"El martes quiero esperar a ver la revista para ver con qué sale. Después tenemos el otro programa y algunas de radio. ¿Ok?". Laura responde que sí. "Después tenemos la otra entrevista pero quieren con fotos. Esperemos". Ok, dice ella, otra vez. "Y está lo del móvil también". Sí, me acuerdo, responde. Durante un rato más su jefa de prensa (la jefa de prensa de su obra, más bien, Anita Tomaselli), va a repasar la agenda de compromisos. Mar del Plata, a ese ritmo, no parece un lugar de descanso sino más bien una oficina del microcentro. Es que después de reemplazar a Griselda Siciliani en Sugar (en el teatro Lola Membrives de Calle Corrientes), el musical llegó a la cartelera de la Feliz y están en plena etapa de promoción.
Este ritmo le valió algunas de las primeras críticas de la temporada. Por su parte, Marcelo Polino la liquidó en el programa de Angel de Brito: "A Laurita le deseé felicidades por el estreno y no me dio ni pelota. La llamé para que salga al aire en mi programa y tampoco", dijo. De Brito le siguió el juego, dijo que le pasó lo mismo y la borraron al aire del chat de jurados del Bailando. (¿Hay mayor regalo que ser borrado de un grupo de Whatsapp? Ese es otro cantar).
Más allá de la vorágine, se la ve feliz a Laurita Fernández. Acaba de cumplir 28 años, está en pareja con "un hombre que me respeta mucho" (Nicolás Cabré, por caso, a quien conoció mientras hacían juntos Sugar, pero luego él se bajó y lo reemplazó Vico D'Alessandro), y encabeza uno de las obras éxito del verano. No es un decir: en las primeras dos semanas el musical lideró en venta de entradas, dejando en segundo lugar a Nuevamente Juntos, la revista de Carmen Barbieri, Santiago Bal y su ex, Federico Bal. Sin embargo, dice que no mira los números y que no le preocupa la competencia: "Ir primero o segundos es circunstancial". Además, habla de su rol, de sus sueños, del lugar de la mujer en el momento actual y de cómo trabajaron para cambiar el contenido machista que tenía la obra. A todo ritmo, acá está, esta es: la imparable Laurita Fernández.
—Primera temporada en Mar del Plata encabezando un elenco. ¿Pan comido?
—Era una responsabilidad muy grande. Como todo desafío, da miedo al principio. Tenía mucha incertidumbre de lo que podía llegar a pasar. Pero todos salen muy contentos de ver esta obra y yo estoy chocha. De hacer Sugar, de estar con este elenco, de que la gente nos elija…
—Les está yendo bien. Las primeras semanas estuvieron liderando y segundos, cerquita, la familia Barbieri-Bal… ¿Sos de mirar los números?
—No miro. Me ocupo de lo que hago arriba del escenario y deseo que la gente nos elija. Creo que nadie que venga a Mardel se puede perder de ver Sugar. Pero respecto de las otras obras, la verdad es que deseo que a todas les vaya bien. El hecho de ir primero, segundo o tercero o lo que sea es circunstancial. Hoy estamos primeros y mañana no sabés. Ojalá sea todo el verano pero nosotros nos fijamos en lo que pasa en cada función, ese es el mayor premio. Además afortunadamente la gente en Mar del Plata está eligiendo ir al teatro, hay mucha frecuencia de público en todas las salas.
—Decís que hoy se puede estar primero, mañana no… ¿Cómo manejás vos ese remolino que es la carrera artística? La espuma suele subir rápido y la gente criticar aún más rápido
—Es un trabajo de muchos años. Yo hace 12 años que empecé a trabajar. Arranqué a los 16 y fue un camino muy paso a paso. Arranqué siendo utilera de Pepito Cibrian en los musicales del Lola Membrives, el mismo Lola en el que después me tocó hacer Sugar. Después de utilera fui reemplazo, después fui elenco, después fui personaje, después entré a Showmatch… Mi deseo no era ser famosa sino vivir de lo que amo hacer, y en el proceso seguir estudiando y capacitándome. Mi mamá me decía: 'vos tenés que estudiar y estar preparada porque el día en que te llegue la oportunidad tenés que saber sostenerte'. Y cuando me fueron pasando cosas lindas era como ir cumpliendo sueños. Mi familia siempre estuvo muy cerca. Mis amigas también. Y eso hace nunca perder el eje ni agrandarme.
—¿Las mantenés a tus amigas? ¿De dónde son?
—Sí, claro. Son de mi barrio, de Mataderos. Y no porque hoy me esté yendo bien voy a salir con un tapado de leopardo y lentes en la cara. A mi me gusta hacer lo que hago y deseo seguir cumpliendo sueños. Me pasa por ahí, no por la fama. Eso es una consecuencia del trabajo, porque se dio que entré a Showmatch y eso me abrió muchas puertas.
