Hoy Óscar Jaenada podría ser sinónimo de Luis Rey, el personaje del padre de Luis Miguel que interpretó en la exitosa serie de Netflix. Pero el enorme talento de este actor español no puede encasillarse solo en ese siniestro personaje.
Con 43 años, Jaenada lleva 25 de carrera en los cinco continentes. Y 40 películas, la mayoría como protagonista: Camarón de la Isla, Noviembre y Cantinflas son algunas de ellas. Sus personajes son tan creíbles que no parecen de ficción. Y si bien Luis Rey ha sido un hombre de temer, Jaenada le dio vida con un cóctel indestructible de maldad, talento y humildad.
Despojado del personaje, en un paisaje poético y con su look de la vida real, que dista mucho del aspecto del papá del ídolo mexicano, en una entrevista exclusiva con Teleshow Óscar confiesa sin remordimiento no haber visto todavía el último capítulo de la serie.
—¿Dónde y cómo está hoy Óscar Jaenada?
—Estoy en el País Vasco, en Euskal Herria, un pequeño pueblo donde tengo mi casa escondida. Alejado, como siempre. Llevo ya muchos años de profesión y, a veces, suena la flauta y demás. He vuelto a mis zapatos, intento estar ciertamente alejado de todo. Por ahora estoy recuperándome un poquito. Utilizando mis zapatos, que también me hacía falta.
—Antes de aceptar el papel, ¿tuvo algún prejuicio por tratarse de la vida de Luis Miguel?
—No, porque no la conocía. Y a la hora de leer el primer libro, la primera biografía que me dieron, como actor me surgieron muchas preguntas sobre un personaje en concreto. En ese personaje, pues. Hablando con el productor y viendo las posibilidades y cómo lo querían hacer, vi un buen momento para entrar en televisión.
—¿Conocía a Luis Miguel?
—Sí, hombre: sabía que era un cantante, alguna rola suya, alguna canción escuché, sin duda, durante mi vida. Varias, pero no tengo ningún álbum suyo en casa.
—¿Qué fue lo que más le sorprendió de la serie?
—Ciertas cosas que hacen decir: "Esto es lo que me gustaría mostrar al gran público, no simplemente las sonrisas". Me gusta mostrar lo que la gente no sabe o no puede ver. Y eso me parece muy interesante. En este personaje veía eso: que Luis Miguel tenía una parte muy interesante, de mucho sufrimiento, de mucho trabajo, y que no todo era sol.
—¿Cómo le dio vida a su personaje?
—Hubo un trabajo de mucho maquillaje, de peluquería, de vestuario hecho a favor. Piensa que en la serie hay tres Luis Miguel (la infancia, la adolescencia, y su etapa adulta) , pero solo hay un Luis Rey. Entonces, yo tenía que estar en las tres épocas del cantante, y eso lo teníamos que mostrar de alguna manera; ya no solo intelectual, sino físicamente. Comprar trajes, chaquetas más grandes cuando va envejeciendo, para que parezca más delgado y demás. Todo eso ayuda, y así se pudo ver una evolución de 25 años.
—¿Se reunió con Luis Miguel?
—Sí.
—¿Cómo fue?
—Los típicos encuentros que se tienen en estas ocasiones. Nada especial, de artistas y no de curiosos. Todos tenemos que tener un gran respeto, y más nosotros en ese momento, antes de presentar la serie. Vamos a hablar sobre una cosa muy importante acerca de esa persona; entonces, tiene que haber un respeto.
—¿Qué le dejó su personaje?
—Lo mismo que me dejan todos: exprimido, cansado. Pero, sobre todo, me dejan mucha experiencia. En este caso, haber conocido México. Estuve por poco tiempo para rodar una película hace varios años, Cantinflas; era la primera vez que pisaba México. Y ahora, volver a este país y poder respirar otra vez ese aire y hablar con esa gente para mí fue muy especial.
—¿Cómo hizo para absorber la mayor cantidad de información sobre Luisito Rey?
—La verdad, nunca dejé de recibir noticias. Me puse muchas alertas en varios portales para recibir la máxima información posible. Recibí infinidad de material, pero es complicado evaluar qué cosas pueden ser verdad y qué mentira.
—¿Qué mentira sobre Luisito Rey lo deslumbró más? ¿Sobre qué cosa dijo: "No, esto no puede ser real"?
—Me sorprendió mucho lo del "Picasso de Luis Rey". Eso no está en la serie, como tantas cosas. Todo está limitado. Pero un Picasso… Él tuvo la oportunidad de conocer a Picasso una noche, y al día siguiente presentó a la prensa un "Picasso de Luis Rey". El tipo quiso venderlo. Un nivel de canallada… ¡¡inimaginable!!
—¿Dónde podemos verte?
—Tengo en cartel, por todo el mundo, The Man Who Killed Don Quixote, de Terry Gilliam. Clausuramos Cannes estrenándola allí. También tengo Loving Pablo, con Javier Bardem y Penélope Cruz, que también está en los cines. Y Chaos Walking, con Daisy Ridley y Tom Holland; creo que esta película se estrenará el año que viene. Es una superproducción norteamericana. Ahora me toca descansar, llevo dos años trabajando muy duro: es tiempo de barajar y dar de nuevo.
—Al margen de su trabajo, ¿qué es lo que más le gusta?
—La agricultura. Plantar. Ahora sandías y melones, porque es verano por estas tierras. Allí (por Argentina) creo que está fresquito. Alcachofas, patatas, lechugas, pimientos, tomates, esas cosas…
—¿El amor?
—Solo hablo de mis cosas artísticas, es para lo que concedo entrevistas.
—Disculpe, era solo una curiosidad…
—No, no, lo que pasa es que no esperaba esas preguntas, no espero preguntas así.
—Como televidente, ¿qué crítica le haría a la serie?
—Es imposible que yo pueda ver la serie como un televidente normal. Es una de las desgracias también de este oficio. A veces uno hace películas que realmente le quisiera disfrutar como los suyos cuando la ven, y eso no es posible. Cuando ha sido parte del producto, uno no tiene esa capacidad para colocarse como un espectador.
—En su biografía escribe: "Descalzo soy más alto". ¿Qué quiere decir?
—Que me siento más cómodo sin llevar los zapatos de nadie y lejos de todos mis personajes. Mi mejor versión soy yo mismo.
—¿Un sueño?
—Seguir trabajando y ver bien a los míos.
—¿Cómo se define?
—Yo, anartista, anartista.
—¿Anartista?
—Es un término inventado. Soy una anarca o anarquista del arte. No sigo las reglas establecidas en ningún campo.
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