Cuando nadie se lo esperaba, Anamá Ferreira fue eliminada del Bailando 2018. La brasilera nacida en Mina Gerais hace 66 años —cumple 67 este 20 de octubre— reconoce que no sabe bailar. Sin embargo, a fuerza de carisma, logró conquistar al público marcando picos de rating en el programa. Y el hecho de quedar afuera del certamen la dejó con ganas de volver por más. "Aún sabiendo todas mis limitaciones, yo estaba metida en el juego y quería llegar a la final. La verdad es que pensé que me iban a salvar. Y estoy un poco triste porque me encantaba estar en el show", le confesó la ex modelo a Teleshow.
—¿Esperabas que el público te hiciera ganar en el teléfono?
—Benjamín Alfonso ya había estado en esa instancia y le había ido muy bien. Y yo también era fuerte. Así que nos encontramos dos personajes pesados, pero hay que acatar el resultado de la votación. Igual yo estoy súper agradecida de haber pasado por el programa. La gente que trabaja en ShowMatch es maravillosa y la pasé muy bien. Además, esta experiencia me sirvió muchísimo para reactualizarme. En ese sentido, yo gané: logré entrar en muchas casas y ahora todo el mundo me conoce y sabe cómo pienso.
—¿Te sorprendió que este golpe de popularidad haya llegado a esta altura de tu vida?
—Como todo, llegó en el momento justo. Siempre estuve trabajando y me mantuve vigente. Pero el Bailando te manda a la órbita: te pone un cohete y te hace llegar a la luna. Como programa, es Disney: uno puede cumplir todas sus fantasías. Ahí te maquillan, te peinan, te ponen la ropa que vos querés lucir en cada gala… ¡A nada te dicen que no! Y cuando se abre la puerta y salís al show, es como una arena romana. Si esto me hubiera pasado hace 10 años hubiera sido diferente. En cambio, ahora me siento muy bien parada como para sobrellevar todo lo que implica.
Una de las coreografías más comentadas de Anamá Ferreira: la sala de tres con Denise Dumas, sin tiempo de ensayo
—¿Hablás de que no te afecte emocionalmente?
—Claro. Hoy sé que es un juego en el que el que se enoja, pierde. Si te salís de tu eje, en el Bailando estás en problemas. Así que yo, cuando me iba del estudio, saludaba a Marcelo Polino como si nada, no lo seguía insultando hasta la calle.
—¿O sea que te llegó en una etapa de madurez personal?
—Tal cual. Además, pienso que fue en un buen momento porque yo soy una defensora de las mujeres. Y muchas piensan que por tener 50, 60 o 70 años ya quedaron afuera del mundo. Pero no es así. La sociedad cambió. Y nosotras, sin importar nuestra edad, tenemos que salir a bailar, ir a divertirnos con amigas, viajar sin miedo…
—¿Pensás que, en ese sentido, las mujeres se autocensuran?
—Muchas dicen: "No hago esto por lo que van a decir mis hijos". Y los hijos ya están grandes, tienen su vida y la están pasando bien. Así que si quieren ponerse de novias con el vecino, ¡que lo hagan!
—¿Estás de novia?
—No, estoy sola. Pero me siento acompañada por la gente. Antes, me paraban en la calle para saludarme y pedirme fotos. Pero ahora se me acercan para decirme: "Estoy con vos, Anamá"; "No dejes que te maltraten" o "Yo tampoco sé nadar" (en referencia a su coreografía en el Aquadance, la primera vez que sumergió la cabeza en el agua).
—¿Y qué pasa con las nuevas generaciones que, quizá, no te conocían de antes?
—Es muy gracioso. El otro día me llamó un amigo para decirme que me estaba viendo y que sus hijos de 12 y 15 años no los dejaban cambiar de canal. ¡Me pareció tan tierno!
—Ellos no saben que llegaste a la Argentina con apenas 25 años…
—Sí, llegué en 1976. Ahí empecé a hacer desfiles, fotos y publicidades. Después, Andrés Percivale me llamó para estar en su programa y me convertí en uno de Los Ángeles de Andrés. Más tarde me llamaron para hacer Mesa de Noticias, dónde estuve cinco años. También hice teatro y cuatro películas.
—Pero habías venido a nuestro país por un trabajo puntual. ¿Por qué decidiste quedarte?
—¿Viste cuándo todo se da como para que te quedes en un lugar? Yo conocí a una chica que conocía a un artista plástico, que me presentó a un fotógrafo, que me llevó con un director de publicidad… Así que todo se fue dando. Mi vida es como una cadena de favores en la que todo se va uniendo. Y creo que los sueños se cumplen. De hecho, ahora estoy escribiendo una especie de libro de autoayuda, que si todo sale bien va a estar listo para fin de año, en el que explico cómo logar las cosas que uno realmente quiere.
