La altura y el porte de Julián Cañeque Cerati le facilitan la tarea a la hora de jugar de nueve. Dice que es de esos que "siempre se mueven en el área chica", y que es un gran reclutador de jugadores. "Mirá que te cuento para el próximo partido, eh", avisa. El sueño de ser futbolista lo acompaña desde siempre, pero cuando el arte se lleva en la sangre… El destino no suele dar el brazo a torcer. El apellido compuesto resulta imposible de ignorar: su tío, Gustavo, es una leyenda de la música.
Asegura que hay tres "pilares" que lo acercaron a la actuación desde muy chico: el amor por el cine, el taller de teatro de su colegio y la necesidad de expresarse. "Tenía 12 años y con un amigo, con el que hasta el día de hoy conecto mucho, no parábamos de hacer boludeces y portarnos mal en el colegio. Un día su mamá nos dijo 'chicos, basta, hagan teatro'. Uno a veces necesita descargarse por otro lado y así le tomé el gusto a jugar a tener otras vidas".
En su familia, por supuesto, su inclinación por la actuación no cayó para nada mal. Su tía, actriz; sus primos, músicos, actores y artistas plásticos; su tío, nada más y nada menos que el líder de Soda Stereo. Después de formarse en talleres y cursos en La Plata -él es de City Bell-, participar en varias publicidades y presentarse en innumerables castings, fue seleccionado para participar de O11CE, la ficción de Disney que cuenta la historia de un equipo de fútbol.
"Estaban buscando actores que jugaran al fútbol: era una propuesta hermosa, solo faltaba que pidieran que se llame Julián. Fueron varios castings y en uno de ellos había que jugar un partido de fútbol. Fue increíble porque se hizo en un club de jugadores libres y, sin que me hubieran avisado, ¡tenía que jugar un partido contra pibes que estaban buscando un lugar para llegar a Primera! Cada vez que tocaba una pelota… ¡Uf! Metían tantas patadas que no pude hacer nada", cuenta a Teleshow el joven de 20 años. De todas formas, fue seleccionado para sumarse a O11CE.
Este año Pol-ka lo eligió para participar en ocho episodios de Simona. Una ficción en el prime time de El Trece y un personaje –Ramiro– con muchos condimentos convirtieron esta experiencia en un gran desafío para Julián: "Hice de un psicópata muy violento. Uno piensa dos veces antes de hacer estos papeles, pero está bueno porque permiten generar conciencia. Fue algo hermoso y me hizo crecer un montón: disfruto mucho de la composición, el detalle y la observación del personaje, todo el trabajo previo".
—Venís trabajando en tele pero estudiaste con Agustín Alezzo, Nora Moseinco y Guillermo Cacace. Tu formación viene por el lado del teatro…
—Sí, cada código tiene un tipo de expresividad pero la conexión real es igual en todos los géneros. Es una cuestión psicofísica de intuición que se puede aplicar con todo. Arranqué en teatro pero le tomé mucho cariño a la cámara. En este momento me interesa ir por el lado del cine: te da la posibilidad de tener más tiempo para componer y transitar el personaje. Estoy ensayando para mi primer protagónico en cine y me tiene loco: voy a actuar en la adaptación a la pantalla gigante de la serie de Nickelodeon Heidi, bienvenida a casa.
—¿Cómo encarás el trabajo de componer un personaje nuevo?
—Soy más de jugar, pero depende del director y de qué se trate lo que estamos haciendo. En Disney hay que respetar mucho el guión porque se ve en muchos países y hay una cuestión de la dicción y la expresión que tiene que llegar a todos lados. En Simona, que tiene unos directores que son unos fenómenos, se podía jugar un poco más. Siempre es mejor confiar en la intuición, pero no creo que haya que improvisar o agregarle cosas al texto porque sí, solo si la situación lo permite y sucede genuinamente.
—Hace poco publicaste un video cantando con tu hermana… ¿Qué podés contar de tu faceta musical?
—Toco la guitarra, aprendí con mis primos, pero siempre tuve una mochila con ese tema por Gustavo, entonces le tengo cierto respeto. Si bien creo que todo el mundo tendría que sanarse con la música, yo siempre tuve la vara alta por eso: como que tengo que llegar a cierto nivel musical.
Julián tenía diez años cuando Gustavo Cerati sufrió el ACV que lo dejó en coma hasta su muerte, en 2014. Disfrutó de su compañía, siendo tan solo un niño, a su manera de ver el mundo por aquel entonces. Pero es inevitable lamentarse -confiesa- por no haberlo aprovechado aún más.
