En 2017 Jeremías Batto Colini debió enfrentar la muerte de su papá. Su mamá, Viviana Colini, aprendió entonces a manejar para llevarlo a las grabaciones todos los días. Es ella quien que supervisa sus redes sociales, y busca que su rutina como actor no haga que pierda vivencias de su infancia. Porque Jeremías tiene apenas 9 años.
En 100 días para enamorarse es Santiago, el hijo de Laura Contempomi (Carla Peterson) y Gastón Guevara (Juan Minujín); su hermano es Rodrigo Contempomi Guevara (Franco Rizzaro). Las escenas familiares están muy bien logradas, son el resultado de la buena onda que hay detrás de cámaras, y que se refleja en la pantalla.
Jeremías es un chico feliz. Habla y responde con soltura las preguntas que le formula Teleshow. Su mamá también intervendrá. En un momento del reportaje será él quien se ubique en el rol de entrevistador: su condición de fanático de River hizo que buscara saber de qué cuadro era hincha la periodista. No hubo coincidencia futbolera.
—¿Cuál es tu rutina escolar?
—Me levanto a la mañana, voy a cuarto grado del colegio La República de Portugal. Me va bien y me llevo bien con las maestras. Algunas cosas me cuesta entender, pero después las retomo y las entiendo en cinco segundos. Mis maestras no ponen cosas difíciles, pero todavía no hubo pruebas. Es como un juego.
—¿Cómo empalmás estudio con las grabaciones?
—Después del colegio voy directamente a Telefe. En la escuela me preguntaron si me cansaba mucho salir de estudiar e ir a grabar la novela, y les dije que no porque no me dejan grabando 24 horas. Cuando grabás una escena, te dan 20 minutos para descansar. Grabo casi todos los días, de lunes a viernes, dos o tres horas.
—¿Cómo es el trato con tus compañeros de escuela?
—Me tratan bien. A veces me hacen bromas, me dicen: "Che, Santi (como el nombre del personaje en 100 días…), traeme una tostada". Nunca me hicieron bullying. Yo nunca le hice nada a ellos y ellos nunca me hicieron nada a mi. Los más grandes juegan en otro patio, y nosotros no estamos con ellos. Ahora jugamos con el álbum de figuritas del Mundial. Con mis compañeros hacemos un grupo grande y las intercambiamos, pero todavía me falta para llenar el álbum.
Interviene su mamá. "El año pasado le decían Pancho, porque así era el nombre de su personaje en la novela de Pol-ka, Quiero vivir a tu lado. El nene de Carla Peterson también cambia figuritas con Jeremías, el hijo de Ludovico Di Santo ya lo completó todo, y las repetidas se las pasó a él. Y así… ¡la pasamos bomba! ¡Carla es una genia!".
—¿Tus compañeritos te preguntan sobre la novela?
—Sí, me preguntan sobre Luciano Castro, Carla y sobre todo de mi abuela, Marita Ballesteros. Dicen que ella es para matarse de risa, y además dicen que yo soy el rey de la risa.
—¿Cuál fue tu primer trabajo actoral?
—A los cinco años comencé con gráfica y después hice publicidades. El año pasado, cuando tenía ocho, arranqué en la novela de Pol-ka, Quiero vivir a tu lado.
Cuenta Viviana: "Mi hija Martina estaba en una agencia, y por intermedio de ella se enteró del casting para la novela de la productora de Adrián Suar. Buscaban a un nene de diez años de edad y él tenía siete; me recomendaron que se presentara igual y quedó. Terminó de grabar la novela en mayo de 2017 y después hizo Fragmentos, un corto de cine que cuenta la historia de un hombre que terminó internado en un manicomio por los malos tratos que recibió de chico".
—Como madre, ¿cómo le explicas esas escenas que son atípicas para un niño?
—Jeremías es demasiado maduro. Se mete en el personaje y sabe que no es su vida real, que son casos que pueden llegar a pasar. Había una escena que mostraba que le pegaban con un cinto y él gritaba. El cinto pegaba contra una mesa y después en la edición quedaba como si le pegaran a él.
Jeremías: —En Fragmentos no era tanto maltrato físico sino verbal. Mis compañeros me preguntaron si me pegaban de verdad y cómo me sentí en ese momento, y se asustaron: pensaron que me maltrataban.
