“Quisiera no decir adiós, pero debo marcharme, no llores por favor no llores, porque vas a matarme”. La letra de No es mi despedida, la última que escribió en su vida, se repite como una especie de confirmación del mito. Un adiós que no debía ser, que ella suplicaba que no lo fuera. No son pocos los que siguen intentando, hasta hoy, buscar pistas, premoniciones o algún mensaje oculto para explicar lo inexplicable: la trágica muerte de Gilda, hace 22 años.
El 7 de septiembre de 1996, en pleno auge de su carrera musical, una de las artistas más importantes de la música popular argentina perdió su vida en un accidente automovilístico, cuando se dirigía a la localidad de Chajarí, Entre Ríos, para brindar un show.
Con ella murieron también su hija Mariel, de 15 años, su madre Tita, tres de sus músicos y el chofer que manejaba el colectivo que los llevaba a todos. Otras doce personas resultaron heridas.
DÍAS RUTILANTES Para Miriam Alejandra Bianchi, tal era el verdadero nombre de Gilda, 1996 fue un año de éxitos laborales incontables.
En marzo, en Metrópolis, una de las bailantas más populares de Buenos Aires en los años '90, recibió el disco de oro por Corazón valiente, la exitosa placa que había editado el año anterior.
A fuerza de hits imbatibles como Fuiste, Paisaje y Un amor verdadero y con la emblemática foto de portada en la que la cantante posa con una corona de flores mirando hacia arriba –obra del talentoso fotógrafo argentino Silvio Fabrykant–, la placa sonó por todos lados.
Los shows en vivo se multiplicaban cada fin de semana y la artista, junto a su banda, llegó a presentarse en localidades de toda la Argentina y también en países vecinos.
En abril llevó sus canciones a Bolivia y al mes siguiente actuó en Perú.
Según se pudo saber tiempo después, a partir de entrevistas con sus allegados, el cuerpo de Gilda estaba registrando el cansancio de aquellos intensos días de giras y presentaciones hasta entrada la madrugada. Y se lo hacía saber.
Según detalló la revista Ahora en noviembre de 1997, a un año de la muerte de la cantante, "para esa época, Gil –como le decían sus amigos– había comenzado a sufrir seriamente alergias que no la dejaban tranquila".
"Tenía severos problemas renales y un raro mal que le afectaba los pies: se llenaban de llagas y sangraban al punto de convertir en un suplicio tener que estar parada. Sin embargo en los shows nadie se enteraba de sus dificultades. Pero en el micro, entre una actuación y otra, tenía que cambiarse las medias y los zapatos para que no se notasen las manchas de sangre", describió la publicación.
En tanto, algunos empezaron a notar que Gilda, por muchos días alejada de su casa, tenía algunas preocupaciones.
Según reconstruyó en su libro Santa Gilda (Editorial Planeta, 2016) el periodista Alejandro Margulis, quien accedió a los diarios íntimos de la cantante y a algunas de sus letras inéditas, en mayo de 1996 la artista le dedicó unas sentidas palabras para su cumpleaños a quien fuera su última pareja, Juan Carlos Toti Giménez.
"Tengo miedo de que la muerte nos encuentre. Si eso pasa, no quiero que nos encuentre separados y que después alguno de los dos no pueda arreglar las cosas. Me siento mal. Las palabras lo confunden todo. Me gustaría ser, como dice la canción: Juntos por la calle, codo a codo porque somos mucho más que dos", escribió Gilda.
Los días seguían con el ritmo frenético de bailes, entrevistas y la preparación para nuevos materiales discográficos.
A pocos días de su trágico final, en septiembre de 1996, Gilda habló con el periodista Marcelo Gopar, en la previa de un show en Meteoro, un boliche en el barrio porteño de Liniers.
La nota quedó registrada en un video memorable que tiene más de 800 mil reproducciones en YouTube. Sería su última entrevista.
En la charla, la cantante contó que había estado de gira por Perú y Bolivia. "El público me mimó mucho, pero es terrible lo que extraño cada vez que me voy, pero laboralmente fue un boom", aseguró.
En otro tramo de la conversación, aseguró que la carrera artística puede ser por momentos "tirana".
Luego también se refirió a su vieja profesión de maestra jardinera, que después de su éxito musical quedó relegada.
"Me quedó pendiente, pero pienso que algún día volveré. No se puede hacer todo, esta es una carrera muy tirana respecto a los tiempos y a la dedicación", aseguró.
Poco después, al ser consultada sobre las metas pendientes, aseguró que le quedaban muchas cosas por hacer.
"Cuando uno pierde expectativas es como morirse, tengo muchas cosas que están en veremos que me gustaría realizar", dijo sonriente.
"DORMÍ UN RATO" Como ocurría todos los fines de semana, las fechas para las presentaciones en vivo se superponían. El 7 de septiembre de 1996 Gilda debía, entre otras cosas, tocar en la localidad entrerriana de Chajarí.
En esa ocasión, viajó con parte de su familia y, como siempre, con la banda completa que la acompañaba.
Según le contó a Infobae Toti Giménez al cumplirse 20 años de aquella trágica jornada, la artista habló por última vez con él a la altura de Panamericana y la Ruta 197.
"Hablé con ella como a las 4 de la tarde. Estábamos pasando por Panamericana y 197. Y, cosa rara, me agarró sueño. Yo nunca dormía en los viajes", afirmó el hombre que además de ser su último amor impulsó la carrera musical de Gilda.
"Ella me dijo: '¿Por qué no dormís un rato y después tomamos mate?' Fue la última vez que la vi. Cuando abrí los ojos, era un techo amarillo y ruido de gritos, un desorden", recordó.
De acuerdo a los testimonios recopilados en el juicio por la muerte de Gilda, horas después de aquel diálogo, en el kilómetro 129 de la ruta 12 –conocida por aquellos años como la Ruta de la Muerte– un camión de origen brasileño embistió el micro en el que viajaba la artista, cerca de la localidad de Ceibas.
Caía algo de lluvia esa tarde, cerca de las 19, lo que habría complicado más la situación.
Según informó el diario Crónica en su edición del 31 de marzo de 2000, uno de los testigos afirmó que el camión "mordió la banquina y quiso meterse de nuevo en la ruta".
"Cuando lo logró, en lugar de seguir derecho se fue directamente contra el colectivo que traía a Gilda y el choque fue inevitable. El micro, tras el choque con el camión golpeó a mi auto y volcó. Fue terrible, un drama que nunca voy a poder sacar de mi mente", afirmó el hombre que vio todo porque se encontraba en un auto detrás.
La tragedia se cobró las vidas de la cantante, que entonces estaba por cumplir 35 años, y de otras seis personas, muy queridas para la artista.
Desde aquel día, las manifestaciones populares de agradecimiento y cariño a la cantante no se detienen.
Hay un santuario, hay una película que cuenta su vida y, sobre todo, hay un montón de temas magnéticos que hacen cantar y bailar a multitudes hasta hoy.
Por eso la figura de Gilda parece seguir creciendo con el correr de los años mientras, para muchos, todavía resuenan las palabras de la última canción que escribió. Esa que no debía ser considerada una despedida.
Seguí leyendo