Sin miedo a experimentar, Diego Ramos está a punto de debutar con Tommy, el clásico musical de The Who, al tiempo que se prepara para ser uno de los participantes de Bailando 2018. Además, evalúa propuestas de conducción y de vez en cuando se divierte jugando a ser panelista. "No tengo prejuicio -aclara-. El único juicio que tengo es no faltarme el respeto a lo que siempre me interesó, a lo que me gusta. O faltarle el respeto a alguien".
En teatro, Diego siempre mantuvo un estilo de obras siguiendo la propuesta actoral, pero reconoce que en televisión es otra historia. "Me costó un montón salir del galán. Después pude hacer comedia, y ahora me cuesta un montón salir de la comedia: no me ven para otra cosa. Igual, prefiero que me encasillen en la comedia y no tanto en la cosa más dramática", reconoce, en este diálogo con Teleshow.
—¿Salir del galán fue una búsqueda?
—Sí, porque además era galán hace veintipico de años cuando el galán y la heroína eran más o menos lindos, y los apuntalaban con un buen elenco. Estaba en mis clases de teatro y decía: "Yo puedo un poco más, o por lo menos déjenme probar". Y no podía, porque obviamente no podía hacer nada. No había mucho juego ni desafío actoral. Pero no me quejo para nada, me dio un montón de cosas.
—Digamos que el malo en esa novela clásica era más rico para construir.
—Sí, claro. Hablando del malo, en Ricos y famosos primero me habían llamado para hacer el malo. Y era todo un loquito, me encantaba esa onda. Después, o no les gustaba, o se bajó el protagonista, y me cambiaron de rol. Y te juro, fue muy raro porque era genial ser el protagonista de la tira, pero yo no quería porque venía mucho del teatro, y la tele, y qué sé yo…
—¿Había un prejuicio con la tele?
—Sí, había un prejuicio hasta que me llamaron para hacer el primer bolo y ahí se me fueron todos los prejuicios, obviamente.
—¿Vas a estar en Sugar?
—Dicen, pero no. Cuando fue la primera vez, yo estaba trabajando con Griselda (Siciliani) en Educando a Nina y publicaron que íbamos a hacer Sugar. Le dije Griselda: "A mí no me llamaron". Y Griselda me dijo: "A mí tampoco". Después la llamaron a ella, a mí no. Y ahora es como la misma situación: varias personas me lo dijeron, y la verdad es que a mí no me llamó nadie. Voy a dirigir una comedia en Mar del Plata, eso sí.
—Bueno, si vas a dirigir en Mar del Plata te queda cerca, por lo menos estás ahí.
—Amo Mar del Plata. Yo quiero vivir en Mar del Plata y voy a vivir de acá a unos años en Mar del Plata. Es como mi ciudad. Y ojalá esa o cualquier otra obra que sea de esa envergadura, porque me encanta la situación de temporada en Mar del Plata.
—A ShowMatch sí vas. ¿Cómo lo estás preparando?
—Bien, ensayando. Tenía los resquemores típicos del lío. Supuestamente este año es más tirado a lo humanitario, a lo artístico, al sueño en sí, y no tanta cosa. Yo les creí; entonces estoy acá. Pero no me genera mucha controversia ni nada. Sí me parece raro: en general, de la tele soy mucho más televidente que partícipe. Voy a un evento y me quedo sentado porque pienso que nadie me va a conocer.
—Pero tenés más de 20 años de televisión.
—Cuando empecé a estudiar teatro era para ser actor, no para ser famoso, entonces yo no salgo a la vida diciendo: "Soy famoso". Desde hace un tiempo a esta parte me hice una cuenta de Instagram pero porque tenía muchas falsas. Yo no tengo un supermercado chino ahí adentro, no hago canje, me da vergüenza.
—Si querés, en dos minutos te conseguimos…
—No. Pero me llaman y me dicen: "¿No te interesaría tal cosa?", una mención. Y te juro que me da vergüenza. Yo les agradezco un montón, pero nunca hago nada porque me da mucha vergüenza.
—Tommy cuenta la historia de un nene que tuvo una infancia muy tremenda, le pasaron cosas espantosas, y después da vuelta eso en un momento y es un ídolo.
—Un ídolo.
—¿Tu infancia cómo fue? Eras parte de una clase media normal.
—Media normal, en Almagro. 12 años en el mismo colegio. Era de curas, porque en esa época era lo que había, salvo que fuese estatal. Los estatales eran mixtos y los privados eran… no estoy hablando de un colegio privado súper inglés, era un colegio privado de barrio, salesiano.
—Los parroquiales.
