"Soy fanático de Rodrigo desde muy pequeño, y hace tiempo que esperaba que se hiciera una película de él. Que me toque hacerla a mí es un condimento especial. Fue una experiencia hermosa", cuenta un Rodrigo Romero que todavía no sale de su asombro: debutó en la pantalla grande interpretando a su ídolo, Rodrigo Bueno, en la película basada en la vida del ídolo cordobés.
Desde chico en sus redes sociales siguió páginas dedicadas al cantante cuartetero. Fue así como, sin jamás haber soñado con convertirse en actor, en octubre del año pasado supo que estaban buscaban un protagonista para el filme. Y envió una foto: "Fue jugando. Nunca me imaginé que la iban a ver, y mucho menos que me iban a contestar", le cuenta a Teleshow, a horas de que se haya estrenado El Potro, lo mejor del amor.
Antes, tuvo la propuesta de hacer tributos o convertirse en su imitador debido a su gran parecido físico con El Potro, pero siempre se negó. "Es tan fuerte lo que me pasa con Rodrigo que nunca me atreví ni siquiera a pintarme los pelos de colores. Sin embargo, él siempre ha sido un modelo a seguir para mí. Es mi ídolo, es todo", dice Romero, emocionado, y aún sin creer cómo sucedió todo. "Mandé fotos, a las 3 horas me llamaron por teléfono y para su sorpresa se encontraron con que era cordobés también, ahí empezó toda esta locura", recuerda sobre el proceso de selección que incluyo el envío de escenas por filmadas, un casting en Córdoba y otro en Buenos Aires.
—¿Y en qué momento dijiste: "¡Ah, bueno, voy a protagonizar una película!"?
—¡Creo que no lo entendí todavía y ya la terminé! (Risas). Decía Flor Peña que yo soy un niño, porque realmente todo el tiempo jugué. Siempre sabiendo que esto era algo muy importante y lo tomé con total seriedad, pero estaba jugando a ser él.
—¿Desde cuándo escuchás a Rodrigo?
—Rodrigo se escucha en mi casa desde la época en que El Bebote, con sus pelos largos, y cantaba melódico. Se escuchó toda la vida en mi casa. Y lo adopto como ídolo en el 98, 99.
—¿Cómo fue el vínculo con la familia de Rodrigo para esta película?
—El único vínculo con la familia que yo tuve es con Ramiro (Bueno, el hijo de El Potro). No tuve el placer de conocerla a Betty (Olave, quien en el filme es interpretada por Florencia Peña)… La otra vuelta fui a ver a mis hijos a Río Cuarto y justamente tocaba Ulises (Bueno). Yo soy muy fanático del Uli también, y lo fui a ver. Pensé que iba a ser un baile normal, común y corriente, donde me iba a comprar un fernet e iba a bailar tranquilamente toda la noche. La realidad es que no fue así: me la pasé sacando fotos, se enteró el flaco que yo estaba ahí o no sé cómo fue que terminé arriba del escenario, sacándome una foto con él. Y mejor aún; me invitó a cantar. Fue una noche soñada.
—¿Y con Ramiro?
—Ramiro es mi amigo. Hoy en día es de esos hermanos que te da la vida.
—¿Qué cosas ves de Rodrigo en Ramiro?
—Lo veo muy parecido. Desde mi lado de fan quería la película de Rodrigo desde hace muchos años, y siempre decía que este papel era para Rami. Lo veo muy parecido físicamente. En la personalidad seguramente debe tener algo a su papá, yo no sabría bien cuál es esa característica puntual, pero es un pendejo divino que lo adoro. Tengo la suerte de que seamos amigos y es uno de esos hermanos que te da la vida.
—¿Cómo era tu vida antes de esto?
—Un trabajador más. Estaba trabajando en la construcción.
—¿En Córdoba?
—En Río Cuarto, sí. He trabajado de todo un poco. Lo último que estaba haciendo, cuando me tocó esto, fue en la construcción. Remándola como todo el mundo. La seguimos remando.
—Tenés tres hijos (Rubí, de ocho años, Ryan de cinco y Romeo, de uno). ¿Entienden que a su papá le cambio la vida?