Mi hija tiene 24 años y se mudó sola. Vive en un departamento que queda a 200 pasos de mi casa. Los conté
—¿Está basado en tu experiencia?
—Sí. Porque yo siempre actué así. Cuando vivía en mi ciudad y quería ser modelo, me fui a Río de Janeiro detrás de mi objetivo. Y desde entonces nunca perdí de vista lo que quería hacer.
—¿Cuál fue el momento más difícil que te tocó vivir?
—Cuando perdí a mi papá. Después de eso me traje a mi mamá a vivir conmigo porque ya estaba grande. Y fue un momento muy duro. Pero en cuanto al trabajo, la verdad es que no me puedo quejar porque siempre laburé. Yo soy de gestionar cosas. Cuando trabajaba de modelo, vi más allá y pensé qué podía hacer cuando se me terminara esa profesión. Entonces abrí las escuelas, con las que me va muy bien. En el Bailando, por ejemplo, está Soledad Fandiño, que fue alumna mía. Así que nunca tuve problemas en ese sentido.
—Pero vos habías señalado que el hecho de que dijeran que no hablabas bien el castellano te quitó oportunidades de trabajo…
—Sí, eso me perjudicó de alguna manera. Sobre todo con respecto a determinados trabajos en televisión, como las telenovelas. Imaginate que yo en los 80 hice Mesa de Noticias, que era una comedia diaria con libreto. Y en el 2000 me vinieron a decir que hablo mal… Pero yo siempre busqué reemplazar una cosa con la otra. Y ahora, por ejemplo, estoy haciendo un reality por Youtube. Así que nunca me quedo quieta.
—En el mundo del modelaje quedó tu heredera: Taina Laurino.
—¡Mi hija es una diosa! Ya cumplió 24 años. Yo me separé de su papá, Ricardo Laurino, cuando ella tenía siete. Y la verdad es que tenemos una relación hermosa de madre e hija.
—¿La separación con su padre fue en buenos términos?
—Las separaciones nunca se dan de la mejor manera, pero con el tiempo nos llevamos muy bien y siempre priorizamos el bienestar de Taina. Ahora mi hija ya está grande, tiene su novio (Georgie Neuss) y se mudó sola porque quería transitar esa experiencia. Así que vive en un departamento que queda a 200 pasos de mi casa. Los conté.
—¿Por qué?
—Por las dudas… Igual, Taina se desenvuelve muy bien solita. Es muy independiente.
—Y vos, ¿cómo te llevas con la soledad? Porque la partida de la nena coincidió con tu separación de Marcelo Mascaro…
—Yo estoy muy bien. Imaginate que siempre estuve acompañada, porque viví en pareja todo el tempo. Estuve casada con Alejandro Pallaviccini, que fue mi primer marido. Después estuve diez años con el papá de Taina, con otro novio conviví cuatro años, y ahora estuve once con Marcelo. O sea, es la primera vez que estoy así. Y me siento muy bien.
—Marcelo salió hablar a los medios y lloró por la ruptura…
—Cuando las cosas se terminan, se terminan. ¡Es así! Ya lo intentamos el año pasado y nos dimos cuenta de que lo mejor era estar separados.
—¿Y qué pasa con los hijos de él, Luis y Selene, a quienes vos criaste desde chiquitos?
—Nosotros nunca vivimos juntos en una misma casa: él estaba en el noveno piso con sus hijos y yo en el décimo con Taina. Luisito, que llegó con un año y ahora tiene 12, es mi hijo; así que me viene a ver siempre y a veces se queda conmigo los fines de semana. Y a Selene, que ahora tiene 17, también la veo seguido. O sea que esa parte está cubierta.
—Decís que las mujeres de tu edad tienen derecho a enamorarse. ¿Tenés ganas de que te suceda nuevamente?
—No sé, Dios dirá. Por ahora estoy bien así y no estoy pensando en eso. Seguramente se dará porque la vida es maravillosa y vale la pena vivirla. Pero por el momento en lo único que pienso es en viajar… Después de estar tan exigida en el Bailando, merezco un poco de Praia. Y quiero descansar porque, quién te dice, en una de esas el año que viene me vuelven a llamar…
—¿Volverías al Bailando?
—¡Por supuesto! Creo que dejé una buena impresión. Y si ensayo todo el verano quizá el año que viene dure un poco más en el certamen, y hasta pueda llegar a la final. De todas formas, en este Bailando yo ya gané.
Por Nancy Duré
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