En la década del 70, los discos de Sixto Díaz Rodríguez sonaban en casi todos los hogares de Sudáfrica. Su figura era un mito: nada se sabía de él, incluso, se pensaba que estaba muerto. Lejos de eso, estaba trabajando en una obra en construcción en Michigan, Estados Unidos. Lo que pasó es que tardó casi tres décadas en enterarse de que del otro lado del mundo su nombre era tan conocido como el de John Lennon o Bob Dylan.
Nacido el 10 de julio de 1942 en Detroit, sus padres, inmigrantes mexicanos, le pusieron de nombre Sixto por ser su sexto hijo. Se crió rodeado de música y en su adolescencia ya sabía qué quería para su vida. Así fue que en 1967 grabó su primer sencillo, "I'll Sleep Away", con la productora Impact. Tres años más tarde sacó el álbum Cold Fact, que solo vendió seis discos, y un año después Coming From Reality, ambos con la discográfica Sussex y bajo el nombre artístico Rodríguez.
Hija del fordismo y de la gigante industria automotriz de los Estados Unidos, Detroit representó durante décadas el sueño americano. Pero por aquellos años la fuga de capitales y la baja del ingreso per cápita, entre otros factores, la convirtieron en una ciudad fantasma. Aquella situación, junto a las constantes revueltas de los afroamericanos, dieron lugar a las letras de Sixto Rodríguez.
De melena larga y gafas oscuras, el cantante hablaba sobre la desigualdad, la lucha de la población negra y el coraje de muchas personas que intentaban sobrevivir en su ciudad, con una música psicodélica inspirada en Bob Dylan. A tono con la época.
Las ventas fueron un fracaso absoluto en los Estados Unidos y el artista no tardó en alejarse de lo que más le gustaba hacer. O al menos eso creía; sus canciones llegaron a Sudáfrica y Sixto Rodríguez se convirtió en un símbolo de la música de culto.
Las circunstancias en las que sus discos viajaron hasta el país africano, en una época en la que -por supuesto- no existía Internet ni las redes sociales-, no están del todo claras. Aunque cuenta la leyenda que una mujer norteamericana se fue de viaje a Sudáfrica y llevó una copia de Cold Fact. Allí hizo algunos amigos, quienes quedaron impactados con las canciones, y realizaron algunas copias.
Si bien Sixto nunca estuvo oficialmente prohibido durante el apartheid, sus canciones no eran reproducidas en las estaciones de radio sudafricanas, solo en algunas emisoras pirata. Pero las letras con fuertes componentes de lucha social se convirtieron en una bandera de protesta para los jóvenes sudafricanos que se levantaban contra la opresión y la segregación racial impuestas por el régimen. La popularidad del "profeta" creció a pasos agigantados y llegó a ser disco de platino.
Todos en Sudáfrica se hacían las mismas preguntas: ¿quién es Sixto Rodríguez? ¿Dónde vive? ¿Qué está haciendo? Pasaron años, décadas, sin que nadie pudiera responder esas preguntas. Entonces, se empezó a creer que estaba muerto. Los pormenores del deceso lo convirtieron en un mito: que se quemó vivo durante un show, que se pegó un tiro en la sien después del último acorde en un concierto… En fin. Versiones basadas en la nada misma que agigantaban su figura.
La realidad estaba muy lejos de todo eso. Golpeado por el el fracaso de sus primeros discos, Sixto se dedicó a la crianza de sus tres hijas, estudió filosofía, trabajó en una estación de servicio, llegó a ocupar algún cargo público en su ciudad y se desempeñó varios años en obras en construcción. Jamás se hubiese imaginado que era un líder de masas en Sudáfrica: él no tenía copias de sus discos, solo una de Cold Fact.
Es en este punto de la historia donde entran en juego Craig Bartholomew-Strydom y Steven Segarmann, apodado Sugar por un juego de palabras de su apellido y "Sugar Man," la canción más célebre de Sixto. Fans del músico de origen latino, se pusieron en seria campaña para dar con su paradero a mediados de los 90. Esta búsqueda dio origen a la película Searching for Sugar Man, dirigida por el sueco Malik Bendjelloul, que ganó un premio Oscar en la categoría mejor documental largo en 2012.
No fue nada fácil. La discográfica que había publicado sus álbumes no tenía idea de su paradero y la compañía que se encargaba de distribuirlos en Sudáfrica y Australia (donde también goza de una importante popularidad), mucho menos. Strydom llegó a hablar con Mike Theodore, uno de los productores de "Cold Fact", y le preguntó cómo había fallecido el hombre. "No está muerto", le respondió.
Tardaron seis años en cumplir su objetivo, cuando Segermann fue contactado por Eva, una de las hijas de Sixto. "¿En serio quieren conocer la historia de mi padre?", les preguntó, extrañada por la curiosidad de los desconocidos.
Sixto tenía 56 años y habían pasado 28 del lanzamiento de su primer disco cuando conoció la fama. En 1998 fue invitado a realizar una serie de conciertos en Sudáfrica y el recibimiento estuvo a la altura de las circunstancias: localidades agotadas y devoción por una leyenda que se creía muerta, pero "revivió" para cumplir su sueño. "Gracias por mantenerme vivo", les dijo a sus fans en su primer show.
"Fue increíble. Me impactó cuando llegué a Sudáfrica y toqué para cinco mil personas. Imaginate, nunca lo había hecho antes. Toda esa gente que cantaba mis canciones… Cuando me contaron de todo eso en Detroit y me mostraron un disco mío en CD les pedí uno para mí. Sentí que había logrado mi misión", contó hace unos años al diario ABC de España.
Ahora bien, falta un tema por resolver. Sixto no vio un centavo por todos los discos que vendió en Sudáfrica y otras partes del mundo a lo largo de los años que estuvo "muerto". Por este motivo, Searching for Sugar Man es un documental rico no solo por la historia que cuenta y el particular personaje de Sixto Rodríguez, sino también porque permite reflexionar sobre los manejos de la industria musical.
"Cold Fact influyó de muchas maneras en un montón de personas. El éxito comercial fue increíble. Si tomás a cualquier familia sudafricana, normal, de clase media, y te fijás en su colección de discos, vas a encontrar 'Abbey Road', 'Harvest' de Neil Young y 'Cold Fact'. Fue un éxito del boca en boca", contó en el documental Segermann. ¿Dónde quedó todo el dinero por la recaudación?
Según el documental, la respuesta está vinculada a Sussex Records, que hizo negocios con las canciones de Sixto Rodríguez después de despedirlo. Pero nunca se llegó a una solución concreta. "Todavía no llegamos al fondo de eso, sigo tratando de investigarlo y esclarecerlo. Pero soy un hombre de largos plazos, ¿entiendes lo que quiero decir?", dijo el músico, con humor, en una oportunidad al ser consultado al respecto, según The Guardian.
Su vida, por supuesto, cambió para siempre. En 2009 sus discos Cold Fact y Coming from reality fueron relanzados por Light in the Attic Records. Recorrió el mundo con su música y ahora se prepara para una nueva gira por Oceanía. Lleva en el corazón a Sudáfrica, donde es una leyenda viviente. Aunque después de tantos años en el anonimato le cueste creer lo que significa su nombre: "Soy una persona afortunada. Estoy sorprendido por todo lo que me ha ocurrido".
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