—Había de hombres dos, los bachilleres contra los industriales, y enfrente otro colegio de monjas, de chicas. Entonces era encontrarse a la salida y ver si nos juntábamos, y los bailes y las cosas. Una cosa muy inocente. Una infancia muy de club.
—Pero curas piolas, no curas que hayas padecido.
—No, no, curas jóvenes y dentro de todo, ahora más grande, obviamente hay una situación más pesada.
—¿Cómo quedó tu vínculo con la religión?
—Voy a parecer estas vedettes que dicen: "Yo soy muy religiosa y no sé qué", ¿viste que son todos religiosos? Creo mucho en Dios. Creo mucho y rezo de vez en cuando y todo. No soy de ir a misa, no soy de los sacramentos, no soy tan de esas cosas. Pero no estoy peleado ni nada. Hay ciertas cosas con las que no estoy de acuerdo, por supuesto, y ciertas cosas con las que sí, pero fundamentalmente la religión, no sé si tanto la institución. En su época sí era del grupo de liturgia, del grupo que pintaba los murales: la cara de Don Bosco la pinté veinte millones de veces, me copaba tocar la guitarra.
—Bautizado y todo.
—Bautizado, confirmado. Toqué la guitarra en misa, todo. Yo te hacía todo.
—¿En algún momento esa infancia linda se convirtió en una adolescencia más complicada?
—Empecé a encontrar una rebeldía un poco forzada: era muy contestador, muy maleducado por momentos. Sentía una incomprensión que no era tal, mirándola ahora. Me fui a vivir solo a los 19 años porque ya empezaba a estudiar teatro, quería hacer mis cosas y todo eso.
—En nuestra época, en ese momento valía un cachetazo de vez en cuando.
—Sí, claro, y me los he comido, obvio. Es horrible lo que voy a decir, pero viéndolo a la distancia bien merecido, por lo menos para esa época, ¿me entendés? Porque yo era realmente insoportable por momentos. Desafiante al cohete. Quizás muchos adolescentes, o todos, necesitan ese momento de quiebre y cortar de alguna manera, y bueno, la mía fue esto: hacerme el bohemio, el que me iba a San Telmo, a un departamento alquilado con colchón en el piso, y no sé qué. Esas cosas de ridículo.
—¿En algún momento en esa rebeldía sentís que jugaste finito, que te pusiste en riesgo? ¿O siempre estuvo todo bajo control?
—Sí, en un momento sí. En un momento casi, casi, casi… No es que me echaron de casa ni nada de todo eso, pero en un momento se trató de: "A ver si te vas a lo de un tío…", una cosa así, para dejar un poco más tranquila a la gente. Porque realmente, yo era muy guerrero.
—¿Pero qué hacías? ¿Salías y no volvías?
—No, porque siempre fui re tranquilo; aburrido no me ganó nunca nadie. Más de copete alto, de hacerme el incomprendido, y no solo el incomprendido sino incluso: "Yo la tengo más clara".
—¿Drogas?
—No, cero, nunca en mi vida. No tengo ningún problema, pero no me llama la atención: no probé un porro en mi vida. Pero no tengo ningún problema con la persona que lo haga. Te digo que soy súper aburrido: el alcohol no me gusta porque no puedo tolerar el sabor; o sea, abstemio cien por cien. No pasaba nunca por ningún lado, por ninguna de esas cosas. Pasaba por una cosa de hacerme el rebelde al cohete.
—Ahora, Tommy en un momento se convierte en un ídolo.
—Tommy se convierte en un ídolo. Lo convierten en un ídolo.
—¿Vos en qué decís: "Yo soy un ídolo"?
—Limpiando.
—¿Sos bueno limpiando?
—Genial, genial. Es horrible que diga esto pero si algo faltaba para tirar el galán abajo, ¡pum!, tiro esto. Si vos te acercás, yo tengo un poco de olor a lavandina en las manos: me levanto y limpio. No tengo problema, ningún problema.
—Con semejante perro (es de raza terranova), es un trabajo.
—Ese también es un problema porque mi perro pierde mucho pelo. Y a mí no me gusta que en una casa haya olor a perro, no quiero que haya pelos ni nada, entonces limpio, limpio. Y no me molesta en nada limpiar; al contrario, me encanta. En mi casa hago todo yo: lavo, limpio, plancho, todo.
—"Mi mejor habilidad es la limpieza".
—Sí. Pero es verdad, es verdad. Tengo una gran ventaja también: si venís a mi casa yo no soy insoportable, no vas a apoyar el vaso y te pongo el apoyavasos ahí.
—Ah, no hay un TOC.
—No: ensuciá lo que quieras, está todo bien, sentite libre. Porque a mí lo que me gusta es limpiar después.
—O sea: hay un placer, no es un suplicio.
