¿Qué fue de la vida de Gustavo Corvalán, el ganador de la primera edición de "La Voz Argentina"?

En diálogo exclusivo con Teleshow, el campeón de la temporada 2012 del reality que conduce Marley contó cómo siguió su carrera después del programa

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Gustavo Corvalán
Gustavo Corvalán

Tenía apenas 23 años cuando sorprendió con su voz, cantando a ciegas el tema "Vuélveme a querer" de Cristian Castro, al grupo de coach compuesto por Soledad Pastorutti, José Luis Rodríguez, Miranda! y Axel. Todos quisieron tenerlo en su equipo. Pero él eligió continuar el certamen de la mano de La Sole y, tras varias batallas, el 2 de diciembre de 2012, Gustavo Corvalán se consagró como el ganador de la primera edición de La Voz Argentina.

El reality, conducido por Marley para Telefe, fue un éxito en niveles de audiencia –la final marcó picos de 22 puntos según Ibope- y transformó por completo la vida de este muchacho oriundo de Rosario, Santa Fe, que hasta ese momento se desempeñaba como oficial de la construcción y solo cantaba a modo de hobbie junto a un grupo tropical que se llamaba Luis Miguel y su Banda.

Al resultar elegido por el público, El Toro, como se lo conoce popularmente, se hizo acreedor a un premio en efectivo de 50 mil pesos -que invirtió en terminar de construir su casa- y a un contrato con Universal Music para grabar su primer disco. El álbum de ritmos caribeños y románticos, llamado Siempre Adelante, se editó en julio de 2013. Y ahí, comenzó la verdadera carrera musical de Corvalán. Porque, después de que las cámaras se apagan y la magia de la tele se termina, a muchos artistas les cuesta adaptarse a la realidad para seguir luchando por sus sueños. Sin embargo, Gustavo asegura que nunca perdió de vista su objetivo.

"El reality me sirvió de puntapié inicial para comenzar con la música y poder vivir de ella. Obviamente, cuando se apagaron las luces, todo empezó a costar más. Los primeros dos años después de que terminó el programa, trabajé muy bien recorriendo el país con los chicos de La Voz. Pero, al tercer año, se empezó a hacer un poco más difícil, porque ya había pasado mucho tiempo y se hizo dura la venta de shows", explica Corvalán en exclusiva con Teleshow.

Y agrega: "Finalmente, me reuní con la gente de la discográfica, porque para ese entonces ni ellos me servían a mí ni yo a ellos. Y habíamos firmado un contrato por siete años, que recién se hubiera terminado en 2019. Así que me liberaron sin problema para que yo pudiera abrir otros caminos. Justo en ese momento, me llamó La Sole para que la acompañara en una gira de verano. Y para mí fue una experiencia muy linda que, además, me dio la posibilidad de seguir trabajando. Pero, sinceramente, tenía miedo por lo que podía pasar después a nivel laboral".

En 2015, en tanto, El Toro pasó a integrar el grupo cuartetero La Fiesta en reemplazo de Cristian El Loco Amato. "Cuando me llamaron de Córdoba con esta propuesta me sorprendí. La idea me encantó pero, además, era lo que necesitaba económicamente para poder mantener a mi familia. Y la pasé muy bien en el grupo", cuenta Gustavo.

Sin embargo, dos años más tarde, Corvalán confirmó su alejamiento de la banda –que se dio en buenos términos- y su incorporación a Trulalá, el emblemático conjunto cuartetero creado a mediados de los 80. "En la Fiesta hubo cambios y yo ya no me sentía muy cómodo. Y justo en este grupo estaban buscando un cantante de mi estilo. Para mí era una muy buena vidriera, así que entré. Y fue una etapa muy linda en mi carrera porque, desde que la gente se enteró de mi incorporación, no dejaron de llegarme mensajes de apoyo de los 'trulaleros'. Así que les voy a estar por siempre agradecido por haberme dado esa oportunidad", explica el cantante.

Pero este año, El Toro y el subcampeón de Operación Triunfo 2005 César Cachi Palavecino, otra de las voces de "La universidad del cuarteto", decidieron abrirse de la banda para armar un dúo de folklore: Tupachi.

"A César lo conocí en Trulalá y siempre lo 'choluleaba' dicéndole que yo lo seguía cuando él estaba en O.T., porque en aquella época ni me imaginaba que algún día iba a llegar a un programa como La Voz. Y la verdad es que pegamos muy buena onda. El hecho de cambiar de rubro tuvo que ver con que queríamos volver a lo nuestro, que es el folklore. Así que armamos este dúo con el que vamos a debutar el 16 de noviembre, en La Rioja, para después salir de gira por todo el país. Y estamos felices porque, sin haber arrancado, ya tuvimos una muy buena repercusión en la gente", señala El Toro.

Dicen que la fama repentina suele marear a los artistas. Y que esto, muchas veces, repercute en sus vidas personales. Sin embargo, Corvalán sigue al lado de la misma mujer, Natalia Tifner, aquella que lo alentó a presentarse en el casting de La Voz, la que lo bancó durante todo este proceso y la que le dio a los dos hijos, Agustín (7) y Brisa (5), que hoy son la luz de sus ojos, sus "chanchitos".

"Mi familia es mi refugio y siempre me apoyó, tanto en las buenas como en las malas. Yo a mi mujer la conocí mucho antes del reality y, cuando entré al programa, ya teníamos un hijo. Y la verdad es que tengo muy presente todo lo que ella ha dado por mí. Cuando nos tuvimos que mudar a Córdoba, no teníamos ningún pariente cerca. Sin embargo, ella no lo dudó y se vino acompañarme con los chicos", asegura Gustavo, quien aprovecha cada minuto libre para disfrutar junto a los suyos.

¿En resumen? El Toro siente que su paso por La Voz fue muy positivo tanto en su carrera como en su vida. "Cuando empezó esta nueva temporada del programa, me agarró un poco de nostalgia. Porque la verdad es que extraño muchos de los momentos que pasé ahí y que llevo guardados en mi corazón", asegura Gustavo, quien finalmente logró vivir de la música.

¿Qué les recomendaría a los participantes que están ahora en pleno reality? "Que lo disfruten, porque es una experiencia única. Que aprendan mucho de todos esos artistas consagrados que los aconsejan desde su experiencia. Y que tengan siempre los pies sobre la tierra, porque la lucha para construir un futuro en la música empieza después del programa", concluye Corvalán.

Por Nancy Duré 

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