Abril Sánchez es una actriz y modelo de 24 años, carismática y con una fuerte personalidad. Hace seis años se mudó de Bahía Blanca a Buenos Aires para estudiar y trabajar. Poco a poco se le fueron abriendo puertas, y llegó a participar en diversas ficciones como Esperanza Mía, Divina y Simona.
Este 2018 forma parte del elenco de 100 días para enamorase, la tira de Telefe y Underground más vista de la televisión abierta. En la novela, Abril hace de una Laura Contemponi veinteañera, el mismo personaje que Carla Peterson interpreta en su etapa adulta. Para cerrar el año, debutará en la pantalla grande con Ruleta rusa, que llega a los cines el próximo 15 de noviembre.
Abril sabe que la actuación es un rubro inestable y está estudiando la carrera de Administración de Empresas para contar con otra salida laboral. Pero como es inquieta y multifacética, tiene previsto empezar la carrera de chef: sueña con abrir su propio restaurante en un futuro próximo.
—Contame de tu vida: de dónde sos y cómo es tu familia.
—Soy de Bahía Blanca. A los 14 años era muy inquieta, soy muy inquieta: me aburría muy fácil de todo lo que iba haciendo. Entonces pasé por todos los deportes, cada seis meses iba cambiando mi actividad extracurricular. En Bahía estaba con mis papás y mis dos hermanos, Cielo y Lautaro. A los 14 años me di cuenta de que quería tomarme el tema artístico más en serio y no como un hobby, y empecé a prepararme para entrar al IUNA (Instituto Universitario Nacional de Arte). Ahora me doy cuenta de que mi estilo de vida era a mil: llegaba a casa a las 10 de la noche, no paraba de tomar clases, fue heavy, duro, pero lindo.
—¿Siempre te gustó la actuación?
—De chiquita siempre decía que iba a ser actriz, o psiquiatra. También pasé por una etapa en la que quería ser bailarina.
—¿A qué se dedican tus padres?
—Mi mamá es psiquiatra, de ahí que me gusta todo ese tema. Y mi papá es empresario. Entre los dos pusieron una clínica psiquiátrica en Bahía Blanca.
—Cuando les dijiste que querías ser actriz, ¿cómo reaccionaron?
—Al principio mi papá quería que hiciera una carrera más tradicional, pero al tiempo lo entendió. Ellos siempre me recontra apoyaron, me ayudaban con las clases. Mi mamá vivía en el auto, me llevaba a todos lados. Yo dependía del auto de mis papás, no me tomaba un colectivo como hacen los chicos acá en Capital. Desde que arranqué ellos se dieron cuenta de que yo quería hacer esto, y que me estaba esforzando para poder cumplir con mis expectativas.
—¿Cómo fue el cambio de vivir en Buenos Aires?
—Buenos Aires me encantó. A diferencia de Bahía, tomaba clases con gente que se formaba desde muy chica, que trabajaba, que no solamente se lo tomaba como un hobby. Se fueron abriendo muchas puertas. Yo vivía con mi hermana más grande. Fue un mundo nuevo: vivir en otra ciudad, sin tus papás. Así que fue buenísimo.
—¿Cómo arrancaste tu carrera?
—Mi primer casting fue para Disney Channel. Yo no tenía ningún contacto. Una amiga, que se dedica a lo artístico, me escribe un mail: "Mandá tu currículum acá, que quizás nos llaman para un casting". Ella lo manda y se lo responden al toque. Yo lo mandé ocho veces porque pensaba que me había pasado mal la dirección; al final, me contestan: "Abril, ya leímos tu currículum, no lo sigas enviando". Me llamaron y fui al casting. Me hacían hablar en neutro. Era un estrés, pero fue muy divertido. Ese año no me tomaron en ese casting de Soy Luna, pero la gente de Pol-ka se contactó conmigo para hacer un personaje en Esperanza mía. A partir de ahí, empecé a trabajar mucho en Pol-ka. Y ahora estoy en 100 días para enamorarse.
—¿Cómo es tu relación con la fama?
—No sé muy bien qué contestar porque me lo tomo con mucha naturalidad. No es que no le doy bola a eso, pero pasa muy desapercibido. Cuando voy a la facultad hay gente muy joven que me reconoce. Me da mucho pudor y mucha vergüenza. Ahí tal vez se me cae la ficha. Pero es mi trabajo, es lo que estudié siempre, no sé si soy muy consciente.
—¿Por qué empezaste a estudiar Administración?
—Arranqué porque este trabajo es muy inestable: un día tenés un montón de trabajo, otro año no. Y yo soy mental, necesito tener cierta estabilidad. Y quise arrancar otra cosa para estar tranquila el día de mañana, para tener un plan B en aquellos momentos que no me salga el laburo que quiero. Por suerte, estoy contenta con la carrera.
Escena de "100 días para enamorarse", Telefe
—¿Cómo vivís el éxito de 100 días para enamorarse?
—Es un orgullo estar en un tira donde se hablan de tantos temas que son realmente importantes, con tanta seriedad y compromiso. También es impresionante estar interpretando al personaje de Carla Peterson de joven. Formar parte de este elenco es fabuloso porque hay gente muy talentosa y humilde. De entrada, todos nos dieron una mano. La verdad que Carla es un amor, desde el día uno se interesaba en ayudarme a ser más parecida a ella, a explicarme cómo interpretaba su personaje, en qué se basaba, qué cosas hacía.
