Por Nancy Duré
Junto a Débora Pérez Volpin, Enrique Sacco conoció el verdadero significado de la palabra "amor". Ella fue su compañera, su aliada y el motivo de su alegría durante siete maravillosos años. Y por eso hoy, que ya no la tiene a su lado, el periodista vive aferrado a su recuerdo, que es lo único que le da la fuerza necesaria como para seguir adelante.
"¿Si me parece increíble que ya haya pasado un año desde la muerte de Débora? Sí. Pero más increíble me parece que haya pasado lo que pasó", confiesa Quique en diálogo exclusivo con Teleshow. Pérez Volpin falleció el 6 de febrero de 2018, mientras le practicaban una endoscopía en el Sanatorio de la Trinidad de Palermo. Pero Sacco sigue refiriéndose a ella en tiempo presente y parece no poder usar la primera persona para hablar de lo que le ocurre a él, en la actualidad, cuando no le queda más remedio que convivir con la ausencia de la mujer que ama.
—¿Será que todavía no pudiste caer?
—Sí. Por momentos lo procesás y te das cuenta de lo que pasó y de que es real, pero hay otras veces en las que te cuesta creerlo.
—¿Todos los días recordás a Débora?
—Siempre. Y de la mejor manera. Lo hago estando a solas, con los chicos, Agustín y Luna, con su mamá Martita, con el resto de la familia o con los amigos. Ella siempre está presente. También es verdad que, a veces, estás distraído y cualquiera que te cruza por la calle y te saluda te recuerda a Débora. Y eso te hace sentir bien por el afecto que te brinda, pero de alguna manera te vuelve a generar consciencia de lo que pasó.
—¿Te hace sentir la ausencia?
—Exacto. Es bueno el apoyo, pero también te pone en contacto con la realidad que estás viviendo.
—¿Y cómo era contar con su presencia? ¿Cómo era tu vida con Débora?
—¡Maravillosa! Teníamos una relación increíble. Cuando ocurren estas situaciones, no lo podés entender. Pero quizá es por lo fabulosa que fue nuestra historia, por lo que construimos. Siempre evolucionando, creciendo a la par. Y, cuando digo a la par, es exactamente eso: siendo una pareja. Nos enriquecíamos mútuamente, disfrutábamos. A nosotros, cualquier situación nos servía como motivo para disfrutar. Desde un viaje planificado hasta una cena común de cada día. Porque nos quedábamos tomando algo o, simplemente, compartiendo una charla. Y era genial.
—¿Ella hacía que lo cotidiano fuera especial?
—Exactamente. La nuestra siempre fue una relación muy especial. Y no lo digo ahora por lo que pasó: era así, especial. Los que nos conocen saben que era así. Te lo pueden decir los chicos, la familia, los amigos… Nosotros siempre construíamos un lugar o un momento para que fuera especial.
—¿Y cómo te enamoraste de Débora?
—¡Bueno! Que te guste Débora es muy fácil porque es muy linda. Creo que mucha gente siempre marcaba su belleza. Pero lo bueno fue haber tenido la oportunidad de conocernos y darnos una chance. Y yo creo que me enamoré en el primer encuentro. Yo soy escorpiano y los de mi signo tenemos eso que no se puede explicar con palabras, pero que hace que con la primera sensación puedas saber qué te puede deparar el destino. Y la primera noche que compartimos una cena, en lo que fue nuestro primer encuentro, me di cuenta de que ella podía ser una mujer para siempre.
—¿Dónde fue esa cena?
—En el restaurante de un hotel boutique de Palermo. Ahí fue nuestra primera cita.
—Me imagino tu felicidad cuando ella te aceptó la invitación…
—Yo estaba feliz. Pero, en realidad, fue ella la que me invitó.
—¿Cómo fue eso?
—Ya veníamos hablando. Yo la conocí a través de la tele. Después habíamos coincidido en Uruguay, pero no habíamos tenido contacto. Más adelante habíamos compartido una cena con otra gente en la que nos habíamos caído bien y punto. Y, con los años, nos volvimos a cruzar en un estudio de televisión y dijimos de tomar un café. La cuestión es que un día la llamé para concretarlo pero ella estaba en Paris, de dónde yo había vuelto el día anterior. Así que quedamos en hablar más adelante y nos fuimos comunicando, hasta que un día me dijo de ir a cenar. Y así fue. Pero, si no me lo proponía ella, se lo iba a proponer yo porque todo nos iba llevando a ese encuentro.
—¿Tenía que ser?
—Yo creo que sí, que tenía que ser. Me da la impresión de que en la vida, a veces, tenés casi todo marcado. Que las cosas no son porque sí.
