Rodrigo Lussich: "Los famosos son muy mentirosos, niegan lo que no les conviene y admiten lo que sí"

El periodista, conductor de "Confrontados" en la pantalla de El Nueve, conoce como pocos el paño de la farándula. En diálogo con Teleshow, aporta una mirada crítica sobre el periodismo de espectáculos, el valor de la primicia y la medición del rating

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"Hay que desdramatizar", advierte Rodrigo Lussich sobre el periodismo de espectáculo, allí donde construyó un largo recorrido. Y que desde hace dos temporadas lo encuentra al frente de Confrontados, por la pantalla de Canal 9"El chimento es entretenimiento", argumenta, y le quita importancia las desmentidas. Porque para Lussich, el foco está en trabajar desde "la buena leche".

"Con Carla (Conte) me llevo bárbaro", halaga a su compañera, y admite: "Yo soy más insoportable. Soy bastante enfermo del minuto a minuto, estoy todo el programa con un ojo en la cámara y el otro en la medición".

Sin embargo, tiene un mirada crítica sobre el rating y la merma en las mediciones que experimentan todos los programas, de un tiempo a esta parte. "No entiendo cómo no se repensó todavía. Cómo los popes de la tele no se juntan con Ibope y dicen: 'Muchachos, este negocio no le conviene a nadie, estamos repartiendo pobreza, cambiemos la manera de medir'. En todo caso, que a partir de ahora un punto equivalga a 10. Que por lo menos el número sea un poquito más lindo para mirarlo…", propone el periodista.

Porque para Lussich, la llegada de las redes sociales y la doble pantalla no quita audiencia, sino que la modifica. Por eso es necesario cambio: "Tienen que empezar a medir las plataformas on demand, Internet, celulares… Todo eso tiene que empezar a medirse porque ahí tenés un rating enorme", sostiene.

—¿Vale todo en el periodismo de espectáculos?

—Sí, excepto los temas de salud. Cuando sabés que alguien puede estar enfermo, está pasando una situación de riesgo su vida, una situación muy jodida personal… Sacando eso, sí, vale todo.

—Si te enterás de una situación grave de salud, preferís callarte.

—Son cosas feas. Yo trabajo desde la buena leche, en general. Inclusive equivocándome o errando algún chimento. No le tengo pánico a la desmentida, creo que hay que desdramatizarla. El chimento es un rumor: no hacemos medicina nuclear. Desmienten noticias políticas y todos están tranquilos, imaginate con el periodismo de chimentos. Hay que desdramatizar eso.

—¿El "no hacemos medicina nuclear" le resta importancia al periodismo de espectáculos contra, por ejemplo, el periodismo económico?

—Son distintos. El chimento es un género que, aparte, es un subgénero dentro del periodismo de espectáculos. Para mí el chimento es entretenimiento.

—Okey, entonces te bancás la desmentida. ¿Inventar vale?

—No. Inventar por el solo hecho de inventar no, porque entonces podés decir cualquier cosa. Y ahí sí no trabajas con buena leche. Vos tenés que tener una línea base, una fuente que tal vez te dio una información y que el famoso te desmiente, porque aparte también trabajamos con una industria donde los famosos son muy mentirosos. Niegan lo que no les conviene, admiten lo que sí, cuando tienen que promocionar algo te dan toda la onda, cuando no les interesa salir y que no se cuente algo son capaces de negártelo, aunque les pongas una picana. Hay que tener en cuenta que trabajamos con gente que trabaja con su ego, que no le gusta que digan cosas que no quieren que digan. Te pueden mentir en la cara: me ha pasado mil veces, y después las cosas se confirman. Cuando se confirma el chimento se transforma en una información, y cuando se desmiente, queda en un chimento.

—¿Cuantos embarazos, relaciones o separaciones han desmentido los famosos, que después se confirman?

