Por Marianela Insua Escalante
Como un poeta maldito, James Douglas Morrison vivió para causar sensación. Su paso por este mundo no fue en vano y, como su adorado Arthur Rimbaud, nunca le temió a la autoridad. También en paralelo al poeta francés, el joven Jim sintió que su vida y su obra tenía que transcurrir lejos del mandato familiar. El hogar puede ser una cárcel, para el físico y el intelecto, y a Morrison no le gustaban las rejas.
Su papá, George Morrison, era un oficial naval que tenía que vivir mitad en la tierra, mitad en el mar, por esa razón le dio la responsabilidad de ser cabeza de familia mientras él no estuviera en casa. Tenía que cuidar de su mamá Clara y de sus hermanos Anne y Andy. "Yo estaba seguro de que iba a tener éxito porque era creativo y escribía bien", dijo su padre en una entrevista para la televisión. Jim comenzó a estudiar en la Universidad de Florida y luego se fue a hacer un curso de cine en la UCLA. El destino que soñaban sus padres, cuando vieron que el joven pintaba para artista y no para militar, era Hollywood. Su hermana Anne ya sabía que él era un beatnik y sufría pensando en que no encontrara su lugar en el mundo.
Pronto Jim descubrió que lo suyo era el rock y cuando finalmente le anunció a su familia que se iba con la banda, su padre pensó que era absurdo lo que estaba haciendo. Él creía que, aunque no siguiera sus pasos en la carrera militar, su hijo estaba para más. "Tú no eres un cantante, tú no cantas. ¡Consíguete un trabajo!", recuerda su padre que le dijo a Jim. Aunque con el tiempo lo repasaría entre risas, ese rechazo fue el que hizo que el líder de The Doors recordara a sus progenitores con rencor y amargura.
Lejos de casa
Su familia nunca lo vio en vivo y sus padres lo tomaron un poco más en serio cuando cantó en televisión, aunque creían que más que un cantante era un buen actor. Su hermana, en cambio sí creía en él. Pero la falta de apoyo hizo que Morrison se fuera lejos de ellos e iniciara una nueva vida, rodeado de quienes lo veían como lo que era en ese entonces: una estrella de rock.
"Creo que la fama no le dio lo que él realmente quería", dijo su hermana Anne en una entrevista para la TV, repasando el poco interés que despertó como poeta cuando quiso mostrar sus escritos. Jim Morrison tenía veintipocos años y una cruz: "Light My Fire". El músico no quería lidiar más con el éxito de ese hit. Quizá por eso no dudó en ganar todo el peso que pudiese y en dejarse crecer la barba para tapar el bello rostro que volvía locas a sus fanáticas. Anne Morrison cree que él veía en París un nuevo lugar donde ser él mismo, vivir nuevas experiencias lejos de la fama y el acoso.
(Video: Youtube)
Para los Morrison, no hubo velorio, ni despedida, cuando su familia se enteró de la muerte de Jim (el 3 de julio de 1971, a los 27 años) el artista ya estaba enterrado en el cementerio del Père-Lachaise, en la capital francesa. "Aunque estaba segura de su muerte siempre mantuve viva la esperanza", llegó a decir su hermana que, como muchos otros, también dudó de la muerte del músico. Ella lo creía capaz de fingir su muerte para ausentarse de todo.
Parte de esta idea un poco descabellada la deslizó el tecladista de los Doors, Ray Manzarek, quien en 1991 publicó la novela The Poet In The Exile (El poeta en el exilio), donde da a entender que Morrison fingió su muerte en París para poder vivir una nueva existencia en el anonimato. En esta ficción, el protagonista recibe una postal de un amigo que lo invita a reunirse en una isla del Océano Índico, donde ha desarrollado una nueva identidad.
Los años amansaron a su padre y lo llevaron a comprender la personalidad de Jim: "Después de todo él era un buen hombre, una persona seria, sus valores éticos y morales eran altos. Era una persona a la que me hubiera gustado conocer". El almirante George Morrison murió en 2008, a los 89 años, y había dejado muy atrás los episodios en los que su hijo se enfrentó a la ley. Y no habían sido pocos.
Demoliendo teles
Sonar en el programa de Ed Sullivan era lo mejor que le podía pasar a un músico en la década del ´60. ¡Eso era "llegar"! Jim Morrison lo sabía, pero no estaba dispuesto a entregar su alma a cambio de unos minutos de aire en televisión abierta. El 17 de septiembre de 1967 fue el día en que The Doors estaban invitados a presentarse en el famoso show. Poco antes de salir al aire, habría sido el mismo Ed Sullivan quien solicitó que Jim que modificara la letra de "Light My Fire". Dado el carácter familiar del programa, la idea era que cambiara de "Girl we couldn't get much higher" (chica, no podríamos estar más drogados) a "Girl we couldn't get much better" (chica, no podríamos estar mejor).
El cantante comprendió el pedido y confirmó que así lo haría, pero cuando llegó el momento de cantar, no se sabe si por descuido o rebeldía, Jim interpretó el tema con la letra original. ¿Qué pasó después? Los seis espectáculos que estaban pactados para The Doors fueron cancelados inmediatamente por Sullivan, que se sintió traicionado por el joven rockero.
