Rodrigo Guirao Díaz, a solas con Teleshow: "Por primera vez salí de mi zona de confort"

Se consolida como actor en "Señora Acero", la súper serie de Telemundo Internacional. Allí, con su personaje logra alcanzar límites inimaginados de poder y perversidad. Una buena oportunidad para una entrevista confesional con un artista argentino de verdadera proyección internacional

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Rodrigo Guirao Díaz, en su mano a mano con Teleshow

"Con este personaje, por primera vez salí de mi zona de confort". Esta confesión, nada fácil para muchos artistas, es de Rodrigo Guirao Díaz, que con su protagónico en Tierra rebelde, telenovela de la RAI, entró con buen paso al mercado internacional, donde los riesgos y la competencia son mayores.

La fuerte apuesta resultó: Mario Casas, su personaje en la serie Señora Acero (Telemundo Internacional) probó que Rodrigo puede hacer pie en cualquier terreno… Aunque Casas parece hecho a su medida: multimillonario y de aspecto confiable, no tardarán en iluminarse sus secretos más oscuros.

Sin embargo, su tierra tira: a pesar de estos duros tiempos, su Buenos Aires querido es una amante sin olvido. Rodrigo siempre está de vuelta.

—¿En dónde te podemos ver hoy?

—Actualmente , en la tercera temporada de Señora Acero, una súper serie de Telemundo Internacional.

—¿Qué encontramos en esta nueva temporada?

—Un giro en la historia muy grande; un cambio muy fuerte es que cambia la protagonista de la serie. Cambia el personaje, la actriz, y la serie vira de una serie narco, en la que las dos primeras temporadas la protagonista era narco, y ahora es una coyote, una mujer que trabaja para ayudar a pasar a los mexicanos a Estados Unidos. Esta historia fue escrita exactamente antes de [la asunción de] Donald Trump y del muro. Roberto Stopello, el guionista, empezó a ver este conflicto un año antes.

Rodrigo Guirao Díaz, en los estudios de Infobae (Foto: Lihue Althabe)
Rodrigo Guirao Díaz, en los estudios de Infobae (Foto: Lihue Althabe)

—¿Cómo llegaste a formar parte de este elenco internacional?

—Gracias a Roberto Stopello; él me abrió esta puerta. Es el guionista de Señora Acero y también de La Reina del Sur, de grandes megaproducciones. Y realmente tiene palabra: donde ve un actor perfecto para un personaje, puede proponerte. Me había visto para otro proyecto que no se pudo concretar. Y este me llega justo cuando estaba filmando una película en el Caribe.

—¿Cómo es tu personaje?

—Es un ingeniero químico, dueño de laboratorios. Es un tipo con mucho poder, millonario, influye sobre política y crea una droga sintética. Es un encantador de serpientes con cara de ángel.

—¿Te costó componerlo?

—Sí, mucho.

—¿Qué fue lo que más te costó?

—Lo primero, lo más difícil, fue el tema del poder. Hacer una escena donde realmente mandás a 50 millones de tipos… Mi personaje levanta el teléfono y le dice lo que tiene que hacer al Presidente de México. Nunca había hecho esto. Es algo totalmente fuera de mi zona de confort. Roberto me dijo: "Te voy a dar un personaje que nunca hiciste".

—¿Cómo es grabar en producciones internacionales?

—Todo funciona bien: los tiempos se cumplen, es todo perfecto. Cuando vas al extranjero la ficción es tu vida, porque vas, te ponen un pasaje de avión, llegás, te van a buscar al aeropuerto, te muestran tu departamento, te dan un chip del teléfono, "Mañana: vestuario…", "Pasado, tal cosa…", y hay una productora que te empieza como a solucionar la vida. Te dicen algo todos los días y te pasan el plan de trabajo y empezás a grabar, y es así. Son tres meses, cuatro, cinco, seis. El problema es cuando se corta todo eso…

Rodrigo Guirao Díaz, en “Señora Acero”
Rodrigo Guirao Díaz, en “Señora Acero”

—¿Por qué? ¿Qué pasa cuando cortás?

—Es raro. El actor se tiene que acostumbrar. Tenés una semana y después es "Bueno, gracias… Se estrena en tal día y ahí te vamos a necesitar". ¿Y ahora? Hay que tener cuidado de que no te agarre la ansiedad de que venga ya otro proyecto o la tristeza.

—Amores… ¿qué pasa si te enamorás en otro país?

—Es difícil, porque tenés dos opciones: o te quedás a vivir ahí o volvés y empezás una relación a la distancia.