—Los embarazos son los más difíciles de dar porque lamentablemente hay muchos casos donde se pierden; entonces es la palabra tuya contra la de la protagonista. Me tocó dar el embarazo de Paula Chaves, que es una ingrata: la manera de desmentirlo, furiosa… Es un chimento desde la buena leche, nunca dije que el marido le metió los cuernos, dije que estaba embarazada. De última agradecés y decís: "No, chicos, la verdad me encantaría, les agradezco un montón pero no". Ahora, si salís y decís: "¿Qué prueba querés que te mande?", como si quisiera que me mande el tampón para comprobar que no está embarazada, la verdad que no me hace falta. Muchas veces hay exageración en la reacción. No pasa nada: se desmiente y a otra cosa. La desmentida me parece que le sirve más a la interna de los que te quieren bajar o que no les gusta que estés en determinados lugares, entonces te azuzan con la desmentida para bajarte el precio. A la gente no le importa. La verdad que la gente está en otra cosa.

—¿La primicia importa mucho?

Es mucho más interesante construir un tema que tener una primicia o un título. Entiendo que el cómo siempre es más importante que el qué. Vos podés contar lo mismo que contaron todos pero si lo contás de una manera distinta puede llegar a atrapar. El qué es más una cuestión interna nuestra para medirnos el miembro, a ver quién la tiene más larga. Creo que a la gente (la primicia) no le importa. No llega al final del día a ver si lo dije yo, lo dijo Intrusos o lo dijo (Ángel) De Brito. La gente no se acuerda, no le importa, se ríe, le parecemos patéticos cuando nos peleamos por eso. Ojo, yo me engancho y me engrano también, porque soy parte del sistema.

—¿La tele extraña a alguien?

—La tele no extraña a nadie. Tenemos que ser conscientes de que estamos en un género y en un mundo que tiende a desaparecer: no sé si en 20 años va a existir la tele abierta, capaz que menos, capaz que me estoy yendo lejos… Los que estamos en esta generación llegamos un poco tarde a la tele de aire. A mí me hubiera encantado trabajar en la época de (Alejandro) Romay, ser famoso en los 80, en los 90: me hubiera encantado.

—¿Cómo te imaginás en ese momento?

—Con mucho más laburo, ganando mejor (risas). Seguramente llegando a mucha más gente. Los que ganaron plata en este medio la ganaron en otra época. La tele va hacia una fusión de canales. Yo no sé si hay lugar, si hay torta para repartir entre cinco canales de aire.

—Acaba de surgir un canal nuevo.

—Sí, están todos furiosos con eso porque es más torta para repartir. No sé qué canal da ganancia hoy. No creo que la televisión sea un medio que dé ganancias. Hay que ir hacia una fusión de canales, en algún momento.

—¿Marcelo Tinelli en política?

—Justo escuchaba en la radio que el macrismo le ofrece ser gobernador de la Provincia (de Buenos Aires), o la posibilidad de ir de candidato a gobernador. También lo quiere el peronismo. No sé detrás de qué ideología se quiere enfilar él, si tiene ideología o no. No sé si es lo mismo ir por el peronismo que ir por el macrismo, más allá del resultado. Me parece que no.

—La Provincia es un territorio muy complicado.

—Pequeño debut, ¿no? Yo no sé bien qué quiere Tinelli. Él es muy dado; yo particularmente comparto gimnasio, así que nos encontramos seguido, nos hablamos por WhatsApp, y es muy llano para el diálogo. Pero hay algo, una distancia que pone, donde es imposible escrutar qué piensa, qué le pasa por la cabeza.

—Hablabas de desmentidas, y pensé en la cantidad de separaciones de Luciana Salazar y Martín Redrado, y en este mecanismo de hablarse por Twitter.

—El famoso ha encontrado que es mucho más rendidor dar una opinión o reclamar algo, aunque sea enigmáticamente, o hacer una mención sobre algo que les pasa en una red, porque crean una nota. Tienen un rebote enorme y la va a levantar todos los portales.

