Sorprendió anoche el tuit de Carolina Pampita Ardohain anunciando su separación -otra vez- de Pico Mónaco; aunque nunca habían terminado de blanquear antes la reconciliación. Cuando quieren son esquivos y cuando quieren son clarísimos estos famosos modernos que viven su vida en las redes sociales, y mucho más en este caso, porque ya de por sí fueron muy sospechosas sus idas y vueltas previas, muy ligadas a determinados hechos de marketing y prensa que al verdadero amor. El entorno de la modelo confió a Teleshow que "se veía venir" un final que apenas tuvo principio.
Repasemos: ellos saben ser buenos novios de verano, sobre todo en las proximidades de los únicos quince días en que Punta del Este existe para un grupo de millonarios que pasan ahí el Año Nuevo y se quedan no más allá del 10 de enero. Esos días valen oro y esta pareja ha sabido sacarle el jugo a ganancias en dólares por sus presencias en eventos. Pero este verano tuvo sabor a poco. Apenas alguna foto en las redes y fotos "robadas" -arregladas- con las revistas para anunciar una reconciliación que fue muy poquita cosa, a la vista de los acontecimientos. Antes de terminar enero, ya están separados, y el anuncio tuitero parece dar un toque definitivo al tema.
Eternas dilaciones de parte del ex tenista en darle a Pampita la vida de novio formal y futuro marido, padre de familia y todo el combo que incluye en estar a su lado; escenas de celos de ella, previo a manejarle agenda y teléfono, planteos y exigencias de definiciones que por fiaca, dudas o ánimo cholulo, el muchacho no terminaba de cumplir frente a una mujer exigente, controladora y obsesiva en sus relaciones.
Tras esa primera separación hace un año, sobrevino la "primera reconciliación marketinera", justo para el cumpleaños 40 de ella en Playa del Carmen, que -canje mediante- hizo que una comitiva de amigos viaje a México a festejar con ella. La aparición de Pico cerró el negocio para la foto triunfal y todos contentos, sobre todo los que le dieron el canje. Con el tandilense tenía otro precio. Después del verano 2018 con amplia facturación esteña, aparecieron separados y luego juntos para el cumple en México. Después, nuevamente el misterio y otro distanciamiento alrededor de mayo del año pasado, en pleno tsunami existencial de la modelo. En cuestión de días, Pico se cansó de los controles y escenas, partió al mundial de Rusia y a ella le levantaron el programa en Telefe, al que decidió renunciar para no encarar al aire la despedida de un ciclo fallido.
En el medio del levantamiento, la conductora voló a Rusia buscando la reconciliación, pero no pudo ser. Alguna foto en el estadio en un partido de Argentina y de vuelta a casa con las manos vacías; pero sin declaraciones ni definiciones. Ambos pasaron meses "mudos" hasta que ella recobró protagonismo en el programa de Tinelli, como jurado invitada. Y con Pico, un juego de "frío-calor" para no perder el negocio del perro Osvaldo -a quien ella casi pisa con el auto-; por lo cual se visitaban para que el animal vea a los hijos de ella, que se habían encariñado, y así continuar facturando.
Y sobre fin de año, ¡oh casualidad!, una nueva reconciliación en medio de los días de facturación potente en Punta, fotos, la inauguración de una nueva temporada del restaurante de él (Casa Babel), que terminaría clausurado de todos modos- y ahora, finalizada la racha un poco flaca de la crisis, el tuit negro de la separación final, anoche. Pampita pide que no se especule sobre eso, pero cuesta no sacar cuentas, sumar días y momentos, y encontrar siempre algún buen negocio en tiempos de bonanza amatoria entre ambos. Porque cuando todos los canjes y los "chivos" se terminaron, se acabó el amor.
Tratamos de creer una y otra vez en este romance, pero es difícil -verdaderamente- no unir a esta pareja a un arreglo comercial. La historia y los hechos resumidos en esta nota, lo comprueban. Más allá del amor, las apuestas ganadas y perdidas, de cada uno y como novios, Pampita y Pico Mónaco -así los recordaremos de ahora en más- se parecieron mucho más a una sociedad anónima que a una pareja plena. Muchas fotos de cuerpos perfectos, mucho marketing, mucha vida cholula, muy para el afuera, muy para las redes, para la carrera post-tenis de él como conductor y modelo, para la foto perfecta de la familia que ella tanto desea, para los eventos top, pero pocas nueces para el amor. Ruido, sí. Mucho.
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