Hasta hace unos meses, debía arrodillarse todos los días: solo así podía lograr subir al colectivo -haciendo además un esfuerzo enorme con su brazos- desde sus 110 centímetros de altura. Pero era ese el único momento del día en que se arrodillaba: Brian Buley camina con la frente en alto. Le sobran los motivos para hacerlo con una vida que, más de una vez, le puso piedras en su camino.
Tiene 23 años, es de Berazategui y vive con el boletero de la estación Plátanos, quien lo adoptó cuando sus padres se separaron. Porque para Brian, César y su hija Tamara son su familia del corazón. "Él me enseñó los valores, y a ser responsable, sobre todo cuando empecé a grabar. Y ella me ayuda a estudiar los guiones", destaca el actor, una de las grandes figuras de El Marginal, la reconocida serie de Underground que en su primera temporada ganó el Martín Fierro de Oro (y Buley fue nominado como actor revelación), y que este martes estrenó la segunda.
Brian Fabián Claudio Graña -como figura en su DNI- nació en Parque Patricios. Cuando los médicos notaron que tenía enanismo lo derivaron al Hospital de Niños de La Plata. Allí, le inyectaron hormonas de crecimiento que ayudaron a que sus brazos y piernas fueran parejas y tuvieran la misma longitud. Cada dolor que sentía durante su infancia lo trataba en el Hospital Garrahan, institución a la que le está muy agradecido.
Tras la separación de su papá, su madre se fue a Bahía Blanca. Cuando puede, Brian viaja a visitarla. "¡Ma, prendé la tele que voy a salir en un programa!", le avisa por teléfono cada vez que lo invitan a un ciclo televisivo.
"El éxito en la vida no se mide por lo que lográs, sino por los obstáculos que superás", suele ser una frase de cabecera de un joven al que, según contó, todo en su vida le costó más que a otros.
A los 14 años debutó como actor cuando Luis Ortega lo convocó para la película Los santos sucios. Ahí comenzó el contacto con esta familia de artistas que hoy le volvió a dar una nueva oportunidad, haciéndolo parte del éxito de El Marginal.
Pero Brian sigue en la eterna espera… "Estoy viendo si salen nuevos trabajos, si surge algo. Mientras tanto estoy dispuesto a hacer lo que sea: todo es bienvenido. Y con esto me refiero a que el trabajo es salud y siempre es bienvenido hacer lo que a uno realmente le gusta", destaca Buley, quien sueña, como tantos otros, con la casa propia. "Estaría bueno tener trabajo de actor de por vida y no solo una vez al año. Quisiera que sea algo para siempre, porque es una actividad que me gusta y no me quiero dedicar a otra cosa".
"Lo único que no quiero es volver a ese mayorista de mierda. Yo soy actor. No quiero vivir más de la propina que me da la gente por ayudarlos a cargar las bolsas en el auto", le decía a Teleshow en marzo pasado desde la ex cárcel de Caseros, locación que se utilizó para recrear la cárcel de El Marginal.
Cuatro meses después, retomó las clases de actuación y se alejó del supermercado mayorista, pero debido a un problema de salud. "La gente me reconoce y a mí me da cosa. Yo soy actor. No un changarín", dice, orgulloso.
Volvió el loquito más picante del condado. Brian Buley tenía 21 años cuando se puso en la piel de Pedro Pedraza, uno de los líderes de la Sub 21, la banda que lucha contra los hermanos Borges en la primera temporada. Gracias a ese personaje logró una participación especial en la frustrada novela Fanny la fan (Telefe la levantó a las pocas semanas) y también estuvo en la película Bruno Motoneta.
Por su historia de vida, no es casual que haya sido elegido para formar parte del elenco de El Marginal. Si bien nunca estuvo preso ni visitó un penal, Buley conoce como pocos los códigos que se manejan en el mundo carcelario. Sabe lo que es la calle y entiende lo que sucede cuando una persona ocupa un lugar que no le corresponde. El actor tiene una costumbre que, pese a la primera impresión, lejos está ser amenazante: suele manipular un cuchillo para rascarse la piel, lo que no puede hacer con unas uñas demasiado cortas.
A Brian tampoco le dan miedo las botellas rotas: "Sé lo que es que venga alguien y rompa una contra el cordón de la vereda para sacarte de dónde estás". Aunque prefiere dejar atrás esos recuerdos y pensar en el futuro. "Yo miro siempre para adelante y ojalá me muera siendo actor. No quiero tener que trabajar de otra cosa", dijo, durante las grabaciones de la segunda temporada de la serie, que emite la TV Pública.
Buley también grabó para el canal estatal una participación especial en la serie Sí, solo sí, una comedia en la que trabajan actores con capacidades diferentes y que refleja cómo se vive en una sociedad que decide ser inclusiva.
Un nuevo escollo. Hace un tiempo, los médicos le detectaron una desviación en la columna: ya no puede hacer más esfuerzo ni levantar cajas. Por eso se vio obligado -aun con cierta satisfacción- a dejar su trabajo en el mayorista.
Sin embargo, esa lesión no le impidió cumplir otro de sus mayores sueños, referido al fútbol: este fanático de Racing -suele ir al Cilindro de Avellaneda a ver los partidos y mantiene un estrecho vínculo con los jugadores del plantel profesional- fue convocado para la Selección Argentina de Fútbol de Baja Talla.
En el equipo, Brian se destaca como delantero, luce el 17 en su camiseta y entrena una vez por semana para poder dar su máximo rendimiento en octubre, cuando se juegue la Copa América: "Noté que realmente no existen impedimentos para hacer lo que a uno lo apasiona. Puedo jugar, pero sin excederme para no sufrir dolores. Igual, espero conseguir trabajo como actor. Esto del fútbol es un hobbie", aclara quien también juega en la Liga de Inclusión del Club Atlético Independiente.
De esta manera Brian consiguió, una vez más, vencer un nuevo obstáculo que se le presentó en su camino. "Cuando juego no me duele. Será la adrenalina que siento cuando estoy adentro de la cancha, no sé… Solo sufro molestias los días de mucho frío y humedad".
Brian, que con su personaje del unitario se traslada en un cuatriciclo sobre el patio de la cárcel San Onofre, ya no debe subir en rodillas al colectivo: hace unos meses pudo comprarse una bicicleta. "Son gustos que uno se merece", dice. Atrás quedaron también las propinas que recibía en el mayorista y las changas que debía hacer para sobrevivir. Y si bien es cierto que todavía no le alcanza para comprar su propia casa, Brian Buley lo está logrando.
Eso sí, paso a paso, como diría su ídolo Reynaldo Mostaza Merlo. Y nunca de rodillas.
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