El escalofriante relato de Pancho Dotto, víctima de la inseguridad: "Me apuntó en la cabeza, me llamó por mi nombre y me dijo 'dame el reloj'"

El representante de modelos contó a Teleshow detalles del robo que sufrió a mano armada el sábado por la tarde a plena luz del día, en Martínez

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"Pancho, dame el reloj". Fueron las palabras que escuchó Pancho Dotto, mientras sentía el frío de un arma en su cabeza, el sábado por la tarde, mientras se disponía a estacionar su auto en el barrio de Martínez. El representante de modelos contó a Teleshow detalles del violento robo que sufrió.

Tras haber sido víctima de la inseguridad en varias oportunidades, Pancho ya opta por tomar siempre precauciones, una de ellas no usar en Buenos Aires su reloj Rolex modelo  submariner: "Por seguridad y porque no lo uso para mostrar para que me digan 'qué lindo'", sino porque me gusta tenerlo". Sin embargo, bastó con que una vez no se lo quitara para que se lo robaran.

"Venía de pasar 22 días en Villa la Angostura con Carola del Bianco. Cuando vuelvo a la ciudad de la furia me guardo el Rolex en el bolsillo y me pongo uno de plástico. Soy un muchacho grande y sé cuidarme", contó, pero esta vez olvidó sacarlo: "Lo dejé al descubierto, estuve en Aeroparque unos diez minutos esperando a que viniera mi amigo a buscarme. Cuando él llegó, me invitó a lo de otros amigos en Martínez".

Al llegar su amigo, el empresario decidió manejar él. El viaje transcurrió con total normalidad, entre charla y charla ninguno de los dos notó nada raro. Al llegar a Martínez, Dotto estacionó cerca de una garita de seguridad: "En ese momento viene un tipo con un casco puesto y pistola, me apunta en la cabeza, y me dice 'Pancho, dame el reloj'".

La hipótesis del representante de modelos es que lo habían fichado desde Aeroparque y que lo venían siguiendo, o que los ladrones se pasaron el dato. De inmediato se sacó el reloj y se lo dio al delincuente: "Ahora no lo regales, porque me salió mucha plata", dijo Pancho al ladrón, que lo desafió: "Vamos a ver si es cierto".

El hombre, con el casco puesto, se fue caminando, cruzó la calle y subió a la moto como si nada hubiera pasado. "Me quedé en shock, dando vueltas". Sobre si tuvo miedo, respondió: "Cuando alguien te llama por tu nombre estas entregado, lo único que tenes que hacer es entregarle el reloj y que se vaya, no tuve miedo porque él sabía que  yo estaba entregado y no iba a hacer nada".

"No es agradable que te apunten y que te llamen por tu nombre. Si agarro la camioneta y lo paso por arriba estoy expuesto. Te da bronca, impotencia y no se puede vivir así, uno tiene que tomar tantos recaudos con todo porque el abanico del universo es tan grande. Tenés que estar cuidándote las 24 horas del día o buscar un país para vivir de otra manera", dijo entre enojado y triste.

A metros nada más había una garita con un empleado de seguridad: "El señor me dijo que no vio lo que había pasado, que había pensado que el hombre del caso era amigo o algo así, no vio la pistola". A Pancho le robaron muchas veces y la impotencia que dijo sentir cada vez que iba a la comisaría a contar su caso, hizo que esta vez decidiera no hacer la denuncia sobre lo que le pasó.

"Fui a la casa de este amigo y cuando termino de contar lo que me había ocurrido, me doy cuenta de que todos tenían historias tremendas de cosas así que les habían pasado en Aeroparque o en la calle", dijo y aseguró que lo que le pasó, le hace resonar más fuerte la idea de irse del país: "Mucha gente está con ganas de irse, no se sienten muy seguros en ningún tipo de aérea, la seguridad está en jaque y el futuro es incierto. Es desalentador, nos rompemos el alma, trabajo desde los 14″.

"Vengo pensando desde hace tiempo irme afuera y en un consejo que le doy a cualquiera de cualquier edad cuando me preguntan, pero después uno piensa en que extrañaría los encuentros con amigos que no se dan en otros lugares del mundo, y minimiza lo que pasa", agregó.

Paradójicamente su hermana, que vive en Estados Unidos, al saber que el sábado él regresaba desde la Patagonia a e envió  un mensaje: "Bienvenido a Buenos Aires". "Cuando le conté lo que me había pasado, no lo podía creer", cerró.

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