"¡Estaba en pantuflas! Ya estoy lista", se sincera Karina La Princesita cuando recibe a Teleshow en la casa que alquila en Carlos Paz sobre el lago San Roque, ya con las zapatillas puestas, dispuesta para hacer la producción fotográfica. Es la primera vez que la cantante hace temporada teatral y es por eso que, según reconoce, todavía se está adaptando al "mundo del teatro".
Mientras camina por su casa, se la escucha cantar por lo bajo. "Es curioso porque trabajo de esto, pero me encanta hacerlo en mis ratos libres. Tengo un equipo de karaoke, y lo que más me gusta es lo melódico", cuenta, al tiempo que alza a Queen, la perra de su hija Sol. "Es una pomerania y tiene ocho meses", detalla quien protagoniza Siddharta, el espectáculo de Flavio Mendoza, junto a Facu Mazzei, Mirta Wons y el humorista Flaco Pailos.
Se la observa tranquila y callada; aclara que es muy tímida y vergonzosa. Por eso Karina no está acostumbrada a conceder muchas notas. Tampoco le gusta hablar de ella. "Todavía me cuesta entender que quieran saber cosas de mí", reconoce en una entrevista íntima con este portal, en la que habla del amor, del desafío de volcar su carrera en la actuación y hasta de que debió conversar con su hija de 11 años sobre la pedofilia.
—¿Le costó mucho convencerte a Flavio para que aceptaras ser parte de Siddharta?
—No fue tanto porque yo antes de que él me convocara, supuse que me iba a pasar. No sé por qué, pero le dije a una persona de mi equipo de trabajo que si llegara a existir la propuesta de hacer algo de actuación, íbamos a decir que sí porque este año (por 2018) quería hacerlo.
—Vos sos cantante. ¿Te había picado el bichito de querer ser actriz?
—Tenía ganas de ver de qué era capaz. Hasta dónde era capaz de llegar en cuanto a llenarme de actividades en el día. A los tres meses salió la propuesta para hacer teatro con Flavio y como yo siempre trato de aceptar algo según lo que siento, y las canciones me emocionaron, dije que sí dos días después. Y de repente me vi metida acá.
—¿Cuando te propuso que hicieras temporada en Villa Carlos Paz, también aceptaste rápido o dudaste un poco más?
—Yo desconocía cómo es el teatro. Que primero es en Buenos Aires y que después sigue en Mar del Plata o Villa Carlos Paz, entonces lo hice tranquila allá y un mes antes, cuando me ofrecieron venir para acá sí dudé más porque el verano es cuando yo más canto. Es la época que queremos para trabajar bien porque aparecen un montón de shows.
—¿Y qué te llevó a decir que sí?
—Tuve que decir que no a otros shows que ya tenía en espera y que me habían pedido hace un año. Sabía que económicamente me servía más esto. Y a su vez, una de las razones por las cuales acepté este año fue pensar primero en mí y no en todo lo demás.
—¿A qué te referís con "todo lo demás"?
—Ahora pensé en lo que me hace bien y me pone contenta, y no en lo económico. Yo soy de pensar mucho en todos: en mi banda, en mis músicos, en mi familia, a quienes ayudo un montón, en mi casa… Lo pensé, y la única condición que puse para hacer temporada era que también pudiera hacer mis shows, para que mi banda siguiera trabajando. Y es lo que estoy haciendo.
—Cuando surgen propuestas laborales, ¿lo consultás con alguien o decidís sola?
—Sola. No me gusta pedir sugerencias. No tengo a nadie con quien consultar porque no quiero. Me parece que para tomar decisiones, ¿qué mejor que yo? Si me llegara a equivocar, sería algo que lo sentí desde el corazón y no me arrepentiría.
—¿Con quién viniste a Villa Carlos Paz?
—Estoy con mi hija Sol, de 11 años, mi hermanita de 13, y constantemente va y viene mi mamá. Además, me visitan mis amigas que están de vacaciones en sus trabajos y vienen unos días.
—Los últimos días apareció una foto en la que un hombre está al volante de tu camioneta, buscándote a la salida del teatro junto a tu hija. ¿Estás en pareja?
—Estoy sola. Es un amigo. Tengo varios amigos que manejan mi camioneta y justo lo agarraron a él. No estoy en pareja porque no quiero. Estuve mucho tiempo de novia y está bueno tener un momento para dedicarte al trabajo y estar tranquila. No tengo ganas.
—¿Hay candidatos?
—Propuestas hay, pero estoy bien así. Cuando termine la temporada, veré.
—¿Te cuesta enamorarte?
—Yo doy muchas vueltas. No me entra por los ojos y tampoco es fácil, por más que haya hablado un par de veces. Me gusta conocer a la persona, hablar muchas veces, ver si me llevo bien, si me divierte.
—El 30 de enero es tu cumpleaños. ¿Cómo lo vas a festejar?
—No sé. Nunca festejé. Me da lo mismo hacer algo o no. Soy un poco aburrida. Flavio ya me dijo que lo invite, dando por hecho de que hacía algo. Tampoco me gusta salir de noche y si lo hago, es siempre acompañada. Además, prefiero hacer cosas en mi casa para que mi hija pueda estar, ella está con mi grupo de amigos porque son cosas sanas.
—En junio debutaste en Siddharta, desde entonces hasta ahora, ¿te sentís más cómoda sobre el escenario?
—Sigo tomando clases de distintos tipos de danza, además de canto. Si bien mayormente son los mismos pasos, estoy practicando todo el tiempo porque me cuesta mucho. Siento que mejoré y me solté un poco. Mi gran problema es soltarme. Soy medio tímida.
