Por Marianela Insua Escalante
Vélez se convirtió por una noche en un teatro a cielo abierto y todos se produjeron para la ocasión. Hubo hashtag (#LucianoEnVelez), hubo palos de selfie (¿¡vivos!?) y hubo concurso en pantalla. Comprando merchandising en el predio se participaba por uno de los cinco meet & greet cuya finalidad residía en sacarse una foto con el cantante. El rango etario del público de
Luciano Pereyra era tan amplio como la oferta en el stand de remeras. Había nenas de 5 años, señoras de 70, señores de 50 y muchachos de 20. El folclore pop que lo hizo un artista reconocido fue, por fin, música de estadios.
Antes de que llegara Luciano, los acomodadores se paseaban entre las filas de sillas apostadas en el campo del Estadio José Amalfitani. Dos abuelos se fotografiaban con su nieto mientras el conductor y productor Gerardo Rozín circulaba ante la mirada distraída de quienes lo rodeaban. "Te veo todos los domingos", le gritó una chica a Rozín (por La peña de Morfi), él se reía, la secuencia fue tan familiar como el programa que conduce en Telefe (Morfi, todos a la mesa). Luciano estuvo en noviembre allí y terminó llorando después de cantar "Tu mano" al recordar el complicado problema de salud que vivió hace unos años. En aquel entonces estuvo cerca de la muerte, pero logró ponerse fuerte, reacomodar su vida, su carrera y llevar adelante una nueva gira (La vida al viento Tour) que está llegando a su fin, con casi 60 fechas agotadas por Latinoamérica, España y Estados Unidos.
Aunque con un tibio recibimiento, el cantante Antonio José -recién llegado de España- estrenó su repertorio como telonero de Pereyra. Poco a poco fue haciendo crecer el interés de la audiencia y terminó con cálidos aplausos y más de una enamorada. "Por abrirme el corazón, por abrirme la puerta de ustedes", le agradeció el cantante oriundo de la Córdoba española al artista bonaerense y, después de algunos temas, partió dejando el escenario caliente y la platea entretenida.
Con una puesta impactante de luces y pantallas, la cuenta regresiva fue de 20 para atrás, mostrando en imágenes la vida profesional de Luciano Pereyra. Pequeño, con su guitarra, con Mercedes Sosa, con Horacio Guarany, pisando las tablas. La vida del cantante se fue reproduciendo cuadro a cuadro hasta que él, ahora sí de carne y hueso, apareció elevado desde el suelo, en medio del escenario.
Mientras caían las serpentinas y se iluminaban las escaleras a ambos lados del predio, el artista bailaba. De chupines blancos y con barba de medio día, Luciano se vio aggiornado, renovado, canchero. Pero no tanto como para perder ese halo de chico del interior, bueno y dulce, ese encanto de novio eterno, de los que apuestan a un romance, como él dice, "de los de antes".
Sus "elegidas" (tal como se hace llamar un selecto grupo de fanáticas que se amontonaba en la platea) esperaban a ese chico de antes con look de ahora. "Seguro que cuando sale y ve toda esta gente, llora", decía una fan un rato antes de que empiece el show. Y, no, Luciano no llora.
No por falta de sensibilidad sino porque le sobra profesionalismo. No en vano recorre escenarios desde que es un chico y este Vélez repleto no lo incomodó. Le quedó perfecto. La banda acompañó y el show tuvo precisión suiza.
"Gracias por hacer en esta noche, un hermoso sueño, realidad", dijo Luciano mientras abajo los aplausos no dejaban de responder "de nada". "¿La saben?", preguntó casi en chiste cuando ya todos estaban cantando "Sin testigos". Con "No te puedo olvidar" pasó lo mismo y Pereyra se le animó otra vez al charango, nuevo motivo para el aplauso. Desde Chile, la cantante Camila Gallardo le hizo el contrapunto en "Seré", convirtiéndose en la primera invitada de la noche. También del país transandino llegó Luis Jara para compartir al micrófono una impecable versión de "Zamba para olvidar". El español Antonio José volvió a escena para interpretar "Cuando te enamores" junto a un entusiasmado Luciano, que para esa altura de la noche ya había entrado en calor.
Hubo zamba y también hubo chacarera, no faltó el homenaje a su querido Horacio Guarany con "Memorias de una vieja canción", ni tampoco las banderas argentinas ondeando en pantalla. "Cuando nos unimos los argentinos podemos hacer cosas maravillosas", dijo en un momento del show y motivó a sus clubes de fans a que continúen desarrollando cruzadas solidarias para ayudar a los que menos tienen. Luciano Pereyra reúne el simbolismo patrio y las canciones de amor en un espectáculo cándido y pacífico, que sus seguidores disfrutan a lo grande. En la noche del sábado no hubo histeria, no hubo locura, pero sí un cartel que decía "Te amo, pero tengo marido". Esas son las chicas de Luciano.
Pereyra alimenta la picardía de la mujer casada con frases como "la noche está perfecta pa' hacer cucharita" y "yo solo quiero hacerte muy feliz y ser tu novio para siempre" de "Quédate conmigo", el nuevo tema que estrenó ayer. También cuando, juguetón, se levantó la remera mostrando el abdomen. No pasó de ahí, pero a sus chicas les alcanza. Aunque de a ratos le pidan "a ver, a ver, como mueve la colita". No pasa de ahí. Salvo por una fanática que después de mostrarle un divertido cartel navideño se sacó la tanga y se la regaló. El músico, imperturbable, se la guardó en el bolsillo y atinó a decir "¿cómo sabías que el azul era mi color favorito?".
"Esto no es política, esto es música y la música nos une", dijo Luciano cuando por fin llegó al escenario Soledad Pastorutti y juntos cantaron "Enséñame a vivir sin ti". Es que ambos comenzaron siendo muy chiquitos y se cruzaron tanto en Cosquín como en otros escenarios, enfrentados por fechas y sellos discográficos. La Sole pertenece a la familia de Sony Music y Luciano a Universal, por lo que el hecho de que se hayan juntado a cantar en público habla del cariño que los une y del compromiso que los lleva a acompañarse mutuamente.
Espontánea como de costumbre, "el Tifón de Arequito" le tiró un lance a Pereyra en vivo, que el cantante atajó al vuelo. Secretearon un poco entre ellos, cuchichearon con los músicos y así, como por arte de magia, se despacharon con una versión para el recuerdo de "Culpable o no", el temazo de Juan Carlos Calderón que popularizó Luis Miguel. Esta perlita que no estaba en la lista se llevó todos los aplausos y mostró que despeinarse de vez en cuando, a Luciano también le queda lindo.
Aunque el campo de Vélez estaba cubierto de sillas, sobre el final ya no había nadie sentado. El popurrí enganchado de "No puedo", "Luz de mis ojos", "Celos", "Tu dolor", "Perdóname" y "Dos mundos" precedió a la movida "Y así y así", luego "Es mi culpa" y "Que suerte tiene él". El final a todo hit fue con su último corte "Como tú", en el que se refiere a la Virgen de Luján de la que es devoto, justamente en el día en que los católicos celebraron a la Inmaculada Concepción de María. Con más trabajo que misticismo, en estas dos décadas, Luciano Pereyra dio pruebas de que para el que cree todo es posible.
SEGUÍ LEYENDO