Por Nancy Duré
Su entereza es admirable. Hace seis meses, Nora Cárpena perdió a Guillermo Bredeston, el amor de su vida y el padre de sus hijas, Lorena y Nazarena, con quien había compartido más de cinco décadas. Ella le sostuvo la mano hasta el último instante. Y, tras su partida, entendió que lo mejor era seguir adelante no sólo con su vida familiar, sino también con su carrera. Así lo hizo. Por un lado, continuó con su trabajo en Incorrectas, por América, dónde se luce
en su nueva faceta de panelista. Y, por el otro, se metió de lleno en los ensayos de Viva la vida, obra con la que acaba de debutar en el Teatro Lola Membrives.
La reconocida artista, que se luce en el teatro y la televisión, habló con Teleshow sobre su presente, la polémica con Palito Ortega por los derechos del espectáculo que protagoniza en Calle Corrientes y cómo fue su dolorosa despedida de su marido tras varios años de enfermedad.
—¿Cómo fue estrenar una obra como esta en la cartelera de
Buenos Aires?
—Sabemos que los teatros andan todos flojos este año. Hasta los que van primeros, por las cifras, en otra época hubieran quedado últimos. Pero, obviamente, la actividad teatral no puede escapar a lo que es la realidad del país. Así que, dentro de ese contexto, arrancamos bastante bien.
—¿Será porque son un oasis de optimismo?
—Sí, esta obra es un canto a la alegría. Tiene que ver con un grupo de amigos que deciden irse a vivir juntos a una isla del Tigre, en honor a cuando eran jóvenes que estaban siempre unidos y se divertían. Y ahí es donde surgen los recuerdos. Es una obra absolutamente tierna, optimista y simple, que representa la vida misma.
—Por lo que trascendió, la obra se había pensado como una especie de tributo a Palito Ortega, pero él después se arrepintió de ceder los derechos…
—No fue lo que a mí me dijeron. La obra es un tributo a los jóvenes de ayer. Y la prueba está en que hay música de todos los autores. A mí lo que me contó la autora, que es Valeria Ambrosio, fue que como se iba a llamar Viva la vida y hay una película de Palito, producida por Enrique Carreras, que lleva ese nombre, se le notificó que se iba a hacer un espectáculo con ese título y que se iban a utilizar canciones de él.
—¿Entonces?
—Se le mandó el libro y yo supongo que Palito lo leyó. Por lo menos a mí me dijeron que lo había leído. ¿O será que dijo que lo leyó y no lo leyó? ¡No lo sé! El tema es que él tuvo toda la info del espectáculo y dijo que sí. Pero, cuando ya faltaban unos días para el estreno, apareció la novedad de que no quería que se usaran el nombre y sus temas. Pero creo que fue un mal entendido, que fue alguien de su entorno quien no quería que aceptara.
—Dicen que fueron sus hijos quienes le pidieron que no cediera los derechos, justamente, porque creían que era una buena idea que ellos produjeran un tributo a su padre…
—Seguramente. Pero yo no sé hasta qué punto es posible esto. Porque Viva la vida es una expresión idiomática. ¿Por qué uno no la podría usar? No sé qué pasa si uno va a Patentes y Marcas. Pero, en definitiva, si no le gustaba la idea lo hubiera dicho apenas le mandaron el libro.
—¿Te sentiste traicionada por Palito?
—¡No! Se habrá traicionado él, en todo caso, que leyó la obra y le pareció bien y después cambió de opinión. ¡Faltando una semana para el estreno!
—Compartís escenario con grandes figuras: Rodolfo Ranni,
Mercedes Carreras, Alberto Martín, Marta Bianchi y Jorge
Martínez. ¿Cómo se vivió en el elenco esta incertidumbre de
última hora?
—Decían: "¡Qué cosa bárbara!", "¡Qué terrible!", "¡Ya se
arreglará!"… Somos gente mayor: estas cosas ya no nos angustian.