Cuando ser rebelde aún era un problema, Jim Morrison se compró todos los números en el sorteo por una cachetada de la ley. Por estos días, pero en 1967 (más precisamente el 9 de diciembre, unos meses después del episodio Sullivan) Jim fue descubierto en la ducha por un oficial de policía, mientras estaba con una joven amante, poco antes de su actuación en el New Haven Arena, en New Haven Connecticut. "¡Chupámela!", le respondió el artista al oficial cuando le pidió que salieran de allí. El final no fue feliz. Gas pimienta a los ojos del Romeo rocker y un retraso importante para el show que no arrancaba por la irritación en la vista del cantante.
Cuando finalmente subió al escenario y después de hacer algunos temas, Morrison le contó a su audiencia lo que había pasado sin ahorrarse comentarios picantes sobre el episodio y sobre el policía. Pasaron unos minutos hasta que finalmente fue arrestado. En la comisaría lo recibieron cargos de indecencia y obscenidad pública que terminaron siendo retirados luego por falta de pruebas. La cucarda ya estaba en su pecho: fue el primer músico de rock a quien llevaron preso en un escenario.
Jim Morrison también fue pionero en detenciones en aeropuertos. En noviembre del '69, terminó encarcelado después provocar desorden público, tal fue la carátula, en un vuelo de Continental Airlines. Todo sucedió en Phoenix, Arizona, junto a su amigo el actor Tom Baker, cuando iban rumbo a un recital de los Rolling Stones. La tripulación y las azafatas se quejaron y esto quedó en su prontuario, pero décadas más tarde, el legendario guardaespaldas de Jim, Tony Funches contó en una entrevista que Baker habría sido el culpable por aquella detención.
"Baker siempre era un 'dolor en el culo', cualquiera que fuera el momento en que apareciese. El resto de nosotros simplemente lo dejábamos en paz porque era el amigo de Jim, pero no había nada entre él y el resto de los Doors (…) Era un insoportable hinchapelotas en la forma que se expresaba", explicó Funches, echando un manto de piedad sobre la reputación de Morrison que ya estaba bastante manchada.
De todos modos, los coqueteos con la ley fueron muchos. Otra vez, en Tallahassee, Florida, a Jim Morrison lo acusaron de hurto, alteración del orden público, resistencia al arresto y (como siempre) embriaguez pública en un partido de fútbol. El cargo decía que el rockstar se había mofado de los jugadores de fútbol, se había robado un paraguas y un casco policía de adentro de un patrullero. En enero de 1968 había sido el local Pussycat a 'Go Go de Las Vegas, el epicentro elegido por Morrison para causar otro escándalo. Nuevamente embriaguez pública, vagancia, marihuana… Terminó golpeado en la cabeza por un guardia de seguridad y desatando una batahola digna de una película de cowboys. Así era Jim.
Estúpida y sensual Miami
El 1 de marzo de 1969 Jim Morrison había llegado borracho a su show en el Dinner Key Auditorium, en Miami, Florida. Hacía calor, el lugar estaba sobrevendido (había 12 mil personas en un lugar para 7 mil) y la banda no dio su mejor performance. "Son un puñado de esclavos y dejan que les digan lo que tienen que hacer. ¿Cuánto tiempo más van a dejarse controlar? No hay reglas, no hay leyes. Hagan lo que quieran", le dijo Jim a la gente y luego se bajó el cierre del pantalón. No hay pruebas de que haya mostrado su pene, como cuenta la leyenda, pero sí de que lo llevaron preso por exhibicionismo y ebriedad en la vía pública, entre otros cargos.
Ese era el primero de una gira de 20 shows, que recorrería diferentes ciudades de Estados Unidos, pero no siguió mucho más. El manager de The Doors, Bill Siddons, dijo tiempo después que ese día había hasta un tipo cargando una oveja y "la gente más salvaje" que había visto jamás. Lo concreto es que la policía local emitió una orden de arresto contra el cantante, alegando que había mostrado su pene en el escenario, que había gritado obscenidades al público estando borracho y que, además, había simulado tener sexo oral con su guitarrista, Robbie Krieger.
El grupo pagó una multa de 500 dólares porque Jim fue declarado culpable y condenado a seis meses de prisión, pero quedaría libre hasta que se llevara a cabo el juicio. El procedimiento no pudo concretarse nunca ya que poco tiempo después el astro del rock estaba muerto. Una supuesta sobredosis (nunca se le realizó una autopsia), una viuda drogadicta (Pamela Courson, quien moriría tiempo después) y un fortuna que, con los años, fue a parar en manos de esa familia que tan poco lo había comprendido. Con 27 años y uno de los prontuarios más locos del rock, Jim Morrison dejó este mundo en Francia, como su admirado Rimbaud. De no haber sido así, este 8 de diciembre hubiera cumplido 75 años. No hay anacronía posible para situarlo en el hoy y el ahora, pero su obra continúa vigente, libre de todo tiempo y espacio.
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