"Creemos tener todo dominado. ¡Pero no! Cambia el rumbo, cambia el foco, cambian los días".
Desde el lunes 10 de septiembre la vida de Araceli González es otra. A eso se refieren sus palabras, aquellas que inauguran un texto que posteó en estas horas en Instagram para hablar -de manera descarnada- sobre la partida de su mamá, Rosa Monteferrario. Esa ausencia que vino a modificar tantas cosas, incluso en "nuestro interior", según advierte la actriz de la obra Los puentes de Madison.
Ara cuenta entonces que, frente a pérdidas semejantes, se empieza "a ver que lo que estuvo al lado tuyo pasa a ser alguien quien seguirá cuidando de ti el resto de tu vida, pero desde ese lugar que creemos conocer". Y exhibe sus emociones más profundas: "Dentro mío, torbellinos de preguntas y recuerdos. Diapositivas de mi vida que, aunque hoy sea un dolor tan grande, me sigue construyendo".
"El extrañarte va a ser eterno. Tus sueños se suman a los míos, me apodero de ellos para hacerlos propios -dice Araceli-. ¡Esperaré señales siempre! ¡Si antes eras mi todo! Hoy, definitivamente, sos mi corazón. ¡Me quedo con el tuyo! Bellaaaa, te siento".
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La esposa de Fabián Mazzei advierte que si bien "se movieron piezas" en su cuerpo, sigue "siempre de pie". Porque eso es "lo enseñado", y "lo aprendido". Y en su escrito, que acompañó con una frase en inglés ("Conviértete en la persona que siempre quisiste ser. Empieza hoy"), se despide de Rosa: "¡Allá vamos! ¡Al infinito y más allá! Fiel a vos".
Madre coraje. Cuatro años atrás Rosa había sido diagnosticada de lupus. Comenzó entonces un tratamiento con medicamentos que alcanzó, en febrero de 2017, un momento límite: las farmacias no contaban con el remedio que la mujer necesitaba para enfrentar su enfermedad. Luego de la intervención de Catherine Fulop a través de su programa de radio, la actriz consiguió una caja. "Fue desesperante, de mucha angustia", confesó la mamá de Florencia Torrente.
En los últimos días de agosto Rosa tuvo una recaída. Luego de que su salud se deteriorara, su corazón dejó de latir este lunes 10 de septiembre. Es desde ese día que cambió el rumbo, cambió el foco, cambiaron los días de Araceli.
Y cambió la propia Araceli. Para siempre.
Lo que Araceli no dice -pero puede entreverse en sus palabras- es que tampoco podemos dominar los sentimientos. Amamos, sin siquiera proponérnoslo. Y de igual modo no es posible evitar sufrir ante la partida de esa persona. Pero en ese balanza ganará el amor: siempre valdrá la pena haber querido.
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