Los tiempos cambiaron. La doble pantalla (la chica y la del celular) domina la escena, el encendido bajó y las planillas de Ibope acercan números flacos de rating, si son comparados con apenas un lustro atrás. Porque la televisión está en crisis. Resulta innegable. Pero aún frente a este nuevo escenario, hay programas que son un éxito. Y otros que no lo son… Entre los primeros, por caso, La Voz Argentina. ¿Y de los otros? Mi hermano es un clon.
El Trece apostó al histrionismo de Nicolás Cabré, la frescura de Flor Vigna y la solvencia de Gimena Accardi para su ficción del prime time. Y hasta aquí la fórmula no funcionó. Cada noche, sin excepción, pierde con el reality conducido por Marley. Pero aun si no existiera competencia alguna, la marca es muy baja: apenas si supera los 8 puntos de rating.
En aquella primera noche del 3 de septiembre, los productores descorcharon champán: Mi hermano… promedió 16.4 en su debut, pasándole la posta a un ShowMatch que cerró con 20.9. La ficción de Cabré le ganó la pulseada a 100 días para enamorarse, que hizo 13.1. Lejos de marcar una tendencia, esta circunstancia ya no volvería a repetirse.
En la noche de este martes 16 de octubre -es decir, 32 capítulos después-, La Voz le sacó 10 puntos a la ficción de Cabré: 18.7 contra 8.1, respectivamente. Se intuye un argumento a su favor: ¿no será que recibe un piso bajo de Telenoche? La última emisión del noticiero fue de 7.3; lo mejoró en 8 décimas. Pero el reality de Axel, La Sole y compañía arrancó con los 11.2 del especial de Diego Boneta; ergo, subió la vara en 7.5.
Hasta aquí, Mi hermano… logró ahuyentar un fantasma que lo asusta desde la vereda de enfrente: Fanny, la fan. A fines de junio de 2017 la novela de Underground protagonizada por Agustina Cherri debutó en Telefe con la misma expectativa que la ficción de Cabré. Duró un mes en el aire: sus ilusiones se estrellaron contra Las Estrellas, justamente, la tira de Celeste Cid, Marcela Kloosterboer y compañía la doblegaba en rating. El canal hizo un manotazo de ahogado cambiando de horario a Fanny: de las 21:30 (se había estrenado a las 21:15) pasó a las 19. En esa franja permaneció apenas una semana. Se despidió de la pantalla chica con 5.2 puntos, en medio de una fuerte polémica.
Sin embargo, en El Trece se resisten a la idea de modificar la grilla del prime time. El objetivo es que al menos hasta diciembre (para los tiempos televisivos… ¡falta una eternidad!) la producción de Pol-ka conserve su horario: a contramano de la mano firme de Telefe, el canal no quiere cargar con una Fanny. Pero entonces, ¿cuál sería el plan? Apostar a las grandes figuras.
Los guionistas ya recibieron la nueva pauta: Cabré, Vigna y Accardi tendrán incluso mayor protagonismo. En parte de allí se explica que la ex Combate deje el Bailando 2018, algo que hizo público ante Marcelo Tinelli en la gala del martes, pero que en los pasillos de LaFlia se sabía de hace rato: empezará con los ensayos de su nueva obra teatral.
En Mi hermano es un clon, a Flor se la necesita arriba del barco casi como una timonel. Su gran llegada a los adolescentes, traducidos en los 3.4 millones de seguidores en Instagram, sigue siendo un soplo de esperanza al momento de reconquistar el rating perdido; o más bien, del jamás conquistado.
La trama que involucra a Renzo Figueroa y Mateo Mónaco (Cabré en ambos roles: uno más tierno, el otro más cerebral) no consigue la atención de los espectadores. Una comedia romántica que derivó en policial, a partir de una circunstancia que supo ser exitosa en tantos otros casos: desde el cine con Juego de gemelas (y una niña Lindsay Lohan), a tiras como Educando a Nina (de Griselda Siciliani), llegando a la literatura (si se nos permite la licencia) con El príncipe y el mendigo, de Mark Twain. Pero en este caso el argumento no está bien resuelto. Suena trillada. Y el rating lo refleja, dándole la espalda.
El gran perjudicado de esta situación es Marcelo Tinelli. Líneas arriba se puntualizaba en la marca que reciben los programas al iniciar su transmisión. Y al Bailando le toca bailar con la más fea… Los 8 puntos y décimas de Mi hermano es un clon lo obligan a redoblar los esfuerzos. Es casi un lastre que en cierto modo logra compensar: el martes, de 8.1 pasó a 13.5, aumentando el rating heredado en más de un 50%. Si esto fuera polo, el handicap con el que arranca ShowMatch llevaría a perder cualquier partido; salvo que Tinelli sea el capitán del equipo.
Pero la remontada lleva su tiempo, claro. Largos minutos que en la televisión son muy valiosos: para seguir con el ejemplo de la jornada del martes, la planilla de Ibope registra una curva ascendente que encuentra su pico máximo recién promediando las 23, a casi una hora de comenzado el ciclo. Curiosamente, Mi hermano es un clon hizo su pico cerca del final. Conclusión: muchos sintonizan la novela de El Trece solo esperando el arranque del Bailando. Como dice el propio Tinelli: "Seguimos remando en dulce de leche".
A todo esto, ¿y Cabré? Su regreso a las grandes ligas televisivas después de su papel en Mis amigos de siempre, cuatro años atrás y también en El Trece (en 2015 y 2017 encabezó ficciones en la TV Pública, sin ninguna exigencia de rating), no es el esperado. Si esto fuera fútbol, y haciendo una enorme salvedad, Nico es Messi en la Selección: intenta por aquí, prueba por allá, la pide por aquel costado, frota la lámpara y entonces… ¡nada!
Mi hermano es un clon encuentra a un Cabré auténtico, repleto de sus gestos clásicos, cambios de tono de voz y movimientos corporales eclécticos, pero no alcanza. Ni siquiera su promocionado romance con Laurita Fernández ayudó a despertar el interés del público en su actuación (curiosamente, de la larga lista de relaciones amorosas de Cabré, esta es la primera que se hace pública de un modo tan claro y contundente).
Resta saber si, como le sucede a Messi —injustamente o no—, a Nicolás también se lo señalará como el responsable del fracaso, esa palabra tan maldita en el verde césped como en la pantalla chica.
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