—¿Qué opinás de las diferentes temáticas que toca la ficción, como el bullying o la identidad de género?
—El éxito de 100 días para enamorarse pasa por los temas tan importantes que toca. Me parece que está bárbaro lo que se plantea, desde el lugar que se plantea. Es una tira que tiene contenido todo el tiempo. Uno tal vez prende la tele para no pensar, pero si la ves a conciencia es una tira que en cada escena están queriendo meter un mensaje, desde la relación de los papás con los hijos, el bullying y la identidad de género. Son temas muy importantes, y hoy en día la televisión, las redes y los medios de comunicación tienen un papel muy importante para empezar a concientizar de una manera muy positiva. Tal vez en la tele se hace un matete de cosas y no se entiende muy bien lo que se quiere decir, y no se valora o no se aprecia. En 100 días… se habla de temas importantes, y con el peso que conlleva.
—¿Qué pensás del feminismo y de las mujeres que salen a pedir por sus derechos?
—Es súper positivo. Estamos en un momento en el que está todo a flor de piel, por eso hay que cuidar mucho lo que uno dice. Tenemos que pasar por este momento de sensibilidad plena para que vaya cambiando la sociedad en un montón de cosas que tenemos súper naturalizadas, que no están buenas que pasen. Todo el tema de la mujer poderosa, que decide y no está mal vista. Yo soy una chica con mucho carácter. Me han dicho mucho: "Sos una pesada, una jodida". En realidad, no. Sé lo que quiero, lo que no quiero y lo que tengo que hacer para conseguirlo; con lo que pacto, con lo que no pacto, lo que me gusta que me hagan y lo que no. Y voy por eso.
—¿Sufriste alguna situación de acoso?
—Me acuerdo de que en mi colegio había un preceptor que era medio desubicado con algunas alumnas. Al principio parecía un preceptor divertido y copado que nos contaba historias con su noviecita. Pero si te ponías a pensar en lo que nos contaba, te dabas cuenta de que se iba mucho de mambo. Me quejé con la directora del colegio y lo sacaron del colegio. Fue un quilombo. Si no me gusta, te lo tengo que decir. También me pasó en el subte: de la nada, una chica se largó a llorar y empezó a gritar que un tipo la estaba manoseado. Nadie hacía nada. Ella estaba en shock, llorando a los gritos. Yo les pedía a los del subte que traigan a la Policía para que lo agarren a este desubicado.
—Son situaciones incómodas que suelen pasar…
—Sí, cuando me vine a Buenos Aires empecé a vivir situaciones que no me pasaban en Bahía Blanca, quizás porque allá no viajaba en bondi, ni estaba caminando tanto en la calle porque tenía el auto de mi mamá. Cuando voy al gimnasio, me pongo unas calzas o un shorcito y los tipos se desubican, están constantemente tirando comentarios, te hacen sentir incómoda. Entonces en un momento me di cuenta de que salía a la calle vestida de una manera para que no me miren y evitar ese momento de incomodidad.
Tráiler de la película "Ruleta rusa"
—¿Ahora estás de novia?
—Sí. Mi novio se llama Juan, lo conocí cuando tomé la comunión. A los 12 años me lo vuelvo a encontrar en Bahía Blanca y nos pusimos de novios. Desde los 12 hasta los 16 años fue una relación de esas clásicas de nenes: cartita, besito en la plaza. Un día me gustaba él, al otro él se iba con otra chica, yo me iba con otro chico. A los 18 años nos pusimos en serio. Desde ahí y hasta ahora seguimos juntos.
—¿Juan también vive en Buenos Aires?
—Se vino a Buenos Aires un año antes porque es un año más grande que yo. Se volvió a Bahía Blanca, en ese momento no estábamos juntos. Yo le decía que estaba todo bien, pero que me iba a ir a Buenos Aires. Y él terminó volviendo a Buenos Aires. Por ahora no convivimos, pero estamos mucho tiempo juntos porque todo el tiempo nos estamos viendo, haciendo planes, dormimos juntos. Gracias a Dios es una relación muy linda y muy sana.
—¿Es celoso?
—Es muy tranquilo. Tuvo un momento en el que ni bien empecé a trabajar le costó hacer el clic de tener que darme un beso y que lo vieran los amigos, que le manden mensajes por WhatsApp, se caguen de risa. Después se relajó. Si él sería actor, yo no sé si me lo tomaría con tanta naturalidad. Es muy tranquilo y me re banca. No es celoso.
—Este año filmaste la película Ruleta rusa. ¿Cómo fue la experiencia?
—Es una película de Eduardo Meneghelli. Es mi primer coprotagónico con Gabriel Peralta, un actor venezolano. Está bárbara y estoy muy contenta. Fue mucho trabajo hacer la película y encarar el personaje, porque me sentía con mucha presión y nervios. Lo intenté hacer lo mejor posible. Mi personaje es Maru, una chica que vive en un pueblo y es la hija del intendente. Es una chica rebelde que no está de acuerdo con algunos manejos corruptos del papá. Tiene una historia de amor con Rudy que por muchos motivos no se puede dar entre ellos, porque los papás de él eran enemigos de mi papá. Se generan persecuciones y obstáculos. Están todo el tiempo a punto de separarse, pero el amor es más fuerte y siempre terminan juntos.
—¿Qué sueños te quedan por cumplir?
—Me gustaría mucho el día de mañana tener mi restaurante, quiero tener un buen bodegón. Siempre quise eso. Y el año que viene voy a empezar la carrera de chef.
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