Su tío era una persona que en la mesa familiar hablaba "de todo" y destaca, por sobre todas sus cualidades, "su sensibilidad". Entrar en el camarín de Charly García, acompañar a Soda Stereo en sus shows y mirar una película de terror a la noche con Gustavo Cerati eran cuestiones cotidianas para Julián. Ahora, visto en retrospectiva, por supuesto, esas historias cobraron mucho más valor.
—Era hermoso escucharlo hablar, tenía como una seducción en las palabras… Manejaba un abanico enorme de temas y era divino. Mi relación con él era la de 'pasame la ensalada' o 'ponele más sal al churrasco'. Lamentablemente no pude conectar por el lado del arte porque era muy chico, pero era un tío normal.
—¿Eras de hablar mucho con él?
—No tanto por este tema de la edad, pero él siempre fue una persona abierta. Me acuerdo de una vez que me quedé en su casa a dormir, tenía esas casas raras con cúpulas, medio misteriosas… Él era misterioso. Mis primos -Lisa y Benito- ya estaban acostados, y a mí me costaba dormir en casas ajenas. Además, llovía fuerte. Eran las cuatro de la mañana, bajé las escaleras y estaba Gustavo con la piernas cruzadas, mirando una película de terror. Dio vuelta la cabeza cual Chucky y me dijo 'vení, vení'. Todo muy teatral. Me senté con él y me mimó un poco, miramos la peli y me dormí. Él tenía eso de que se dormía muy tarde. Para él, la noche era un momento de creatividad. Creo que yo tengo algo de eso también.
—¿Escuchás su música?
—Todo el día, no puedo parar.
—¿Cambió en algo tu relación con su obra desde que ya no está?
—Sí, cambié yo, que soy más grande. Antes iba a los shows y era normal que me esperara en el camarín… Ahora lo llenaría de preguntas, lo aprovecharía de verdad. Su música, además, es sublime, yo soy fan de él.
—¿Cuál es tu disco preferido?
—Me cuesta la monotonía en todo sentido de la vida, por eso creo que hay un disco para cada momento. Si querés estar tranca, Comfort y música para volar; si querés estar mirando las estrellas, Bocanada; si querés saltar, Ahí vamos. Siempre es hoy es un disco al que le haría un monumento. Al igual que Fuerza Natural.
—¿Qué fue lo último que compartiste con él?
—Un show, me acuerdo que él estaba todo maquillado… Un día mi vieja me contó una anécdota de cuando yo era muy chico, rubio con flequillo recto, esos cortes que todos tuvimos alguna vez… Era un demonio corriendo por los pasillos, la gente me agarraba. Entré al camarín de Charly y cuando llegaron mis viejos estaban todas las velas del camarín tiradas… Evidentemente él tenía como un ritual, estaba con sus uñas largas y su look súper trash, y yo quizás le corté su energía. Me imagino la cara de Charly, que está medio loco. Hoy creo que disfrutaría más los shows de Gustavo, antes hacía cagadas, nada más…
—¿De qué manera le rendís tributo hoy en día?
—Hablando bien de él. Cada vez que algún amigo o la gente de mi edad me dice que le gusta su música, para mí es un ánimo directo al ventrículo. Es un tema delicado, pero creo que hoy en día la música es un poco más fácil de hacer y la poesía está un poco dejada de lado, por lo tanto, que alguien escuche música tan elaborada… Gustavo estaba permanentemente craneando, y fue uno de sus motivos de estrés. Esa mezcla de algo divino con algo que él le ponía, buscando formas con el diccionario siempre en la mano.
—Este tema del perfeccionamiento constante quizás tuvo que ver con lo que le pasó…
—No podría afirmarlo, pero seguro que tuvo una vida intensa. Y muy dedicada. La gente sensible siempre termina siendo víctima de su propia sensibilidad. Lo que vivió fue majestuoso y su obra será eterna, de eso no tengo dudas.
—¿Qué enseñanzas te dejó?
—Más que nada la familia, y me despertó algo espiritual. Él tenía eso de que no se sabía si algunas cosas eran de él o le bajaban de algún lado. Yo creo en esas cosas de la energía… A él le gustaba también, no hace falta más que escuchar sus canciones. También me enseñó el amor al arte. Él era muy dedicado y lo llevó a un estilo de vida; lo veo en mi mamá, que tiene una energía hermosa.
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