué". Los errores… Todos cometemos errores, no podemos siempre dar en la diana y hacerlo todo bien. Pero los errores te hacen ser quien eres, siempre y cuando uno aprenda.
—¿Y de chica soñabas con esto, con este reconocimiento, esta fama?
—No, no. A mí me gustaba cantar mucho, me encantaba, la música era mi pasión. Mis amigas me pedían siempre que cantara, y yo me moría de la vergüenza, tenía que apagar la luz, un horror. Encima parecía que me hacía la interesante y nada que ver, porque me daba pena, por timidez. Pero empecé la universidad y estaba estudiando Ciencias Químicas cuando conocí a los chicos de La Oreja de Van Gogh. Y al año y medio de empezar a hacer nuestras canciones, de repente vendimos un millón de discos. Y mi vida cambió.
—¿Cómo luchaste contra esa timidez?
—Es que todo fue tan de repente… Tocábamos en bares para amigos, venían 30 personas. Esto fue como seis veces, algo así. Y cuando salió el disco de repente un día estábamos en España y resulta que había 20 mil personas: pasamos de eso a 20 mil. Y en ese momento no tienes tiempo para pensar. Simplemente te subes al escenario y lo haces. Ahí yo no siento miedo: al subir al escenario.