Soledad Pastorutti: "Aunque ya funcionaba en ventas, recién a los 10 años de carrera me sentí una artista"

"A mí se me cumplió un sueño como a La Cenicienta” afirma la cantante en esta charla con Teleshow en la que habla de sus orígenes, el vínculo con su familia y sus hijas: "Mi gran motivo hoy son ellas"

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"Ser artista es una decisión de cada uno: uno no decide ser artista por el resultado. No digo: 'Voy a cantar porque quiero ganar un montón de dinero, quiero vender entradas, porque quiero que todo el mundo me aplauda'. Primero está la decisión. Y después lo que hacemos para tratar de llegarle a la gente, que no es fácil", afirma Soledad Pastorutti, o simplemente La Sole, como se la conoció hace 22 años cuando inició su camino en la música, para hoy ser coach en La voz, por la pantalla de Telefe.

—Pero cuando llega el éxito hay una satisfacción mayor. ¿O es lo mismo llenar un teatro que el subte?

—No, no es lo mismo, por supuesto. Lo que pasa que siempre el ser humano es inconformista. El día que pasás del subte al teatro querés el estadio, del estadio querés pasar a tocar a la gira internacional. Los que hacemos música ya somos felices haciendo música.

Soledad junto a sus compañeros
Soledad junto a sus compañeros en “La voz”

—¿Cuándo te diste cuenta que eras buena?

—Yo no pienso que soy buena. Soy una persona muy trabajadora que me esforcé muchísimo por crecer artísticamente: empecé siendo una nena que cantaba en su casa y en las peñas. A mí se me cumplió un sueño como a La Cenicienta. Soy un ejemplo para mucha gente, y para los que vienen a este programa, de que se puede, de que es posible. Tuve un papá que me apoyó muchísimo, que me acompañó, y gracias a él también soy lo que soy. Mi hermana (Natalia Pastorutti), que canta conmigo y apuntala esta cosa de que cuando te vas de tu casa, te vas en familia. Es muy difícil cuando tenés que patearla solo. Mi primer disco fue el que más vendió, arranqué en un pico muy alto en mi carrera, pero eso a mí no me daba la autoridad para decir: "Soy buena". Era una artista que funcionaba en las ventas, pero no me daba para decir: "Bueno, soy una artista". Pasaron 10 años hasta que sentí que era mi decisión, que yo quería crecer y decidir sobre todas las cosas que ocurrían alrededor de esta artista que es Soledad.

—¿Después de 10 años de éxito te sentiste artista?

—Era una vorágine que tampoco se disfruta. El éxito lo queremos todos y cuando lo tenemos decimos: "Ah, pero hay que seguir trabajando, hay que sostenerlo". No es como que vos te ganás un premio y lo ponés ahí y ya está; es trabajo de todos los días. Por eso yo le digo a los chicos que vienen a La voz: "Este es un programa de televisión, así como crece la figura de quien viene a cantar, cuando termina el programa después hay que seguir, y no es fácil".

—Así como es crecer arriba de un escenario y ante los ojos del público en estos 22 años de carrera, porque eras muy chica cuando empezaste.

—Muy difícil. Yo no conocía nada del medio, y de repente alguien me empujó y me metió en el medio artístico. Es difícil sentirse cómodo, saber cómo caminar, qué hacer. Tuve siempre a mi familia muy cerca, que me ayudó mucho; nunca fui consciente de lo que se generaba.

La Sole en “La voz”
La Sole en “La voz”

—No tuviste ningún escándalo en estos 22 años.

—También, vivía en otra época. Cuando yo empecé se manejaba de otra manera todo, no existían las redes sociales, o esto del teléfono, que te sacaban fotos en cualquier lado.

—Tu estilo de vida colabora: te casaste, hiciste tu familia, no te hemos visto descontrolando, de evento en evento…

—No, porque siempre preferí estar cerca de la gente que conocía. Nunca me alejé de mi gente desde que empecé, mis amigos son los mismos y la paso muy bien. Vivo en mi pueblo, tengo todavía esa contención. Te cuento una anécdota, pero no lo sientan como un ejemplo. Hace poco mi papá nos lleva a una gira a mi hermana y a mí, como quedaba cerca de Arequito en vez de ir con los músicos me quedé más tiempo en mi casa y me llevó mi viejo. Baja en la estación de servicio y dice: "¿Alguien quiere algo?". "¿Me traes una cervecita?", le digo a mi papá, y me mira y me dice: "Eh…", ya nos conocemos y le digo: "Agradecé que no me drogo…", como diciendo: "Con todas las que pasamos". Le hice el chiste y se largó a reír. Hemos pasado circunstancias muy difíciles, muy límites. Cuando vos te enganchás en las cosas que realmente tienen valor y tenés esa contención no es tan fácil elegir el peor camino, al contrario, está bueno ir por donde uno quiere, es trabajar, ver el resultado.