—Rubí sí. No sé hasta ese extremo de que me cambió la vida. Sí sabe que estamos haciendo algo groso, y de hecho anda firmando autógrafos ahí, en Río Cuarto, me enteré el otro día. El más chiquitín es un imitador mío desde antes, y ahora es un mini Potro andando en la casa.
—¿Tu vida sigue en Buenos Aires? ¿De qué tenés ganas? ¿Con qué soñás?
—Quedarme inmerso en el ámbito. Me gustaría perfeccionarme, estudiar actuación, estudiar canto, son dos artes que descubrí con casi 30 años y se me abrió la cabeza. Quiero aprender de todo.
—¿Te tira más la música o la actuación?
—Me tira más la música. Lo de la actuación también me partió la cabeza. He visto gente que lo hace. Sin ir más lejos Jime Barón, que es actriz, es cantante y compositora. Creo que lo podría hacer. Por ahí me inclino para las dos cosas. Y sobre el género musical, soy cordobés: no me imagino cantando otra cosa que no sea cuarteto. ¡Es lo que corre por las venas!
—¿Cómo fue tu infancia en Río Cuarto?
—Feliz. Hasta los 15 años fui hijo único. Un chico que nunca le faltó nada, gracias a Dios. Mis viejos me dieron la oportunidad de que yo fuera lo que quisiera ser. Siempre hicieron mucho hincapié en que estudiara. Tenía condiciones, tengo muy buenas libretas. Cada vez que las miro digo: "¿Qué pasó acá?". Era como el terrible del grado, el que siempre llamaba la atención. La saqué barata todo el primario, y en el secundario no: me echaron.
—¿En qué año te echaron?
—En primer año. A los seis meses que empecé el secundario me echaron.
—¿Les diste muchos dolores de cabeza a tus padres?
—Unos cuantos. Han sido unos divinos que siempre me pusieron los límites. A los 15 años mis viejos se separan y me quedé como el hombre de la casa. Mi viejo, lo último que me dijo antes de irse de casa fue: "Chabón, tenés que cuidar a tu madre, a tu hermana. De ahora en más vos sos el hombre de la casa, yo me tengo que ir". Se fue y ocupé ese lugar. Empecé a trabajar, a ayudarla a mamá.
—¿En qué trabajabas en ese momento?
—De albañil. De hecho, ya trabajaba un poquito antes, para mí. Después que se fue papá empecé a trabajar para ayudar a mamá.
—¿Y seguiste con vínculo con tu papá?
—Constantemente, sí. De hecho, pasó algo muy loco con mi viejo porque cuando se me presenta todo esto de hacer el casting, lo llamo una noche antes de viajar y le digo: "Che, viejo, necesito un favor tuyo: ¿me prestás las botas texanas que tenés?". Mi viejo es de esa onda, de la época de Rodrigo y tiene un montón de botas texanas. "Sí, ¿cuál querés?", me dice. "Las de serpiente, esas iguales a las de Rodrigo". Y me dice: "Pero, ¿para qué?". "Me voy a hacer el casting, para hacer la película". ¡Se reía, no lo podía creer! "Bueno, sí, vení a buscarlas, pero… ¡loco, agarrá una pala!". Mi viejo decía: "Este chabón, ¿qué se le da?". Y lo loco fue que me prestó las botas, hice el casting en Córdoba, hice el casting en Buenos Aires, y cuando ya quedé, me las traje también. Se las mostré a la gente de vestuario y las usé en la peli: las botas de mi papá.
—¿Y qué dicen hoy tus padres?
—Mamá está muy emocionada. No la maté de un infarto no sé cómo… Si no la maté ahora, no la mato más. Vino al estreno. Papá no puede venir por cuestiones laborales y quería ir tranquilo y sin gente: "No quiero ir escuchar a nadie que opine ni nada. Quiero ir, sentarme y disfrutarte, hijo", me decía. Están enloquecidos.
—Están orgullosos.
—Sí. Mi viejo es de esos viejos duros, poco demostrativos, pero siempre fue y es un buen papá. Pero la primera vez que me dijo que estaba orgulloso de mí fue ahora, con 30 años.
—¡Ay, qué emoción!
—¡Casi viajo para allá a abrazarlo! Casi me tomo un avión nomás para ir a abrazarlo.