—Siendo personas maduras, volvés a trabajar con Alberto Martín, el hombre que motivó tu separación por un año de Guillermo…
—Pobre Alberto, él no tuvo nada que ver en eso. Había una persona que llamaba a mi casa y decía cosas que no eran ciertas. Y eso me generó a mí un problema con Guillermo. Es algo que pasó hace mucho tiempo y ninguno de nosotros fuimos responsables de la situación. Sólo caímos en la maldad de alguien.
—¿Sabés quién fue?
—Yo era muy exitosa, así que a lo mejor era alguien que quería ocupar mi lugar en las telenovelas de Alberto Migré. O tal vez era una mujer que estaba enamorada de Bredeston. ¡Andá a saber por qué en ese momento necesitaba hacerme mal! Pero yo ya me olvidé.
—No pudieron con esta pareja y, a decir verdad, hoy se ven pocos matrimonios tan consolidados…
—Yo tengo muchas amigas que tienen matrimonios consolidados. No sé, a lo mejor, la gente más joven tiene otras necesidades. ¿Sabés qué pasa? En la vida uno hace lo que puede y va decidiendo en el camino. Si uno decide que le importa más su grupo familiar, a lo mejor va perdiendo algunas otras cosas. Pero es uno el que decide que le interesa más eso. Igual, no es fácil la pareja.
—Al mirar atrás, ¿vos sentís que tuviste que dejar muchas cosas de lado?
—No. Evidentemente, me importó más mi relación familiar. Nosotros tuvimos una familia bastante unida, de esas que se juntan los domingos. Al principio, era en la casa de mi abuela, después en la de mis padres, después en la mía y, ahora, en la de mis hijas. Pero siempre nos seguimos juntando.
—Y ahora que tu marido ya no está, ¿cómo estás vos? Porque tu lucha venía desde mucho tiempo antes de su partida…
—Hacía siete años que Guillermo estaba enfermo. Cuando empezó con su primer ACV, la situación fue muy grave pero la rehabilitación parecía dar resultado. Pero después los episodios se repitieron varias veces y, cada vez, le costaba más salir. Así que los últimos cuatro años fueron complicados, porque ya no se movía de la cama y estaba con respirador. Pero yo ya estaba acostumbrada a esa vida. O, mejor dicho, acomodé mi vida a eso. Y ahora, extraño…
—Claro
—Pero no es que extraño al de los últimos años. Es difícil explicarlo sin que se malinterprete. Pero yo extraño al Guillermo aquel, con el que yo salía, con el que me iba de viaje, con el que me divertía, con el que hablaba de trabajo… La persona que estuvo en mi casa en el último tiempo ya no era él. Igual, extraño sentarme a su lado, darle la mano y que me la apretara. Pero al que en realidad extraño mucho es al Guillermo pleno.
—Es que cuando alguien ya no puede hacer las cosas que amaba de la vida, deja de ser la misma persona. ¿No te parece?
—Tal cual. Mis hijas lo decían siempre, sobre todo la mayor: "Este no es mi papá". Porque las charlas que ellas solían tener con su padre ya no existían. Pero, por supuesto, cuando él se fue se partieron, porque ahí si hicieron el corte definitivo. Igual que yo. Y eso duele mucho. Pero él estaba muy cansado y no podía más.
—¿Pensás que el hecho de estar tan activa a nivel laboral te ayudó a sobrellevar la pérdida?
—No lo sé, porque no tengo idea de qué hubiera pasado si no hubiera estado activa. Pero a mí me vino bien cuando a Moria Casán se le ocurrió llevarme al programa, porque era una manera de salir de casa y hacer algo distinto. No era algo que me demandara ocho horas por día, como una tira. Así que me pareció divertido.
—Es un lugar dónde, hoy, aplicás todo lo que aprendiste a lo largo de tu vida…
—A mí me hace bien. A veces la gente me critica y yo lo sé porque, aunque no tengo redes más allá de un Instagram que me maneja mi nieto, me lo comentan. Pero bueno, para eso uno está. Yo opino de un montón de cosas de las que no tengo ni idea. Pero, hoy en día, todos opinamos de lo que no sabemos. Y es así.
SEGUÍ LEYENDO