El pelo largo y lacio cae al costado de una barba abultada y canosa. El poncho, cerrado en el frente, le llega casi a los pies. El look de este Adrián Dárgelos que pisa los 50 años dista mucho de aquel que mostraba cuando Babasónicos irrumpió con su frescura en la escena musical, a mediados de los 90: la cara afeitada al ras, el peinado cuidado, los pantalones chupines, los colores estridentes.
Se acerca a la entrevista trayendo un nuevo disco bajo el brazo: Discutible. Porque mucho ha cambiado en este tiempo. Y ya en su corte de difusión, llamado "La Pregunta", Dárgelos propone —desde su liderazgo con Babasónicos— un replanteo social. Lo discutible no es su aspecto. Lo discutible es lo que sucede alrededor. Y de todo eso quiere hablar el cantante con Teleshow.
—¿Seguís disfrutando de la manera de querer tocar como cuando recién empezabas?
—Sí. No la manera de viajar, porque cada vez se viaja un poco peor y es más caro. Nos hacen pagar más el derecho de que estamos más separados del epicentro de las ciudades gigantes: aunque Buenos Aires es una ciudad gigante en sí misma, las otras ciudades de Latinoamérica quedan un poco más lejos. Si viviéramos en el centro seria más cómodo. Y se han puesto más severos los controles migratorios, las aduanas; más maltratadores, básicamente.
—Pero de este lado uno se imagina que sus viajes son glamorosos, que llegás al hotel y te reciben las fans.
—Tiene esa parte: los traslados, las expectativas, las habitaciones gigantes en hoteles de ciudades que solo podés recordar siete, ocho horas. Pero también tiene una enorme agenda de compromisos. La parte más divertida del viaje es llegar y dar tu show, porque el tiempo que estás en el escenario es un tiempo ganado a todo ese tiempo miserable que tiene la razón, la vida cotidiana, las preocupaciones. Cuando estás en el escenario no tenés preocupaciones: no sos hijo, no sos padre, no sos nada. No tenés básicamente nada que te haga pensar más que lo poco que tenés que hacer que es abrir la boca y cantar y ser parte de la música. Y en ese fluir tenés una disrupción del tiempo lineal. El del escenario es un tiempo fantástico: vos vas a eso, a buscar esa posibilidad de ganar ese tiempo.
—Hoy, ¿qué te motiva para seguir escribiendo?
—Muchas cosas, pero en realidad me motiva la búsqueda, me sorprende el encuentro de temáticas nuevas, de cosas de qué hablar. Y eso tiene que ver cómo la realidad nos afecta, en esa relación dual que tenemos con la realidad: aceptarla, olerla y discutirla, básicamente, que es gran parte del motivo de hacer un disco.
—¿Pero vos hablas de temas que leés en los diarios, que escuchás?
—Yo, particularmente, no leo diarios. Estoy informado, pero no de esa manera.
—¿Cómo te informás?
—Con un poco de lo que me cuentan, que es como una información ya digerida; un poco de lo que escucho en la radio, de opiniones, o de noticias que voy escuchando en la radio. Pero diarios, no.
—¿Por algo en particular?
—Porque leo mucho. Dedico unas cuatro horas por día a leer y a escuchar música; entonces, no llego a tener mucho tiempo extra como para ver televisión y diarios. Y nunca tuve sensibilidad a la noticia o al periodismo.
—¿No te caemos bien?
—No, no es eso. No es una cuestión personalizada sobre… Quizás leo tanto que no tengo tanto tiempo, y tengo que seleccionar las horas de ocio, en qué voy a disfrutar más.
—¿Y siempre pensaste así, o fue en los últimos tiempos?
—Siempre. Vengo de una familia de diarieros, entonces…
—Pero sí sé que leés mucha literatura…
—Claro, me gusta más leer fantasía. Y si bien tengo una idea de lo que pasa en la realidad, me voy enterando siempre de perfil, nunca llego a investigarlo.
—Este último disco, Discutible, habla un poco de angustia social.
—Eso lo podes sentir sin leer el diario, con cualquier conversación con un verdulero, en el roce con la realidad cotidiana lo ves. No tenés que estar muy informado, muy leído de noticias para darte cuenta de lo que está pasando.
—¿Te preocupa lo que pasa en el país?