—Se nota que no te gusta hablar mucho sobre tus cosas.
—Es que soy muy introvertida. En la intimidad también. No le cuento nada a nadie; a mis amigas les cuento poco y nada. Me arreglo mucho sola. Me da vergüenza hablar de mí, me cuesta entender por qué les importa saber sobre mis cosas.
—¿Te googleás o buscás en las redes sociales lo que se dice de vos?
—No. Me da lo mismo si están diciendo algo. De repente, estoy viendo cosas y entro, me río y listo, pero no me pongo a buscar. Eso pasa por la seguridad de cada uno. A mí me da lo mismo la opinión de los demás; lo que diga otro no va a cambiar lo que yo piense.
—Ahí sí sos segura de vos misma.
—En algunas áreas sí soy muy segura. En mi trabajo, por ejemplo. En cambio, en mi vida no tanto. Por alguna razón no quiero estar de novia. Por miedo a la opinión de los demás. No me fue bien y prefiero estar sola. En mi trabajo tengo toda la seguridad que en otros lados no.
—¿Te cuesta manejar la exposición?
—La foto que salió con mi amigo, por ejemplo, no me molesta ni me genera malestar. De hecho, me causa gracia. Nos matamos de risa con mis amigos porque él también es tímido y, así como yo no les cuento nada de mi vida privada, ellos tampoco me cuentan a mí. Así que no sé si está en pareja o si esa foto lo complicó. Espero que no.
—¿Qué pasa con los temas que no te causan tanta gracia?
—Hay temas que son más serios, y a veces doy explicaciones porque sé que la que tuvo que ver para que se hable fui yo. Y en el caso de que no, digo con total respeto que no me siento cómoda, y no se habla más del tema.
—Ya te estás acostumbrando, entonces.
—Fueron varias etapas para llegar a esto. Al principio sufrí bastante y no estaba acostumbrada, hasta que lo aprendí a manejar. Y todavía estoy aprendiendo. Entendí que es un juego y que depende mucho de la actitud de cada uno. También el hecho de no hablar abre una puerta a que digan cualquier cosa. Está bueno que te defiendas porque se marca un límite para que sea con respeto.
—¿Qué le explicás a tu hija cuando se dicen cosas que no son del todo ciertas?
—Para su corta edad, tiene las cosas muy claras. Por eso me resulta muy fácil hablar con ella. Le cuesta menos que a mí. Obvio que ve cosas, porque está en las redes, tiene 60 mil seguidores y deben ser pocos los que la siguen por mí o por el padre (el cantante de cumbia El Polaco), sino porque ella hace tutoriales: está de moda ser youtuber y eso… La verdad que lo hablamos con ella. Está bueno tener comunicación y que sepa qué es cierto y qué no.
—¿Le supervisan la cuenta de Instagram para ver con quién habla o los mensajes que recibe?
—En realidad yo no quería que tuviera celular, pero se lo regalaron para Navidad y a esa edad lo tienen todos. Y si no la dejás, que es lo correcto, se queda afuera y no está bueno. Así que le dije que podía tener un Instagram, pero yo tengo su cuenta en mi teléfono también. Previo a eso tuve una charla en la que hablamos desde el bullying a través de las redes hasta de pedofilia.
—¿Alguna vez encontraste algo que no te gustó o te preocupó?
—Detecté un montón de personas que se hacen pasar por chicos de 11 años, cuando no los tienen. Le escribieron, pero yo se los bloqueé. Igual, ella casi no contesta los mensajes, y si lo hace, yo veo las respuestas. Hay que estar atentos. Y una, más o menos se da cuenta. Ella ya sabe que voy a tener su cuenta en mi teléfono y voy a mirarlo hasta que entienda bien qué peligros corre.
—Le explicaste a ella que le habías bloqueado algunos contactos. ¿Cómo fue esa charla?
—Los vimos juntas y le expliqué por qué era un posible pedófilo. Me di cuenta de que le decían que tenían 11 años, pero la forma de hablar no era la de un chico. Además, ese mismo contacto me había escrito a mí como si tuviera 45 años, y a mi hermana diciéndole que tenía 15. Las senté a las dos, les mostré los mensajes y los eliminé. Andá a saber a cuántas chicas más les escriben, porque siguen a miles de personas. Hay muchos casos de estos dando vueltas, y está bueno contarles a los chicos estas cosas. Sobre todo antes de que empiece a salir de noche.
—¿Cómo sigue tu año?
—Hasta marzo estamos acá en Villa Carlos Paz con Siddharta y después tengo algunas fechas confirmadas de shows. Además, tengo propuestas para hacer actuación tanto en televisión como en teatro.
—¿Cuál te gusta más?
—Televisión no sé, vengo rechazando un par de propuestas porque sentía que no estaba preparada y ahora tampoco siento que lo esté, pero como me está gustando esto de los desafíos y de las cosas nuevas, voy a ver. De teatro, me ofrecieron un infantil y también algo como lo que estoy haciendo ahora.
—¿Y si te convocan para el Bailando?
—Cuando fui a cantar en el ritmo disco que bailó Flavio, Marcelo Tinelli recordó en cámara que siempre me lo ofrecen porque la realidad es que casi todos los años me llaman, incluso una vez lo hizo él personalmente. Pero, por como soy yo, no quiero. Ellos se preocupan por la previa, ¿y yo qué podría hacer si no hablo? Además, siento que lo voy a sufrir. Por eso no acepto. No tengo nada en contra del programa, pero no siento que sea para mí.
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