—Lamentablemente, a vos te arrebataron a Débora. Pero, si te sirve de consuelo, mucha gente pasa por esta vida sin conocer nunca un amor así…
—Siempre digo que en ese aspecto me siento un privilegiado. No puedo hablar por todo el mundo, pero uno tiene conocimiento de muchas historias. Y yo puedo decir que tuve el privilegio de conocer el amor con Débora. No sé lo que me va a deparar el futuro. Pero, si no vivo más nada, yo ya viví un gran amor. Y creo que eso tiene que ver con la tranquilidad que uno puede tener para seguir adelante y quedarse instalado en los mejores recuerdos, que son los que te impulsan a seguir.
—Débora también te dejó el cariño de sus hijos, ¿verdad?
—Sí. Además de esos maravillosos recuerdos, del tiempo compartido, de todo lo que vivimos juntos, está el legado de ese amor que son sus dos hijos. Nosotros tuvimos una hermosa relación los cuatro. Y con la ausencia de Débora, pero a partir de lo que ella había gestado, fue mucho más fácil la continuidad de nuestro vínculo. Siempre decimos que somos un equipo. Así lo mencionábamos cuando estábamos los cuatro y así lo sigo mencionando ahora que estamos los tres. Y disfrutamos esos encuentros. Cada uno respetándose sus espacios y teniendo en cuenta que los chicos también tienen un papá presente. Pero sabiendo que yo seré siempre un papá del corazón.
—Resulta increíble que no haya nadie que puede decir algo negativo de Débora, nadie que se haya llevado mal con ella o que haya tenido algún problema…
—Mirá: creo que vos te enamorás de las buenas personas. Yo siempre digo que el hecho de que Débora sea una linda persona desde el punto de vista de su belleza, estéticamente hablando, es lo último en lo cual te podés fijar. Quizá sea el principio para ponerle el foco de atención, pero es lo último. La mayor virtud de Débora era su hombría de bien, su honestidad, su frescura, su personalidad…Ha sido una mujer todoterreno siempre. Una luchadora con gran inteligencia. Dueña de una sonrisa y una mirada brillante. Y, por otro lado, linda. Por lo tanto, yo estoy feliz de mi historia con ella, pero porque me enamoré de una muy buena persona, que es lo que vale.
—Sabemos que la causa por la investigación de su muerte es complicada y dolorosa. ¿Pensás que finalmente se va a hacer Justicia?
—Nosotros hicimos lo que Débora hubiese hecho por nosotros. Y creo que es necesario que se haga Justicia. Es necesario para la familia, es necesario para sus amigos y es necesario para la sociedad. Porque aquí hubo un hecho y hay pruebas contundentes. Lo que pasó no fue producto de una situación fortuita. Esto pasó por algo. Y eso que pasó tiene que dirimirse en un juicio como corresponde, con las partes involucradas, para que la Justicia pueda determinar las responsabilidades. Nosotros lo que queremos, en esta instancia es que la fecha del juicio oral y público se dé a conocer cuanto antes. Porque, cuando se conozca el resultado, nos va a dar tranquilidad y nos va a permitir cerrar un ciclo. Si no, uno vive en esa incertidumbre y en esa mezcla de sinsabores que se dan a pesar de que nosotros conocemos la verdad y sabemos muy bien lo que pasó.
—¿Sería una manera de sanar, aunque sea un poco, la herida?
—Claro. El tiempo te ayuda a procesar y cada uno de nosotros lo hace a su manera. Pero, obviamente, esto nos ayudaría. Sobre todo, dándonos tranquilidad espiritual. Pero es importante no sólo por nosotros, sino también para que este tipo de situaciones no ocurran nunca más. Que sirva como un antes y un después. La sociedad necesita que la Justicia se expida porque fue un caso que generó mucha conmoción pública.
—Hoy la Legislatura Porteña le va a estar haciendo un homenaje a Débora, colocando una placa con su nombre en la sala de periodistas. ¿Cómo vivís este reconocimiento?
—Yo soy de los medios, pero no estuve hablando en todo este tiempo a pesar de mi profundo agradecimiento con todos los colegas, que nos han tratado con un respeto enorme. Sin embargo, consideré que hablar en este momento tiene que ver con eso: con hacerle un homenaje a Débora, con recordarla bien, como la quiere recordar todo el mundo. Así que con esa energía vamos a estar presentes en la Legislatura, en este acto que tiene algo muy especial. Porque ella fue legisladora electa en este último desafío que se había planteado y porque, además, va a ser reconocida por sus colegas periodistas.
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