—Pero después, también se quejan de eso…

—Les encanta. Lo hacen para eso. Y nosotros caemos en la trampa de darles el gusto. Jimena Barón, por ejemplo, es una chica que vive para las redes. Después tratamos de decodificar qué quiso decir Salazar con este mensaje: "¿Fue para Redrado?". Bueno, no creo que sea para ninguna otra persona porque no creo que Luciana Salazar conozca otra gente que no sea Redrado. Pero de todas maneras, estamos todos muy pendientes de eso, y a ellas les encanta. Les alimentamos el ego a diario.

—¿Quién puede ser la nueva Susana Giménez?

—No, son personajes irremplazables. Los que han llegado a lugares de privilegio y de un liderazgo tal es porque han sido distintos absolutos. Y esas cosas no se repiten. El que quiere tratar de sumarse a ser la nueva Susana, el nuevo Tinelli, se equivoca. La única manera de permanecer es ser distinto.

—¿Los Maradona?

—Las hijas grandes (por Dalma y Gianinna) han cambiado y se han puesto bastante a tiro en ser llanas y cercanas, y eso les ha sumado mucho. Él sigue siendo un personaje inimputable. Este año la única nota que concedió, la dio con Confrontados por teléfono. Y lo dejás (hablar) porque ni siquiera vale la pena pelearlo. Es un personaje inimputable. Cuando vos te crees Dios y te han hecho creer que sos Dios, no hay con qué darle. Andá a sacarle ese chip de la cabeza. Imposible.

—¿La pasaste mal cuando se cruzaron con Rolando Hanglin en el programa?

—No, yo no la pasé mal. La pasó mal Carla.

—Se plantó muy bien Carla.

—Se plantó muy bien. Por suerte, lo manejamos bien el tema. El hecho de haber asentado el programa se nota en esas cosas. Podemos tener mejores programas, peores programas, nos puede ir mejor o peor, pero el programa está masticado, y eso se nota cuando pasan esas cosas.

—¿Qué pasa con las peleas en ShowMatch? ¿Las creemos?

—Sí, yo las creo. Nnunca creo que ShowMatch está guionado. Creo que hay bajada de línea de la producción a dos jurados que, son De Brito y (Marcelo) Polino, que están para eso, para buscar el conflicto con los participantes, sacarles los temas ríspidos y pincharlos por ese lugar. Pero después no con los participantes para que contesten, más allá de que puedan estar manijeados por un productor, pero no guionado. Se ha instalado mucho en estos días la idea de que son peleas de mujeres contra mujeres, y esto no está bueno en este auge feminista, donde se trata de poner a la mujer en otro lugar, sobre todo cuando se pelean por un tipo. Pero también la mayoría que participa son mujeres. Que el programa podría cortar estas cosas y evitarlo, sí. También el conductor es Tinelli, y él puede decir: "Bueno chicas, hasta acá". Pero también entiendo que él está en su show.

—Es un poco lo que él prometió este año: no más escándalos. Pero hay determinados personajes que aparecen, hacen su catarsis o empiezan las discusiones y el número empieza a subir en un momento que está muy difícil.

—Yo creo que a Tinelli eso también lo ceba y lo potencia para no parar esas cosas porque es un bicho de televisión como nadie, y el rating para él, es el aire que respira. Está acostumbrado a los mejores números de la televisión toda su vida y no debe ser fácil ver que el minuto a minuto le marca 10 puntos, y si pelea (Soledad) Fandiño con Laurita (Fernández) sube a 13, o a 17. Es mucha diferencia. Es un arma de doble filo, y él verá hasta dónde lo deja.

Se carrera al andar. Lussich confiesa que el rol de conductor fue un lugar soñado y anhelado: "Lo tenía en mi ADN de chico, conduje mis primeros programas de radio de adolescente, hice radio toda la vida y la tele parecía que iba a ser algo que iba a venir", recuerda el conductor, y marca un antes y un después con el segmento de sus bombas en AM, aquel programa de Telefe que conducían Leo Montero y Verónica Lozano.

