Dos músicas populares, de dos lugares, pueblos e idiosincrasias distintas, tendrán un gran encuentro sobre el escenario del Teatro Colón. En el marco del Festival Únicos se dará el espectáculo sinfónico “El abrazo del Tango y el Flamenco”, del que participarán los españoles Antonio Carmona y Miguel Póveda junto a dos glorias tangueras locales como Ariel Ardit y Guillermo Fernández.
Será este domingo a las 17, en el primer turno de la jornada de cierre de la edición 2019 del festival. Ya pasaron los shows de Lila Downs, Café Tacvba, Pedro Aznar -con Charly García y David Lebón como invitados-, Gustavo Santaolalla y Luciano Pereyra. Hoy sábado se abrirá el telón para Juanes -19 horas- y Katherine Jenkins -21.30-. Mientras que el domingo también habrá para el regreso de La Trova Rosarina -a las 19.30-, y una nueva función para Aznar -22 hs.-.
En diálogo con Infobae, y después del último ensayo, Carmona y Póveda adelantaron parte de lo que se verá en el escenario del máximo coliseo argentino.
“El abrazo del tango y el flamenco, aunque suene un poco mal -se ríe-, es vino, humo, noche, guitarra, sobre todo mucha pasión. Yo creo que en las letras del tango pasa igual que con las del flamenco: soledad, bulería, se cuentan historias contenidas así. El tango y el flamenco tienden a juntarse igual que los imanes, así que hay una buena sinergia entre los dos”, arranca Antonio Carmona, que por estas tierras se lo empezó a conocer por su trabajo con la banda flamenco pop Ketama.
Por su parte, Miguel Póveda -quien supo colaborar con artistas tan disímiles como Chavela Vargas, Paco de Lucía, Pedro Almodóvar, Alejandro Sanz y Joaquín Sabina- asegura que el tango y el flamenco “son músicas distintas, pero que se admiran, se respetan, se reconocen. Los tiempos del tango son muy diferentes de los del flamenco, pero el flamenco, en su día, rescató cosas del tango, que están impregnadas en el flamenco tradicional. Es decir, la milonga nuestra tiene influencias de vuestra música. Lo que tienen en común es que vienen de los barrios marginales, de los patios, de gente humilde, de gente que tiene una poesía popular muy auténtica. Ambas son músicas que están muy vivas y que afrontan la vida con la misma pasión, con la misma entrega. Y tienen esa cuestión de explicar muy bien el dolor, pero también la alegría”.
—¿Qué les produce cantar en un escenario tan conocido mundialmente como el del Colón?
Carmona: —En España y estuve haciendo La Voz, ¿no? Cuando a mis compañeros les dije que venía al Colón, todos me decían: ‘coño, no he tocado en el Colón, quisiera estar ahí”. Ah, me tocó a mí, con Miguel, con Guillermo y Ariel. Buenos Aires siempre ha acogido bien mi música. Así que ese templo y ese momento me lo voy a llevar para mí, para siempre, para toda la vida.
Póveda: —A mí me produce sentimientos bellisimos. Tuve la oportunidad de cantar en el Colón en 2006 y de ese concierto se recogió ese material para hacer un disco: tengo un disco grabado dentro del Teatro Colón de Buenos Aires, antes de que lo remodelaran, junto al maestro Rodolfo Mederos y orquesta. Y ahora volver me hace una ilusión tremenda, porque quiero ver el después. Vamos a cantar acompañados por la sinfónica dirigida por Edgar Ferrer, así que ya estoy deseando de que llegue el día 17, volver a mirar el Colón y sentir que soy un privilegiado por estar ahí.
—¿Cómo cuajaron entre ustedes y con Ariel Ardit y Guillermo Fernández en los ensayos?
Carmona: —Con Miguel siempre es un gusto trabajar, porque es compañero, nos conocemos, el es un gran amigo de mi familia, de los Habichuela. Y estar con Ariel y Guillermo fue una pasada, porque son dos maestros, como provocan el tango, como son capaces de cambiarlo de un ensayo a otro, así que lo hemos hecho tiene una riqueza muy grande.
Póveda: —A Guillermo no lo conocía, pero ha sido un descubrimiento y un honor participar de un proyecto con él, ya que me puse al día, y me dí cuenta de que él es un maestro. A Ariel ya lo conocía, soy fan, compraba sus discos cuando venía a la Argentina, y realmente en el momento en que me avisaron que iba a cantar con él, di saltos de alegría, porque lo admiro: afronta al tango desde un lugar muy elegante, muy comprometido, tiene un aura muy especial sobre un escenario, cuida la música y valora lo que está haciendo.