La imagen subida a las redes sociales —de las miles que se comparten a diario— no es una más. Porque quizás sin quererlo Marta Fort construyó una verdadera alegoría con su foto. Y demuestra que, cuando la muerte al fin se cruza en nuestro camino, la fama, el dinero, la gloria… todo se reduce a la nada. Aquí queda, nada nos llevamos.
La adolescente de 14 años homenajeó a su papá, el inolvidable Ricardo Fort, en el día que hubiera cumplido medio siglo de vida. El mediático falleció a los 45 años, justo cuando había alcanzado en muy poco tiempo la popularidad tan deseada. Y entonces Marta posteó la siguiente foto en sus historias de Instagram:
No es más que una placa gris, la fecha de nacimiento y de fallecimiento, una cruz, un pequeño ramo de flores a unos centímetros. Y nada más. Aunque curiosamente Ricardo terminara consiguiendo muchos más admiradores desde aquel 25 de noviembre de 2013, cuando la muerte se cruzó en su camino demasiado pronto… Los millones de dólares quedaron en este plano, pero la fama sigue a su lado.
Martita y su hermano Felipe nacieron el 24 de febrero de 2004 en Estados Unidos, mediante una subrogación de vientre. "El prototipo de familia normal o tradicional ya no existe. Si el capricho es tener hijos, todo el mundo lo tiene. Todos deciden tener hijos para concretar su sueño, alcanzar una meta", había explicado Fort para justificar por entonces la manera en que había sido padre, un método mucho más tradicional por estos días (es el mismo al cual recurrieron Marley, Luciana Salazar y Flavio Mendoza, por ejemplo).
El mediático siempre resguardó a sus mellizos: apenas si se conocen imágenes de su infancia. "Cuando tuve a mis hijos era un tipo que salía todas las noches —dijo también, haciendo un mea culpa—. Vivía en Miami, siempre de joda. Con ellos dejé todo para asumir el rol de padre con responsabilidad. Son mi prioridad absoluta. Mis hijos y yo formamos una familia perfecta".
Hoy, Ricardo ya no está. Y su hija, adolescente, pronto dejará de ser Martita. Porque el tiempo transcurre. Eso también es inevitable.
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