Charly García: una indómita luz en el Gran Rex

El artista volvió con un nuevo show sold out, una lista imbatible y el humor de casi siempre

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(Nicolás Aboaf)
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"Mirá, está mi doble ahí. Ojo al piojo, eh, sí a vos. Ver a alguien parecido a vos ahí, que pagó la entrada y todo, te da impresión. Zorrito, ¿qué canción viene ahora?", preguntó Charly García pasadas las 10 de la noche del martes, en el Teatro Gran Rex. El tecladista Von Quintiero respondió que venía "Promesas sobre el bidet", un temazo de 1984, incluido en Piano Bar.

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Pocos hubieran dicho que Charly García superaría su etapa de "demasiado ego" y llegaría a los 66 años dando un show tan potente como impecable, mientras observaba desde el escenario a un hombre en la platea que prácticamente lo imitaba. Charly viendo a un fan, hablándole desde el micrófono. Preguntándole a un compañero de banda qué tema seguía en la lista. Charly atento a lo que pasaba arriba y abajo del escenario… Un sueño hecho realidad, teniendo en cuenta sus años oscuros, en los que aunque nunca perdió el talento, sí parecía haber perdido el humor.

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"La Torre de Tesla" es el concepto de esta serie de shows que viene dando en 2018 -contando el de anoche van tres en Ciudad de Buenos Aires y dos en Córdoba, el próximo será el 5 de septiembre en Rosario- que se anuncian casi de sorpresa, se agotan en pocas horas y dejan con ganas de más. Es que Charly volvió con todo, y como la torre-antena de comunicaciones inalámbricas que terminó prendida fuego en más de una ocasión por desborde de energía, estos encuentros producen ciertas descargas que perduran en el cuerpo.

(Nicolás Aboaf)
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García se acomodó en una punta del escenario con sus teclados y, en el medio, Rosario Ortega. La cantante no es una corista, es la voz que ocupa el puesto central en un escenario repartido de un modo bien democrático. Tanto, que cuesta pensar que alguna vez Fito Páez tuvo que tocar casi de espaldas en la banda de Charly, que no soportaba compartir el protagonismo escénico. Pero justamente el artista del bigote bicolor es un grande porque creció y sabe que aunque varíe el orden de las piezas, él sigue siendo el rey. Como contrapunto, el teclado del Zorrito en el rincón opuesto y, atrás, los tres músicos chilenos que hace años tocan en la banda: el guitarrista Kiuge Hayashida, el baterista Toño Silva y el bajista Carlos González. Todos ellos valores fundamentales en el nuevo sonido de García que quedó plasmado en su último trabajo, Random (2017).

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Con sombrero y saco azul de lamé, Charly atravesó "El aguante" mientras dos pantallas emitían películas, la misma en ambas, pero en espejo. La torre en el medio lanzaba luces eléctricas, el Zorrito bailaba, Rosario se movía con gracia dentro de un vestido transparente. "No soy un extraño" hizo recordar que Clics Modernos (1983) es uno de los mejores discos del rock argentino y así fue que Charly se sacó el sombrero, orgulloso de su propia obra.

Sonaron "Cerca de la revolución", "La máquina de ser feliz" y "King Kong", que reflotó ese disco semiolvidado que fue Kill Gil (2010). "Say no more thank you Argentina… Peor sería Guns N´Roses. Hay que parar está invasión desmesurada tipo Trump al revés", espetó el músico. Charly había estado preparando Kill Gil durante cuatro años y tardó tanto en salir que se lo llegó a comparar con Chinese Democracy (2008), el disco de los Guns que demoró casi una década entre el anuncio y el lanzamiento. En una de esas, García y Axl tienen más en común de lo que creen.

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Después, le dedicó "Believe" a Pete Townshend y pidió "un brindis por el Flaco Spinetta". Antes de "Rezo por vos", la canción que compusieron junto con Luis Alberto, Charly recordó en voz alta: "La gente decía que nos odiábamos…". También pasaron "Reloj de plastilina", "Rivalidad", "Yendo de la cama al living" y "In The City That Never Sleeps", cuyo preámbulo sarcástico fue: "En un intento por entrar en el mercado anglosajón, sea eso lo que mierda sea, escribí esta canción".

Luego vinieron "Asesíname", "Cuchillos" (dedicada a Mercedes Sosa) y una presencia que logró sorprender. "Quiero escuchar a un compañero de ruta y amigo mío: David Lebón", dijo Charly y luego pidió un aplauso para los dos. Los ex Serú Girán interpretaron "No llores por mí, Argentina" para luego terminar en una ovación que dio lugar a "Peperina". "Una historia de una groupie", aclaró el anfitrión.

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Después de despedir a Lebón y de tocar "Influencia", Charly pidió "un aplauso para esta banda que Dios creó", a lo que siguió "Demoliendo hoteles" y un falso final que fue aprovechado por el público en plan catarsis. Los hits improvisados fueron "Mauricio Macri la puta que te parió", "Aborto legal en el hospital" y "Unidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode, se jode". Nada de "una más y no jodemos más". Como en los momento más críticos de la Argentina, otra vez la protesta popular encontró asidero en un show de rock. En este caso, el de un artista que atravesó todas las épocas.

El silencio no fue una opción y el público también se animó a cantar a capela "Inconsciente colectivo" y "Rasguña las piedras". Finalmente el telón volvió a abrirse y llegaron "Los dinosaurios", "Pasajera en trance" y "Shisyastawaman". "Chau, gracias, hasta la próxima", dijo Charly, mientras Rosario se acercaba, esperaba a que él se pusiera de pie y mutuamente se acompañaron por una salida lateral. La energía ya había sobrepasado el escenario y el incendio estaba adentro de las cabezas de cada uno de los que salían del teatro a la medianoche. Más de uno habrá estado en llamas cuando se acostó.

(Nicolás Aboaf)
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Por Marianela Insua Escalante

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