—¿Tuviste alguna de esas dos opciones?

—Sí, sí.

—¿Cómo manejaste la situación?

—Es difícil. Hay un tiempo que sí, podemos estar a la distancia, pero se necesita a la otra persona al lado. Hay cosas en las comunicaciones que no terminan de funcionar tan bien. Estamos hipercomunicados las 24 horas, pero a veces un mensaje no se entendió…

—¿Cómo manejás el tema de las redes sociales?

—Ahora las redes sociales las uso para comunicar mejor quién soy, qué hago, mi marca. Es trabajo, es una nueva fuente de publicidad. Y estoy entendiendo cómo funciona todo esto.

—¿Te molestan las críticas?

—Realmente tengo que agradecer que recibo casi nada. Y si recibo, no me afecta tanto.

—Al fin y al cabo, ¿ser lindo te sumó o te restó en tu carrera? 

—Primero, tengo que aceptar lo que decís: gracias. Y después, creo que me ayudó un montón. ¿Cuántos actores hay en todo el mundo (que son) tan talentosos? A veces entro a otros países donde hay 200 millones de actores y donde no hay trabajo. Habré dado con algún rol, con alguna necesidad en una historia… Algún productor pensó que yo como actor podría encajar y funcionar en ese mercado, y calculo que una parte habrá sido por ser lindo; eso me ayudó y le saqué su provecho. Traté siempre de no quedarme solo con eso porque hay miles de hombres y mujeres guapos por todo el mundo, y no todos están trabajando.

La estirpe y la simpatía de Rodrigo (Foto: Lihue Althabe)
La estirpe y la simpatía de Rodrigo (Foto: Lihue Althabe)

—¿Cómo reciben a los argentinos en otras partes del mundo?

—Nos reciben bien. Tienen respeto, saben que acá trabajamos bien, eso lo siento. Los actores y los directores argentinos estamos muy bien conceptualizados, eso lo veo. Les gustan mucho algunos actores argentinos de cine, los conocen en todos lados y les gustamos. Después, obviamente, todos los argentinos sabemos que hay algunos prejuicios con nosotros… "El argentino va a venir acá y se va a creer el dueño del mundo". Desde mi humilde lugar, trato de mostrar que no somos así. En cada país traté de dejar una buena imagen, de ser uno más, una persona humilde.

—¿Con qué trabajo dijiste "Llegué", te sentiste realizado?

—Con Tierra rebelde, porque fue el primer protagónico para afuera en general. Venía de hacer en la Argentina Amas de casa desesperadas, había estado en Patito Feo, en algunas cosas para chicos, y de golpe me eligen de protagonista de una súper serie para la RAI. Ahí sí sentí… "Bueno, llegué".

—Cuando te llegan propuestas de trabajo,  ¿qué es lo que evalúas para decidir?

—Primero veo la historia y el personaje. Y después para dónde, qué van a hacer. Y ahí empiezo a evaluar. Me guío por el primer feeling, la primera intuición, lo primero que se me viene a la cabeza cuando te llega un "Te mandamos un mail, revísalo".

—¿Cómo hacés con el cuidado del cuerpo?

—Trato de entrenar.

—¿Qué significa eso?

—Trato de ir cuatro veces por semana al gimnasio. Tuve problemas en un disco y se me hace muy difícil. Entreno dos meses, me lesiono, me agarra dolor, y ahí es como que dejo y me cuesta mucho volver. Yo digo que más vuelvo al gimnasio de lo que voy. Y ya ahora se me está complicando ir a correr. A partir de este problema en la espalda entreno menos de lo que me gustaría, con menos peso. Lo hago más para la cabeza, es como que me relaja, me saca pensamientos y siento que hice algo bueno por mí en el día.

—Y cuando no trabajas, ¿qué hacés? ¿Qué te gusta hacer?

—La música es mi hobby: hago blues, rock, toco la guitarra, tengo bandas. La mayoría de mis amigos son músicos y vamos siempre a tocar, a improvisar para todos lados.

—¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?

—No sé, no tengo uno, realmente no tengo uno.

—¿Y el más triste?

—El más triste cuando murió mi abuela.

—¿Ahora estás viviendo en la Argentina?

—Sí. Actualmente estoy finalizando las grabaciones de la próxima ficción de Telefe, Campanas en la noche.

—¿Cómo ves a nuestro país hoy?

—No soy de entrar en política, pero como ciudadano, obviamente, veo que cada vez todo está peor. Y me pone triste. Y cuando me voy seis meses y regreso, noto el cambio. Y este año fue ya demasiado notorio.

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