Nació en un barrio humilde de La Matanza. Vivió toda su vida con su mamá, su hermano discapacitado y sus abuelos. Era una casa chica y con carencias, pero siempre se rodeó de mucho amor. Tenía la vida de un chico normal. O no tanto: luego de dejar el secundario empezó a trabajar en una empresa de limpieza para, cada tarde, poder cuidar a su hermano. Pero un día, todo cambio para Brian Lanzelotta.
Se anotó en un reality: Gran Hermano 2015. Y aunque se fue algo temprano, luego de que la producción lo expulsara por una indisciplina, Brian consiguió entonces cumplir sus tres metas en la vida….
—En tres años tu vida cambio muchísimo.
—Hasta el día de hoy, ni yo lo puedo entender. Hace muy poquito se cumplieron tres años que ingresé a Gran Hermano y me cambió la vida por completo. No te puedo decir un punto específico porque todo cambió: mi manera de vestirme, de hablar, hasta mi manera de ver la vida ahora es diferente. Me cambió todo. Yo tenía una perspectiva de la vida, hoy tengo otra.
—¿Cómo era antes?
—Me levantaba, iba a laburar en una fábrica de artículos de limpieza. Los fines de semana intentaba hacer algún choreito haciendo karaoke en algún lugar, en algún cumpleaños. Empecé laburando en un taller mecánico y esa misma gente es la que me relaciono hoy. Yo siempre iba del laburo a mi casa, de mi casa al trabajo. También hacía un trabajo fino: golpeaba puerta por puerta, grababa demos o covers y los llevaba a los boliches, los mostraba.
—¿Y te frustraba que luego no te llamaran de esos boliches?
—En el momento te frustrás, te ponés triste, porque no es para menos: uno va en busca de su sueño y cuando vas a golpear esa puerta pensás que lo vas a conseguir, y de repente te encontrás con que es una mentira tras otra mentira, que te ilusionan… ¿Sabés cuántos hay en la movida, en la música, o en la actuación, en la tele, que te prometen el oro y el moro y de repente te encontrás con que no, con que es todo una mentira? O te sacan provecho de algo. Me pasó que me mintieran, que me dijeran: "Sí, che, te estamos llamando, vos quedate tranquilo". Y vos estás pegado al teléfono: no dormís, los nervios. Entonces, es triste. Pero yo siempre digo: toco fondo para tomar impulso y volver a salir. Entonces fue así: cada caída era como que tomaba más fuerza.
—¿No te mareó la fama?
—Es difícil que no te marees. Venís de pasar necesidades y de repente tenés todo en bandeja. Por ahí te ofrecen un coche más lindo, y las minas también, por decirlo así: se te presenta la cosa mucho más fácil. Entonces vos decís: "¡Guau! ¿Quién soy? ¿Justin Bieber?". Entonces ahí es donde vos tenés que decir: "No, pará la pelota. Soy Brian, con la diferencia que hoy la gente me conoce, me saluda y me pide fotos". Yo lo tomo así: la fama es parte de mi trabajo.
—Tu puerta al reconocimiento fue Gran Hermano.
—Yo soy consciente de que si Gran Hermano no me hubiese dado la exposición no sería quién soy hoy. Pero no siento ni que Gran Hermano me regaló, ni que yo le regalé: fue algo de la mano. Ellos vieron que yo era un personaje potable para su producto, y yo lo vi como algo potable para mi vida, que me iba a servir para mi objetivo, que era la música.
—¿Cómo fue? ¿Participaste de un casting?
—Me tomé el 55. Nunca había ido a un casting, nunca me había presentado, no sabía cómo era uno. Y me presenté. Era un lunes 22 de diciembre, me acuerdo. Había 19 personas, yo era el número 19. Y me puse en la fila.
—¿Adónde viste que había un casting?
—En la tele empezaron a pasar la propaganda, la propaganda, la propaganda, y yo, jodiendo a mi mamá, le decía: "Che, me voy a anotar. Si llego a contar todo lo que tengo para contar, entro de cabeza". Mi vieja me decía: "Andá, andá, ¿por qué no?". Yo lo había tirado en joda.
—¿Querías ser famoso o era un medio para llegar a la música?
—A mí no me interesaba ser famoso, el mediático o el Brian de Gran Hermano, como por ahí llaman hoy. Yo tenía tres motivos para entrar: cambiar la vida de mi familia, saber si tenía un hijo, que era un tema de paternidad con mi primera novia, y que la gente conociera mi música. Y en estos tres años, de una manera u otra, conseguí, mis metas gracias a Gran Hermano.
—Como saber si tenías un hijo.
—Con mi primera novia estuvimos dos años. En la separación tuvimos como un último encuentro. Pasaron cuatro meses y me entero que ella está embarazada. Entonces, haciendo cuentas de acuerdo a las fechas de ella y todo, me empezó a generar dudas. Pero yo no tenía los medios para poder pedir un ADN porque salía mucha plata. Un abogado también requería de mucha plata. Entonces Gran Hermano fue una puerta. Dije: "Entro a Gran Hermano, alguien escucha mi historia y se acerca a ayudarme. O quizás yo salgo, la pego con la música, genero plata, contrato un abogado y puedo iniciar una cosa legal". Dicho y hecho: así fue.
—Y sos papá.
— Sí, dio positivo. Pasaron ocho años. En esos ocho años intenté por todos los medios, le pregunté, le pedí, y nada: por miedo de ella o no sé por qué motivo no se dio nunca que nos pudiéramos hacer el ADN. Entonces, cuando salí de Gran Hermano inicié acciones legales. Donde agarré, una moneda la puse en un abogado.
—¿Cómo fue ese momento?