—¡Qué fuerte! Pasó del: "Está bien, tomá las botas pero agarrá la pala", a este reconocimiento.
—Claro. Yo le iba mandando cositas, ¿viste? Y le decía: "¿Te gusta viejo?". "¡Cómo no me va a gustar, culeado! Estoy muy orgulloso", me decía. Y cada vez que me lo remarca me genera algo porque es un viejo duro. Vos lo ves y no te dice un "Te quiero", así que fue muy emocionante. Y mamá, nada: mamá siempre ha estado orgullosa de mí, desde siempre. Mamá babosa, es mi Betty.
—¿Te están acosando mucho en las redes sociales para invitarte a salir?
—Lo normal.
—¡No, no, nunca es "lo normal"!
—(Risas).
—¡No me digas que es lo mismo ahora, que hace dos años en Córdoba! No te lo creo.
—Sí, se percibe el cariño de las chicas y también de los chabones. Hay muchos chabones que te hablan y te tiran buena onda. Con las chicas pasa exactamente lo mismo.
—Más allá de la buena onda, ¿quién invita más a salir: chicas o chicos?
—Las chicas. Muy lanzadas. A los bifes.
—¿Y qué se hace con eso? ¿Se responde, no se responde?
—No, no se responde nada. Es muy peligroso. Tato de ver casi todos los mensajes porque opté por hacer "vivos" (transmisiones online) algunos ratitos y poder interactuar con la gente y hacerles saber que uno realmente lee los comentarios y ese tipo de cosas. Se hace imposible contestar a cada uno que te escribe, y también por este tema.
—¿Cómo está hoy tu estado civil?
—Estoy soltero. Sigo casado legalmente, pero estoy soltero.
—¿Estás con ganas de enamorarte?
—No, no sé si estoy con ganas de enamorarme. Creo que estoy muy bien. Con el amor, a mí me pasa que soy muy enamoradizo. Yo te puedo decir ahora: "No tengo ganas de enamorarme", y a la tarde me enamoré. Me he enamorado muchas, muchas veces en mi vida…
—¿Y eso no te lleva a ser infiel?
—(Risas) ¡No sabe, no contesta! ¡Pasapalabra!
—En este romance que hubo con Jimena Barón, en algún momento se especuló que había terceros y que por eso la separación. Te han adjudicado algún acercamiento con tu compañera Malena Sánchez, que en la película interpreta a Patricia Pacheco.
—Sí, leí algo así. La realidad es que no pasó nada de eso. No hubo un caso puntual de "por esto se fue todo al diablo".
—No tiene que ver con Malena.
—No tiene nada que ver con Malena. Malena es un chabón para mí. Es un bombón, nadie lo puede discutir. Es preciosa, pero para mí es un chabón. Yo veo un chabón. Ojo, es muy femenina; me refiero al trato que ella tiene conmigo.
—No hay una tensión sexual o de pareja.
—No hay tensión sexual. Tenemos una amistad muy hermosa. Con Jime nos pasó que nos dimos cuenta, en algún momento, que no nos estábamos acompañando por lo que yo estoy viviendo, que es como una burbuja. Y ella también tiene mucha demanda de trabajo: viaja, ShowMatch. Tiene un montón de cosas y nos estaba costando acompañarnos. Entonces bueno, en algún momento nos sentamos y paramos la pelota.
—¿Todo en buenos términos?
—¡Buenísimos términos! Tenemos una excelente relación. Nos adoramos, eso no va a cambiar. Jime es una de las primeras personas que conocí acá cuando llegué en febrero y es un vínculo que no quiero perder.
—¿No te da miedo creértela un poquito, en algún momento, con todo esto que está pasando, y con lo que está por venir?
—No. Si en algún momento me veo en dificultades, creo que hay un montón de gente con mucha experiencia que está alrededor mío, y muy pendiente de lo que me pasa. Así que no tengo problemas en acudir a ellos si realmente me pasa esto que vos decís. Yo trato de vivir el día a día lo más normal posible. Ando caminando por la calle como si nada fuera, me tomo el subte, me tomo un bondi. Me gusta eso de ir por la calle y si alguien me reconoce, sacarme una foto. La verdad que no sé qué va a pasar de ahora en adelante, pero espero no renegar de eso.
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