—No, para nada. Para mí hay un placer en después ver que tu casa está limpia.
—¿Pero va alguien y te ayuda?
—Nadie más que yo. La limpieza más profunda la hago yo. Nadie limpia mejor que yo. Hoy a la mañana limpié los vidrios (risas).
—¿La cama se hace todos los días?
—Por supuesto. Y tirás una almohada y rebota. Impecable.
—¿Estás enamorado?
—No.
—¿Tenés ganas?
—Sí. Yo creo que el mejor estado es estar enamorado. Porque cuando estuve enamorado la pasé genial. Pero no es algo que esté buscando ni mucho menos. No quiero caer en el cliché de decir: "No porque estoy haciendo muchas cosas y trabajo mucho, no tengo tiempo", pero en este momento no se da. Tampoco lo sufro.
—Imagino que tampoco es que estás solo sufriendo: si querés salir, salís.
—Sí. Igual, tampoco soy muy de salir. Ya te habrás dado cuenta que tampoco soy muy salidor.
—No, te quedás limpiando ventanas.
—(Risas) ¡Soy capaz! El otro día tenía un cumpleaños, me quería morir: eran las 10 y pico, yo tenía que estar ahí, y estaba limpiando. Estaba chocho. Siempre fui muy tranquilo y ahora con la edad que tengo (45) soy más tranquilo, digamos. Pero mi soledad la disfruto mucho. Antes sí, cuando era mucho, mucho más chico, estar solo me parecía como un caos, como que no sé qué iba a hacer. Y ahora me divierto mucho conmigo mismo, así que la paso bien.
—¿Te tirotean mucho en redes sociales?
—Sí, pero me parece que de la boca para afuera: nunca vi que sucediera nada. Tampoco las uso tanto, pero yo contesto todo: a todo lo que puedo trato de contestar y contestar y contestar. Eso también era un desastre porque eso sí podría haber sido un TOC: hasta que no tenía el último mensajito sin contestar no paraba. Empecé a tener un montón de mensajes y es imposible. Entonces trato de contestar lo que más puedo, aunque sea un "Hola", pero entonces se empieza a generar: "Bueno, contestaste", y empiezo a hablar un toque, no sé qué, y después hay gente que matea como una relación. Yo soy muy culposo, te ponen: "Hola, ¿cómo estás?", y no sé qué. Y yo pongo: "Hola". "Bueh, hola, señor monosilábico". Digo: "Encima que te contesté y todo, antes era un genio porque te contestaba y ahora me puteás".
—Es imposible responderle a todo el mundo en Instagram…
—Trato mucho. Me parece que alguien se tomó el trabajo, qué sé yo.
—Bueno, pero ahí debe haber mucho tiroteo y mucha propuesta también.
—No, propuesta no. Sí hay mucho que Tal cosa, "cómo te haría", alguna foto, alguna cosa, no sé qué, pero nada muy…
—Pero no saliste con nadie de redes.
—No, no, no.
—¿Y aplicaciones tipo Tinder?
—No, para nada.
—En algún momento dijiste que no descartabas ser papá y automáticamente todos te convirtieron en: "Diego quiere ser papá".
—"El padre del año", y de distintas maneras además, conforme iba diciendo lo que yo pensaba.
—De todo eso, ¿qué hay de cierto?
—Lo empecé a decir de verdad, porque al principio era: "¿Tendrías un hijo?". "Sí, yo no tengo problemas en tener hijos, soy extremadamente protector".
—Pero aclaraste que no es algo que harías solo, que es algo que harías en pareja.
—Por ahora, no sé, porque mañana lo hago solo y me tengo que meter la lengua en el traste. Pero me parece un lindo proyecto de a dos. Y encima yo, hoy en día, si a duras penas puedo ocuparme de mi perro no tendría un hijo, para no estar nunca… Es una linda responsabilidad pero una responsabilidad que en algunos momentos, muchos, tenés que estar. Y yo últimamente no tengo tiempo para nada, realmente. Más allá de eso lo que me habían preguntado era cómo la veía: "¿Harías como Ricky Martin?". "Sí. Quiere tener un hijo como Ricky Martín". No, yo lo tendría de muchas formas. Lo que sí sé es que no necesito que salga de mi sangre, de mi ADN, para ver un niño reconocido en mí como hijo.
—Paternar no pasa por ahí.
—No. Tengo amigos que tienen hijos adoptados y que claramente es su hijo, y hasta físicamente termina pareciéndose a los padres. Y pasa algo maravilloso con los chicos más grandes. Siempre se dice, y es medio verdad, que no los quiere nadie porque ya están grandes, ya están criados, o ya vienen supuestamente con algún mambo, entonces es como más difícil y no los largan porque les dan cierta plata a los lugares que los tienen. Hay una serie de mitos y hay una serie de verdades que son tremendas. Entonces no sé, por ahora no, y además también me reconocería bastante vago en tener por toda esa circunstancia que yo veo a amigos míos que la pasan y la pasan hace años, y todavía no pueden tener a su hijo.