"Yo vivía para las tres bombas del día, más allá de que después fueran bombitas, bombazas o lo que fuere, vivía para eso", cuenta el periodista, y recuerda que si por algún motivo del vivo televisivo su sección no entraba en el ciclo, se ofendía. Y hasta amenazaba con irse del programa: "Lo defendí mucho porque era mi lugar, y por supuesto, me dejaban hacerlo porque rendía. Fue una preconducción sin quererlo. Y en ese sentido, ellos eran muy generosos, me dejaban hacer la venta solo, mandar el corte, presentar la sección".

—¿Es raro encontrar gente así en la tele, generosa como Montero y Lozano?

—Tan generosa no es habitual a la hora de la conducción. A veces yo me encuentro al aire inclusive: "Estoy hablando mucho, no estoy dejando hablar al panel, callate Rodrigo". Soy consciente de eso.

—Lo ves.

—Y sí, porque yo estuve en la vereda:  estuve sentado en un panel y lo puedo estar mañana.

—Y dentro de los menos copados, ¿a quiénes encontraste?

—Hay conductores que son mucho más unipersonales. (Alejandro) Fantino. Alguna vez trabajé en un panel, poco tiempo, en Animales Sueltos, cuando hacía como búsquedas de ver para dónde iba, y costaba que el conductor te buscara la mirada. No era una cuestión personal, no tenía nada conmigo, en contra. De hecho tengo buen trato con él, pero es un conductor unipersonal, y en todo caso se apoyaba en bastones muy claros, como Coco Silly.

—Hace seis años que estás soltero. ¿Tenés ganas de enamorarte?

—Estuve en algo pero no prosperó. Estoy con ganas desde el discurso sobre todo, pero después me doy cuenta que en el día a día todavía me cuesta bastante la posibilidad de abrirme a una relación porque estuve mucho tiempo en pareja: una de 10 años y otra de cuatro. Conviví con ambas. Tuve experiencias hermosas, pero bueno, ahora que aprendí a estar conmigo, cuando mejor estás con vos después te cuesta mucho más.

—O sea, no estás padeciendo esa soledad.

—No, no.

—Te veo activo en Instagram. ¿Te tirotean mucho?

—Sí, me tirotean, sí, sí.

—Y desde que contaste la salida con Eleonora Wexler, ¿las mujeres no están con la fantasía también?

—Sí, las mujeres se tiran bastante. Pero no sé si por eso particularmente, porque hay algunas que lo sabrán, otras que no. Pero se tiran las mujeres, sí. Lo que pasa es que a mí me gustaba una sola (risas). No es que estoy fantaseando. Es más una anécdota lo que pasó que una cuestión muy grande.

—Pero está buenísimo si estaba esa fantasía haberte permitido pensarla, y realizarla.

—Sí. Para mí, lo positivo de todo eso fue el hecho de haberme animado. Yo no tengo prejuicios sobre mí mismo. El juicio del otro es muy complicado de manejar, pero el prejuicio sobre uno mismo me parece que hay que tratar de no ponerlo tan cargado. Y yo dije: "¿Soy capaz de invitarla a salir? Sí. ¿Soy capaz de llamarla? Sí. ¿Soy capaz de ir a pasar a buscarla y tener una cena? Sí". Eso habló más, fue una cuestión más interna mía. 20 años sin mirar una chica y de pronto animarme. Otro diría: "No, yo ni en pedo".

—¿Por dónde empiezo? (Risas).

—Sí. Te cuestionás muchas cosas: "¿En qué lugar estoy parado? Entonces, ¿qué quiero? Pero, ¿me gusta? ¿No me gusta?". Siempre fui muy simple en ese sentido: nunca me gustó… Soy muy estructurado también en un montón de cosas.

—¿Les prestas atención entonces a los que escriben en Instagram? ¿Que sigan escribiendo?

—Sí, le presto una atención módica digamos. No es que estoy después stalkeando todos los perfiles a ver quién es, quién no es. Si alguien me llama mucho la atención, capaz que después tiene candado y no le pido amistad para ver la foto, la verdad que no. Pero sí, estoy soltero y disfruto. Tampoco estoy en una cuestión así, de tira tiros. Tengo 45 años y he salido, he tenido un montón de experiencias. Estoy tranquilo.

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