Si bien le llegó el éxito hace años con su debut en televisión, Flor Vigna asegura que hoy, a sus 24, cumplió el sueño que comenzó a los 11 cuando empezó a estudiar actuación. Después de su gran paso por Combate, el salto que dio en ShowMatch, los dos Bailando que ganó, y su personaje en Simona, llegó su primer protagónico.
La actriz, cantante y bailarina será figura de Mi hermano es un clon, la nueva ficción de El Trece que protagoniza junto a Nicolás Cabré y Gimena Accardi. "Protagonizar es una locura. Estudio teatro desde que soy muy chica y vengo del under, así que sé lo que es trabajar en cooperativas y compañías, ganando dos mangos o yendo a pérdida porque entre los folletos y el seguro del teatro, por ahí no llegábamos a sacar una buena moneda", se sincera en una entrevista exclusiva con Teleshow.
"Estudié muchos años y, sorprendentemente, la vida me quiso llevar primero por Combate, ShowMatch y recién después me dio la oportunidad en la actuación. Así que por fin llegó y la abracé", continúa la actriz que trabaja desde las seis de la mañana hasta las once de la noche.
Forma parte del Bailando 2018, terminó de grabar Simona y, sin vacaciones de por medio, comenzó a meterse en la comedia romántica que debuta esta noche por la pantalla de El Trece a las 21:30. Allí, interpretará a Ámbar, una joven de 25 años que llega del interior y se cruzará con Renzo y Mateo -personajes a lo que Cabré les pondrá el cuerpo- sin saber que son dos personas distintas porque son iguales físicamente y, para ella, serán uno solo.
"Agradezco un montón porque jamás me imaginé estar haciendo un protagónico y el Bailando al mismo tiempo", destaca quien también formará parte de la gira teatral que hará con el elenco que encabezan Ángela Torres, Agustín Casanova y Gastón Soffritti. "Me voy a llevar los guiones y estudiaré en cada ciudad".
¿Qué tienen en común Flor y Ámbar? Solo la sensibilidad, según la actriz que describe su personaje como una mujer "con mucho corazón". "A Ámbar le pasan muchísimas cosas en la vida y yo me identifico con personajes más payasos o de comedia. Y esta vez no me pasa porque acá vamos a contar una historia que emocione e identifique", agrega quien está de novia con Nicolás Occhiato.
Con respecto a sus compañeros, Flor adelanta que por la lógica del guión, comparte más escenas con Cabré, pero que es muy "compinche" de Gimena Accardi. "Le pregunto de todo, desde la profesión hasta cosas de la vida. Siempre tiene su camarín abierto para tomar mate y dar un buen consejo", define.
"Nico es súper profesional. En el set me recontra ayuda. Terminamos de grabar la escena y él va de acá para allá porque, al representar dos personajes, no tiene mucho tiempo para charlar fuera de escena. Pero es un gran compañero", destaca.
Flor graba entre 14 y 15 escenas por día desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde. "Cortamos cuarenta minutos para almorzar", aclara quien se va directo de Pol-ka a los ensayos del Bailando 2018.
"Cuando puedo, tomo alguna clase de canto ya que me gustaría perfeccionarme", agrega quien debuta el 29 de septiembre con cuatro funciones teatrales de Simona en el Luna Park antes de comenzar la gira nacional. "Para eso, ensayo los sábados y domingos", continúa quien trabaja de lunes a lunes: "Trato de acomodarme para poder hacer las tres cosas".
Así será Mi hermano es un clon
La vida de Renzo (Cabré) está -literalmente- atravesada por la ciencia. Fue concebido por la técnica de fecundación in vitro gracias a la intervención de su abuelo Alejandro Figueroa, notable científico (experto además en clonación) que pudo cumplirle a su amada hija Marcela (Andrea Bonelli) el deseo de ser madre. Pero durante el procedimiento médico, el investigador ocultó un detalle esencial: separó parte del material genético del embrión con miras a desarrollar, por primera vez, un clon humano. El experimento rindió sus frutos: así nació Mateo (Cabré), "gemelo artificial" de Renzo.
Figueroa necesitó guardar bajo siete llaves el secreto de la existencia del clon y decidió entregarlo en guarda a Elena (Onetto), asistente en su laboratorio y también amante del científico. La mujer lo crió como si fuera su propio hijo.
Mientras Renzo -un muchacho extremadamente inteligente y racional, inmutable ante las emociones– creció en el seno de una familia de buen pasar económico (estimulado gracias a una excelente educación) Mateo -joven sensible, de gran corazón pero "con pocas luces"– lo hizo en un hogar humilde, con pocas posibilidades de progreso pero rodeado de mucho amor. Ambos desconocen la existencia del otro.
Casi treinta años después, y ante la inminencia de su muerte, el ya anciano Figueroa le revelará a su nieto toda la verdad. Azorado, Renzo buscará por cielo y tierra a su "doble": su intención no es conocerlo sino eliminarlo, ya que este "hermano" puede generarle complicaciones a la hora de heredar la fortuna familiar.
En su derrotero -que incluye hasta un accidente, del cual es rescatado por Ámbar (Vigna), una bella enfermera- se cruzará con parte del entorno del clon y todos lo confundirán con él. Lo propio sucederá con Mateo – que trabaja como cadete en la comisaría que comanda Santillán (Machín) – quien se infiltrará en la casa de Renzo y conocerá a su conflictivo grupo familiar, entre ellos a Lara (Accardi), la novia y a Camilo (Fonzi), un primo muy interesado en el dinero. Este cruce de identidades generará un sinnúmero de enredos.
A lo largo de la historia, Renzo comenzará a dejar de lado su actitud fría y distante para dejar paso a una mayor sensibilidad; mientras que Mateo descubrirá que no es tan tonto como le hicieron creer. En este proceso, ambos terminarán cambiándole la vida a todos los que los rodean.
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