"Me llamaron para decirme que la subrogante había roto bolsa, ese mismo domingo volé solo porque Gustavo no podía ir y presencié el parto, fue cesárea, les corte el cordón", recordó alguna vez Ricardo Fort sobre aquel 24 de febrero del 2004 en que tuvo por primera vez en brazos a sus hijos Martita y Felipe y su vida cambió para siempre.
"Bella" y "Fachero", como los llamó él varias veces en las redes sociales, eligió los nombres de los mellizos en honor a su mamá y a su abuelo paterno y fundador de la fábrica de chocolate. Aunque el proceso de subrogación fue relativamente rápido, el deseo de ser padre que se concretó a sus 36 año se había encendido en su cabeza en su juventud.
Guillermo Peyrano, amigo del chocolatero desde hace más de tres décadas contó a Teleshow: "Cuando nos conocimos, yo dije que me tenía que ir porque venía mi hijo. Eso le llamó la atención y me dijo que le tenía que contar esa parte mí, la paternidad. Creo que ahí comenzó a rondarle la idea".
Un camino solitario
Rondando las tres décadas Ricardo se puso de novio con Gustavo. Juntos comenzaron a elaborar la idea de formar una familia, pero su relación amorosa se rompió luego de seis años. A pesar de eso, Fort siguió firme con su sueño.
Fue así como el ex Bailando comenzó a hacer las averiguaciones para suborgar un vientre en Los Ángeles, ya que en Argentina no está reglamentada la práctica. Completó las solicitudes correspondientes pero le faltaba un pequeño detalle: el dinero para el tratamiento. En ese entonces a pesar de que era uno de los herederos de una de las empresas más importantes del país, no disponía libremente de la plata.
Aunque Carlos, su padre, no estaba del todo de acuerdo con la idea de convertirse en abuelo de esa forma, lo ayudó. El mismo Ricky recordó en una charla con Gente: "Estábamos en Alemania para ir juntos a una exposición de chocolates en Colonia. Le mostré la carpeta explicativa que me habían dado en la clínica. Se quedó callado. Repetí toda la historia y a la segunda vez me dijo que sí. Y me dio la plata… Mi viejo me regaló lo más importante que tengo en la vida: mis hijos".
Fue durante otro viaje que se acercó más a sus chicos. Había aterrizado a Miami luego de haber pasado unos días en Nueva York con Peyrano cuando lo llamaron de Los Ángeles. De inmediato voló a California con su amigo que lo acompañó a la clínica: "Había que elegir a una donante de óvulos y a la subrogante (la mujer que lleva al bebé en el vientre) , nos empezaron a llegar catálogos. Eligió tres candidatas de acuerdo con criterios relacionados con la salud".
"Quedó la tercera donante. Ella y la subrogante tienen que realizar un tratamiento de hormonas. La mujer que llevó a los bebés en su panza dijo que no quería que le inseminaran más de dos óvulos porque era muy fértil. Y así fue. En el primer intento prendieron los dos", recodó Peyrano sobre el momento en que sus hijos en camino ya eran una realidad.
Como en medio de las emociones y la ansiedad hay cuestiones legales y de papeles, por eso durante el proceso el empresario estuvo asesorado por unos abogados estadounidenses que se ocupan específicamente de estos temas.
Durante el período de gestación Fort viajó frecuentemente a Los Ángeles a estar con la subrogante y a crear el vínculo con los mellizos que estaban en camino, incluso hay fotos de él besando la panza. Padre presente desde el día uno, Ricardo siguió solo el embarazo semana a semana y hablaba casi a diario con la mujer que engendraba a sus bebés.
24 de febrero, el día que lo marcó para siempre
Ricardo estaba comiendo un asado con amigos en la casa que tenía en un country cuando lo llamaron desde Estados Unidos para avisarle que la subrogante había roto bolsa. De inmediato voló a Los Ángeles: "Llegué al parto y me dejaron cortar el cordón umbilical de mis hijos", contó él en una entrevista.
Como los bebés nacieron antes de las 40 semanas y eran muy chiquitos, tuvieron que estar quince días en incubadora y el flamante papá no se movió de su lado. Nadie nace sabiendo cómo ser papá de un bebé, por eso en los días que los chicos estuvieron en Neonatología él aprendió a cambiar pañales y dar mamaderas.
"Primero estuvo su amigo Claudio Borges, ex entrenador de Diego Maradona, con su mujer y su hija y después su ex cuñada Karina, la mujer de Eduardo fue a Miami. Ellos le sacaron las papas del fuego, porque él no quiso tomar a una chica allá y su mamá le quiso mandar una niñera y tampoco aceptó", recordó Guillermo.
En aquel momento, el preparador físico acompañó al chocolatero a Los Ángeles y su esposa se quedó en Miami preparando todo para la llegada de los recién nacidos, según contaron allegados a la familia a Teleshow. Mientras el flamante papá le daba de comer a Felipe que estaba en incubadora, su amigo a Martita.
Las primeras ropitas de los bebés las compró en Estados Unidos. Todo era "por dos", incluso las cunas las armó él mismo con Claudio. Una vez que los bebés tuvieron el peso indicado fueron dados de alta y la nueva familia viajó a Miami donde se instaló hasta que los mellizos tuvieron los papeles para poder venir a la Argentina.
Así, Ricardo dejó atrás sus miedos y su inexperiencia y junto con Martita y Felipe comenzaron a formar una familia. Según cuenta su amigo el chocolatero estaba "fascinado" con los pequeños, que poco antes de cumplir los tres meses de vida vinieron al país. Recién ahí sus abuelos (Marta Campa y Carlos Fort) los conocieron.
Actualmente los chicos que hoy cumplen quince años están al cuidado de Gustavo Martínez, ex pareja y amigo incondicional de Fort. Después de todo, cuando las luces se apagaban y Ricardo buscaba un momento en familia, siempre estaban ellos, sus hijos.
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