—Sí que me preocupa, sí. Primero, porque soy parte del país y de la sociedad, y mis discos están pensando que existe un oyente que sale de la misma sociedad de mis pares. Entonces sí, me preocupa la realidad de ellos, porque con gente que la está pasando mal es muy difícil… Cuando la mayoría la pasa mal, es más complejo el espectáculo, que es un espacio de sobra, de entretenimiento. Si bien es un espacio enriquecedor, a la gente le tiene que sobrar plata para entretenerse. Entonces sí que me preocupa…
—¿Lo notás en tus shows? ¿Hay menos gente?
—Lo noto en general. La gente está muy preocupada y más deprimida, y tiene menos tiempo o menos ganas de disfrutar la parte más lúdica, que es perder tiempo en la música. O ganar tiempo en la música, como lo quieras llamar.
Hago música porque quiero un mundo mejor, un mundo nuevo, ¿ustedes no?
—En este periodo, ¿qué te preocupa?
—Me asombro ante la mezquindad humana, la idiotez, ante esas cosas, ante las relaciones, ante lo que el humano genera como entorno. Y yo mismo, dentro de eso. Y de eso salen los discos. Este Discutible, que en cierta forma es un llamado al encuentro de un público que nos siga, es una forma de reinvención, es un planteo de dudas sobre cuál es el beneficio de las cosas que hacemos todos, no nosotros como músicos. Y si ese beneficio de la voz que da la orden es el mismo que nuestro beneficio general. A partir de eso vamos descubriendo temas que son inspiradores para hacer música.
—¿Cómo es esta idea del beneficio? ¿Cómo sería llevarlo más a lo cotidiano?
—El beneficio es la sospecha de que lo que nos dicen que es mejor para todos, lo sea. Sospecho de ese beneficio, de compartir las mismas utilidades del beneficio que los demás me están diciendo que tengo que seguir.
—¿Rompiste muchos mandatos sociales?
—Hice música porque era una forma de molestar, y no me doy cuenta que son mandatos. Sí me doy cuenta que hay una parte de la educación que no me contenía o no me servía, y entonces tratábamos de hacerla a nuestra medida. Yo quería un mundo mejor, y todavía lo quiero. Por eso hago mi aporte con música.
—¿Que idea central plantea este disco?
—Me gustaría que el capitalismo termine, que sea otra cosa. Me gustaría un mundo nuevo. ¿Qué? ¿A ustedes no? ¿Cuál la diferencia? ¿Qué yo lo digo y los demás no? ¿O los demás están conformes? ¿Por qué no empezamos? Yo se los estoy preguntando. Y es un tema que se llama "La Pregunta".
"La Pregunta", Babasónicos (Video: YouTube)
—¿Qué es lo que no te gusta del capitalismo?
—Suponete que todo.
—¿Estás en contra de todo?
—Y, mirá, no me gusta la idea de que el trabajo no alcance para vivir. Que es un poco alienante. ¿Qué pasa con la industria de la música? Está más manipulada por algoritmos, entonces es muy probable que si vos ponés el nombre de la banda que te gusta, te asocien a otras bandas que quizás no se parecen en nada, pero te van conduciendo a una escucha manipulada. Como no tengo esa forma de escuchar música, yo no lo sé. Pero creo que a toda la música que yo me derivaría a escuchar, no conduce a mi propia música, así que en todo caso los algoritmos a mí no me están beneficiando, por ejemplo. Otra cosa es que las tapas de los discos últimamente las ves así, en 3 x 3, en un microscopio adentro de las pantallas de las computadoras o de los teléfonos. Bueno el disco trae todo un arte desplegable para que vos puedas disfrutar.
—¿Qué te lleva a pensar lo que pensás?
—Lo que pasa que es muy agotador lo que hace el sistema cuando empuja a la gente a no tener posibilidades, hacia el margen. Y cada individuo tiene el peso de su existencia. Es duro no pensarlo solo en los grandes números que suceden, sino en los casos individuales: cómo va expulsando, cómo le dice a la gente que no le sirve más al sistema. Desde las edades avanzadas hasta los nuevos, que no pueden tener una educación competente. Es un sistema bastante perverso que algunos fingen que no está sucediendo. No sé si eso me beneficia. Y Discutible es eso: el llamado de un cuerno a través de la neblina que busca un rebaño de gente a la que, por lo menos, le parezca sospechoso lo que está pasando. Ahora, si para eso vos tenés que leer los diarios, no lo sé. Yo, sin leerlos, me di cuenta.