—Yo tenía muchos nervios. Imaginate que era una duda de ocho años. Y no es una duda que vos decís "Che, ¿me gusta el color rojo o me gusta el color verde?". No, es "¿tengo un hijo o no tengo un hijo?". Eso te cambia la cabeza, es para siempre, no es para un momento. Entonces se hizo larga la espera. Llegó el momento de hacer el ADN y a mí me mató. Yo siempre voy adelante, no paro, voy como caballo; pero ese día entré y me choqué con la realidad. Estaba mi hijo ahí, aunque yo todavía no sabía que era mi hijo.
—¿Cómo era irse a dormir con esa duda?
—Todas las noches, todas las noches… Era feo acostarte y que te pese la cabeza, y no poder encontrar la solución. Llegué a pensar que nunca iba a poder saber la verdad. Que iban a pasar miles de años y me iban a golpear la puerta de mi casa para decirme: "Vos sos mi papá y vos hiciste esto, esto y esto", cuando no era así, yo siempre quise saber. Yo soy partidario de que si fuiste hombrecito para hacer una cosa, tenés que ser hombrecito para bancar la consecuencia. Así me crió mi vieja. Y yo no tuve papá, y el que tuve no se comportó de la mejor manera. Y yo no quiero que mi hijo me vea a mí así. Yo no soy eso. Fue incansable, fue duro, pero fue hermoso el momento que lo supe.
—Volviendo a Gran Hermano, ¿cómo era estar encerrado las 24 horas?
—Era un montón. Parece que es fácil ver 15, 16 boludos… perdón por la palabra, pero era así como la gente nos veía. Y es como yo los veía también cuando seguía los otros Gran Hermano: veía quince boludos. "Están al pedo estos", decía. Y cuando vos escuchabas los motivos de cada uno que entraba ahí, decís: "Loco, qué ganas de perder tiempo al pedo". Yo se lo decía ponele a Fernando Parada (Villar) que era ingeniero cívico, idiomas, un poco más se conoció el mundo. "¿Qué haces acá?", le decía. "Es una experiencia", me respondía. Y yo entré a buscar cambiar mi vida. Yo escuchaba los motivos de los demás, y no es por desmerecer ni nada pero decía: "Guau, pensá que yo acá me estoy jugando el todo o nada, y ellos vienen a disfrutar una estadía". Algunos, ¿no? Cada uno tenía su sueño.
—¿Qué te motivaba para seguir ahí adentro?
—Mis tres motivos. Hasta que en un momento los perdí de foco. La Casa te lleva adonde la Casa quiere, esa es la realidad. Uno se puede creer el más fuerte del mundo pero siempre terminas doblegándote. Yo lo miraba a Cristián U, que se comió la Casa, hizo lo que quiso. Pero también tenía alrededor personas que le hacían fácil el juego. Yo cuando entré ahí, el que no corría, volaba. Todos sabían lo que querían, todos sabían lo que tenían que hacer. Era una Casa que estaba todo el tiempo en movimiento, todo el tiempo en conflicto. Yo soy una persona de mecha corta, y ahí adentro tenía que pensar 10 veces las cosas antes de hacerlas o decirlas. Porque estaba la persona que te estaba pinchando todo el tiempo para eso, para que vos explotes y te saquen del juego. Ahí, para todos lo demás, el rival fuerte era yo. Yo no lo sabía, no lo interpretaba así, para mí yo era uno más. Pero ellos tomaron como que yo era el ganador, por decirlo así, y todos trataban de doblegarme. Igual, no los culpo.
—Cuando saliste, ¿en el barrio eras como un ídolo?
—Sí, sí. Fue re loco. Había gente que por ahí antes no me saludaba, y cuando después me ponía a mirar en YouTube, estaban en los móviles de los canales que estaban en mi casa. Y decís: "Che, si antes no me saludabas" (risas). Pero es así esto, ¿no? Es como una tortilla, por decirlo así. Yo hablo muy… no sé si a veces se entiende lo que quiero decir.
—¿Qué fue lo mas doloroso que viviste?
—Yo hace tres años atrás tenía a mi mamá. Dios te da y Dios te quita: salí de la casa de Gran Hermano y a los tres meses perdí a mi mamá. Entonces decís: "Qué loco, una de cal y una de arena". Nosotros siempre estuvimos con mi mamá. Y los papás de mi mamá, que son mis abuelos, vivían al lado de mi casa. Nosotros somos seis hermanos; el mayor es Carlitos, discapacitado. Y era mi mamá, mis abuelos y mis hermanos, nosotros. Y mis tías, las hermanas de mi mamá con mis primos. Siempre fuimos muy nosotros.
—¿Tu mamá trabajaba?
—En los últimos años habíamos decidido con mis hermanos, los que podíamos laburar, que mi mamá se quedara en mi casa cuidando a mi hermano. Porque antes era al revés: trabajaba mi mamá y yo volvía del colegio y me quedaba con mi hermano, volvía mi otro hermano del colegio, y era como repartir.
—¿Qué discapacidad tiene tu hermano?
—Una discapacidad motriz. Ya nació con esa dificultad. Entonces es como un bebé grande: hay que hacerle todo, y tiene que haber alguien las 24 horas con él. Nos turnábamos, hasta que llegó un momento que la situación en mi casa se iba poniendo heavy y mi mamá sola no podía bancar los trapos. Entonces mi hermano, que es un año más grande que yo, largó el colegio y se puso a laburar. Y creo que yo no tardé ni dos meses en tener que largar también el colegio y ponerme a laburar, porque se hacía difícil.
—¿Algo que aprendiste de esa época?
—A ser hombre. Yo me hice hombre de chiquito.