—¿Cuál es tu técnica para aprender los guiones?
Viviana: —Todos los días pasa por donde están los libretos y busca los libros nuevos y el plan de grabación. Lo hace todo él sólo, lo aprendió del año pasado. Por suerte tiene esa conducta.
Jeremías: —A la noche marco con resaltador la parte que me toca a mí, la que me da el pie, y el pie que doy yo para saber dónde tengo que decir el diálogo. Yo trabajo todo en papel, porque las letras me las sé mejor con el libreto de papel que con la tecnología, a pesar de que uso mucho el celular. Cuando leo el guión con el teléfono tardo mucho porque distraigo. Tengo todos los capítulos de la novela anterior ordenados.
Mi papá murió porque se agarró una gripe viral y tenía las defensas bajas. Yo ya sabía que iba a tener una gripe: andaba con una musculosa ¡y hacía un frío!
—Se toca mucho el tema de la cambio de género. ¿Cómo le explicas eso a tu hijo?
Viviana: —Por suerte en los colegios se habla mucho. A él no le llama la atención, ni le suena raro. Las generaciones nuevas lo toman de una manera más natural. A la abuela de Jere, de la vida real, le cuesta entender del tema. Él va a una escuela pública modelo de Floresta. Todos los padres quieren mandar a sus hijos ahí. También hay mucha inclusión.
Jeremías: —En mi colegio vi una vez a dos chicas, y cuando las vi no dije nada, seguí caminando tranquilamente. Yo no me preocupo. Si una persona tiene ganas de estar con una chica, es su tema. Si dos chicas se gustan mucho también pueden formar una linda pareja. A mi abuela le traté de explicar que si una chica tiene ganas de estar con otra chica, no es algo raro. Es algo que pasa y en cualquier momento lo podés ver. Hay un chico en el colegio que va en silla de ruedas eléctrica, hay rampas. Hay una nena que antes también usaba silla de ruedas, pero ahora usa andador.
—¿Sentís que por trabajar en la tele te estás perdiendo de algo?
—No. Puedo hacer de todo, nunca me perdí de hacer nada. Voy a los cumpleaños, nunca falto.
—¿Cómo está compuesta tu familia?
—Tengo cinco hermanos, tres del lado paterno, uno de mi mamá con otra pareja, y mi hermana Martina; yo soy el menor. Además tengo cuatro sobrinos. Mi papá falleció el año pasado: tenía cáncer y luego tuvo neumonía.
Viviana: —Le agarró una gripe viral y tenía las defensas bajas.
—¿Cómo viviste ese momento?
—Yo ya sabía que iba a tener una gripe viral porque andaba con una musculosa ¡y hacía un frío! Cuando mi mamá me contó que falleció papá, lo tomé bien; en cambio mi hermana Martina no.
Viviana: —Igualmente lo que tenía era terminal. Él lo tomó como que el padre está descansando y que ya no tiene que ir más a los médicos. Mi marido falleció un 8 de junio; el 8 de enero fue citado al casting de Telefe. Y Jere me dice: "¿Viste qué día es hoy? Es 8. Hoy vamos a tener suerte porque vas a llegar bien a Telefe". Era la primera vez que yo manejaba. Y él me decía: "Quedate tranquila porque va a salir todo bien porque papá está con nosotros". Y comenzó a grabar un 8 de marzo.
—¿Qué piensa tu personaje de los 100 días para enamorarse sobre la decisión que tomaron sus padres?
—Santiago piensa que están un poquito mejor y siente que van a volver a ser una familia unida. ¡Pero en lo que no piensa es en bajar de peso y hacer ejercicio!
—Estás en el prime time de Telefe. ¿Qué sentís?
—Estoy muy feliz y agradecido a Sebastián Ortega, a Underground, y a Mariano, nuestro director de piso, y al director de exteriores, la Chancha. La última vez que lo vi a Sebastián me dijo que era un groso y aproveché para agradecerle por estar en la novela y para decirle que lo quería mucho.
—¿Qué haces con el dinero que ganás en la tira?
Viviana: —Lo ahorra. Tiene un plazo fijo y el dinero está ahí.
Jeremías: —A mi me gustaría tener un estudio de grabación para poder hacer mi propia novela. Me gustaría ser un Sebastián Ortega chiquito.
Por Paula Salama
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