—Todo el trámite.
—Todo el trámite. Yo tengo una pareja de amigos que está hace cinco años, y es una locura: cinco años esperando cuando en cinco años pasaron un montón de chicos que los podría haber tenido una familia genial. Es la desilusión de unos y el sueño truncado de otros de poder tener una familia.
—Como amigo de Marley, ¿qué te pasó con las cosas que dijo Jorge Lanata sobre la exposición de Mirko?
—Cada uno puede opinar lo que quiera del otro. Porque además el otro se está exponiendo también. Marley se expuso él, lo expuso al nene y todo eso. Ahora, ¿quién es quién para decidir qué puede mostrar uno? Si él quiere mostrarlo las 24 horas del día porque está orgulloso de tener su hijo, ¿por qué no lo va a poder mostrar? Digamos, hay otros que dicen: "No, yo no quiero mostrarlo, no le vean la cara y no hagan nada". Y también es respetable. Pero si Marley está feliz, está orgulloso, le costó tanto en la vida tenerlo, llegó hasta un lugar que dijo: "Mirá, me cago en todo y lo tengo, y estoy solo y lo tengo", ¿por qué no lo va a mostrar las 24 horas del día, si quiere? El nene está re contra querido. No me parece mal que el otro piense eso, ahora, sí que emita un juicio de valor porque hay alguien que está haciendo algo diferente a lo que uno piensa.
—También sos amigo de la Negra Vernaci. ¿Qué te generó que deje el programa bancando a Humberto Tortonese?
—Eso fue una señal de fidelidad y de amor fraternal que estuvo buenísimo. También hubiera estado bien que le digan: "Mirá, no puede seguir cierta gente del equipo", y ella diga: "Bueno, yo tengo que seguir comiendo". Pero se puso bien el saco de capitana, de líder del equipo, y defendió. Más allá de su amigo, para mí también a su coequiper.
—¿Te interesa la política?
—Me interesa, me interesaría saber más. Me interesa ver, lo que pasa es que yo soy muy permeable entonces me hablás y digo: "Ah, bueno, tenés razón". Me interesa hasta cierto punto. No soy un gran conocedor. Sí veo mucho, sí escucho mucho, sí me preocupo mucho y sí me amargo mucho porque vivimos en un país donde nos amargamos mucho hace años. Pero no sé tanto.
—Como director, ¿a qué político llevás a un escenario teatral?
—Y… a bastantes. Porque son todos bastante mentirosos y todos te pueden hacer creer muchas cosas y no pasa nada. Cada vez escucho más y veo más de lo que sucede o lo que sucedió, lo que va a suceder, y la gente involucrada y todo, y yo en eso tengo una visión un poco hasta inocente de la situación. Desde que soy muy chico veo que el que no roba es un inoperante, después se va el inoperante, viene el ladrón. Digo, ¿no hay nadie que realmente quiera hacer algo por todos nosotros y por el país? ¿Realmente la política es tan así? Eso es lo que me llama la atención. Nosotros estamos todos juntos acá, ¿por qué es tan difícil que aunque pensemos diferente nos aunemos todos para seguir algo? ¿Por qué es todo tan peleado siempre? Eso es lo que no puedo entender.
—Yo no puedo dejarte ir sin preguntar por un textual tuyo, que dice: "Estar circuncidado es otro mundo, quedó linda, suave, tersa, estoy orgulloso de ella".
—Estoy feliz, feliz, feliz. Durante muchos años sentía una situación muy incómoda y me pasaban cosas. Sí, quedó linda y suave, es un mundo aparte. ¡Olvidate! Lo que pasa es que yo sentía ciertas incomodidades y nunca me animaba a decirlo y la manejaba como podía. Ahora puedo delegar: ya está. Pero el tema es que sí, que quedó bien. Hablando de lo del Instagram, me escribió un montón de gente, tengo el consultorio.
—¿De gente que se quiere operar?
—Gente que se ha operado, gente que está reticente o que tiene miedo a operarse, gente que me pide consejos.
—O sea, entre todos los trabajos que tenés te has vuelto consultor en circuncisión de adultos.
—Sí, sí, sí. Y hay mucha más gente de lo que uno piensa que se la ha hecho, que se la tiene que hacer o que se la quiere hacer. Yo la recomiendo cien por cien. Otro mundo.
ENTREVISTA COMPLETA: