Andrés Calamaro, íntimo: "En estos últimos dos años me encontré solo"

De vuelta en el ruedo el artista conmemora sus cuarenta años de carrera con “Cargar la suerte”. En una entrevista intima habla del amor, de la mirada ajena y de sus deseos

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—¿Qué te impulsó a sacar este nuevo disco?

—Es una buena pregunta porque estábamos grabando otro disco, una producción muy larga porque involucra invitados especiales, entonces ya no depende de nosotros cuándo se termina el disco. Y estábamos haciendo aquel disco de a poco y bueno, yo empecé a escribir letras y a mandarle tabletas por el correo a la noche ni bien las escribía a mi compañero Germán (Wiedemer), que escribió las canciones conmigo. Entonces este año nos empezamos a encontrar con canciones y empezamos a grabar las maquetas, los bocetos, lo que se conoce como los demos. Nos ayudó mucho un músico muy bueno que se llama Martín Pomares, que tocaba la guitarra y que le daba buen aspecto sonoro a estas grabaciones caseras.

—Hoy, ¿a qué le cantás?

—Es una buena pregunta. Muchas cosas me disparaban escribir letras. Por ejemplo, me gusta contemplar la Biblia pero desde un punto de vista no religioso ni teocrático. Y ahí encontré algunos momentos interesantes: tengo mis propias teorías, mis divagues sobre la Biblia. También me interesa mucho la Segunda Guerra Mundial. Y a veces, frases. Por ejemplo, fui a una tienda de Palermo donde me gusta comprar discos, en la calle Honduras, y llego y me encuentro con un cartel que decía: "Vuelvo en cinco minutos". Esa misma noche escribimos "Vuelvo en cinco minutos". Es de las canciones que quedaron afuera del disco, pero ahí tenés una frase que disparó.

—En la canción "Las rimas" decís: "El amor en tiempos de Ibuprofeno tiene cobertura pero no tiene relleno". ¿A qué se debe?

—Mi frase original era hablar del amor en tiempos de Netflix. Antiguamente se decía que cuando se cortaba la luz y no había televisión, nueve meses después nacían muchos chicos. Porque no es chiste la distracción de quedarse mirando la tele. Y el amor en tiempos de Netflix, ¿verdad? Quiero decir, el ocio visual, en los teléfonos, en las tabletas; es mucho más fácil quedarse solo en casa. Inclusive muchas veces uno dice "quiero llegar a casa para hacer estas cosas tranquilo".

Andrés Calamaro, con Teleshow
Andrés Calamaro, con Teleshow

¿Cómo es el amor a los 57 años?

—Caramba. Sabés que a los 57 años un hombre no se queda soltero, se queda solo. Una cosa es la soltería y otra cosa es la soledad. Y con 56 años, bueno, en estos últimos dos años me encontré solo. Y la soledad empezó a convencerme; me convenció, sí.

—¿De qué?

—Me convenció. O sea, estar solo es cómodo, como ponerse el mismo pantalón varios días seguidos. Evidentemente el amor nos hace vulnerables. Creo que hay que recordar que el amor también es una palabra. O sea, se habló demasiado del amor y no sabemos en realidad qué es. El corazón tiene una función muy noble y muy importante que es hacer circular la sangre por nuestro cuerpo. El corazón está dispuesto a latir durante 200 años, pero no hay cuerpo humano que aguante al corazón. Yo creo que el corazón ya hace bastante como para que encima lo hagamos responsable de nuestras desdichas sentimentales.

—Otras de tus canciones hablan de lo prohibido como forma de vida. ¿Es así, te representa?

—A mí me representa, pero no sé si estaba pensando en mí. Creo que cuando escribí esa frase estaba pensando en el poder femenino para conseguir cosas.

—¿Cómo sería?

—No, no, mejor no lo explico… Y no estoy hablando del empoderamiento feminista, no; estoy hablando de la capacidad de una mujer para conseguir cosas con sus encantos. Por ejemplo, no sé… Mata Hari.

"Verdades afiladas", de Andrés Calamaro

—¿Te pasó muchas veces caer en esas trampas?

—No sé. Con una o dos veces ya alcanza para tener experiencia y escribir una canción.

¿Cómo creés que fuiste evolucionando como artista?

—Cuando empecé no me consideraba un letrista ni mucho menos. Al principio, cuando era joven, lo que quería era ser un músico aceptable para poder tocar con otros músicos más grandes. Y bueno, efectivamente pude tocar al lado de Beto Satragni, un gran músico uruguayo, más adelante con Miguel AbueloCharly García. Mis habilidades eran el teclado, o ser un buen elemento, un buen compañero en las giras, poder cantar; todo ayudaba un poco. Hacer letras, hacer canciones, ya es otro rubro que solamente tocar un teclado. Y es convertirse, sin exagerar la importancia de la palabra, en artista. Una cosa es poner tu talento al servicio del talento de alguien, y otra cosa es grabar tus propios discos. Así que fui escribiendo letras más de grande. El primer disco que tiene 100 % de letras mías es Nadie sale vivo de aquí, que está grabado en el año 88. Parece mucho, pero 30 años atrás yo no era un adolescente ya; tenía 25 largos…

—¿Y en ese momento te daba miedo algo?

—¿Miedo? Ya se nos había pasado el miedo a la policía. Yo fui adolescente en una época muy áspera de nuestro país, cuando vivía sujeto al terror de la dictadura militar violenta y los muchachos que no militábamos en política sufríamos mucho una presión ciudadana. Caminar de noche, ir a un recital con los amigos, podía pasar cualquier cosa. Y efectivamente: a veces pasaba cualquier cosa. Tenía 16 años cuando grabé por primera vez un disco. Y recuerdo el día que hicimos la firma simbólica del contrato, volvimos caminando festejando. Y ese día me llevaron por primera vez a una siniestra comisaría, Seccional de Toxicomanía, en la calle Huergo, lo que ahora se conoce como Puerto Madero. No sé si llegué a sentir miedo pero era preocupación, posiblemente un poco de paranoia también. Era una época en que no le decíamos el apellido a nadie: "Andrés", "Andrés", para que no nos metieran con nombre y apellido en una agenda que pudiera terminar en manos de la Policía. Parece muy complicado pero era nuestra vida cotidiana. Y aprendí a no tener miedo.

—Pero en cuanto a lo personal, ¿miedo a que tus canciones no sean conocidas, miedo a que tu carrera sea corta? ¿Llegaste en algún momento a pensar en eso?

—Mi carrera es demasiado larga, pero hace 25 años no era miedo. Yo pensaba: "Con 60 años, ¿de qué voy a vivir, quién me va a dar de comer?".

—No te imaginaste el éxito que fue tu carrera…

—No, no. Lo único que quería era grabar un disco anecdóticamente antes de los 20 años y poder decir: "¡Ya grabé un disco!". A partir de lo cual todas fueron sorpresas, la confianza de Miguel, de Charly, el respeto de todos mis colegas. Nos conocemos hace… no son 1000 años pero son 900, ¿no? 40 años. Perdimos muchos compañeros en la batalla pero también somos muchos los que seguimos juntos.

—¿Qué fue lo que más te costó conseguir?

—Es una pregunta complicada para hacerle a alguien que respeta la ley del mínimo esfuerzo casi como única ley. O sea, yo tengo un severo cuadro de insomnio, entonces los viajes y las giras no son difíciles pero tampoco son fáciles, porque no soy esta gente que se apoya así y ya está durmiendo. Difícil es dormir después de un recital; eso es difícil. Primero te pasás dos horas con la televisión encendida sin volumen antes de sacarte la ropa. Es lo primero que pasa. Esa es difícil. Tal vez tendría que pensar en cosas realmente difíciles, ¿no? Pero mirá, afortunadamente me preguntás por algo difícil y no sé qué contestarte. Lo difícil es poder contestarte. No tengo idea.

—¿Te importa lo que piensen de vos?

—Y… ya estoy un poco blindado. Quiero decir, mis inclinaciones artísticas y políticas yo sé que pueden enojar a mucha gente. De todas maneras me siento acompañado por los intelectuales y por los buenos amigos, la gente que me importa está de acuerdo conmigo, supongo yo…

Andrés Calamaro, con Teleshow
Andrés Calamaro, con Teleshow

—Políticas, ¿por qué?

—Bueno, eso es algo que me ocurre más en España que acá. Mi defensa de la integridad de las corridas de toros, no sé si acá se va a entender. Soy argentino pero también soy español y estoy muy orgulloso de serlo. Sin embargo me gusta que en España haya un Rey, me gusta ir a ver corridas de toros. Y sin embargo todas estas cosas que son lindas en España me ponen un poco a la  derecha del espectro y me acusan de fascista, lo cual es un disparate. Yo me río: fui educado en el socialismo, en el feminismo, como ateo… Pero no tengo problemas.

¿Acá no te pasa, en la Argentina?

—Mirá, entre entre muchas barbaridades que dijo, (Domingo Faustino) Sarmiento dijo un par de cosas muy lindas, como que él se despertaba todos los días esperando que sus opiniones provoquen repudio y rechazo. Era un tipo muy interesante más allá de haber dicho un par de cosas que suenan bastante mal hoy en día… Pero quiero decir, yo debería estar orgulloso de aquella gente que me critica porque me critican por las cosas en las cuales yo creo, por mis amistades, por las cosas que yo defiendo. Entonces me gusta que hablen mal de mí porque creo en mí, y no me molesta el fracaso porque ya no sé en qué consiste el éxito. Y el día que fracase voy a aprovechar para el ocio creativo. El día que fracase me voy a tomar tiempo para escribir más canciones.

 
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