—En estos 12 años que mencionás, ¿en algún momento dijiste "esto no va más"?
—Siempre hice un balance positivo. Tengo mil defectos, pero el pesimismo no es uno de ellos. Soy bastante positiva. Me acuerdo a los 18 años que fui a un casting que llegué hasta el final y me dejaron afuera porque era muy petisa. Sentí que era el fin del mundo. Me puse a llorar, pensé que nunca lo iba a lograr y no sabía si estudiar diseño gráfico, arquitectura… Algo nada que ver, pero después me dije: "pará, no te podés caer ante el primer obstáculo". Y seguí. Me comí un millón de no y después empezaron a aparecer los sí. Ese fue un momento clave para mí.
—¿Eran el mismo mundo ese en el que empezaste y el de hoy? Lo pienso en relación a la situación de la mujer
—Yo creo que el cambio está pasando ahora. Esto de animarnos a hablar y reclamar la igualdad. A mi no me tocó vivir ninguna situación incómoda ni nada que me haga ruido. Pero sé que existía y sé de allegadas que no se han sentido muy cómodas. Pero creo que el cambio está pasando ahora. Hay algo en la cabeza que te empieza a preguntar: "¿está bien eso? ¡Basta!"
—Hay muchos momentos en la obra que también muestran un cambio de época. Hay hombres haciendo de mujer en escena y el humor tiene que ponerse fino porque mirado con perspectiva de género hay un riesgo grande en cada situación, ¿no?
—Ciento por ciento. Tal vez las cosas que se hacían en el Sugar de Susana hoy no las podemos hacer. Era mucho más machistas. Pero creo que antes no se definía como obra machista, era una obra normal. Hoy vemos todas las cosas de Olmedo y decís "qué machista". Por eso la obra se aggiornó, para sentirnos todos bien. Respetando la época con humor pero ya no con ese machismo. Hemos quitado muchas partes. Modificamos cosas porque de algún modo es aportar a este cambio cultural, sin por eso sacarle humor pero no hablando siempre de las partes de la mujer.
—Está la idea también en la obra de que el personaje busca un hombre millonario para salvarse, que no es el lugar que ocupa la mujer hoy, ¿no? Aunque al final ese personaje hace un giro.
—Claro, pero también es ficción. Yo tengo que jugar a que soy una chica que cree que se va a salvar casándose con un millonario. Y es algo que sucedía y que seguramente por eso se escribió así. Y no digo que no haya mujeres que no piensen así hoy. Cada una es libre de desear lo que quiere. Si alguna está buscando el amor o está buscando solamente alguien que sea millonario es cosa suya… Cada mujer puede ser libre de elegir lo que quiera.
—¿Vos qué elegís hoy para tu carrera? ¿Para dónde va?
—Por lo pronto seguir estudiando. Me encantaría seguir haciendo musicales en teatro, es un espacio maravilloso. Y en tele quiero seguir con la conducción. Más que nada entretenimiento para la familia. Que además es algo que me permite hacerlo en el tiempo. Ojalá pueda bailar toda mi vida, pero va a llegar un momento en que se va a complicar.
—¿Siempre quisiste llegar a donde estás o fue, digamos, adonde te trajeron las oportunidades?
—Yo siempre amé el musical, siempre quise hacer esto. El primero que vi fue Fiebre de sábado por la noche y después Sweet Charity, con Flor Peña, que me fascinó. Por eso fue tan lindo este año hacerme amiga de ella, como jurados del Bailando. Porque la recontra admiro y gran parte de mi motor para estudiar canto y baile fue porque la vi y quería hacer eso.
—Contaste que tu pareja (Nicolás Cabré) te está acompañando en la temporada. Me pregunto si eso no habla un poco de la situación de la mujer hoy: el actor súper reconocido que elige acompañar a su novia, que está siendo ella y no él la figura de la temporada
—Es un hermoso gesto de parte de él. Es un hombre que me respeta mucho. Me siento muy cuidada y es re lindo. Y entiendo que él también necesita ser cuidado y respetado. Hay como un ida y vuelta que es hermoso. Él hace mucho que viene trabajando sin parar y tenía ganas de estas vacaciones y le gusta que sea el momento de acompañarme. Y ya me tocará a mí el momento de acompañarlo a él. O de estar los dos a full trabajando. Pero sí, es un hermoso gesto que él tenga ganas de estar acá.
—Son de algún modo las primeras vacaciones largas juntos
—Fue un año en el que yo estuve trabajando mucho y no tenía ni tiempo. Lo veía todos los días a las dos de la mañana un ratito y al otro día a las siete de la mañana cuando nos levantábamos. Y yo los fines de semana estaba todo el día en Combate… Y él me re bancó. Era imposible y ahora estamos recuperando el tiempo que no tuvimos.
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