—Vos hablás de la contención de tu familia de origen, y en estos años te casaste y fuiste mamá. ¿Cómo juega esa nueva familia en este recorrido?

—Me llena de energía. Tengo al lado a una persona (Jeremías Audoglio) que ha sabido respetarme como artista y que decidió acompañarme. Decidió también decir: "Para que esto funcione, tenemos que estar juntos". De otra manera no hubiese funcionado. Tenemos dos hijas preciosas que son muy alegres y que incluso cuando yo me voy de gira, que me las llevo, me sacan a mí de esta cuestión de la tensión de saber que tengo que subir a un escenario, que tengo que estar bien de la voz, que tengo que estar bien…Estoy pensando en otra cosa.

—Hay que ser mamá.

—Bueno, hay que ser mamá. Y cuando subo al escenario también me olvido de esta otra cosa que es la rutina de las mujeres. Encontré un balance muy interesante: esto es mi trabajo, pero vuelvo a casa y puedo ser la mamá y puedo cocinar. Me encanta poder ser todas esas cosas. Creo que a las mujeres nos sirve mucho, tenemos muchas presiones, que gracias a Dios se están liberando en esta etapa, pero sí ha sido duro para nosotras enfrentar la vida desde el lugar de la profesional, la esposa, la madre, la linda, la inteligente; queremos todo junto. Por suerte eso está cambiando ¿no?

—Tener hijos, que el disco funcione… ¡Es un montón!

—(Risas) Sí, por suerte para mí nada de eso fue mandato. Yo me manejo naturalmente, a mí me parece que la cosa tiene que fluir. Yo sentí que quería ser madre, para mí fue un deseo muy grande y en las circunstancias que lo deseé, por suerte Dios me las regaló y acá estoy.

Soleadad Pastorutti a solas con
Soleadad Pastorutti a solas con Teleshow

—¿Es un ambiente muy machista el de la música?

—No, no es el de la música, nosotros vivimos en una sociedad en general en donde siempre las oportunidades se le dan más fácil al sexo masculino que al femenino. Gran parte del sexo femenino no se planteó la búsqueda, te hablo de tiempo atrás, no te hablo de nuestra generación, no se planteó porque directamente no se le permitía planteárselo. La mujer siempre estuvo relegada a lo que era el hogar, cuidar los hijos… No votaba, no opinaba, no nada. Por suerte ha cambiado todo.

—Todavía hay lugares en el mundo donde la mujer no puede estudiar, no puede trabajar…

—Lugares en el mundo, y sigue habiendo aquí mismo, en Argentina, gente de distintos sexos que hacen el mismo trabajo y a lo mejor cobran diferente. Hacia eso vamos, hacia cambiar esas cosas, y me parece que está bien, lo justo es justo.

—Es muy importante lo que está pasando.

—Es muy importante. Es siempre importante hacerlo con mucho respeto y con mucha dedicación. Y sobre todas las cosas pensar que nosotras las mujeres tenemos que tener esa personalidad de salir a lucharlo desde el lugar de la autoridad que nos da ser igual en las cuestiones sociales al otro.

—Si hablamos en cinco años y salió todo genial. ¿Cómo te voy a encontrar?

—Espero que sonriendo. Con salud, y con toda mi familia bien, y al lado mío. Sonriendo, cantando, de la misma manera que hoy. Relajada, sin ningún problema de estos que te abruman para el resto de tu vida. Los que son problemas realmente, no los otros. Ojalá que con un montón de cosas, esos sueños que uno tiene. Todavía tengo muchos sueños.

—¿Más hijos?

—Me encantaría. Respeto todas las opiniones, sé que hay mujeres que deciden no tenerlos, eso es de cada uno. Mis hijas me han dado otra visión de la vida, una energía. Yo trabajé más cuando las tuve, me costó obviamente un montón, pero esa fuerza que a veces te falta de no dormir, la sacaba de sus sonrisas, de sus abrazos. Mi gran motivo hoy son ellas. No veo la hora de que sea viernes y poder verlas. Ellas hacen que todo esto valga la pena. Para mí las cosas son así, y respeto a la gente que pone el foco en otras cosas.

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