"Tómalo con calma, la cosa es así", decía Charly García en "Chipi chipi", uno de los cortes de difusión de La hija de la lágrima. Sin embargo, por esos años el ex Serú Girán no parecía estar del todo "calmo" dado que ingresaba en la llamada etapa "Say no more", la más vertiginosa de su vida, en la que las adicciones y los escándalos se convertirían en moneda corriente.
En noviembre de 1994 -cuatro meses después de la salida de este disco-, su madre lo internó por segunda vez en tres años: fue ingresado por la fuerza en una clínica psiquiátrica. En diciembre fue dado de alta pero decidió no volver a tener contacto con su progenitora, y lo explicaba así:
"Estoy absolutamente en contra del método que utilizaron la Courtney y mi mamá para internarme a mí e internar a Kurt (Cobain). Eso que se llama amor duro. Es un método que consta en no explicarle nada al que se supone que está mal, cerrarle todas las vías de acceso a cualquier tipo de cosa, dejarlo en la lleca", decía el músico por esos días, de acuerdo a lo que recopiló el libro 100 veces Charly, de José Bellas y Fernando García.
Cobain era un referente para Charly, quien incluso en esa época se tiñó el pelo de rubio en una especie de homenaje al líder de Nirvana. Pero lo cierto es que mientras García se enojaba con su familia y parte de su entorno, sus inconvenientes con las drogas se profundizaban y llevaban consigo serios problemas de conducta también.
El concepto de "La hija de la lágrima"
El propio Charly García narró cómo se le ocurrió el nombre de la placa. "Es una escena callejera que vi en Barcelona de una chica que le pegaba a otra con una chancleta y le decía que era la hija de la lágrima y a mí me intrigó mucho eso y, a través de eso, empecé a fantasear una historia".
La ópera-rock fue lanzada en julio de 1994 y contó con muchos pasajes instrumentales y de virtuosismo, tanto de García como de sus músicos. Por ejemplo, la primera canción -"Overture"- son tres minutos exactos de música que le dan el paso a "Víctima", uno de los temas más conocidos del álbum.
(Charly explica cómo le surgió el nombre el disco – Video: "Ojos de videotape" – TV Pública)
Además, fue un álbum con muchas canciones –23 en total-, que reunieron casi 70 minutos de música, donde hubo lugar para que Charly experimentara distintos sonidos.
(El videoclip de "Chipi chipi")
"Chipi chipi" es, sin dudas, una de las canciones más recordadas de ese trabajo. La historia dice que la escribió en 10 minutos luego de que un ejecutivo de la compañía Sony le dijera que al disco le faltaba un tema comercial.
"La sal no sala" y "Fax U" también trascendieron e, incluso, el último sigue estando en la lista de canciones de García en sus recitales actuales.
El papel de María Gabriela Epumer en ese álbum
La hija de la lágrima contó con un seleccionado de músicos: Fernando Samalea, Fabián "El Zorrito" Quintiero, Fernando Lupano, Alfi Martins, Jorge Pinchevsky, Bruja Suárez y Luis Morandi. También tuvo como invitados a Juanse y a los Illya Kuryaki. Todos unos monstruos. Pero el rol de María Gabriela Epumer fue central.
"En La hija de la lágrima (Charly) recupera ese espíritu de tocar casi todos los instrumentos. Y también una gran aliada de esa grabación fue María Gabriela Epumer, que tuvo una participación clave en todo ese disco", diría el propio Samalea años después.
(Fernando Samalea habla del rol de María Gabriela Epumer – Video: "Ojos de videotape" – TV Pública)
"María Gabriela, con toda su personalidad hermosa que tenía, trajo al grupo algo brillante", recordó el baterista en diálogo con el programa Ojos de videotape, de la TV Pública.
Es que la cantante y guitarrista fue un pilar de ese álbum y también demostraría todas sus virtudes un año después, en el famoso MTV Unplugged grabado en suelo estadounidense. En esa actuación en vivo se mostró como un apoyo permanente de Charly García y, como decía Samalea, le dio un nuevo impulso al grupo.
La hija de la lágrima marcó el ingreso de Charly a la etapa "Say no more", la más descontrolada de su vida, pero -al margen de eso- mostró que su talento seguía intacto. Un poco lo mismo a lo que ocurrió después. Pese a todo, el gran García siguió -y sigue- regalando cosas brillantes…
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